viernes, 5 de febrero de 2021

Apuntes de un nuevo reseteo

 



En medio de una crisis sanitaria mundial por efecto del SAR COV 2 la cultura judeo- ateniense se descompone aceleradamente. Todos los poderes de la creación econmica abandonan a Europa y los EEUU y mudan sus patrones de producción hacia Asia.


El mundo se vuelve multipolar y el capitalismo muda las inversiones de la globalización hacia territorios seguros donde la recesión mundial y la incapacidad de haber acabado con la desigualdad y la falta de trabajo no fastidien sus riesgos de expansión económica.


El capitalismo no puede más con las democracias liberales y pretende destruir las. La justificación es la inminente amenaza de destrucción global que supone el cambio climático. Bajo regímenes deliberativos y un montón de instituciones internacionales ya deficitarias va a resultar imposible lograr reducir las emisiones de carbono y recrear el ecosistema del planeta.


El avance del capitalismo chino y su sistema autocrático e intervencionista van a engullirse los últimos resabios del Estado de bienestar y con eso se va a producir una limitación a la libertad humana con ínfulas de esclavitud y encarecimiento social. 


Europa es clave en este cambio que la pandemia a suscitado. Su rol protector y conciliador ante el avance de algún conflicto bélico de alcance mundial se desvanece. Y con ello el humanismo que buscaba un rol de formación de la cultura humana también cede ante el avance de una sociedad de idiotas consumistas seducidos por diferenciarse y ser reconocidos. 


Aunque el esfuerzo globalizador que supone la vacunación a alcance mundial atrae al escenario del debate los sueños de Kant de una sociedad mundial unificada. La verdad es que el dinero y su rol diplomático es tan haciendo que este negocio de las farmacéuticas se de modo injusto y desigual. 


Hoy existe un cerco sobre la vida y su despliegue. El capital con su reingenieria social el espectáculo y los medios de comunicacion no sólo lava y conduce cerebros sino busca reprogramar el consumo para enfermarnos y volvernos consumidores deprimidos crónicos. La envidia sobre la vida natural atrae el odio de los neuroprogramadores sobre la naturaleza. 


Hoy los rumores de rebelión proceden de un gran descontento mundial por los futuros ajustes estructurales que el mundo va a tener que inyectar para aplacar los estragos que la pandemia ha generado. Regímenes dirigistas e intervencionistas van a querer expandir programas de vigilancia y control para asegurar que no podamos tener una vida normal. La economía moral de la que hablaba Zygmunt  Bauman sostendrá el avance del hambre y la necesidad. 


Pero un decrecimiento sobre la calidad de ciudadanía  que experimentaremos traerá duras protestas y represiones a nivel global por el retorno a una vida digna y plena. El regreso a la naturaleza será la respuesta ante los embates de una modernización irracional que ha vuelto insignificante la vida social.


El grado de existencialismo y humillación al cual ha sido empujado el individuo por miedo al virus ha vaciado a la sociedad de valores y es el riesgo a no tener que comer lo que expulsa al mercado a un sujeto enfermo y deprimido. 


Frente a los planes de la élite mundial por reorganizar la economía y sus organizaciones políticas el pueblo responderá con la desobediencia y la informalidad. La corrupción de los Estados y sus grupos de poder tienen que ver el florecimiento de una economía solidaria y culturas populares empresariales que expandan la demanda y se conviertan por el mundo en una nueva subjetividad popular y paralela. 


Vivir sobre estas épocas  es una cuestión de riesgo y equilibrio. Es una búsqueda de una nueva sensibilidad como de una reacción autoritaria por no dejar que la vida reflorezca.  La reorganización del sistema está lejos de verse. Me atrevo a decir que la intersujetividad popular ganará la guerra.


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