El humanismo ha muerto

 

Michael Foucault había dicho en el siglo pasado que el hombre había muerto. Se refería al hombre de la ilustración autónomo y racional. Capaz de perseguir la empresa del orden y progreso con total madurez. El había percibido en el sujeto del posmodernismo un hombre esclavizado a sus impulsos y al consumusmo; por tanto dependiente de los grupos de control.

A su vez que el hombre moría Foucault había dicho que las humanidades habían facilitado la programación de la sociedad y que se habían vuelto a favor del poder ante el cual habían luchado. Siendo neutralizada la crítica está había perdido si carácter Deliberante y liberador.

Hoy en pleno s XXI EL humanismo ha perdido influencia formativa sobre los actores sociales y estos son idiotizados a desde Mayo del 68 para que consuman masificadamente. La razón pierde su carácter crítico y se vuelve pragmatica, al servicio del egoísmo y de oscuros intereses privados.

Los actores sociales viven  en este siglo ante peligros que pueden extinguir la vida humana sobre la tierra. Y todo esto sucede porque la razón ha perdido todo interés por darle humanidad a sus programas educativos y a los medios de comunicación. Hoy se enseña que se ha venido para sobrevivir y ser feliz pero desguarnecido para serlo. Vivimos una época donde el vil pragmatismo monopoliza el conocimiento científico y lo somete ante los dictados del gran mercado.


Al igual que Foucault creemos que el humanismo ha muerto porque se ha vaciado de razón. Al carecer de racionalidad humanista la razón sólo es instrumental y egoísta. El subjetivismo del miedo y la adicción a los estupefacientes del mercado han vuelto al hombre en una persona que no piensa su vida y que vive arriesgando sus oportunidades vitales para progresar. El hombre de hoy carece de una formación del alma por lo tanto queda expuesto ante los peligros de la vida hipermoderna.

Incluso en las trincheras de las humanidades su producto se ha vuelto una causa rotular y existencialista. No buscan formar el alma del académico sino conformar masas de activistas y dotarlos de premisas donde la crítica se vuelve vulgar y banal; el resultado es un hombre perfectamente  convencido que lucha contra los males de la época. Su deshumanización es no percibir que la violencia y la prótesta por si misma carecen de argumentos y no son razones para imponer causas perdidas.

Cuando Ortega y Gasset hablaba de la deshumanización del arte se dirigía a brindarnos a un alejamiento de la razón por sobre lo bello y sublime. Lo abstracto del arte de vanguardia es ya una forma de terror y trivialidad donde la fuerza liberadora del arte cede ante una estética del horror y lo absurdo.. Hoy que el arte se agachado ante los pormenores de la propaganda y la publicidad podemos entender como la estética es un bien corrompido ante los dictados del dinero y la hipocresía.

Hoy con la pandemia el hombre contemporáneo vive enfermo de la deshumanización que entrega la enfermedad. En vez que las Naciones prodiguen solidaridad y cooperación lo que vemos es un escenario donde el que no tiene dinero se muere y se vuelve un número más de las estadísticas. La pandemia ha dado lo peor del hombre. Una subjetividad que por su orgullo y ego compite por devorar y no le importa más que la lujuria y el dispendio de consumir.

La peste nos acerca a una vida que pierde potencia vital. La insignificancia o desvalorizacion de la vida social ante la enfermedad y la posibilidad de morir y no poder ser más libre es una crueldad disfrazada de atomización y caos social. El virus corrompe los cimientos de la subjetividad pues cuando se está enfermo se suspenden las libertades naturales y sólo queda el cuerpo postrado con una mente que pugna con la desesperación y la esquizofrenia.

La enfermedad es lo que nos aleja de los dioses. Ser castigados por una enfermedad que nos impide el acercamiento y la excitación festiva de las aglomeraciones vivimos enclaustrada en un mundo de la vida que coquetea con las neurosis y la estupidez. La muerte es una posibilidad y sólo somos recuerdo.