martes, 10 de julio de 2018

Violencia y lenguaje.







El lenguaje oral es la base del sentido práctico de la vida. Del mundo inminente del que se habla a nuestro alrededor, es la base de todos los demás lenguajes y saberes especializados con los que construimos nuestra realidad y cultura material y técnica. Desde siempre el lenguaje le ha dado sentido a lo desconocido, mediante el nombre que conjuraba con el dominio lo que no conocía o lo que no se atrevía a conocer. El miedo y el terror a lo desconocido crearon al lenguaje como una tecnología para adiestrarse en la vida y sojuzgar con la prevención del desastre todo aquello que resultaba sospechoso y un riesgo para el mundo vulnerable de los seres racionales. Se eligió tener temor porque lo que se enfrentaba con los medios limitados de la inteligencia y de la alegoría sacerdotal era la naturaleza indomable, a la que se admiraba y a la vez se temía. El temor creo un lenguaje que comunica miedo y emociones negativas, así como un sentido trágico de la vida, donde la alegría es casi un accidente o algo raro que pocos ostentan. 

Este acercamiento lingüístico a las cosas, sólo pudo suceder cuando alguien concentro su interés sensorial en un objeto al que no poseía. Antes de ser percibido el lenguaje o los dialectos comunicaban la unidad y la diversidad fusionada, es decir, el mundo corporal de los objetos tal y como los conocemos no existía o permanecía animado o ritualizado. En la medida que acontece el cuerpo del otro como objeto de deseo, el lenguaje usado en las interacciones sociales transmite poder sobre las cosas inanimadas. Sólo la envidia por un amor no conseguido pudo haber creado un edificio de ideas de control por mor de la dominación sobre aquello que no se resistía al encanto de lo poético. Ahí donde ya no hay música, aparece la objetividad y la administración política del mundo. En ciernes este lenguaje a su modo canalizaba y sublimaba en actividades especializadas ligadas a la producción y a la reproducción mecánica dela vida cotidiana, los deseos acumulados de generación tras generación, otorgándole a las sociedades un vehículo sano de construcción y reconstrucción de sus fundamentos modernos y técnicos. La modernidad ha sido la promesa que de la abstinencia por el placer ciego se lograría una cultura cercana al erotismo y la estética ardiente.

Hoy palpamos en los problemas de la violencia en contra de la mujer, y los menores, en las calles y en la delincuencia común, hasta en los grandes y fríos conflictos armados, una despotenciación de aquel lenguaje que comunicaba acuerdo y concertación emocional y racional. Hoy lo que se habla sólo matiza un interés pero desconoce olímpicamente lo que las personas silencian u ocultan por puro miedo a ser dañadas o tomadas a  la ligera como inmaduras. El amor al todo del que partió tal comunicación se ha reducido a un amor clandestino e hipócrita, donde la seducción sugiere más en el lenguaje corporal que en la matización poética del habla. Esto ha sido así porque el amor romántico aquel creado para darle civilidad a las relaciones entre hombres y mujeres, para darle un canal de comunicación y de proyecto compartido entre las parejas, se esta difuminando y con ello se esta evidenciando un gran deseo postergado y acumulado en la oscuridad de la  psicología actual que instrumentaliza. El actual sistema de cosas que siempre envidio la alegría y la aventura de los cuerpos desenfrenados esta tratando de ahogar la pasión de las nuevas generaciones en los estertores de una tecnología cada vez más pulsional y autodestructiva, con el único objetivo de entregar la savia de las personas a la decadencia del consumo o al devoramiento  empobrecedor.

La intimidad y la sexualidad se viven tal como si se tratara de una pulsión publicitaria. Es decir el deseo acumulado en las personas, cada vez más irracional y desublimado esta apoderándose de las coordenadas infraestructurales de la sociedad política presentándose como una ideología de cambio alternativo, cuando en realidad la desfachatez de la época es que las propuestas sólo buscan sojuzgar prerrogativas y derechos parciales para sus practicas amatorias. Hoy las ideologías políticas no habla sino muy ficticiamente  de un mundo alternativo desde el razonamiento sesudo. Todo se ha convertido en propaganda y consignas de manipulación que canalizan el odio y el resentimiento por no poder amar y vivir aquellos que la modernidad `planteó como promesa de vida desde el principio: que la razón canalizaría los apetitos en una sociedad reconciliada consigo misma mas allá de las necesidades y las bajas pasiones humanas.

No se puede cargar todo el peso de la formación neuropsicológica a las familias y al sistema educativo en cuanto al desatamiento de rabia que vemos en nuestra sociedad. Es la mezquindad  y la habitual ignorancia de la que se sienten orgullosas las personas, la que  ha ocasionado que en las transformación ontológica del lenguaje práctico este ya no comunique las pasiones y las emociones que envuelven un proyecto compartido de vida común. El calculo, la astucia y la argucia para querer controlar una relación o ver los romances como mera necesidad están trastornando a los hombres y mujeres, dejándolos expuestos por consentimiento propio a ser tomados a la ligera o sus cuerpos ser cosificados. El lenguaje actual ya no transmite el amor por las cosas, ya no reanima el principio de realidad exageradamente racionalizado y funcional. El olvido de si mismo o la ambición por no querer desarrollarse como personas hace que los hombres y mujeres en sus relaciones afectivas se comporten como vampiros o amantes ocasionales por miedo al vacío e insignificancia que atraviesa sus almas. La ausencia de espíritu es confundida por hambre carnal y consumo desatado. El vicio del que parte los demás vicios y compulsiones paupérrimas es una sexualidad despotenciada y desordenada. Ahí donde matas el amor por el mundo, este se concentra por mor de la redención y el apetito habitual de trascendencia en una sola persona, lo cual lleva a la implosión o al desequilibrio afectivo, donde la sola llama de una pasión descontrolada apaga el odio que entre los géneros y donde la civilización ha depositado sus esperanzas malignas de reproducción.

