Enfermedad y energía.
Somos energía antes que un
encuentro accidentado de fuerzas ciegas que dan origen al cuerpo. Desde los orígenes
el cuerpo ha sido la condición suma que hace posible la apertura y el viaje a
otros planos de energía y de conciencia.
Ha sido el templo de la creación que nos da la experiencia de estar vivos y resguardar la fuerza de la
creación con el saber que emana de nuestra
inteligencia superior. Enfermarse era un accidente, sino la presencia de
una contingencia cósmica que podía vulnerar el ciclo sagrado de la naturaleza.
Cuando se produjo la evolución de los sistemas de conocimiento producto de la
perplejidad de los existente, del asombro o la curiosidad ante la creación o
porque algún puto envidioso invento el poder y su control para poseer lo que no
podía enamorar, se construyeron los grandes cultos centralizadores, el
comercio, y el sentido de la seguridad de los guerreros que alteraron el
decurso natural de las aldeas, sus recursos y movilizaron sus poblaciones,
generando una mezcla socio-genética y cultural que provocaron disposiciones celulares
y energéticas de bloqueos y patologías recurrentes. Antes de los grandes cultos
centralizadores por mor de la ambición por el poder y el apetito insaciable de
religiosidad corporal enfermarse era lo
que se dice una casualidad provocada por el riesgo y el peligro ante el cual el
aldeano se enfrentaba sin reparo o temor alguno. El miedo era hacia algo que no
estaba presente, no existía, lo que si existía era el riesgo, o el peligro de
ser muerto o atacado por algún evento monstruoso de lo natural.
Cuando los pueblos se mezclaron
porque el poder busco hacer de la propiedad y de los territorios los espacios
para el encuentro libidinal de los cuerpos que corregir y moralizar por la
invención de la sed espiritual, la enfermedad se hizo presente como un
desarreglo anímico, producto de la esclavitud y la búsqueda insaciable de
respuestas materiales a un alma confundida entre el culto a las mentiras y el desatamiento alocado de sangre.
El sacerdote y el guerrero crearon a su modo los Estados para tener a su
disposición poblaciones hambrientas y empobrecidas de los recursos que ellos
concentraron y acumularon para hacerse y conjurar a su favor las
potencialidades de goce y de placer que encerraban los cuerpos. La mujer que en
toda esta historia originaria, cumple el papel de botín de guerra, deja de ser
el locus alrededor del cual la sexualidad comporta una relaciones ética y
ritual, y se vuelve campo de vicios donde apacentan los grandes manipuladores
de conciencia. El terror a su efervescencia de deseo, siempre ha desatado la
agresividad incontrolable de muerte, por no entender que en sus regiones erógenas existe la amenaza a que el
aniquilador sea desenmascarado como una estafador con poca imaginación y
arrojo. Se ha matado y se ha enfermado en la historia por el terror a no ser
buen amante, y lo que debió ser resguardado como fuente inmaculada de creación
y de vida, se volvió una oscuridad solo domesticada por la alabanza a la
conjura y el canto remoto como camino a esconder el deseo eufórico del cuerpo
femenino. Su fragilidad corporal ha sido el centro que ha creado los demás tesoros
sobre la tierra, su codicia y lucro han existido y existirán para hacer sumiso
e invocar el retozamiento prostituido de la mujer. Dejo de ser el canto a su
misterio por boca de la inocencia musical de un cuerpo capaz de saciar los
apetitos superiores lo que inicio una forma de sumisión donde los cuerpos toman
existencia, pero se debilitan, ante la aparición de la cultura y del miedo al
riesgo de la muerte violenta. Quien creo la cultura como forma de canalizar los
apetitos oscurecidos del cuerpo lo ha hecho por miedo a perderse en la lujuria
mas asombrosa. El control que la cultura sugiere es miedo, y ese miedo al terror
de los mas placentero acaba en la violencia mas estúpida si es que el cielo no
se acerca como el castillo mas
inexpugnable con los centros erógenos ganados al descontrol y la agresión mas
suculenta. Quien dijo hay que cuidarse del exterior y fundo las ciudades y los
Estados, como sistemas de protección ante lo desconocido lo hizo para arranchar
al amante incansable la presa meliflua que el deseo y el terror a la fertilidad
causaban en el hombre. Eso genero un desequilibrio en la energía universalizada
del cuerpo social de las aldeas y comunidades y condeno al exilio perpetuo al
cuerpo erotizado de la escena de un mundo que se retrajo a lo inanimado. La
concentración de la pasión en la idea de un cuerpo mortificado y sin alma,
debilitaron la salud universal de la naturaleza corpórea, y a la vez reforzaron
y generaron una identidad y la construcción de un sentido de la personalidad
que concentro sus energías de vitalidad en una visión chata de la existencia
pesimista y trágica, donde el cuerpo es vehículo de sufrimientos y de
necesidades primarias. La desacralización del ambiente social, por obra del
poder político fue miedo a la pasión universal, y a la vez envidia hacia las
posibilidades erógenas de los reencantadores de mundos. La imaginación se
subordino a la gestión de eventos a la defensiva, y se separo de la capacidad
de evolucionar las fuerzas de la espiritualidad y con ellas las del mismo
cuerpo hoy deserotizado.
