martes, 10 de julio de 2018

Pensamiento y realidad.





Desde que regulamos el entorno para  transmitirle familiaridad y transformarlo a nuestro antojo el hombre constituye sistemas de aguardianamiento de lo conquistado y poseído. Esto que llamamos asentamientos humanos y que decanta en las grandes ciudades actuales no es sino el escudo aterrorizado que el hombre se parapeta para escapar a la terrible sensación de que la vida no tiene sentido. El sentido practico de la vida; es decir, las reglas y los instructivos semánticos con los que manipulamos la realidad, y tratamos de hacerla similar a aquello que nos otorga seguridad proviene de una resignificación de lo existente a manos de los especialistas que siempre dominan y maniobran esta realidad según su interés dado. En primera instancia esta conjura de aquello que someten por mor de un sencillo interés o por mero placer de satisfacción se logra en base al dominio pragmático de la vida. Pero a medida que la complejidad de la sociedad asiste a sistemas mas sofisticados de protección y de reproducción social se provoca un salto cualitativo en la comunicación humana que hace que acontezcan cuadros técnicos y asesores de como se moldea y construye la realidad.

Todo lo que es conocido mediante la observación alcanza el ámbito de la categoría, del concepto etéreo; en cambio aquello que es nacido de una intuición desinteresada es llamado sabiduría.  En el origen el pensamiento iba accesado a la vida comunicativa. Era parte de un saber práctico que le confería utilidad y sentido a las comunidades. En el embrujo el lenguaje alcanzaba una cima de comunicación y conjura sobre lo desconocido, en base a la transposición de energías. La salud de las comarcas y de las sociedades complejas partía de que el lenguaje lanzado al universo era compatible con un equilibrio natural sacado de la observación de la naturaleza. Se dialogaba con lo desconocido mediante la conjura y el rito, para darle a lo conocido y domesticado un rango de seguridad estática.
El pensamiento abstracto arranca ahí donde el sentido practico de la vida no logra regular, ni identificar lo acontecido por una crisis que amenaza con destruir la savia misma de toda civilización. La concentración de la energía y la aparición del deseo acumulado en un cuerpo que no se somete al disfrute romántico genera una forma de conjura y de ejecución practica que intenta devolverle balance al mundo extraviado. Pero este asombro del que hablan los pensadores originarios no es tal, sino el gran susto metafísico ante aquello que no se puede dominar pero se disimula lo que es manifestado como sistema de dominio social. El orgullo de los pensadores, y de sus pensamientos teoréticos no es sino una regresión espiritual, ahí donde el dominio material y científico de la vida, hace de la energía un elemento inanimado o inexistente. La sustitución del concepto por el canto sosegador de los grandes espíritus presagia una forma de vida social donde la necesidad devoradora de todo lo viviente empobrece la experiencia y la atavia con todos los ropajes de una simulación sorprendente. La miseria que oculta el orden actual es revestida y maquillada de avance y conquista ontológica.

El pensar no es lo mismo que expresar oralidad. Comunicar ha sido desde siempre un dialogo sobre aquello que se teje jurisdicción. El pensamiento sería el control de la estructura que subyace a toda realidad natural, por mor de la sofisticación o de la arquitectura de lo humano. El que piensa desea controlar aquello que no conoce, ni quiere conocer y que desea con todas sus fuerzas. El concepto es el resultado de un control vertical de categorías, es la propuesta que se lanza para sojuzgar la realidad, en base a la causalidad, o la variable dominante. Ahí donde el causalista ve dominio y experimento el sabio sólo ve el decurso natural de los acontecimientos. No hay accidentes, ni coyunturas sólo  manifestaciones sincrónicas de lo existente. Todo lo que conocemos como el orgullo del hombre teórico ha sido el odio a la desnudez de lo corpóreo, hacia aquello que le despertaba miedo y a la vez deseo de querencia. La brujería del sacerdote para someter lo que no se deja cuadricular a lo ordenado es de la misma fuente de la que el científico toma sus herramientas para construir la tecnología. Con la única salvedad que la brujería no ha desaparecido sino que sigue presente como trasfondo somático y a la vez alegórico de todo lo que conocemos como mundo técnico. Aquello que alguna vez tuvo algún motivo de dirección hoy es soltado de modo espontaneo por una racionalidad autodestructiva que  no sabe que los motivos liberales que lo animan a la observación son de la misma naturaleza de la que parte toda fuente de decadencia actual. La vida se ha abierto paso siempre, pero requiere de esta amenaza a su nucleo mismo, para incrementarse y expandirse como lógica suprema de poder.

