Violencia y lenguaje.
El lenguaje oral es la base del
sentido práctico de la vida. Del mundo inminente del que se habla a nuestro
alrededor, es la base de todos los demás lenguajes y saberes especializados con
los que construimos nuestra realidad y cultura material y técnica. Desde
siempre el lenguaje le ha dado sentido a lo desconocido, mediante el nombre que
conjuraba con el dominio lo que no conocía o lo que no se atrevía a conocer. El
miedo y el terror a lo desconocido crearon al lenguaje como una tecnología para
adiestrarse en la vida y sojuzgar con la prevención del desastre todo aquello
que resultaba sospechoso y un riesgo para el mundo vulnerable de los seres
racionales. Se eligió tener temor porque lo que se enfrentaba con los medios
limitados de la inteligencia y de la alegoría sacerdotal era la naturaleza
indomable, a la que se admiraba y a la vez se temía. El temor creo un lenguaje
que comunica miedo y emociones negativas, así como un sentido trágico de la
vida, donde la alegría es casi un accidente o algo raro que pocos ostentan.
Este acercamiento lingüístico a
las cosas, sólo pudo suceder cuando alguien concentro su interés sensorial en
un objeto al que no poseía. Antes de ser percibido el lenguaje o los dialectos
comunicaban la unidad y la diversidad fusionada, es decir, el mundo corporal de
los objetos tal y como los conocemos no existía o permanecía animado o
ritualizado. En la medida que acontece el cuerpo del otro como objeto de deseo,
el lenguaje usado en las interacciones sociales transmite poder sobre las cosas
inanimadas. Sólo la envidia por un amor no conseguido pudo haber creado un
edificio de ideas de control por mor de la dominación sobre aquello que no se
resistía al encanto de lo poético. Ahí donde ya no hay música, aparece la
objetividad y la administración política del mundo. En ciernes este lenguaje a
su modo canalizaba y sublimaba en actividades especializadas ligadas a la
producción y a la reproducción mecánica dela vida cotidiana, los deseos
acumulados de generación tras generación, otorgándole a las sociedades un vehículo
sano de construcción y reconstrucción de sus fundamentos modernos y técnicos.
La modernidad ha sido la promesa que de la abstinencia por el placer ciego se
lograría una cultura cercana al erotismo y la estética ardiente.
Hoy palpamos en los problemas de
la violencia en contra de la mujer, y los menores, en las calles y en la
delincuencia común, hasta en los grandes y fríos conflictos armados, una
despotenciación de aquel lenguaje que comunicaba acuerdo y concertación
emocional y racional. Hoy lo que se habla sólo matiza un interés pero desconoce
olímpicamente lo que las personas silencian u ocultan por puro miedo a ser
dañadas o tomadas a la ligera como
inmaduras. El amor al todo del que partió tal comunicación se ha reducido a un
amor clandestino e hipócrita, donde la seducción sugiere más en el lenguaje
corporal que en la matización poética del habla. Esto ha sido así porque el
amor romántico aquel creado para darle civilidad a las relaciones entre hombres
y mujeres, para darle un canal de comunicación y de proyecto compartido entre
las parejas, se esta difuminando y con ello se esta evidenciando un gran deseo
postergado y acumulado en la oscuridad de la
psicología actual que instrumentaliza. El actual sistema de cosas que
siempre envidio la alegría y la aventura de los cuerpos desenfrenados esta
tratando de ahogar la pasión de las nuevas generaciones en los estertores de
una tecnología cada vez más pulsional y autodestructiva, con el único objetivo
de entregar la savia de las personas a la decadencia del consumo o al
devoramiento empobrecedor.
