lunes, 13 de agosto de 2018

Límites secretos del proceso de descentralización y democracia en el Perú






Las conjeturas que se aterrizarán en este artículo son sólo eso supuestos de gabinete. Un estudio pormenorizado de estos supuestos acarrearía rehacer  nuestras percepciones epistemológicas y metodológicas sobre la sociedad, alejándose de la certera objetivad. Como la idea debe ser soltada en la medida que el hecho este fresco, es menester desarrollar sus argumentos a un modo de ensayo, denuncia y testimonio personal antes que la vida la mate… Por eso el tenor de estos argumentos conectará con el sentimiento conspirativo y la carga emocional, para sopesar la necesaria prueba con la energía del discurso.
A la fecha el proceso de descentralización iniciado durante el gobierno de Alejandro Toledo[1], y continuado en los siguientes gobiernos se ha rebelado como un cuello de botella donde son más grandes las dificultades que los avances.  A ciencia cierta, el argumento de combatir la enfermiza concentración del poder fáctico y político en manos del Estado dictatorial del Fujimorismo, se ha trocado en un modo de derramarlo perjudicialmente en nuestras organizaciones sub-nacionales y en nuestro rudimentario tejido social.
La recomposición del Estado de derecho para blindar los intereses de los grupos de poder económico, requería entre otras cosas iniciar una radical reforma de distribución del poder político y administrativo, que cancelará el poder real de la mafia y que diera competencia legales y a la larga de gestión social a los poderes locales, como una forma de modernizar a nuestras identidades políticas locales y llegar a acuerdos de gobernabilidad[2]. Uno se buscaba como premisa, por supuesto, rescatar a los ciudadanos de formas autoritarias y clientelares de gobierno que habían sembrado la corrupción y arruinado la moral pública. Dos, se buscaba crear plataformas de gobernabilidad en las que las organizaciones sociales se sintieran escuchados y representados por sus autoridades locales, y de ese modo llegar a  acuerdos legales sobre la introducción de obras, mejoras sociales y educación acelerada de la mano de obra. Tres, se perseguía preparar sostenidamente a los gobiernos locales para negociar en los mejores términos el ingreso de las inversiones privadas, de modo democrático, legal y con responsabilidad social. En lo político, el diseño buscaba alterar el centralismo cultural del país, combatiendo la plaga del “fujimorismo cultural”[3] y en el tema organizativo dotar al estado de agrupaciones y clase gobernantes nuevas que dieran un impulso a la gestión de los territorios y al desarrollo social.
Esto sólo fue pura retórica. Las categorías siempre llegan tarde o encubren los verdaderos procesos reales que suceden. Aunque se sostenga como ducho académico, que la política de Estado en un marco democrático es un proceso lento, pero perfectamente digerible, donde hay que hacer responsables ajustes sobre la base del ensayo y el error, lo cierto es que los intereses y la mañosería política van por otro lado[4]. La sugerencia que suelto, es que esta modernización de los niveles sub-nacionales, no pasó del documento o del te de tías de las ONGs. El motivo real y que aparecería paulatinamente era en el aspecto cultural y psicológico alterar y descomponer sin ningún atisbo de consulta las tradiciones locales y los saberes políticos del Perú profundo, con el objetivo de posibilitar la aparición del individuo y de contextos de consumo. A nivel de la gestión urbana, mejora insuficiente de los caminos, y la llegada cada vez más publicitaria de los medios de comunicación social, se ha producido una cultura anexada a la modernización irreversible de los espacios locales, donde llegan avances visibles, pero que descolocan y que generan la pérdida irreversiblemente saberes locales y equilibrios con la naturaleza. La respuesta frente a ello inconscientemente o de un modo desesperanzador es la llegada severa de problemas como el delito, el alcoholismo, la corrupción, la violencia familiar, la contaminación ambiental, y a veces la respuesta agresiva de movimientos sociales que toman la forma de protestas socio-ambientales con ciertas agendas determinadas[5].