El pensamiento inicio como una curiosidad ante las regularidades palpables que el observador notaba en la naturaleza. Extrajo sus temas y propuesta de reconstrucción material de haber identificado cursos físicos y naturales ahí donde otros sólo veían la manifestación natural de espectros ancestrales. Su inserción ha sido alterar lo existente en sus elementos básicos y mezclarlos para lograr inventos e innovaciones técnicas que dieran a los hombres el poder de domesticación sobre la naturaleza indomable. Pero esta forma de actitud ante la vida, sólo pudo surgir en territorios donde el estado de animo ante lo incierto solo pudo proceder de un gran terror ante lo desconocido, y ante aquello que por monstruoso o abominable sólo ha podido despertar duda metódica y rigor experimental. El orgullo de la civilización ha sido ejercer un ataque de prevención ante lo que lo aterra, destruyéndolo y convirtiéndolo en maquinaria imparable al servicio de la reproducción extrañada de las inmensas metrópolis. Ahí donde no hubo miedo ni asombro ante lo que se levantaba como medio natural, surgió otra psicología en relación a su respuesta al territorio.  Esta actitud de cuidado y de sentirse regocijado por el medio dio por impulso una relación de armonía y de generosidad con la naturaleza, levantándose sobre este relación una forma de civilización que explota las ventajas productivas del quehacer natural sin corromper o provocar una ruptura ontológica con el mundo originario.

En nuestra cultura que procede de la raíz cristiana y a la vez griego-latina la forma en que se ha tejido el pensar ha descrito un curso de dominio sobre aquello que resulta una amenaza de regeneración vital ante el dominio de los envidiosos. Al acechar una forma de organización social y política que exporta la aniquilación del hombre y de la mujer como meros animales llenos de necesidades se aplasta de forma no prevista en el lenguaje todo el origen mitológico y ritual izado de dialogo con la naturaleza, que tanto resultado benéfico le había resultado a nuestros antepasados. Todo lo que hincha de orgullo como forma dialéctica de transformación y de intervención en la realidad caótica a los expertos se ha levantado sobre fundamentos obsoletos y arruinados que a lo único a lo que conducen es a confeccionar muros y trincheras de protección sin ninguna consistencia real en el seno de la cultura real. Las personas le dan legitimidad a este mundo que no tiene mas asidero que el lenguaje distorsionado de los especialistas, porque el egoísmo y el miedo a perder seguridad y control sobre intereses diversos engulle de un solo mordisco toda la riqueza elemental que encierran estas tierras. La filosofía cartesiana, y el psicoanálisis materialista que tanta culpabilidad persigue por mor de la acumulación de créditos y ventajas dinerarias ha hecho un daño irreparable a una vida que persigue sin presencia ontológica en el lenguaje otra forma de sentir y circunscribir el mundo. Los actuales señores de la guerra, son en el mismo sentido los antiguos sacerdotes teoréticos que impiden por el miedo a perder el control que causa el descontrol una calaña de rufianes perfumados que sólo buscan engañar con poses de talento y de fecundidad explicativa lo que no resiste ninguna explicación o comprensión científica: que el mundo organizado ha sido una ficción diseñada para succionar la vida de los que se atreven a vivirla.

Tanto el orden político como el económico que se levantan sobre la exageración de instrumentalizarlo todo, evidencian la terrible ambición de su estafa por querer controlar hasta el último centímetro aquello que nunca se han dado el trabajo de sentir más allá de su probable forma física. Ahí donde el alma de las categorías es arrojada del monitoreo habitual con que se diseña el mundo político la única forma de intervención en la realidad resulta una acción con brillantes corazonadas prácticas. Y para que ello funcione los sistemas que dan orientación en el mapa del mundo como son la familia, y el sistema educativo deberían estar diseñados para otorgarle al educando el legítimo control creativo y espiritual sobre su propio aprendizaje; deberían invitarlo a que confeccionen el mundo, y las generaciones anteriores que se resisten a tal primordialidad en el lenguaje deberían fenecer. Hoy a lo que asistimos en todos los órdenes de la vida social es a un complot por acallar a sangre y fuego todo lo que esta atreviéndose a destruir las ficciones empobrecidas de la modernidad. Su  idea de sistema resulto un fiasco montado para desanimar al hombre y a la mujer del mundo y así tenerlos más adormecidos ante los mecanismos heterónomos. Hoy el hombre y la mujer viven adictos a su propia teatralidad orquestada por su terror a ser aniquilados, y todo lo que es servil al amor más apasionado es un zambullido inexplicable a una realidad virtual que lo destruye como una fabula para niños/as dementes. El amor al pensamiento desde siempre ha sido la envidia hacia aquellos que si podían arrancar una sonrisa o enamorar con la sola proyección seductorá de sus osamentas. Ese desamor se ha vuelto programa y organización y lo único que busca es mantenernos ebrios de los vicios sustitutivos que la maquinaria inventa para desalentarnos de comernos a besos.

