lunes, 9 de julio de 2018

Accidentes en una fiesta patronal



No conocí San Juan de Lurigancho sino hasta el primer año de universidad. Tenia que ir un Domingo a una fiesta patronal de Ayacuchanos, y con dos amigos de la universidad registrar y entrevistar a migrantes empresarios de esta proceden la geográfica. Los desfiles los acompañamos desde la plaza de Armas de Lima, y muy temprano nos extraviamos en el mar de curiosos y criollos que veían con beneplácito muestras de nuestra cultura andina. Mucha comida criolla, y andina apostada en las esquinas y comerciantes de todo lugar atravesando las multitudes intentando vender algún menjurje o curiosidad alusiva a estos eventos folklóricos. El contacto había sido Lucía una chica media punk, que le agradaba estas fiestas pues era antropóloga y muy aficionada al buscar relatos que contar. Y mi otro amigo era uno de mis mejores amigos en la universidad que fue el que quedo primero en la base 98. Para conseguir la confianza de alguien no solo hay que mostrar las muelas. Sino ser muy cordial y efusivo con su costumbres y compartir con ellos. 

A mi no me costaba nada ser empatico con la gente, entonces aunque no sabia zapatear me vi envuelto abrazados entre lindas ayacuchanas, y padrecitos que me hacían tomar la chela a pico de valiente. No se como acalorado en pleno festival de musicas de bandas y melodías yaravies y huaynitos, me atragantaba de cuy chactado y chicha de jora. Mis amigos también envueltos entre la marejada de carnavales y coloridos festivos también cheleaban y bailaban a ritmo de una música tan remota como tradicional. Nos subimos a un bus contratado por el mayordomo de la fiesta y en una caravana de micros y algunas camionetas los ayacuchanos la mayoría de familias ampliadas. Iban cantando y contándose chistes y soltando lizurotas. La chela iba de mano en mano y una que otra mamacha me alcanzaba queso con choclo y un aji molido de huacatay, y yo ya repleto. Llegamos a un local grandote por la avenida Chimú y ahí una manifestación de escuelas de danzas y familiares migrantds comían, bailaban y chupaban hasta morir. Yo había escuchado de la resistencia del alcohol de los paisanos, pero esto era increíble. Me senté con una familia y conversando de cosas que ni me acuerdo, ya casi como a las seis recuerdo muy bien, se escucho la chicha de Chacalon, y a los chapis, y otros conjuntos que solo recordaba vagamente. Y digo así pues aunque la parada era muy cerca a Barrios Altos, nunca penetró así no mas esa melodía a mi localidad. Solo recordaba que cada vez que iba a la parada además de visitar a la tienda de mi padre en la avenida Aviación, confundido de la mano de mi madre entre un mar de comerciantes, y bochiche de ventas y ladrones, sentía a lo lejos una musica, que mi madre y vecinos decían era vulgar y pacharaca, entonces como que nunca me gusto. Pero al escuchar a Chacalon, y sentir sus letras supe porque fue tan famoso y encendía de alegría y sentimiento a los provincianos que tenían que soportar los desplantes del racista mundo de Luma. Me jalonearon a la improvisada pista de bailarines, y con chela en mano bailaba pegadito con una chica ya en minifalda que se burlaba de mis pasos y tropiezos entre mucha comilona y burbujeo de botellas que me recordaba la calidez de mi vida anterior. 

Yo estaba con cabeza de pollo, y deseaba miccionar así que tambaleando y con cigarrillo en mano, me diriji a unos baños pirtatiles, donde descargue la vegija mientras oía Elsa, Elsa .Al querer refrescarme y verme e un espejo desgajado, la minifaldera estaba ahí delante mío. Me estampó uno de esos besos largos que comen la boca, y te hurgan hasta las cuerdas vocales y yo estimulado por el pólvora de mi cuerpo voltie contra el muro improvisado y lleno de furia carnal la desnude hasta donde me lo permitía el lugar, y asestada tras asestada sus arañones de tigresa, y sus estribillos de insólito deseo, me enervaron la sangre. Me empezó a golpear y me mordía el cuello, y al compás de mi violencia desatada, no se porque entonaba huasca, a los destellos que ensordecian el ambiente allá afuera. ! Mierds salgan de ahí quiero chocar! Tu que si la sabes! Y en coro! ksnchis, Kanchis! Jsjaja. . Me vine y ella se hizo un buen maquillaje la muy brava ayacuchana, y salimos en medio de la burla de los mirones. Ella se desenganchó de mi brazo y desapareció entre las mesas. En roche busque a mis amigos y ya me iba cuando una mancha de señores todos con chela en mano me invitaron a seguir calentando el esqueleto. Tomábamos rápido y carcajeandonos de la dura vida en Lima, me preguntaron quien era. Bueno, dije soy un estudiante que he estado por acá para saber de las migraciones.Jajajaja eso ya lo sabes has estado en una de estas fiestas y por lo que has visto y escuchado ya sabes que aunque difícil nos damos siempre la mano y el progreso es algo que heredamos de nuestros padres. Así que date por bien servido. 

Me iba a despedir cuando mire que en el grupo se hallaba aquella ayacuchana que resultaba ser la firme del noble mayordomo que me había hablado con tanta seguridad y gentileza. Un encargado le susurro al oído lo que había echo su mujer, y creyéndome perdido zamaqueo a la joven, y la iba a emprender a golpes cuando señalo a un borracho que dormido se hallaba sentado con la mollera casi en suelo. Dirigió una mirada el mayordomo y uno de sus hombres con machete en mano, lo cogió del cabello y le rebano el cuello, sin que lo interrogaron o algo así. Ahí nadie dijo nada, solo recuerdo que la muy traviesa me guiño el ojo y se mordía los labios. Por instinto me escurri de la fiesta, y gritando ! Gracias taitas y mamachas, viva el Perú! A lo lejos escuche el muchacho provinciano de Chacalín. Embale y borracho como una cuba, no se como llegue a mi casa. Siempre me pasa eso, nunca se como llego pero llego . el de arriba s de reírse con mis travesuras de jovenzuelo angelical. Una que otra vez busque esos festivales de chicha en la avenida Grau.

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