Quien dijo cultura ha temido a la
agresión natural del ambiente, y construyo un sistema especializado de saberes,
y un lenguaje de temores infundados que hoy ya no comunican la natural astucia
de los deseos para abrirse paso y moldear a la personalidad de estas épocas.
Todo lo acumulado como recetas en contra del terror y las enfermedades causa el
efecto contrario de desespiritualizar al hombre, lo expone ante el miasma y la
fuerza negativa de las bacterias y los agentes patógenos. Quien vacía el mundo
de amor al todo, quien deposita el poder de la existencia en un realismo de la
supervivencia, captura seguramente la discordia y al alerta para prevenirse de
los inesperado que es peligroso, pero vive ante la tensión de ver destruida su
vida insignificante ante eventos que nunca se tomo el cuidado de conocer. Desde
siempre el pensar ha creado una cultura que niega saber que es el hombre y la
mujer, y esa ignorancia la convierte en forma de convivencia ciudadana. Es la
retórica para hallarle sintonía a lo que
no sabe, lo que lo engaña y lo egotiza de saber conjurar los desconocido y resolverlo
con eficiencia. Por ello la palabra que reclama inmersión en el ambiente lo que
hace es atreverse a dominar aquello a lo que le debe cantar para lograr su
consentimiento y mas que eso su cariño respetuoso ante una ser humano que a
perdido toda conexión con su entorno reificado. Reencantar el mundo es la
receta para abandonar ese patético sendero de las necesidades, y concentrar la
inteligencia afectiva en puntos neurálgicos de la sociedad, donde los ánimos
por vivir y atreverse a mas aun laten con esperanza y no están siendo engarrotados
por la envidia del sistema. Quien solo sobrevive y se siente orgulloso de
manipular lo que le rodea al frío interés, pierde de vista lo mas esencial, el
aire con el que se siente amado y ama. De nada sirve hacer prevalecer esta
civilización técnica sino es capaz de hallarle una historia de romance y de
desasosiego al marco estructural que tanto esfuerzo le ha validad construir.
Hoy el negocio del sistema de cosas es atragantarnos de miedo, y hacer
que renunciemos a reconocer con valentía nuestros sentimientos mas profundos. El desamor que el hombre y la mujer enfrenta
lo vuelve esclavo de los vicios que llamamos necesidades y condiciones de vida básica.
Ser un lugar mucho tiempo resignándose a evolucionar es lo mismo que
desvanecerse en ese lugar sin llegar a conocerse y sentirse uno mismo.
Enamorarse de su cáncer, de la enfermedad que nos rodea es acomodarse y recibir
migajas de un mundo al que venimos creyendo que siempre será el mismo. Hemos
acumulado ideas y proyectos que no han visto mas que el exterior de un mundo
fabricado donde nos reconocemos como supremos dueños, y de ese modo somos las
prolongaciones y disparates que estas ciudades son, sin querer reconocer que en
el exceso de defensa ante el terror reside la negación a vivir de verdad. Solo sobrevivir y emitir
una palabra que solo arroja la sensatez de prepararse para morir con dignidad es la locura de
reprimir los sueños que no hallan asidero en un lenguaje cada vez mas
sospechoso y severo. Nuestra energía vital es desaprovechada por las
configuraciones de lo que solo debemos ser: unos necesitados de basura a la que
llamamos libertad. Jugar a procrear y no hacerlo, es ofender nuestra capacidad
para crear divinidad. No acrecentamos esa energía que se nos ha dado, y con
ello alejados de lo que no buscamos dentro merecemos a los hidalgos de todo lo
que debilita nuestro estado de salud mental y físico. La enfermedad es la huela
de un bloqueo que no queremos reconocer, porque se nos hace difícil no girar
entorno al universo sin depender de nadie. El desapego por todo lo que nos ha
guiado es la clave para acrecentarnos y vencer con la actitud correcta los
bloqueos energéticos que hacen posible la indigencia y las epidemias mas
feroces.