La filosofía arma de  guerra otrora contra aquello que encarcelaba la vida ha cometido el mismo crimen de sus captores: creer que la naturaleza tiene lógica, y que sobre esa base se la puede mejorar. Desde que la envidia conecto a los hombres sobre la base de la esclavitud cooperativa, el filosofar ha sido el intento de reordenar la vida codependiente. Es decir, su promesa de redención con el todo ha sido una broma de mal gusto: el sacrificio que todo hombre o mujer de letras tiene que hacer para entender la sociedad ha sido el grito deshonesto de resentimiento por amar aquello que nunca escuchara nuestros alaridos de sentimentalidad. La razón no ha sido más que un instinto de astucia ahí donde esta condenado  a perecer entre animales hambrientos. Su óptica y la escucha en el ambiente han quitado a la realidad ese saborcito que sólo el condimento del amor apasionado logra poseer. Pensar significa identificar, apegarse a algo que nos da sentido de pertenencia y nos define como ese algo. Extrañamiento en relación a las cosas que poseo, es la marca de un mundo  que no sabe verse por dentro, y que le confiere a toda esa habilidad un drama de niñería barata. El exceso de un plan establecido de antemano desde la teoría altisonante ha generado la impresión que la sola destrucción de los vínculos sociales podrá darnos los ases que nos lleven a la ecuación perfecta que nos liberara de la autodestrucción. Ello no es mas que un problema de actitud, un sentimiento deshonesto de inanición al no querer ver que la implosión del pensar debe dar camino a la meditación mas querida. Hay que anular de alguna forma, o relentizar las formas en que se ha venido tejiendo el pensamiento racional para abrir un salto de emanación de energía mal usada sólo en la mente. El espíritu deshechado por el ojo probatorio de la evidencia es la cruz que no deja ingresar en la comprensión de los problemas actuales la ritualidad del saber antiguo. Pensar desde hoy debería ser meditar en nuestras posibilidades interiores de autoconocernos y sobre esa base endilgar proyectos comunes de reconstrucción vital del mundo que nos rodea. Ir al diseño mismo y reajustarlo otra vez sin entender lo que esta pasando en el alma humana es levantar castillo de arena en el mar, sabiendo que la marejada los derrribará en un santiamén todo ello.

Para  que el pensar no claudique en estos tiempos debería dar paso a un pensamiento sobre el instante, sobre la oportunidad de corregir en el camino incierto los límites de lo que se había pensado de antemano. La acción debería guiar a las ideas, y no pensar que las grandes ideas por poderosas que sean pueden cambiar el mundo. Las variables y probabilidades que se manejan en torno al hecho de que todo es un desconcierto aparente incitan al desarrollo de un ser humano mas sabio y  espiritual; donde todas las manifestaciones lúdicas, sexuales, estéticas y funcionales deben reingresar en las coordenadas maestras del mundo natural, y así redirigir de  modo estratégico los caminos desbocados que ha desarrollado. Pêro ello es pura acción instintiva y el ser humano no abandonara su plan de autodestrucción incansable por muy demencial que se les haga entender que es. El pensamiento hoy no moldea la realidad, pues quien lo hace parte de la acción mas macabra. Para combatir tal conductismo desenfrenado hay que jugar en los mismos terrenos donde acaece el vicio más horrendo.  Transmutar la lógica del sexo.

El pensamiento de hoy ya no es peligroso si viene de los libros. Sólo quien vive los libros y los hace un estilo de moral hedonista puede entender que atados de manos se hallan los grandes intelectuales al no sentir ni menos pensar que esta pasando con el mundo. Hoy a través del tiempo resuena la advertencia de Ludwig Witttgeinstein, “que hay cosas prohibidas de las que no se deben hablarse”. Yo mas bien diría retando aquella advertencia que esta realidad de un  lenguaje despotenciado debe rebuscar en aquellas realidades negadas al ojo humano nuevos cimientos armados donde posicionar la vida actual….. la alegría debe ser un  fundamento de nuevo quehacer, y de reconstrucción social. Actuar luego pensar…. Hacer caso al corazón, pues si esta vacío lo de arriba no sirve…..

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