Pensamiento y realidad.
Desde que regulamos el entorno
para transmitirle familiaridad y
transformarlo a nuestro antojo el hombre constituye sistemas de
aguardianamiento de lo conquistado y poseído. Esto que llamamos asentamientos
humanos y que decanta en las grandes ciudades actuales no es sino el escudo
aterrorizado que el hombre se parapeta para escapar a la terrible sensación de
que la vida no tiene sentido. El sentido practico de la vida; es decir, las
reglas y los instructivos semánticos con los que manipulamos la realidad, y
tratamos de hacerla similar a aquello que nos otorga seguridad proviene de una
resignificación de lo existente a manos de los especialistas que siempre
dominan y maniobran esta realidad según su interés dado. En primera instancia
esta conjura de aquello que someten por mor de un sencillo interés o por mero
placer de satisfacción se logra en base al dominio pragmático de la vida. Pero
a medida que la complejidad de la sociedad asiste a sistemas mas sofisticados
de protección y de reproducción social se provoca un salto cualitativo en la
comunicación humana que hace que acontezcan cuadros técnicos y asesores de como
se moldea y construye la realidad.
Todo lo que es conocido mediante
la observación alcanza el ámbito de la categoría, del concepto etéreo; en
cambio aquello que es nacido de una intuición desinteresada es llamado
sabiduría. En el origen el pensamiento
iba accesado a la vida comunicativa. Era parte de un saber práctico que le
confería utilidad y sentido a las comunidades. En el embrujo el lenguaje
alcanzaba una cima de comunicación y conjura sobre lo desconocido, en base a la
transposición de energías. La salud de las comarcas y de las sociedades
complejas partía de que el lenguaje lanzado al universo era compatible con un
equilibrio natural sacado de la observación de la naturaleza. Se dialogaba con
lo desconocido mediante la conjura y el rito, para darle a lo conocido y
domesticado un rango de seguridad estática.
El pensamiento abstracto arranca
ahí donde el sentido practico de la vida no logra regular, ni identificar lo
acontecido por una crisis que amenaza con destruir la savia misma de toda
civilización. La concentración de la energía y la aparición del deseo acumulado
en un cuerpo que no se somete al disfrute romántico genera una forma de conjura
y de ejecución practica que intenta devolverle balance al mundo extraviado.
Pero este asombro del que hablan los pensadores originarios no es tal, sino el
gran susto metafísico ante aquello que no se puede dominar pero se disimula lo
que es manifestado como sistema de dominio social. El orgullo de los
pensadores, y de sus pensamientos teoréticos no es sino una regresión
espiritual, ahí donde el dominio material y científico de la vida, hace de la
energía un elemento inanimado o inexistente. La sustitución del concepto por el
canto sosegador de los grandes espíritus presagia una forma de vida social
donde la necesidad devoradora de todo lo viviente empobrece la experiencia y la
atavia con todos los ropajes de una simulación sorprendente. La miseria que
oculta el orden actual es revestida y maquillada de avance y conquista
ontológica.
El pensar no es lo mismo que
expresar oralidad. Comunicar ha sido desde siempre un dialogo sobre aquello que
se teje jurisdicción. El pensamiento sería el control de la estructura que
subyace a toda realidad natural, por mor de la sofisticación o de la
arquitectura de lo humano. El que piensa desea controlar aquello que no conoce,
ni quiere conocer y que desea con todas sus fuerzas. El concepto es el resultado
de un control vertical de categorías, es la propuesta que se lanza para
sojuzgar la realidad, en base a la causalidad, o la variable dominante. Ahí
donde el causalista ve dominio y experimento el sabio sólo ve el decurso
natural de los acontecimientos. No hay accidentes, ni coyunturas sólo manifestaciones sincrónicas de lo existente.
Todo lo que conocemos como el orgullo del hombre teórico ha sido el odio a la
desnudez de lo corpóreo, hacia aquello que le despertaba miedo y a la vez deseo
de querencia. La brujería del sacerdote para someter lo que no se deja
cuadricular a lo ordenado es de la misma fuente de la que el científico toma
sus herramientas para construir la tecnología. Con la única salvedad que la
brujería no ha desaparecido sino que sigue presente como trasfondo somático y a
la vez alegórico de todo lo que conocemos como mundo técnico. Aquello que
alguna vez tuvo algún motivo de dirección hoy es soltado de modo espontaneo por
una racionalidad autodestructiva que no
sabe que los motivos liberales que lo animan a la observación son de la misma
naturaleza de la que parte toda fuente de decadencia actual. La vida se ha
abierto paso siempre, pero requiere de esta amenaza a su nucleo mismo, para
incrementarse y expandirse como lógica suprema de poder.
