El ajedrez, Lasalle y otras energías…
A mi me gustaba el ajedrez desde muy guagua. Me lo
regalo un tio militar que había luchado en la guerra anti-subersiva, y quien al
ingresar a sociología me regalo un lote de libros rojos, todos confiscados a
los cumpas. El me enseño los rudimentos, y con mi hermano menor jugábamos,
cuando no nos dejaban romper las lunas de la puerta con la pelota. Con el
tiempo lo jugaba con amigos del barrio, y ganaba varias veces, pero a ellos les
gustaba la timba, y las damas chinas. Una vez lo jugué en colegio en un torneo
improvisado y casi lo gano, sino fuera por mi pata Zegovia que sabia de
defensas y estrategia.
Cuando me llevaron al palacio de
los curas de Lasalle, la selección en aquel tiempo había perdido a tres de sus
mejores jugadores, que ya exescolares, habían partido a estudiar en Norteamérica.
Uno de ellos fue el mítico Natividad del Carpio. Un joven de quinto año que era
tan genio, que la Universidad del Pacifico no podía con el. Lo mandaron becado
a los Yunaites, y según se ahí se quedo ganando un chupo de plata. Recuerdo
cuando me acerque a sapear a los ajedrecistas luego de las clases, que esos
tres tigres llevaban su tarea a los torneos, y se ponían a jugar apuestas con
sus compañeros a ver cuanto duraba el contrario.
El maestro era el profesor
Oblitas, un ajedrecista condecorado que por aquellos años se batía con Granda,
pero este no tenía rivales. Ahí conocí a mi Pata Pacheco, un genio, pues era el
primer tablero, y luego otros dos amigos de bases menores que eran también muy hábiles
en ataque y defensa. Había también un chibolo, no me recuerdo el nombre, que le
jugaba de igual a igual al profe, pero tenia 11 años, y un cegatón el que su
madre además del ajedrez, lo llevaba a aprender piano, y natación.
Ingrese como jugando al grupo y
como habían vacantes el profe Oblitas me tuvo paciencia. Ya me habían botado de
la selección de futbol por argolleros, y porque un dia, inspirado les di un
baile con el equipo B. El profe
Carrillo, un zambo buena gente que me tapo una pelea que tuve con su nueve, un
tuco pendejito, que no le gusto que le hiciera el reloj, me saco del equipo, y
me aconsejo que probara otro deporte. En los recreos me llevaba hasta los
mejores defensas de esa selección, pero como el medio era malo para el futbol
que practicaba, callejero y sin táctica, fui perdiendo la chispa. No me gustaba el baloncesto, pues no era alto, ni
tampoco el vóley, bueno porque era un niño machista, entonces decidí probar suerte
en el deporte ciencia.
Me acuerdo que de tanto practicar
ya tenia algo de nivel, y siempre me iba a la plaza Francia donde hacia un poco
de platita, y me tomaba unos cañazos con los tios, que de eso vivían, y de
vender unos libros de partidas monumentales de los grandes maestros. Ahí conocí
las historias del ajedrez romántico de Alekhine y Capablanca hasta, Kasparov y
Karpov. Me gustaba las historias alrededor de las partidas y como de anécdotas salían
los ataques y las defensas, en especial los gambitos y el sacrificio de piezas.
El profe vio que era bueno para el ataque, asi que me enseño como hacer celadas
y trampas, y me especializo en la defensa holandesa, y en la partida de reina.
Siempre me decía gana el centro, y anula a la reina, ganas material y
simplificas y en la final ganas por ahogamiento. Si le das jaque mate, usa el
gambito Evans, o la defensa india….
Bueno de casualidad lo hice
ingresar a mi hermano que si había podido ingresar a la selección de futbol,
pues desde el barrio era un perro de aquellos, solo que ahora mas fuerte y técnico,
pero salió al año siguiente, porque no nos daban de comer, y porque el
estaba empeñado en competir a todo nivel
con los genios de su base. Y lo hizo, los tres años que estuvo primer puesto.
Ese cenizo siempre se me pegaba a mi, pero cuando lo dejaba para ir a la playa,
o a meterme por los bares de Breña a jugar timba, se molestaba conmigo. Lo entendía
y lo protegía,, cada vez que algún abusivo se metía con el.
Los torneos iniciaron y nos
llevaban en una custer a todo lujo, pero ni agua había. El subdirector me
hablaba con afecto pues sabia que también era aplicado en mis estudios, pero
siempre en son de expulsarme del colegio me recordaba las peleas que había tenido
con los tucos a los que el director y los hermanos a solapadamente protegían.
Claro el herma no Alberto no sabia nada de esto, pero estaba con los brazos
cruzados. Siempre íbamos al Colegio Inmaculada en Monterrico Surco… Era un
colegio de ADECORE grandazo y espacioso, con su propio zoológico, y era mixto, razón
que me llamo mas la atención, pues comparada con las nenas de Santa María o del Carmelitas, estas chicas eran de alta sociedad, y eran unos amores. Jugábamos en el comedor del colegio. Un salón
enorme con mesas y tableros de ajedrez. Yo era cuarto tablero, y Pacheco de mi
generación era primer tablero, y luego Luis, creo, y otro amigo eran el segundo
y tercer tablero. En esa época ya Lasalle no contaba con buenas selecciones, y
las mejores eran el Salesiano, y
Claretiano. Recuerdo que el primer año que jugué peleaba las partidas,
pero me ponía algo nervioso, y de diez partidas gane cinco, perdí cuatro e hice
tablas con un moreno al que le propuse jugar pelota si salíamos de ahí.
