Hoy el sujeto vive depredado de tanta razon indolente. La razón de los revolucionarios franceses y de la salvaje filosofía alemana se ha convertido en explotación e insignificancia de la vida.
Como argumento Horkheimer la razón objetiva de los grandes intereses trascendentes se ha convertido en una razón pragmatica acoplados a los intereses particulares y la conveniente supervivencia como domesticación. La razón subjetiva es hoy el marco para el egoísmo y las fuerzas del egocentrismo social.
Por otra parte esto ya lo había señalado Máx Weber. Un proceso generalizado de racionalización de todos los aspectos de la vida social, conduciría a las personas a percibirse atrapados en una jaula de hierro o prisión. La vida moderna es heteronoma y rodeada de grandes procesos burocráticos donde la existencia se percibe rutinaria y carente de sentido. Los momentos de felicidad son escasos pero depende del valor de la iniciativa individual.
Ahora bien, este proceso neurótico de sensación de esclavitud no ha cesado. A pesar que la sociedad se ha fluidificado como sostiene Zygmunt Bauman hace que la vida se convierta en simultaneidad de acciones nada lógicas y caóticas, lo cierto es que la explotación y el autodesarrollo de las empresas sociales someten al sujeto a un desgastante proceso de stress y depresión generalizada.
La racionalización es un proceso de desgaste mental y sobresfuerzo emocional porque la explotación del trabajo que no se desea perder y que da angustia por su precariedad perderlo, entrega a un sujeto exhausto y sometido a una carga mental depresiva.
En un ensayo que escribí sobre el empresario nacional, sostuve que el fenómeno de autodesarrollo al que fue empujada la población peruana luego de la recesión de los noventas y la privatización imperante produjo no sólo una pujante clase media empresarial. Sino que provocó sobre las subjetividades de los nuevos empresarios un proceso represivo de discriminacion que caótizo los procesos de socialización del Perú.
Esto trajo la anomia y la impresentable transgresión de todas las acciones sociales del peruano acriollado. Y estas desviaciones que convocan la inmoralizacion de toda decisión o acción social si bien traen un desahogo psicológico de bienestar, también provoca una mentalidad anomica y delincuencial que llamamos informalidad de la economía.
Por tanto, hay un fuerte presión sobre la intersubjetvidad peruana para vivir, pero a la vez una mentalidad que es creativa y con iniciativa para la ilegalidad. Este doble proceso aumentado por el racismo y el trauma de la sexualidad del peruano criollo, fomentan un grado de entropía o degradación del tejido social peruano. El invidualusmo extremo y mezquino de los peruanos impide una fuerte educación para dar valores. Además, este fenómeno promueve la clandestinidad y las desviaciones sociales.
El socavamiento de los cimientos de la institucianalizacion deja indefenso y fluidificado al individuo. Los riesgos a los que tiene que enfrentarse como es una sociedad anarquizada y con signos de descomposición social son los que impiden que las políticas públicas y la gestión social tengan éxito. Nuestra cultura organizaciones está devastada por la corrupción y problemas de voluntad política.
El hombre depresivo es el que ha perdido un familiar en esta pandemia. Es el hombre o mujer que tiene que arriesgarse a ganarse la vida todos los dias por ganarse el pan de cada día. El hombre y mujer son los empresarios que Es tan perdiendolo todo y que les espera la pobreza. La depresión también acecha a las madres de las ollas comunes que tienen que dar de comer a miles de familias empobrecidas. Y por último, sufre de depresión aquel enfermo del COVID 19 que tiene que lidear en solitario con las normativas de los hospitales y es reducido a la condición de sólo un cuerpo.
Por último, la pandemia ha acelerado el fenómeno de criollizacion de la cultura peruana. Este individualismo chicha demuestra una sociedad desorganizada y sin valores para enfrentar al virus. Una sociedad donde prima la viveza y la anomia.
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