Un segundo motivo real, y que no tiene nada que ver con el mal diseño de la política, descansa en que los gobiernos locales se vuelven sucursales dependientes del poder central[6].  Uno no existe, sino de modo muy bloqueado capacidad real de gestión de los recursos que llegan del canon minero y de los impuestos vecinales. Hay como se sabe un control clientelar e irresponsable de los recursos públicos que amerita un mayor control. Existe una displicencia administrativa: es decir, no hay mayor interés por mejorar aspectos sensibles del desarrollo humano y profesional de las regiones pues una mayor educación y organicidad del tejido social sería una seria oposición a los sistemas de poderes mafiosos que subsisten y se disputan el control de los municipios y gobiernos regionales. El resultado es la declinación del desarrollo profesional y la carencia de mano de obra calificada para dar saltos cualitativos a la industria local, que sigue en el terreno de las microempresas, en la agricultura de subsistencia, y en el nivel del trabajo intensivo y no especializado. Y tres, al debilitarse el poder real de los municipios y gobiernos locales para el progreso de sus territorios, se provoca que el poder central recapture las decisiones de sus niveles sub-nacionales, con el objetivo de beneficiar inescrupulosamente inversiones de gran calado, concesiones y grandes obras, donde la corrupción y las prebendas neutralizan cualquier desarrollo de la democracia.
El análisis del proceso de descentralización requiere pruebas y datos explícitos que son dirigidos con una voluntad epistemológica incorrecta, que oculta la vida real de los intereses. Hay que hacer un ejercicio de desocultamiento audaz del poder real, e intentar pensar e intervenir como no lo hace la academia y por lo tanto la clase política. Reflexionar y actuar de modo político se ha vuelto en el país una mera transacción de falsa institucionalidad, un eterno retorno de apócrifos remedios y soluciones que nadie ejecuta, pues no sirven aunque den dinero y una gentil credibilidad. Pero volviendo a las artes.
Un tercer motivo real que es más inverosímil como necesario de sentenciarlo es que a veces las malas aplicaciones de diseños políticos, son resultado de acuerdos secretos para generar cambios de poderes o variar los intereses de rivales que se disputan el control de ciertos de espacios o de sistemas políticos globales[7]. Para decirlo con todas sus letras, pero en sentido categorial, el regreso de la democracia requería pacificar a los actores que podían interrumpirla,  y que habían sido anulados parcialmente con el final de la violencia política. El fujimorismo, a través de su servicio de inteligencia, había incorporado a los principales cuadros políticos, y a los sistemas de organización alzados en armas en su proyecto de levantarse el país, como el remedio para derrotar a la subversión. Con el regreso del Estado de derecho, esos pelotones fueron liberados o se les dio la venia de ingresar en los poderes locales, como un modo de buscar la reconciliación nacional. Ya no eran resueltamente insurgentes, sino organizaciones y redes de amigos que buscaban infectar con sus intereses de grupo los principales niveles del sistema político y tornarlos delincuenciales, auspiciando enriquecimientos ilícitos, o utilizando la democracia y las venas institucionales del Estado y de los gobiernos locales como un modo de reconstruir empresas de poder privado. La corrupción de lo público es una premisa necesaria para derrotar la moral cívica, y garantizar la multiplicación de inversiones e intereses privados, que favorecen a los grupos de poder, y a las clases políticas que son financiadas por estos.
En el plano real, la función de los poderes locales de servirse de los recursos institucionales y de la voluntad popular para amasar lentamente fortunas y clientelas, produce lentamente una cultura autoritaria que naturaleza el discurrir de esos poderes[8]. Se crea una piscología que internaliza la violencia y la anomia como forma de vida. Se pone en peligro aspectos fundamentales de las culturas locales, como la formación educativa, la salud de las familias,  la cultura de género, el cuidado de los menores, y desórdenes afectivos que favorecen el abuso y la destrucción negociada de las relaciones sociales en donde descansa el progreso objetivo de la sociedad.
Pero ¿porqué tanta permisividad? Si uno responde que son los costos de la modernización, se daría inmediatamente cuenta que la estabilidad no es algo que se alcanza. Que aunque hay dinero y más oportunidades de trabajo, esta legítima acumulación y movilización de los recursos del capital en las regiones enmascara tras el cemento y construcciones inútiles un serio problema y una predicción espantosa: que así como la democracia en su momento fue un presupuesto inobjetable para desarrollar el capitalismo en el Perú, basado en la minería y en los circuitos comerciales que ha generado la inversión privada, hoy es necesario restringirla y porque no cancelarla. Sobre la base de la libertad de asociación y de organización que permite el Estado de derecho se han creado cuellos de botella y restricciones políticas a los intereses de los grupos de poder que exigen una vuelta a la centralización de las decisiones. Los excesivos marcos legales, el crecimiento organizado de la sociedad, más informada y con cierta capacidad de sabotaje, la captura de sectores claves de la institucionalidad por facciones parasitarias de poder, y los factores externos de las crisis del capital global empujan a los dueños del Perú a acelerar el control sobre nuestros recursos y esquivar la urgente deliberación. En ese sentido reformas claves como la Ley de Reforma del Estado, del sector salud, la Nueva ley universitaria, etc, son expresiones enmascaradas y disolventes de las resistencias cívicas. La democracia de modo cultural y por decisionismo político degenera en tiranía.
