Límites secretos del proceso de descentralización y democracia en el Perú
Las conjeturas que se aterrizarán
en este artículo son sólo eso supuestos de gabinete. Un estudio pormenorizado
de estos supuestos acarrearía rehacer
nuestras percepciones epistemológicas y metodológicas sobre la sociedad,
alejándose de la certera objetivad. Como la idea debe ser soltada en la medida
que el hecho este fresco, es menester desarrollar sus argumentos a un modo de
ensayo, denuncia y testimonio personal antes que la vida la mate… Por eso el
tenor de estos argumentos conectará con el sentimiento conspirativo y la carga
emocional, para sopesar la necesaria prueba con la energía del discurso.
A la fecha el proceso de
descentralización iniciado durante el gobierno de Alejandro Toledo[1],
y continuado en los siguientes gobiernos se ha rebelado como un cuello de
botella donde son más grandes las dificultades que los avances. A ciencia cierta, el argumento de combatir la
enfermiza concentración del poder fáctico y político en manos del Estado
dictatorial del Fujimorismo, se ha trocado en un modo de derramarlo
perjudicialmente en nuestras organizaciones sub-nacionales y en nuestro
rudimentario tejido social.
La recomposición del Estado de
derecho para blindar los intereses de los grupos de poder económico, requería
entre otras cosas iniciar una radical reforma de distribución del poder
político y administrativo, que cancelará el poder real de la mafia y que diera
competencia legales y a la larga de gestión social a los poderes locales, como
una forma de modernizar a nuestras identidades políticas locales y llegar a
acuerdos de gobernabilidad[2].
Uno se buscaba como premisa, por supuesto, rescatar a los ciudadanos de formas
autoritarias y clientelares de gobierno que habían sembrado la corrupción y
arruinado la moral pública. Dos, se buscaba crear plataformas de gobernabilidad
en las que las organizaciones sociales se sintieran escuchados y representados
por sus autoridades locales, y de ese modo llegar a acuerdos legales sobre la introducción de
obras, mejoras sociales y educación acelerada de la mano de obra. Tres, se
perseguía preparar sostenidamente a los gobiernos locales para negociar en los
mejores términos el ingreso de las inversiones privadas, de modo democrático,
legal y con responsabilidad social. En lo político, el diseño buscaba alterar
el centralismo cultural del país, combatiendo la plaga del “fujimorismo
cultural”[3]
y en el tema organizativo dotar al estado de agrupaciones y clase gobernantes
nuevas que dieran un impulso a la gestión de los territorios y al desarrollo
social.
Esto sólo fue pura retórica. Las
categorías siempre llegan tarde o encubren los verdaderos procesos reales que
suceden. Aunque se sostenga como ducho académico, que la política de Estado en
un marco democrático es un proceso lento, pero perfectamente digerible, donde
hay que hacer responsables ajustes sobre la base del ensayo y el error, lo
cierto es que los intereses y la mañosería política van por otro lado[4].
La sugerencia que suelto, es que esta modernización de los niveles
sub-nacionales, no pasó del documento o del te de tías de las ONGs. El motivo
real y que aparecería paulatinamente era en el aspecto cultural y psicológico
alterar y descomponer sin ningún atisbo de consulta las tradiciones locales y
los saberes políticos del Perú profundo, con el objetivo de posibilitar la
aparición del individuo y de contextos de consumo. A nivel de la gestión
urbana, mejora insuficiente de los caminos, y la llegada cada vez más
publicitaria de los medios de comunicación social, se ha producido una cultura
anexada a la modernización irreversible de los espacios locales, donde llegan
avances visibles, pero que descolocan y que generan la pérdida
irreversiblemente saberes locales y equilibrios con la naturaleza. La respuesta
frente a ello inconscientemente o de un modo desesperanzador es la llegada
severa de problemas como el delito, el alcoholismo, la corrupción, la violencia
familiar, la contaminación ambiental, y a veces la respuesta agresiva de
movimientos sociales que toman la forma de protestas socio-ambientales con
ciertas agendas determinadas[5].