La intimidad y la sexualidad se
viven tal como si se tratara de una pulsión publicitaria. Es decir el deseo
acumulado en las personas, cada vez más irracional y desublimado esta apoderándose
de las coordenadas infraestructurales de la sociedad política presentándose
como una ideología de cambio alternativo, cuando en realidad la desfachatez de
la época es que las propuestas sólo buscan sojuzgar prerrogativas y derechos
parciales para sus practicas amatorias. Hoy las ideologías políticas no habla
sino muy ficticiamente de un mundo
alternativo desde el razonamiento sesudo. Todo se ha convertido en propaganda y
consignas de manipulación que canalizan el odio y el resentimiento por no poder
amar y vivir aquellos que la modernidad `planteó como promesa de vida desde el
principio: que la razón canalizaría los apetitos en una sociedad reconciliada
consigo misma mas allá de las necesidades y las bajas pasiones humanas.
No se puede cargar todo el peso
de la formación neuropsicológica a las familias y al sistema educativo en
cuanto al desatamiento de rabia que vemos en nuestra sociedad. Es la mezquindad y la habitual ignorancia de la que se sienten
orgullosas las personas, la que ha
ocasionado que en las transformación ontológica del lenguaje práctico este ya
no comunique las pasiones y las emociones que envuelven un proyecto compartido
de vida común. El calculo, la astucia y la argucia para querer controlar una
relación o ver los romances como mera necesidad están trastornando a los
hombres y mujeres, dejándolos expuestos por consentimiento propio a ser tomados
a la ligera o sus cuerpos ser cosificados. El lenguaje actual ya no transmite
el amor por las cosas, ya no reanima el principio de realidad exageradamente
racionalizado y funcional. El olvido de si mismo o la ambición por no querer
desarrollarse como personas hace que los hombres y mujeres en sus relaciones
afectivas se comporten como vampiros o amantes ocasionales por miedo al vacío e
insignificancia que atraviesa sus almas. La ausencia de espíritu es confundida
por hambre carnal y consumo desatado. El vicio del que parte los demás vicios y
compulsiones paupérrimas es una sexualidad despotenciada y desordenada. Ahí donde
matas el amor por el mundo, este se concentra por mor de la redención y el
apetito habitual de trascendencia en una sola persona, lo cual lleva a la
implosión o al desequilibrio afectivo, donde la sola llama de una pasión
descontrolada apaga el odio que entre los géneros y donde la civilización ha
depositado sus esperanzas malignas de reproducción.
La violencia actual que reposa en
la incomprensión y la incompatibilidad de caracteres pasa por el hecho de que
los hombres y mujeres aún muy hambrientos no han provenido de un sistema de
instituciones formadoras que las hayan hecho enamorarse de su tierra y de los
objetos culturales que atraviesan su mundo inminente. Al desencantar el mundo
de aquello que da balance y salud mental entre las personas el hombre y la
mujer aman como si se tratara de un interés frio y ganancioso. Es decir
deserotizan el cuerpo deseado y sólo se
restringen a verlo como un ámbito en el cual derramar todas sus ansias
enfermizas de goce, sin advertir que esta energía liberada no es sólo placer
mecánico sino querencia totalitaria de creatividad y vitalismo puro. Lo que es
un arte de encuentro y de amor sin barreras las personas lo convierten por su
apego al cinismo y empobrecimiento material de la época a una aventura donde
las bajas vibraciones de afecto y de sólo placer deserotizado vulneran los
cuerpos y los exponen a toda clase de enfermedades. El quebrantamiento de salud
mental en las ciudades pasa por el hecho que los sistemas especializados de
conocimiento y el sistema laboral encarcelan las habilidades cualitativas y
comunicativas de las personas en aquello que sólo es importante para la
reproducción financiera y lucrativa del dinero. No ven que al desarrollar una estructura cada
vez mas lejana de las esperanzas y deseos inauditos de los hombres y mujeres
están arrojando al hombre al disfrute deshonesto y antinatural de una
tecnología que despersonaliza a las personas o que las convierte en simples
prótesis de deseos incolmables. En
descontrol puro el lenguaje sólo sirve para transmitir el intercambio frio de
intereses, y con esa impronta todo lo demás es fetichizado como formas más
complejas de intercambio de placeres y de romance simulado. El habla oral, y
los lenguajes especializados desde los cuales los terapeutas tratan de dar
equilibrio a los pobres transeúntes de la locura de la civilización están haciéndose
añicos, en la medida que no comunican las nuevas transformaciones que la
piscología humana esta experimentando y los retornos sabios a concepciones del
cuerpo y de la espiritualidad antiguas que muchos devotos del progreso y la
racionalidad desmerecen como fantasía o superstición.