Y eso para señalar ejemplos esta sucediendo en varias regiones de nuestro país. El acelerado desarrollo comercial y económico de varias ciudades en el Perú esta creando obstáculos sociales y políticos al capitalismo extractivista[9]. Para ellos es insuficiente contaminar de delincuencia a las sociedades. Ahora es necesario, sobre la justificación del reordenamiento y la paz social expandir Estados de excepción para garantizar la supervivencia de la sociedad peruana, de su aldea. Las condiciones para este futuro negro de la democracia se están cocinando en Lima, Ancash[10], en Tumbes, en varios distrito de Ica, el sur de Lima, en Lambayeque, La Libertad, varias zonas de Huánuco, Piura, Madre de Dios[11]. Bajo la modalidad de violencia de sindicatos, criminalidad, redes de narcotráfico, mafias políticas, crisis de las universidades, desorganización de las juntas vecinales, corrupción de los comedores y vasos de leche, informalidad, violencia intrafamiliar, drogadicción, trata de blancas se esta reproduciendo una piscología que le arrebata a la democracia toda fuerza para su desarrollo[12]. Todo esto no es producto exacto de una conspiración bien planeada. Aquí no hay cerebros para ello. Es sólo resultado de un patrón de descomposición de la política y de la modernidad peruana que se ha vuelto autopoeítico, como diría Humberto Maturana[13], osea que se ha vuelto parte natural del desorden del sistema a nivel mundial, y que lo estimula la programación perversa del Nuevo Orden Mundial[14].


[1] el 17 de julio de 2002, se promulgó la Ley de Bases de la Descentralización (Ley No 27783
[2] Diagnóstico de la Ley de Bases de la Descentralización (Ley No 27783)
[3] Expresión atribuida al expresidente Alan García Pérez durante la campaña previa a la Elecciones del 2001.
[4] http://diario16.pe/columnista/7/juan-sheput/3245/ancash-crecimiento-economico-sin-instituciones
[5] http://www.iesc.org.pe/index.php?option=com_content&view=article&id=240:conflictos-sociales-entre-la-confrontacion-y-el-dialogo&catid=66:testimonio&Itemid=65
[6] MONGE Carlos.. https://www.youtube.com/watch?v=L36_LC5KOK0
[7] Premisa que obedece al determinismo político de las actuales teorías de la conspiración, donde un diseño o una fórmula de ingeniería social es presentada con tanta publicidad que pocos son conscientes de los efectos perversos reales que conllevan…
[8] Boaventura De Sousa Santos. Conocer desde el Sur. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30502120
[9]  ALTHAUS Jaime. La Revolución Capitalista en el Perú. FCE 2010.
[10] El caso más mediatizado lo representa la autocracia cuasi mafiosa del Presidente Regional de Ancash César Alvarez, quien ha montado un aparato de poder privado sobre la arquitectura institucional de Ancash, para controlar sin resistencia los recursos del canon de la región.
[11] En Madre de dios el desgobierno que ha causado los grandes intereses de la minería informal, ha fracturado a la sociedad selvática alterando los medios de vida y el ecosistema.
[12]  Estas ideas son un desarrollo más institucional de los presupuestos antropológicos que se dejan leer en las propuestas sobre la cultura actual de Gonzalo Portocarrero y Juan Carlos Ubillúz, en los textos “Los rostros criollos del mal” y “Nuevos Súbditos”
[13] MATURANA Humberto. “La auto-poiesis es una peculiaridad de ciertas máquinas homeostáticas, donde la variable fundamental que mantienen constante es su propia organización”  http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/12/gibert.htm
[14] Expresión de reordenamiento del poder global enunciada por primera vez por Georges Bush, y luego por líderes principales del mundo. Su análisis corresponde la texto de Tony Negri y Michael Hardt, llamado Imperio y al guión de la película: “La guerra de las Galaxias Episodio III. La venganza de los Sith”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La desunion de una familia

  Hace unos meses conversaba con una vecina que es adulto mayor. Le decía que a pesar de tener 75 años se le veía muy conservada y fortaleci...