Un segundo motivo real, y que no
tiene nada que ver con el mal diseño de la política, descansa en que los
gobiernos locales se vuelven sucursales dependientes del poder central[6]. Uno no existe, sino de modo muy bloqueado
capacidad real de gestión de los recursos que llegan del canon minero y de los
impuestos vecinales. Hay como se sabe un control clientelar e irresponsable de
los recursos públicos que amerita un mayor control. Existe una displicencia
administrativa: es decir, no hay mayor interés por mejorar aspectos sensibles
del desarrollo humano y profesional de las regiones pues una mayor educación y
organicidad del tejido social sería una seria oposición a los sistemas de
poderes mafiosos que subsisten y se disputan el control de los municipios y
gobiernos regionales. El resultado es la declinación del desarrollo profesional
y la carencia de mano de obra calificada para dar saltos cualitativos a la
industria local, que sigue en el terreno de las microempresas, en la
agricultura de subsistencia, y en el nivel del trabajo intensivo y no
especializado. Y tres, al debilitarse el poder real de los municipios y
gobiernos locales para el progreso de sus territorios, se provoca que el poder
central recapture las decisiones de sus niveles sub-nacionales, con el objetivo
de beneficiar inescrupulosamente inversiones de gran calado, concesiones y
grandes obras, donde la corrupción y las prebendas neutralizan cualquier desarrollo
de la democracia.
El análisis del proceso de
descentralización requiere pruebas y datos explícitos que son dirigidos con una
voluntad epistemológica incorrecta, que oculta la vida real de los intereses.
Hay que hacer un ejercicio de desocultamiento audaz del poder real, e intentar
pensar e intervenir como no lo hace la academia y por lo tanto la clase
política. Reflexionar y actuar de modo político se ha vuelto en el país una
mera transacción de falsa institucionalidad, un eterno retorno de apócrifos
remedios y soluciones que nadie ejecuta, pues no sirven aunque den dinero y una
gentil credibilidad. Pero volviendo a las artes.
Un tercer motivo real que es más
inverosímil como necesario de sentenciarlo es que a veces las malas
aplicaciones de diseños políticos, son resultado de acuerdos secretos para
generar cambios de poderes o variar los intereses de rivales que se disputan el
control de ciertos de espacios o de sistemas políticos globales[7].
Para decirlo con todas sus letras, pero en sentido categorial, el regreso de la
democracia requería pacificar a los actores que podían interrumpirla, y que habían sido anulados parcialmente con
el final de la violencia política. El fujimorismo, a través de su servicio de
inteligencia, había incorporado a los principales cuadros políticos, y a los
sistemas de organización alzados en armas en su proyecto de levantarse el país,
como el remedio para derrotar a la subversión. Con el regreso del Estado de
derecho, esos pelotones fueron liberados o se les dio la venia de ingresar en
los poderes locales, como un modo de buscar la reconciliación nacional. Ya no
eran resueltamente insurgentes, sino organizaciones y redes de amigos que
buscaban infectar con sus intereses de grupo los principales niveles del
sistema político y tornarlos delincuenciales, auspiciando enriquecimientos
ilícitos, o utilizando la democracia y las venas institucionales del Estado y
de los gobiernos locales como un modo de reconstruir empresas de poder privado.
La corrupción de lo público es una premisa necesaria para derrotar la moral
cívica, y garantizar la multiplicación de inversiones e intereses privados, que
favorecen a los grupos de poder, y a las clases políticas que son financiadas
por estos.
En el plano real, la función de
los poderes locales de servirse de los recursos institucionales y de la
voluntad popular para amasar lentamente fortunas y clientelas, produce
lentamente una cultura autoritaria que naturaleza el discurrir de esos poderes[8].
Se crea una piscología que internaliza la violencia y la anomia como forma de
vida. Se pone en peligro aspectos fundamentales de las culturas locales, como
la formación educativa, la salud de las familias, la cultura de género, el cuidado de los
menores, y desórdenes afectivos que favorecen el abuso y la destrucción
negociada de las relaciones sociales en donde descansa el progreso objetivo de
la sociedad.
Pero ¿porqué tanta permisividad?
Si uno responde que son los costos de la modernización, se daría inmediatamente
cuenta que la estabilidad no es algo que se alcanza. Que aunque hay dinero y
más oportunidades de trabajo, esta legítima acumulación y movilización de los
recursos del capital en las regiones enmascara tras el cemento y construcciones
inútiles un serio problema y una predicción espantosa: que así como la
democracia en su momento fue un presupuesto inobjetable para desarrollar el
capitalismo en el Perú, basado en la minería y en los circuitos comerciales que
ha generado la inversión privada, hoy es necesario restringirla y porque no
cancelarla. Sobre la base de la libertad de asociación y de organización que
permite el Estado de derecho se han creado cuellos de botella y restricciones
políticas a los intereses de los grupos de poder que exigen una vuelta a la
centralización de las decisiones. Los excesivos marcos legales, el crecimiento
organizado de la sociedad, más informada y con cierta capacidad de sabotaje, la
captura de sectores claves de la institucionalidad por facciones parasitarias
de poder, y los factores externos de las crisis del capital global empujan a
los dueños del Perú a acelerar el control sobre nuestros recursos y esquivar la
urgente deliberación. En ese sentido reformas claves como la Ley de Reforma del
Estado, del sector salud, la Nueva ley universitaria, etc, son expresiones enmascaradas
y disolventes de las resistencias cívicas. La democracia de modo cultural y por
decisionismo político degenera en tiranía.
