lunes, 23 de julio de 2018

El Harlem Shake o el triunfo de la anarquía estética…







“La razón no es sino un pretexto para salirse fuera de control”
Anónimo

De pronto como curioso me tope con este videíto del “Harlem Shake” interpretado por los actores de una serie muy odiada entre aristócratas culturales y muy amada en la sociedad del espectáculo, de hoy llamada “Al Fondo Hay Sitio”. Me dio más curiosidad y vi que este virus cultural es la sensación en las redes y en youtube, y que hay miles de estos carnavales informáticos colgados y realzados en diversas partes del planeta. Lo que no he visto es en una iglesia hasta ahora.

La gracia de este video consiste en que en un lugar puede ser una oficina, un salón de clases, y centro psiquiátrico, al interior de un autobús, o un estadio de fútbol, un indiscreto personaje vestido de forma informal, con una máscara del hombre araña, o de los teletubies irrumpe bailando un ritmo pegajoso que suena “con los terroristas” por 15 segundos, mientras la gente a los alrededores se hallan en la seriedad y en la indiferencia, como si el no estuviera ahí, haciendo lo que es usual, estudiar, trabajar, leer, quien sabe. De pronto al empezar el segundo 16 se desata la locura y todo el mundo en el trance de la violencia, baila frenéticamente, se remecen, saltan, se tiran al suelo y todo el mundo de la seriedad se suprime de improviso.

¿De donde sale esto? ¿Este manicomio de la cultura, vestido de meme, virus, y de caos de donde proviene? Investigando en internet me tope con varios comentarios al respecto y la historia se remonta a un ritmos raperos del barrio de Harlem en Manhattan. Ha estado en varios videos musicales de rap, cuentan estos enlaces[1], pero fue creado por un bailarín callejero llamado Ai B quien animaba partidos de basquetbol y quien en 1981 borracho lo hizo. Toda esta en la cultura, silenciado, sometido, de pronto se precipita, como el nuevo meme que ha embrujado todo escenario de nuestro mundo moderno, o tal vez postmoderno

Al ver este video, o tal vez penetrarlo, como quien ingresa a los mundos de un manicomio o duerme en ellos, recordé las escenas de la película la máscara (1994) protagonizada por Jim Carrey, en donde un oficinista de banco sin suerte en la vida, “un romántico reprimido sin ilusiones” como diría él, se topa con una misteriosa máscara, y al ponérsele seducido por su embrujo, se convierte en todo lo que no es y quería ser. Un ser incontenible, juego puro, capaz de hacer todo y amar en todas direcciones y no tener límites.

En este sentido, recordé las dos escenas más cómicas de la película, donde baila en Congo Bongo[2] con una bailarina, quien resulto ser Cameron Díaz, para enamorarla, pero sobre todo la escena más hilarante es cuando escapando de los policías que lo estaban persiguiendo cierra las puertas del parque de donde venía huyendo, a la usanza de caricaturas, con clavos y cadenas con candado, y al voltearse se topa con todo un destacamento de policías armados hasta los dientes que lo esperaban
La salida es embrujarlos de música y danza. De pronto aparece vestido de bailarín tropical con unas maracas en la mano y se pone a bailar entre las miradas sorprendidas  de los policías, que de la seriedad pasan a ser seducidos por el baile y bailan con la mascara, y se olvidan de su deber de aprehenderlo, y hasta hacen una coreografía y bailan el trencito con él. La risa, a pesar que el mundo sea un caos, lleno de desastres por fuera, de obligaciones y funciones, es la salida a un mundo cargado de poder y de rencor. El baile y la risa seducen, te ponen en trance, pero saben necesita de la mierda y del caos para existir, un mundo pacificado no tendría risa, o por lo menos no la que conocemos.

Y asocie estos recuerdos del cine con este virus de locura que circula por las redes, pero  lo note aún atrapado en la razón, necesitando de ella para burlarse. En el Harlem Shake, o la musiquita que estremece “con los terroristas”, por el contrario, los viejos patrones del simulacro como en la discotecas o en las sesiones de bailes en los gimnasios, no se baila siguiendo una regla mínima de sentido y de oposición. Se baila en las discotecas, es cierto, entre una muchedumbre que no conoces, sino a solas con tus amigos, o solo si vas en búsqueda de  alguna conquista, y lo que es la necesidad de privacidad para ser lo que tu quieres ser, alguien que se suelte y muera todo lenguaje en la libertad del cuerpo. Pero aún es un mundo donde uno se divierte en un espacio, y no en otros, donde el cuerpo es lo que quiere ser, pero aún en la noche, entre sombras y reflectores, entre miradas, y por lo tanto entre relaciones de poder. La mente que se cansa de la hipocresía necesita de estos espacios para ser lo que no se atreve a ser en el mundo de formalidad y de una razón a la cual no siente, y que es dominación desnuda, pero responde con otro poder desnudo y demasiado violento en los modales, aún mascara.

En cambio en el Harlem Shake, es lo que no conocen, un manicomio en la cabeza, pero sacado al exterior para suprimir el mundo de la jerarquía y del poder de golpe. ¡Terrorismo estético! Al modo de los carnavales, como cuenta Bajtim[3], todo estatus y rango, toda interioridad aburrida, prejuicios y violencia acumulada se exteriorizan y todo es un pandemonio de excesos y de libertinaje, donde cada quien es lo que quiere ser de modo estético y animal. No hay reparos, solo los que tú quieres poner, pero aún es meme, una realidad hiperreal, y por lo tanto, demasiado atrevida, pero aún congelada en la propuesta. Ahí eres loco, asaltante, el héroe que quieres ser, arrojas, te embriagas, te embarras, te da la epilepsia, bailas, cancelas la mentira que es estar, pongo el ejemplo, atrapado en la esquizofrenia de una pantalla de computadora, pero pensando entre renglones, y grietas en los procedimientos, lo que estas deseando hacer: Toda una anarquía que revela que en realidad no hay conciencia, no hay sujeto, y que estamos completamente fuera de control.

Más allá de las vulgaridades y osadías de este mundo de los simulacros que ha inventado y frenado en las redes virtuales el Harlem Shake, creo sirve para comentar lo que sería una anarquía sin poder y sin conexiones sociales artificiales y llenas de instrumentalización. Toda forma social y organización política son formas de vida y de deseo estrangulado en base a la represión, de lo que se trata es de consumarlo, vivir estas formas de vida en toda su radicalidad, que busquen la anarquía de los sentidos, y poder volver a la inocencia y a la practica real de nuestros deseos sin tener que recurrir al calculo y a las reticencias. Pero para que ello pase se requiere no una mirada de politólogo sino de poeta, pero de una poesía que se haga organización social, que se haga Estado, sólo ahí el arte nos sacara de la vileza, y podremos dejar de vivir aceptando con realismo y con madurez? nuestros defectos naturales. Saludos locos….





[1] http://www2.esmas.com/mujer/tu-vida/564276/harlem-shake-donde-viene-what-youtube-video-baile-terroristas-meme/
[2] La discoteca mas importante de la ciudad en la película
[3] Bajtim Miijail. Cultura popular y renacimiento en la Edad Media.

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