Toda enfermedad que padecemos y
superamos es un reto a nuestro sistema inmune. Al vivir creyendo en que somos
solo zoombies hambrientos y pulsionales lo que hacemos es atentar contra
nuestro templo material donde reside nuestro espíritu. La sabiduría de la antigüedad
era saber que la base de toda felicidad residía en cuidar y fortalecer nuestro
cuerpo. Pero hoy no es la locura o el delirio de vivir sin reglas lo que lo
vulnera, sino el grado de cosificación con que percibimos todo el mundo, lo que
nos hace tejernos una identidad que vive con dolor e incertidumbre la soledad
de nuestras vidas. Siempre buscamos algo a donde adherirnos, como bebes que
aprenden a gatear. Al reclamar libertad, estamos reclamando una actitud para construir
con independencia un mundo mas alla de la necesidad. Pero si mutilamos la
chispa sagrada que hace posible hasta los sueños mas increíbles entonces caemos
en el drama de estar paralizados y embrujados por como es la misma gente a la
que culpamos de todo. La clave de ser feliz libre de los contagios mas
terribles esta en no perseguir autoridades e ideologías con afán de revancha,
no esta en poseer o pertenecer a algo que llamamos conocimiento, sino en mirar
hacia dentro y enamorarse de si mismo. La principal hazaña de esta época es
reencontrarse con su Dios interno, y de ese modo ser capaz de inmunizarse en
contra del odio de las energías negativas. Nuestro lenguaje practico, y toda la
base infraestructural que se levanta a partir de el, y que llamamos sistema
profesional de trabajo es el escalón de aprendizaje para darle un sentido al
mundo que nos rodea, pero ese lugar no somos nosotros. Son solo procesos que
nos demarcan, que nos guian hacia el hallazgo de nuestra propia liberación
interior. Si nos conocemos, el mundo
cambia, se altera y en red emociones nuevas y profundas se apoderan del mundo
circundante y todo lo que es igual se renueva y reanima, y es reformado. Como
al principio se partió de un estado de ánimo negativo para edificar el miedo tecnológico
del cual nos enorgullecemos, un estado de animo distinto basado en lo que
empezamos siendo es la base, o el roble a partir del cual somos maestros de
nosotros mismos. La mayor honestidad es saber que estamos dormidos, embriagados
de mentiras a las que llamamos verdades ontológicas. El estado, y la fuerza de
los sistemas políticos acaecieron ahí donde hubo miedo a no saber amar. Se
hablo para conjurar con cadenas y mazmorras aquello que se negaba ser poseído,
y saciado con amor. De lo que se trato hoy es desencarcelar lo que permanece
innombrado en el seno de las sociedades mas sofisticadas y volverlo principio
de realidad, volcarlo sobre la filosofía, sobre la ciencia, y volverlo ingeniería
institucional. Pero para ello deben luchar dentro de ustedes mismos en contra
de todo aquello que los hace hombres y mujeres atrincherados. Si el miedo
experimentado los hace esclavos de ustedes mismos, nunca podrán amar de verdad.
Nadie vive realmente si enfrenta la vida como una guerra, con hipocondría y búsqueda
de afecto. Lo primero es ser redimidos de sus propios fantasmas y siempre buscarse,
siempre aprender que la vida es un talento inagotable de sabiduría y felicidad.
El gran pecado de este tiempo no es haberse consumido en la muerte como negocios
mas rotundo sino haberse dejado persuadir que se puede vivir sin amor, sin romantizar lo que
nos rodea.
El cáncer es la prueba de ello.