El pensamiento inicio como una
curiosidad ante las regularidades palpables que el observador notaba en la
naturaleza. Extrajo sus temas y propuesta de reconstrucción material de haber
identificado cursos físicos y naturales ahí donde otros sólo veían la
manifestación natural de espectros ancestrales. Su inserción ha sido alterar lo
existente en sus elementos básicos y mezclarlos para lograr inventos e
innovaciones técnicas que dieran a los hombres el poder de domesticación sobre
la naturaleza indomable. Pero esta forma de actitud ante la vida, sólo pudo
surgir en territorios donde el estado de animo ante lo incierto solo pudo
proceder de un gran terror ante lo desconocido, y ante aquello que por
monstruoso o abominable sólo ha podido despertar duda metódica y rigor
experimental. El orgullo de la civilización ha sido ejercer un ataque de
prevención ante lo que lo aterra, destruyéndolo y convirtiéndolo en maquinaria
imparable al servicio de la reproducción extrañada de las inmensas metrópolis.
Ahí donde no hubo miedo ni asombro ante lo que se levantaba como medio natural,
surgió otra psicología en relación a su respuesta al territorio. Esta actitud de cuidado y de sentirse
regocijado por el medio dio por impulso una relación de armonía y de
generosidad con la naturaleza, levantándose sobre este relación una forma de
civilización que explota las ventajas productivas del quehacer natural sin
corromper o provocar una ruptura ontológica con el mundo originario.
En nuestra cultura que procede de
la raíz cristiana y a la vez griego-latina la forma en que se ha tejido el
pensar ha descrito un curso de dominio sobre aquello que resulta una amenaza de
regeneración vital ante el dominio de los envidiosos. Al acechar una forma de
organización social y política que exporta la aniquilación del hombre y de la
mujer como meros animales llenos de necesidades se aplasta de forma no prevista
en el lenguaje todo el origen mitológico y ritual izado de dialogo con la
naturaleza, que tanto resultado benéfico le había resultado a nuestros
antepasados. Todo lo que hincha de orgullo como forma dialéctica de
transformación y de intervención en la realidad caótica a los expertos se ha
levantado sobre fundamentos obsoletos y arruinados que a lo único a lo que
conducen es a confeccionar muros y trincheras de protección sin ninguna
consistencia real en el seno de la cultura real. Las personas le dan
legitimidad a este mundo que no tiene mas asidero que el lenguaje distorsionado
de los especialistas, porque el egoísmo y el miedo a perder seguridad y control
sobre intereses diversos engulle de un solo mordisco toda la riqueza elemental
que encierran estas tierras. La filosofía cartesiana, y el psicoanálisis
materialista que tanta culpabilidad persigue por mor de la acumulación de
créditos y ventajas dinerarias ha hecho un daño irreparable a una vida que
persigue sin presencia ontológica en el lenguaje otra forma de sentir y
circunscribir el mundo. Los actuales señores de la guerra, son en el mismo
sentido los antiguos sacerdotes teoréticos que impiden por el miedo a perder el
control que causa el descontrol una calaña de rufianes perfumados que sólo
buscan engañar con poses de talento y de fecundidad explicativa lo que no
resiste ninguna explicación o comprensión científica: que el mundo organizado
ha sido una ficción diseñada para succionar la vida de los que se atreven a
vivirla.
Tanto el orden político como el
económico que se levantan sobre la exageración de instrumentalizarlo todo,
evidencian la terrible ambición de su estafa por querer controlar hasta el
último centímetro aquello que nunca se han dado el trabajo de sentir más allá
de su probable forma física. Ahí donde el alma de las categorías es arrojada
del monitoreo habitual con que se diseña el mundo político la única forma de
intervención en la realidad resulta una acción con brillantes corazonadas
prácticas. Y para que ello funcione los sistemas que dan orientación en el mapa
del mundo como son la familia, y el sistema educativo deberían estar diseñados
para otorgarle al educando el legítimo control creativo y espiritual sobre su
propio aprendizaje; deberían invitarlo a que confeccionen el mundo, y las
generaciones anteriores que se resisten a tal primordialidad en el lenguaje
deberían fenecer. Hoy a lo que asistimos en todos los órdenes de la vida social
es a un complot por acallar a sangre y fuego todo lo que esta atreviéndose a
destruir las ficciones empobrecidas de la modernidad. Su idea de sistema resulto un fiasco montado
para desanimar al hombre y a la mujer del mundo y así tenerlos más adormecidos
ante los mecanismos heterónomos. Hoy el hombre y la mujer viven adictos a su
propia teatralidad orquestada por su terror a ser aniquilados, y todo lo que es
servil al amor más apasionado es un zambullido inexplicable a una realidad
virtual que lo destruye como una fabula para niños/as dementes. El amor al
pensamiento desde siempre ha sido la envidia hacia aquellos que si podían
arrancar una sonrisa o enamorar con la sola proyección seductorá de sus
osamentas. Ese desamor se ha vuelto programa y organización y lo único que
busca es mantenernos ebrios de los vicios sustitutivos que la maquinaria
inventa para desalentarnos de comernos a besos.