La violencia actual que reposa en la incomprensión y la incompatibilidad de caracteres pasa por el hecho de que los hombres y mujeres aún muy hambrientos no han provenido de un sistema de instituciones formadoras que las hayan hecho enamorarse de su tierra y de los objetos culturales que atraviesan su mundo inminente. Al desencantar el mundo de aquello que da balance y salud mental entre las personas el hombre y la mujer aman como si se tratara de un interés frio y ganancioso. Es decir deserotizan el cuerpo deseado y sólo  se restringen a verlo como un ámbito en el cual derramar todas sus ansias enfermizas de goce, sin advertir que esta energía liberada no es sólo placer mecánico sino querencia totalitaria de creatividad y vitalismo puro. Lo que es un arte de encuentro y de amor sin barreras las personas lo convierten por su apego al cinismo y empobrecimiento material de la época a una aventura donde las bajas vibraciones de afecto y de sólo placer deserotizado vulneran los cuerpos y los exponen a toda clase de enfermedades. El quebrantamiento de salud mental en las ciudades pasa por el hecho que los sistemas especializados de conocimiento y el sistema laboral encarcelan las habilidades cualitativas y comunicativas de las personas en aquello que sólo es importante para la reproducción financiera y lucrativa del dinero. No  ven que al desarrollar una estructura cada vez mas lejana de las esperanzas y deseos inauditos de los hombres y mujeres están arrojando al hombre al disfrute deshonesto y antinatural de una tecnología que despersonaliza a las personas o que las convierte en simples prótesis de deseos incolmables.  En descontrol puro el lenguaje sólo sirve para transmitir el intercambio frio de intereses, y con esa impronta todo lo demás es fetichizado como formas más complejas de intercambio de placeres y de romance simulado. El habla oral, y los lenguajes especializados desde los cuales los terapeutas tratan de dar equilibrio a los pobres transeúntes de la locura de la civilización están haciéndose añicos, en la medida que no comunican las nuevas transformaciones que la piscología humana esta experimentando y los retornos sabios a concepciones del cuerpo y de la espiritualidad antiguas que muchos devotos del progreso y la racionalidad desmerecen como fantasía o superstición.

La actitud de esta época donde la megalomanía de la modernidad endurece en piedra el dolor del mundo y de la vida sometida, y se enorgullece de ello, hace que pasemos de un paradigma de pura óptica a uno centrado  en aquellas emociones y sensaciones que la privacidad ahoga en el silencio o en la mezquindad de lo efímero. De lo  que se trata es de no estar buscando las soluciones del mundo en una realidad fabricada para desenfocar al ser humano, eso es dependencia y esclavitud administrada.  Hoy hemos pasado de los sistemas políticos que prometían la reeducación autoritaria del hombre a una forma de autodescubrimiento interno, donde el saber de lo olvidado de sí mismo esta provocando en  red aún una forma de vida donde la envidia hacia la alegría que nace se trastoca en discordia y obediencia productiva. Ya no se trata de pescar peces a los que hay que conferirles un contrato de civilidad tachado de conveniencia por mor de la convivencia armoniosa, sino que estamos pasando a una forma de piscología y del sentido de autocuidado del cuerpo donde la festividad y el optimismo por crear y solidarizarse esta queriendo desgarrar los muros mas perversos de la dominación moderna. Hoy amar pasa necesariamente porque los sistemas educativos en consonancia con la vigilancia de los barrios, comunidades y familias se esmeren en depositar en el niño/a un sentido de amor y respeto por todo lo que le rodea,  brindándoles antes que conocimientos desgajados de nuestra realidad una forma de autodominio y de reconocimiento de sentimientos y emociones que le den solidez y personalidad para las siguientes etapas del progreso de la personalidad.

A mi entender la forma en que el sistema educativo proporciona el cautiverio del niño/a con el mundo es inapropiada y hasta una infamia. Somos por origen y por sentido común una cultura cuya piscología es alegre y generosa.  Si seguimos enseñando más que hay que ser apocalípticos y temerosos del mundo antes que reenamorar a la nueva subjetividad con los objetos culturales y materiales de nuestra realidad entonces lo que lograremos es una profunda desconfianza y manipulación legitimizada en la cultura.  No estamos construyendo una sociedad de acuerdo a las nuevas genialidades y sensibilidades que están naciendo y que lo único que desean es disfrutar de este paseo que es la vida y la naturaleza. Lo que estamos haciendo, desde la estructura del Estado hasta las ambiciones profesionales de los lenguajes especializados y científicos es amurallar la vida a la que el cinico descorazonado le tiene rencor y envidia. Si deseamos cortar la violencia en contra de la mujer y de los menores, debemos no concentrar nuestra energías en un sistema penal que desarrolla leyes completamente extrañas a nuestra cultura, sino hacer labor preventiva, es decir captar de donde venimos? Quienes somos?, hacia donde vamos?. Sino construimos identidad como país, en base a la lectura equilibrada de nuestro pasado ancestral, dejando de lado esa habitual tristeza que ha atravesado el sentir de la peruanidad, difícilmente podremos entregarles a los niños/as un escenario cargado de esperanza y aventura para innovar y crear mundos alternativos…Hoy el lenguaje ya no comunica mas que hipocresía, de lo que se trata es que comunique y se sienta en el la sensibilidad de la nueva época. Las estrategias ya no podrán ir a la mente, demasiado orgullosa de su indiferencia material, sino deberán ir dirigidas a golpear el corazón y arrojarlo sobre el mundo reificado.


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