La identidad que nos da sentido parte de una aglomeración de aprendizajes a los
que le damos valor sobre nuestra propia vida. Venimos como producto de un
sistema complejo de instituciones que nos dan un lenguaje y una cultura de
comportamiento en el entorno en que
vivimos. Ya sea condicionado o no la decisión de zambullirnos en ese mundo de
instituciones busca dotarnos de una autoridad sobre nosotros mismos, y gobernar
sobre nuestro tiempo y quehaceres inmediatos. Pero por obra de la decadencia de
este sistema de obediencia y acciones programadas un gran rencor y realismo cínico
se apodera de nuestras acciones en el mundo y reproducimos un patrón de
sobrevivencia al cual denominamos como biografía humana, lograr prevalecer como
sea. Al aceptar que el mundo es lo que es, aceptan ser lo que son, sin buscar
desencadenar lo que nos mantiene dependientes y encerrados en el sufrimiento y
la tristeza. Entonces si la marca de la identidad es despertar de la inocencia
de los sueños con los que nos trajeron al mundo, esa marca se vuelve un trauma,
un lugar sin significado que llenamos con el poder heterónomo sobre las cosas y
las personas. Engullimos y devoramos, y a eso le llamamos nutrirnos de energía y
de vida. Desde lo que comemos, hasta lo que llevamos al alma como arte o
terapias alternativas sufre la marca de un completamiento estéril de energía vital.
Pero el mundo esta ahí para que aprendamos a buscarnos y luego saber que lo que
nos detiene es el miedo a lago que esta en nuestro crecimiento histórico.
Hallarse y volcar eso hacia fuera como personalidad es valerse de su propia energía
para no enfermar. Si eso no es resuelto y el cuerpo aguanta todo lo que hacemos
con el, ese bloqueo psicológico, y al final energético se manifestara como una
zona gris de nuestro sistema anatómico predispuesto a enfermarse. El cáncer es
el yo que se niega a perder el rencor sobre si mismo. Usa nuestro miedo, se
alimenta de nuestra propia dialéctica de vida y crece a medida que nos perdemos
en la vida. Vencerlo es detectar que emoción, o que trauma vital produjo la
enfermedad en nuestra historia personal,
y anularlo, detenerlo, y dejarlo huir en el pensamiento.,
Pues el cáncer lo que hará será invadir
nuestro sistema energético, doblegar nuestro pensamiento, hacer que pensemos
aquello que no estamos pensando, y hacer del mundo un infierno que nos lleva a
la rémora y a la bancarrota afectiva. Si deseamos que cualquier tratamiento por
duro que sea funcione en nuestro cuerpo en contra del cáncer mas maligno no
basta con ser firme y mostrar templanza, hay que corregir con valor todos los
hábitos y costumbres psico-afectivas que produjeron la enfermedad. Alimentos y
relaciones que nos enfermaron deben ser quitadas del camino para vencer. Y
siempre tengan en mente, la clave esta en silenciarse, controlar su mente, y
amar su vida, pedir y tratar de empezar como si se tratara de la infancia. El
sentido de la vida es no mas sentido, sino la desintención. El cáncer es un
negocio para los sistemas de salud público, Conscientes o no conscientes el
precio que se paga para salvarse y tener una segunda chance luego de superar la
enfermedad es darse cuenta que se nos probo ante la muerte para nos ser los
mismos de antes, para abrirse a un mundo donde todo es posible y donde nos hay miedo
ni reglas. Alegrarse es el acto mas festivo que podemos cometer para vencer el
hecho de que una parte de nosotros desea morir., Todo es reversible, y podemos
reprogramar nuestra energía si al final el que decide sanarse es uno mismo.
Parece fácil decirlo pero todo depende de uno. Lo que nos asiste son apoyos,
arengas y calidad de vida, pero el que hace el milagro de seguir y descubrir
luego un ámbito sin leyes es uno mismo.
La energía que nos define esta dentro de nosotros, si despertamos del horror de
estar muriendo lo que haremos es ver y sentir la creación con amor verdadero. E
s su decisión morir o seguir con vida. Yo no deseo ser borrego, he vivido según
mi propio filosofar, pero he amado y eso hizo la diferencia. El de arriba, Dios
padre sabe que ame lo que el me dijo, por eso escribo estas líneas con la savia
de mi energía vital de maleante para hacerles ver que lo que hay que hacer es
recordar que somos dioses como el altísimo. Recargense de lo mas vivo y siempre
hallaran iluminación y consuelo espiritual. Lo que se viene es el mayor terror,
pero quien lo vive como tal morirá, quien lo vive con firmeza riéndole a la
muerte vivirá. Esto es código y a la vez literal….. En esta época debe morir el
pensamiento y reinar el espíritu, el sentir…
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