En las últimas décadas hemos visto como el sector privado de la economía ha impuesto sus intereses al Esrado, perjudicando la vigilancia de la igualdad ante el Esrado. Una de las razones de la desigualdad social ha sido que la acumulación económica se ha concentrado en pocas manos. El monopolio y el oligopolio no han permitido la competencia económica ni la aparición de otros conglomerados económicos. Aún nuestra sociedad sufre el dominio de enclaves económicos.
Pero desde que la inversión privada ha logrado combatir la pobreza estructural y ha dado empleo a millones de peruanos hemos visto como la acumulación ha permitido crear circuitos de desarrollo empresarial y micro empresarial que logran más desarrollo. Se dio durante casi 15 años un desarrollo capitalista en la costa y en menor medida en la sierra y selva que generó la aparición de una clase media con poder económico a partir del autodesarrollo. La minería de gran calado ha traído problemas medioambientales pero también ha generado en las zonas de explotación una pequeña empresa y comercios con mucho empuje e innovación.
El problema de la inversión privada es que sus caminos financieros acumulan ahí donde es seguro y no capitalista. Nuestra élite y la inversión privada externa no tiene ni la más mínima idea de industrializar el país y generar más polos de desarrollo y progreso social. Por ejemplo la minería solo es primario exportadora y no busca capitalizar más sus productos. Los bienes de capital son hasta cohibidos por las leyes y por la guerra desleal. No hay una idea expuesta de que el capital minero financie la agricultura y la educación ahí donde se carece de Estado. La minería y la pequeña minería pagan regalías al Estado y han coolaborado con diversos proyectos sociales en diversas partes del país. Pero no han desarrollado ideas de inversión social en sus zonas de explotación. El costo social no es prioridad en las ideas de los privados. Hay casos que por supuesto son la excepción.
El estado y las leyes económicas han favorecido el desarrollo capitalista y la economía de mercado pero no han orientado de modo financiero hacia áreas de menor rentabilidad de los sectores sociales. Ha sido un esfuerzo de los pequeños empresarios el incluir estos sectores como las cooperativas agrícolas y el sector de los servicios en general. No hay un empresariado nacional que coordine con el estado una descentralización económica de envergadura por todo el territorio nacional. Por eso hay enormes zonas grises de pobreza y una desigualdad social que no se ha superado. La forma de enclaves mineros y agroexportadores siguen siendo la cruz de nuestra economía. El estado ha sido colonizado por el sector privado para imponer una economía especulativa y financiera que no arriesga. Esta es la razón de que en el país no se financie temas de ciencia y de innovación tecnológica sino en mínima medida.
A través de la captura del estado se han conseguido verdaderas fortunas y una ideología empresarial a espaldas de su rol dirigencial burgues de desarrollar todas las áreas económicas y materiales del país. Prevalece una idea mezquina de financiar circuitos cerrados de exportación y de explotación capitalista que no se comprometen con el desarrollo humano de los sectores del área empresarial. Ha sido el propio pueblo el que a partir de su propio esfuerzo y ahorro el que ha levantado grandes fortunas. Pero aún no hay una involucración empresarial para solventar las inteligencias del país. Así nuestra empresa carece una visión social de su mentalidad financiera.
El Estado debería ser quien comande y Oriente de modo descentralizado los recursos que recibe del sector privada a aquellas áreas de pobreza estructural. Los esfuerzos en Educación, salud e infraestructura han sido por lo demás muy efímeros. No solo por una incompetencia burocrática de soberanía sino por la despreciable corrupción estatal y en los gobiernos regionales y locales. La inversión pública tampoco ha podido coordinar con el sector privada para desarrollar megaproyectos de inversión social porque se desconoce cómo romper el ciclo de la pobreza mental. Las Ongs han querido romper este círculo vicioso de pobreza y desigualdad pero no se ha podido porque sus intervenciones en desarrollo de capacidades no han podido romper los vínculos culturales de tradición y pobreza que mantienen estas poblaciones. Muchas veces los esfuerzos del Estado y de las Ongs en vez de superar la pobreza lo que hacen es fragmentar y generar nuevos enclaves de mercantilización y miseria.
Acertamos cuando sostenemos que el dilema del desarrollo peruano no solo es culpa de una élite mercantilista y que vive de sus rentas. Sino de un Estado que ha sido capturado por una visión atrasada de la intervención social donde existen mafias y funcionarios sin una gota de sensibilidad social. Como dijimos en otro texto, el Estado es poco dinámico y carente de una mirada social de los fundamentos etno culturales de nuestros territorios. Ese faltante es un producto de la ausencia de valores sociales a la hora de legislar, administrar y dirigir los sectores ministeriales del poder ejecutivo. La privatización de la política y la captura del estado para criminales y los grandes intereses ha hecho que el sector educativo carezca de los instrumentos pedagógicos y curriculares para sociologizar los imaginarios del país, y así, conformar una sociedad con capacidad de crítica y participación. Nuestra educación tiene solo de membrete buenas intenciones de interiorizar aprendizajes. Lo que falta es transmitir la idea de una conciencia colectiva de trabajo y amor por la patria. Sin este elemento social todas las políticas públicas fracasaran por el desconocimiento ontológico y cultural de las realidades en donde se interviene. Esta razón es la que hace que en la delegación de funciones y procesos estén ausentes valores sociales de profesionalidad y eficiencia.
La causa de que la empresa privada, el Estado y la sociedad carezca de una visión compartida y práctica de sociedad ha sido por el adoctrinamiento de una pastoral del autodesarrollo trasgresor que reforzó el Fujimorato y por la insistencia de las humanidades y ciencias sociales de transmitir a la comunicación democrática un imaginario del rótulo y la propaganda que inocula la intriga y el escepticismo. Desde que se dio un golpe de gracia a la dogmática marxista ha subsistido un imaginario trasgresor de la criollada en las organizaciones del tercer sector y de las organizaciones sociales que coquetea con el autoritarismo y la criminalidad en todos los niveles del país. Es este muro de ideología pragmática criolla y anti humanista lo que ha dificultado el dictado de una democracia y sociedad civil autosoberana. En un gran número la inversión privada como el Estado están contaminados de esta ideología deshonesta y de la insensibilidad social. Todo interés extranjero de invertir en el Peru se contagia de una profesionalidad que evita el esfuerzo y con poca creatividad para innovar en el funcionamiento de sus sectores.
Creemos que se debe recibir inversión privada a raudales en el país. Pero el Estado debe regular que no entren empresas depredadoras o con pocos estándares de cuidado ambiental. Se debe impulsar el ingreso de una inversión privada que promueva el empleo y se comprometa en la inversión social en el pueblo. Una coolaboración público privada es menester de ahora en adelante para romper los cercos de burócratas y corruptos que deprecian la politica y el trabajo en el Estado.
Ahora vemos que ante la crisis del oxigeno muchas empresas privadas han donado plantas de oxigeno medicinal para combatir la enfermedad del SAR COV 2. Nunca como antes los privados cumplen su función de élite dirigencial. A su vez, los privados a través de subsidiarias pueden traer en su momento vacunas contra la enfermedad. Debe abandonarse el populismo de los políticos y facilitar de forma pragmática lo que más conviene al bienestar de los ciudadanos. Un conocimiento geoestrategico del capitalismo peruano puede integrar a la nación de forma soberana y cultural. Esta ontología está por construir.
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