Se quemaba cerebro. No era cosa
de una horita. Ahí se podía estar hasta seis horas craneando como destruir al
adversario, o entrampar la partida si el que tenias al frente era un lobo. Me
acuerdo que salía de la partida con la cabeza caliente, y siempre apuntaba mis
juegos para mejorar. El profe Oblitas me felicitaba cada vez que salía, pues
nunca me rendía aunque no sacara el juego adelante. Los que si la tenían yuca
eran pacheco y Luis, pues jugaban con unos cracks. Los llevaban hasta finales,
y con reloj en la ultima hora perdían por calidad. Una vez nos toco jugar con
el Claretiano, y me pusieron al numero dos de cuarto tablero. Le temían a Luis que había demostrado mejores
condiciones para el ataque, y el Profe me dijo entrámpale la partida. Y eso
hice. Era gracioso tras seis hora se juego de posiciones nuestra mesa jugaban
los cuatro, Y Pacheco se rascaba la mollera para saber como ganarle al mejor de
Claretiano, que mas se acomodaba su corte hongo, y se lucia con mi pata. Esa
lucha quedo dos a dos, Pues Pâcheco perdió en finales, y el segundo y tercer
tablero ganaron sus partidas con sorpresa, y yo que ya estaba viendo a Laura
Bozzo calata, me `pusieron el reloj y el rival me destrozo con sacrificio de
reina, en el que no tenia chance y me ahogo el rey. Me dio la mano y dijo
gracias por quemar pestañas conmigo.
Esos dos años que jugamos no
quedamos tan mal, la cosa siempre era
entre Salesiano, Claretiano y San Agustin. Esa noche ya fuera del comedor el
rival con el que había perdido, apellidado Belmont me invito a su casa de
`playa en San Bartolo, pues en la partida le había causado gracia unas anécdotas
que contaba sobre Barrios altos e historias de fantasmas. Me dio la mano, y me
dejo su fijo para que lo llamara para cualquier motivo. Recuerdo que le tome la
mano, aunque esa es otra historia en el sur hacia fines de los años 90s.
Al dejar el colegio me empile
tanto con el ajedrez que no iba a la academia para nada. Solo iba a los
simulacros y las pruebas de los jueves. Y alguna que otra clase de historia o
de literatura que si etan bien divertidas. Estudiaba por mi cuenta, y como ya
tenia nivel por los genios de mi tiempo en Lasalle, me la pasaba en Wilson
jugando Mario Bross, Teken, autos de carrera, o me metía a las discos de la
Calle 8 y la ramadita, que por aquellos años eran lugares tranquilos, o si no
tenia centavos en el bolsillo jugaba con los tios de la plaza Francia y me
ganaba algunos centavos,, que me servían para comprar mas libros de razonamiento
matemático, y novelas de autores europeos que ya no habían en la biblioteca de
Lasalle. M e acuerdo que solo me quedaba en clases de la ADUNI por la
invisible, o porque iba detrás de una blancona de otras secciones a la que había
conocido en la calle 8 y me gustaba reteharto. Me salía porque no me gustaba
escuchar para nada el criticismo y la propaganda de los comunistas de esa
academia. Aunque enseñaban bien y por esos años era la mas solicitada junto con
la Vallejo, me salía y prefería estar vagando por Tacna, y Colmena conversando
con los locos, y los menesterosos y saber cuales eran sus historias
Cuando ya ingrese a San Marcos
luego de un repaso en Pitágoras, donde conocí a una morocha a la que hasta los profesores la silbaban, tipo
Azucena del Rio. Me dedique solo a estudiar y observar el desarrollo de mi época.
Pero lo mejor que pase en ese veranos ya rememorando a la Invisible, a la cándida
y núbil amor de mi juventud temprana, eran los paseos a la playa y a Zarate con
esa morocha, que valgan las verdades era demasiado seductora para ir de la
manito conmigo, pero ella estaba ahí siempre melosa e incondicional. No se que me veía, pues ya
por esos años tenia reacciones cercanas a un gran peso que me atormentaba el espíritu,
y ella era alguien que no merecia enamorarse de un hombre que llevaba ya el
fuego de la venganza en la mirada.
Un sábado antes del examen estuvimos juntos en
intimidad con ella, y Lorena me prometía compromiso y que siempre me iba a visitar. Sentí su amor, con toda su
piel aferrándose a un fantasma que buscaba algo que no entendía por aquellos
años, y lo único que hice ya vacío por dentro, fue vestirme y dejarla ahí sin
palabras. En la calle supe que no era una mala persona ni ella ni yo, pero un
hambre de poder y de conocimiento ya estaban en mi sangre. Recordaba mis amigos
empobrecidos de Barrios Altos, los desprecios de la elite hacia los pobres,, y
los comunistas metiendo odio a lo jóvenes y hablando mal de los lumpen es, de
mis orígenes. Me di cuenta lo que tenia que hacer, pero confundí por muchos
años la justicia con la idea de cambiar el mundo con la fuerza de la violencia,
cuando al conversar con algún niño o niña en la calle, o darle un pan a un
anciano abandonado, era otro el sentimiento que me definía, pero no me daba
cuenta. Estaba recontra-ciego, pero esa energía latía en mi y fue creciendo,
como un sol interno. Solo en la selva entendí quien soy y lo que tenia que hacer…..Solo
contagiar cosas.
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