viernes, 13 de julio de 2018

Mis gatos bien salsa




En Barrios Altos hay casas antiguas y construcciones de mala arquitectura. Hay mucha humedad y las paredes se caen a pedazos. Las pistas angostas están llenas de baches, horadaciones, y de buzones destapados. Los canes deambulan por las calles, y hay muchos gatos porque en las viviendas hay plagas de pericotes y de ratas. En mi casita donde nací desde que tengo memoria del año 82 siempre tuve un felino conchudo caza ratones. Eran lindos, auto-suficientes y muy sobrados. Todos jugaban con la lana de mi tía cuca, se afilaban las uñas en los muebles, se dormían en la cama o en el sofá, y cuando se les daba la locura jugaban con la escoba de paja de mi madre, o se le aventaban a las piernas. Era tierno verlos dormir pues me gustaba ponerlos en diversas formas y sentir ese ronroneo que desestresa.
 
Pero como los gatos son muy libres e indomesticables en cuanto recibían su cabeza de pollo cruda se fugaban a la calle o al techo y alunados no regresaban en tres o cuatro días. Cuando no estaban los pericotes hacían su Agosto o las pulgas nos agarraban de hogar. Sus pelos estaban en todos lados y los muy descarados mechaban en el techo toda la noche.

Me acuerdo cuando subía al techo a tomar el aire, o a ver a mi vecina Helena bañarse de lejos, aunque ella lo sabia, observaba varios gatos techeros maullando en coro y peleando salvaje mente. Cuando pelea un gato es un asesino, no descansa hasta clavarte una mordida o las garras en los ojos o en la yugular. Y a veces descargan unos maullidos tan agudos y dolientes que estremecen el cuerpo. Mis gatos eran aventureros y con sus chuzos de guerra los veía pasear bien campantes cuadras lejos de mi casa. Cuando faltaban mi tía Cuca se ponía muy triste, y cuando desaparecían ella sabia que algún vecino envidioso les había dado bocado o un comegatos los había hecho estofado. Pero siempre había otro minino suelto en la sala jugando y chivateando con nosotros los hermanos que eramos niños. Un día el desagüe se rebalsó y una rata gorda como un camote se disparo por la casa. Como el gato es un asesino se le abalanzo y presencia una batalla a muerte. Mi gato el gringo había matado a una rata y todo mojado tiritaba de frío. Después de eso el gringo no fue igual, hacia disparates y se meaba en mis útiles y en la comida. Lo sacrificamos le había dado un tumor y el pobrecito sufría. Luego tuve un gato Eloisa, que me defendía en la calle de los niños pendejos que me buscaban bronca por mis canicas o mi trompo colorido. Un día estaba choteando mi pelota en la acera de enfrente y un barbaján de los que no falta me la quizo arranchar, me tiro al piso y no se como le solté un Mojicón en el ojo derecho. Me cogió del cuello y me iban a llover puñetazos sino fuera por mi gata taimada que se le trepo al mismo ojo. Si hubieran visto la escena daba risa el chibolo peleando por zafarse de mi gata. Mi gata huyo y el muy ladino se fue para nunca mas joder. Me acuerdo que en los días siguientes pasaba con su parche en el ojo y yo desde mi ventanal le hacia muecas y le hacia unas señas de antaño en son de burla. No hacia nada pues este pechito estaba protegido. 

Mi ultimo gato que tuve suertudo al que nunca se comió ALF ese si era un bohemio y mechero de padre y señor mio. Era mas contundente que las ratoneras y no jugaba con los pericotes se los engullía vivos. Solo degustaba carne de verdad y vieran como se ponía de loco con leche evaporada, o cuando le Aventábamos una aceituna, se revolcaba por la sala. Este gato entre plomo y blanco si que tenia sus marcas de guerra, y mechaba con perrazos cuando lo espantaban del ventanal. A este gato lo mataron cuando yo frisaba en los quince años solo por desquitarse de mi cuando defendí a Rosa una chica que siempre me veía cuando peloteaba o jugaba a los carnavales con los faites. A ese gato lo partieron a machetazos un loco al que nunca me acerque pues manejaba fierro. Mi tía Cuca lloro amargamente por su gato varios meses. Cuando regrese en varios fines de semana luego de la universidad ya mas fuerte lo busque a ese mulato pendejo. Se había vuelto micro comercializador en el mar rojo. Yo no le di cara lo agarre a palazos como hizo con mi gato y todo molido me orine en su cara. Se me vinieron encima y pronuncie una palabra código que es ley en esa jungla. Salí ileso silbando perico macoña. Pero en el fondo recordaba a ese gato pues era como gente, le hablabas o te ponías depre y el muy curioso te maullaba y te lamia la cara. El gato es un animal amuleto no es guardián como el perro pero levántalo en una casa pesadita y veras como se limpia. Secreto de criollos populares.

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