La filosofía arma de guerra otrora contra aquello que encarcelaba
la vida ha cometido el mismo crimen de sus captores: creer que la naturaleza
tiene lógica, y que sobre esa base se la puede mejorar. Desde que la envidia
conecto a los hombres sobre la base de la esclavitud cooperativa, el filosofar
ha sido el intento de reordenar la vida codependiente. Es decir, su promesa de
redención con el todo ha sido una broma de mal gusto: el sacrificio que todo
hombre o mujer de letras tiene que hacer para entender la sociedad ha sido el
grito deshonesto de resentimiento por amar aquello que nunca escuchara nuestros
alaridos de sentimentalidad. La razón no ha sido más que un instinto de astucia
ahí donde esta condenado a perecer entre
animales hambrientos. Su óptica y la escucha en el ambiente han quitado a la
realidad ese saborcito que sólo el condimento del amor apasionado logra poseer.
Pensar significa identificar, apegarse a algo que nos da sentido de pertenencia
y nos define como ese algo. Extrañamiento en relación a las cosas que poseo, es
la marca de un mundo que no sabe verse
por dentro, y que le confiere a toda esa habilidad un drama de niñería barata.
El exceso de un plan establecido de antemano desde la teoría altisonante ha generado
la impresión que la sola destrucción de los vínculos sociales podrá darnos los
ases que nos lleven a la ecuación perfecta que nos liberara de la
autodestrucción. Ello no es mas que un problema de actitud, un sentimiento
deshonesto de inanición al no querer ver que la implosión del pensar debe dar
camino a la meditación mas querida. Hay que anular de alguna forma, o relentizar
las formas en que se ha venido tejiendo el pensamiento racional para abrir un
salto de emanación de energía mal usada sólo en la mente. El espíritu deshechado
por el ojo probatorio de la evidencia es la cruz que no deja ingresar en la comprensión
de los problemas actuales la ritualidad del saber antiguo. Pensar desde hoy debería
ser meditar en nuestras posibilidades interiores de autoconocernos y sobre esa
base endilgar proyectos comunes de reconstrucción vital del mundo que nos
rodea. Ir al diseño mismo y reajustarlo otra vez sin entender lo que esta
pasando en el alma humana es levantar castillo de arena en el mar, sabiendo que
la marejada los derrribará en un santiamén todo ello.
Para que el pensar no claudique en estos tiempos debería
dar paso a un pensamiento sobre el instante, sobre la oportunidad de corregir
en el camino incierto los límites de lo que se había pensado de antemano. La
acción debería guiar a las ideas, y no pensar que las grandes ideas por
poderosas que sean pueden cambiar el mundo. Las variables y probabilidades que
se manejan en torno al hecho de que todo es un desconcierto aparente incitan al
desarrollo de un ser humano mas sabio y
espiritual; donde todas las manifestaciones lúdicas, sexuales, estéticas
y funcionales deben reingresar en las coordenadas maestras del mundo natural, y
así redirigir de modo estratégico los caminos
desbocados que ha desarrollado. Pêro ello es pura acción instintiva y el ser
humano no abandonara su plan de autodestrucción incansable por muy demencial
que se les haga entender que es. El pensamiento hoy no moldea la realidad, pues
quien lo hace parte de la acción mas macabra. Para combatir tal conductismo desenfrenado
hay que jugar en los mismos terrenos donde acaece el vicio más horrendo. Transmutar la lógica del sexo.
El pensamiento de hoy ya no es
peligroso si viene de los libros. Sólo quien vive los libros y los hace un
estilo de moral hedonista puede entender que atados de manos se hallan los
grandes intelectuales al no sentir ni menos pensar que esta pasando con el
mundo. Hoy a través del tiempo resuena la advertencia de Ludwig Witttgeinstein,
“que hay cosas prohibidas de las que no se deben hablarse”. Yo mas bien diría
retando aquella advertencia que esta realidad de un lenguaje despotenciado debe rebuscar en
aquellas realidades negadas al ojo humano nuevos cimientos armados donde
posicionar la vida actual….. la alegría debe ser un fundamento de nuevo quehacer, y de
reconstrucción social. Actuar luego pensar…. Hacer caso al corazón, pues si
esta vacío lo de arriba no sirve…..
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