La actitud de esta época donde la
megalomanía de la modernidad endurece en piedra el dolor del mundo y de la vida
sometida, y se enorgullece de ello, hace que pasemos de un paradigma de pura
óptica a uno centrado en aquellas
emociones y sensaciones que la privacidad ahoga en el silencio o en la
mezquindad de lo efímero. De lo que se
trata es de no estar buscando las soluciones del mundo en una realidad
fabricada para desenfocar al ser humano, eso es dependencia y esclavitud
administrada. Hoy hemos pasado de los
sistemas políticos que prometían la reeducación autoritaria del hombre a una
forma de autodescubrimiento interno, donde el saber de lo olvidado de sí mismo
esta provocando en red aún una forma de
vida donde la envidia hacia la alegría que nace se trastoca en discordia y obediencia
productiva. Ya no se trata de pescar peces a los que hay que conferirles un
contrato de civilidad tachado de conveniencia por mor de la convivencia
armoniosa, sino que estamos pasando a una forma de piscología y del sentido de
autocuidado del cuerpo donde la festividad y el optimismo por crear y
solidarizarse esta queriendo desgarrar los muros mas perversos de la dominación
moderna. Hoy amar pasa necesariamente porque los sistemas educativos en
consonancia con la vigilancia de los barrios, comunidades y familias se esmeren
en depositar en el niño/a un sentido de amor y respeto por todo lo que le
rodea, brindándoles antes que
conocimientos desgajados de nuestra realidad una forma de autodominio y de
reconocimiento de sentimientos y emociones que le den solidez y personalidad
para las siguientes etapas del progreso de la personalidad.
A mi entender la forma en que el
sistema educativo proporciona el cautiverio del niño/a con el mundo es
inapropiada y hasta una infamia. Somos por origen y por sentido común una cultura
cuya piscología es alegre y generosa. Si
seguimos enseñando más que hay que ser apocalípticos y temerosos del mundo
antes que reenamorar a la nueva subjetividad con los objetos culturales y
materiales de nuestra realidad entonces lo que lograremos es una profunda
desconfianza y manipulación legitimizada en la cultura. No estamos construyendo una sociedad de
acuerdo a las nuevas genialidades y sensibilidades que están naciendo y que lo
único que desean es disfrutar de este paseo que es la vida y la naturaleza. Lo
que estamos haciendo, desde la estructura del Estado hasta las ambiciones
profesionales de los lenguajes especializados y científicos es amurallar la
vida a la que el cinico descorazonado le tiene rencor y envidia. Si deseamos
cortar la violencia en contra de la mujer y de los menores, debemos no
concentrar nuestra energías en un sistema penal que desarrolla leyes
completamente extrañas a nuestra cultura, sino hacer labor preventiva, es decir
captar de donde venimos? Quienes somos?, hacia donde vamos?. Sino construimos
identidad como país, en base a la lectura equilibrada de nuestro pasado
ancestral, dejando de lado esa habitual tristeza que ha atravesado el sentir de
la peruanidad, difícilmente podremos entregarles a los niños/as un escenario
cargado de esperanza y aventura para innovar y crear mundos alternativos…Hoy el
lenguaje ya no comunica mas que hipocresía, de lo que se trata es que comunique
y se sienta en el la sensibilidad de la nueva época. Las estrategias ya no
podrán ir a la mente, demasiado orgullosa de su indiferencia material, sino
deberán ir dirigidas a golpear el corazón y arrojarlo sobre el mundo reificado.
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