Y eso para señalar ejemplos esta
sucediendo en varias regiones de nuestro país. El acelerado desarrollo
comercial y económico de varias ciudades en el Perú esta creando obstáculos
sociales y políticos al capitalismo extractivista[9].
Para ellos es insuficiente contaminar de delincuencia a las sociedades. Ahora
es necesario, sobre la justificación del reordenamiento y la paz social
expandir Estados de excepción para garantizar la supervivencia de la sociedad
peruana, de su aldea. Las condiciones para este futuro negro de la democracia
se están cocinando en Lima, Ancash[10],
en Tumbes, en varios distrito de Ica, el sur de Lima, en Lambayeque, La
Libertad, varias zonas de Huánuco, Piura, Madre de Dios[11].
Bajo la modalidad de violencia de sindicatos, criminalidad, redes de
narcotráfico, mafias políticas, crisis de las universidades, desorganización de
las juntas vecinales, corrupción de los comedores y vasos de leche,
informalidad, violencia intrafamiliar, drogadicción, trata de blancas se esta
reproduciendo una piscología que le arrebata a la democracia toda fuerza para
su desarrollo[12].
Todo esto no es producto exacto de una conspiración bien planeada. Aquí no hay
cerebros para ello. Es sólo resultado de un patrón de descomposición de la
política y de la modernidad peruana que se ha vuelto autopoeítico, como diría
Humberto Maturana[13],
osea que se ha vuelto parte natural del desorden del sistema a nivel mundial, y
que lo estimula la programación perversa del Nuevo Orden Mundial[14].
[1] el
17 de julio de 2002, se promulgó la Ley de Bases de la Descentralización (Ley
No 27783
[2] Diagnóstico
de la Ley de Bases de la Descentralización (Ley No 27783)
[3] Expresión
atribuida al expresidente Alan García Pérez durante la campaña previa a la
Elecciones del 2001.
[4] http://diario16.pe/columnista/7/juan-sheput/3245/ancash-crecimiento-economico-sin-instituciones
[5] http://www.iesc.org.pe/index.php?option=com_content&view=article&id=240:conflictos-sociales-entre-la-confrontacion-y-el-dialogo&catid=66:testimonio&Itemid=65
[6]
MONGE Carlos.. https://www.youtube.com/watch?v=L36_LC5KOK0
[7] Premisa
que obedece al determinismo político de las actuales teorías de la
conspiración, donde un diseño o una fórmula de ingeniería social es presentada
con tanta publicidad que pocos son conscientes de los efectos perversos reales
que conllevan…
[8] Boaventura De Sousa Santos.
Conocer desde el Sur. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30502120
[10] El caso más mediatizado lo
representa la autocracia cuasi mafiosa del Presidente Regional de Ancash César
Alvarez, quien ha montado un aparato de poder privado sobre la arquitectura
institucional de Ancash, para controlar sin resistencia los recursos del canon
de la región.
[11] En Madre de dios el desgobierno
que ha causado los grandes intereses de la minería informal, ha fracturado a la
sociedad selvática alterando los medios de vida y el ecosistema.
[12] Estas ideas son un desarrollo más
institucional de los presupuestos antropológicos que se dejan leer en las
propuestas sobre la cultura actual de Gonzalo Portocarrero y Juan Carlos
Ubillúz, en los textos “Los rostros criollos del mal” y “Nuevos Súbditos”
[13] MATURANA
Humberto. “La auto-poiesis es una peculiaridad de ciertas
máquinas homeostáticas, donde la variable fundamental que mantienen constante
es su propia organización” http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/12/gibert.htm
[14] Expresión de reordenamiento del
poder global enunciada por primera vez por Georges Bush, y luego por líderes
principales del mundo. Su análisis corresponde la texto de Tony Negri y Michael
Hardt, llamado Imperio y al guión de la película: “La guerra de las Galaxias
Episodio III. La venganza de los Sith”
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