jueves, 25 de febrero de 2021

Estado, gestion y logistica en el Peru actual.

 



A pesar que hemos crecido organizativamente en la forma de empresas privadas y ante la adopción de técnicas de gerenciamiento privado del Estado, este sigue siendo aún muy lento y burocrático. A pesar que hay administradores e ingenieros industriales que son formados en la cadena de procesos, logística y coordinación, vemos que existen brechas y des inteligencias en la forma como se toman las decisiones y se delegan funciones. La ley da forma legítima a los procesos pero las trabas administrativas son demasiado engorrosas en sus reglamentos que cualquier megaproyecto o una simple organización de una empresa resulta un oficio que tarda mucho. Esto lo vemos en la incapacidad del estado para importar plantas de oxigeno o negociar más vacunas.


Los procesos no solo son cohibidos por entrampamientos burocráticos sino que subsiste una vocación profesional poco desarrollada en los funcionarios y trabajadores. Solo hemos alcanzado un cierto nivel de coordinación administrativa y no un conocimiento gerencial geoestrategico de las actividades del Estado.

Otro problema que resulta de una mala administración es la pésima logística de las organizaciones públicas. El paso de la producción a la organización, coordinación, y distribución del producto final a los consumidores tarda demasiado. Se echan a perder procesos enteros por una carencia castrense de administrar un territorio y sus recursos. Y eso pasa porque el diseño de las organizaciones no está empapado de fundamentos geoestrategicos  en donde la planificación estatal funcione como una máquina bien distribuida. Faltan instrucciones y lógicas organizacionales interiorizadas en los sectores organizativos porque la lógica organizacional lleva a un desempeño inadecuado e ineficiente de recursos. El territorio no es visto de modo planificado sino de un modo fragmentario y por zonas grises en desorganización.

Un último problema que vuelve un círculo vicioso el problema de la gestión y logística nacional es la severa crisis de la cultura organizacional en el funcionamiento del Estado. Quiero decir con ello que las instituciones que deberían formar valores están corroidas por un gran sesgo de anti valores donde campea la corrupción, el favorecimiento de enclaves mafiosos e ignorantes con título que no tienen una sola idea funcional de como se organiza y planifica el Estado.

La crisis de valores que vive el país es la falta de una formación de Alma social de los actores. Recrudece una y otra vez una cultura anomica y transgresora donde todo esfuerzo de reingeniería social fracasa porque los diseños están comandados por personajes impresentables y sin las habilidades de coordinación y planeamiento estratégico para que los problemas se solucionen y funcione el Estado.

El problema del carácter sin fundamentos culturales de la sociedad peruana proviene del modo como se superó el terrorismo de los años 89s y 90s. Como sabemos las humanidades y las ciencias sociales adoctrinaron a miles de jóvenes con una ideología que servía para incitar el odio y la subversion. Como sabemos sendero luminoso y el MRTA fueron derrotados pero las fuentes sociales de nuestro pensamiento proseguian dictando una forma rotular y adoctrinada de ciencias sociales poco indulgente con la tecnificación y carácter gerencial al que se debe el saber social. En otras palabras, la sociedad carece de valores porque este conocimiento retrogrado de trasgresión y rebeldía ha alimentado el sistema educativo publico y privado. Y se ha vuelto difuso a todas los estratos sociales del país. Habrá un territorio soberano. Lo que no hay son saberes y valores prácticos emanados por el amor y virtudes hacia la patria. No existe una formación social en la cabeza de nuestra ciudadanía solo el mercado como lógica social. Al desaparecer el Alma social prima una lógica de que todo tiene un precio y todo es barbarie.

No es un pretexto para decir que la crisis política del Estado y la tímida formación socioeconómica de la empresa privada son el producto ciego de la falta de valores interiorizados por generaciones. Sino hay valores por más que haya adiestramiento no habrá eficacia ni eficiencia en conducir las decisiones de nuestros administradores más eminentes. Por eso campea la corrupción y el pensamiento propaganda a derechas e izquierdas. Porque nadie piensa los fundamentos axiológicos de la formación peruana y encima de este desconocimiento se construyen diseños e instrucciones administrativas provenientes de otras realidades que convierten al Estado en una ensalada de tecnoburicracias donde el verbo del administrador desconoce olímpicamente el país y su cultura.

Demás esta decir, que el Peru es un país difícil de gobernar. Nuestro régimen republicano no ha echado raíces de vida inteligente en esta tierra tan diversa. Lo que hemos constatado es como la acción cínica ha brotado y la falta de organización y don de mando se han degenerado en un variopinto florecimiento de organizaciones empresariales donde la lógica es la explotación y la medida mercantil. La logística que no tenemos es retrograda e inservible, debido a la dificultad de nuestra geografía y también ante la pésima distribución demográfica del país. El Peru puede ser gobernado inteligentemente si permitimos que la inversión privada vaya acompañada de una legalidad y regulaciones mínimas donde se respete el derecho a la vida y a la diversidad cultural. Si esto sucede el sistema educativo podrá formar almas más que depredadores. Hasta ahora el Peru habrá descentralizado funciones lo que falta es descentralizar un espíritu social.

Por ahora veremos como el tema de la vacunación será un problema logístico donde las mafias penetraron su lógica delincuencial. Más que un problema de tiempo o recursos lo que yo avisoro es un dilema de organización, distribución, y de conocimiento informado de cada habitante del país. Esperemos me equivoque pero la tercera fase será un tremendo caos. Si lográramos vacunar todo el 2021 a los 24 millones de peruanos que son la población objetivo el Estado y la empresa privada y las organizaciones sociales habrán demostrado un salto logístico y administrativo a la hora de conducir los destinos del Estado. Por ahora lo que resuena es una sociedad desorganizada y un capitalismo salvaje que la corroe. Es el momento que los privados nacionales le den una mano al sector público.

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