1. Porque la ley al impactar en el proceso de socialización de las personas desde que son niños/as se comporta como un espacio de restricción mas que de regulación de la vida que empieza a crear.
2. Porque nuestra legislación se construye a espaldas de nuestras heterogeneidad estructural. En vez de ser un espacio de articulación entre la ley urbana y las legislaciones más tradicionales y comunitarias se comporta como una ley represiva que cohíbe el desarrollo y la plasticidad de la cultura peruana.
3. Porque en vez de extraer su validez o legitimidad de la observación acuciosa de la cultura, siempre la ley es la mirada y el comportamiento costumbrista de la gramática criolla que nos domina, y no deja la integración nacional.
4. Porque a nivel del Estado la legislación es un entramado abstruso y complejo de dispositivos y procedimientos que permiten la reproducción legal de los organismos privados, pero que a la vez cohíben y bloquean la aparición y acumulación de nuevos agentes económicos.
5. Porque la ley no es la expresión concordante de un pacto social entre las diversas nacionalidades o culturas que subsisten en nuestro territorio, sino una camisa de fuerza que ayuda a imponer una socialización hegemónica que mantiene en el atraso y en la ley de la violencia fundacional a casi todas nuestras culturas nacionales.
6. Porque la ley tal como ha sido construida no atisba quien la aplica un negociador preocupado en defender los intereses nacionales, sino un aprovechador de las brechas de la ley en clave corrompida.
7. Y por último no confío en nuestra legislación porque se ha proyectado como un rezago hegemónico y conservador de una cultura recalcitrante que no deja que lo nuevo, que el espíritu novísimo de estos tiempos se encarne en ley. Hasta estos tiempos la ley es el momento represivo y abstinente de una mentalidad que tiene miedo al cambio, y que es profundamente vergonzosa de su sensoriedad.
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