Ángeles y demonios. La toma del 2000. Proceso y análisis social de este evento.
“Si la juventud se libera, libera a la izquierda de sí misma…”
Anónimo
Este escrito fue diseñado con
el ánimo de quien recuerda una época llena de júbilo y liberación. Aunque el
redactor de estas líneas fue un testigo y actor invadido por la marejada de
controversias e ideologizaciones que acontecieron, a lo largo del tiempo ha
podido crearse una lectura desprejuiciada de aquellos tiempos llenos de
promesas y vacilaciones. Lo que ha movido al escritor a contar estos episodios
ha sido un intento de explicar lo que significo la toma del año 2000 para
nuestra generación, y que papel cumplieron los estudiantes movilizados en el
contexto de degradación y desmoronamiento del Fujimorismo. Creo con la
objetividad de la experiencia que en ese evento histórico se jugaron cuestiones
que la efervescencia y la febril actitud doctrinaria no consiguieron hacer
visualizar con propiedad, y que fue no haberse sabido mover más allá de las manipulaciones
a la multitud para lograr y concatenar ciertos intereses ocultos, lo que hundió
en la ignominia y en la estigma de la desautorización a toda una generación que
en cierto momento del calor político discutió e imaginó un presumible recambio
generacional y una nueva institución universitaria. Es en texto que versa sobre
una visión hoy olvidada o severamente corroída por la descalificación de los
activistas de la democracia que no sólo ganaron el sentido común de las
organizaciones juveniles posteriores, sino que se atrevieron a cambiar la narración de lo sucedido en función de su
crecimiento político particular.
Lo digo con el ánimo de una
conjetura polémica: fue la ceguera estructural que ha caracterizado al
movimiento estudiantil a lo largo de su gestación y desarrollo, es decir, la
incapacidad para verse con los ojos de la autonomía, con una visión de sí
mismos, y por el contrario verse a través de las representaciones políticas e
ideológicas del patriarcado político que caracteriza a la izquierda desde sus
orígenes, lo que ocasionó que perdiéramos la oportunidad y el rumbo como
generación para remover falsos dioses y dogmas, y hacer todos los cambios que
el proselitismo de la Reforma universitaria y la endiosada lucha de clases
pregonan hasta hoy en día. No sólo se perdió el control de toda la energía
histórica que el desprecio al Fujimorismo había despertado – como producto del
daño social que había ocasionado al país y en específico la universidad
pública- sino que además se desaprovechó la posibilidad de que toda esta
energía volcánica diera a la juventud un trato diferente que la habitual
subordinación y moratoria generacional que se recoge aún en los partidos; y por
consiguiente, iniciar la construcción de una visión renovada del país desde la
juventud para la izquierda.
Suelo ser sincero. Era
imposible que esa generación capitalizara todo lo que aquellos debates
encendidos y concierto de enfrentamientos discutían, por la sencilla razón que
de que haber llevado a la practica concreta aquella lucha hubiera significado
colisionar con los verdaderos intereses políticos que vivieron escondidos
durante toda la historia que narro; intereses que fueron obviados para suerte
de los titiriteros y que de haberse descubierto hubieran desencadenado la
lectura indignante de que todo era un circo orquestado y que las demandas de la
juventud politizada no interesaban a nadie. Sin embargo, el modo apasionado y
que para muchos ese localismo universitario luchaba por objetivos más allá de
los problemas de la facultad de ciencias sociales, y que se luchaba en contra
de las mafias sectarias del Fujimorismo, surtía la necesaria adrenalina para
amenazar toda la real estructura de componendas y clientelismos que ha
caracterizado a la política universitaria por décadas, sólo con la eticidad
política de la protesta y de la creatividad cultural que siempre ha atravesado
la juventud política.
Nadie visualizó o nadie quiso
visualizar que el verdadero adversario a los estallidos de emancipación y
justicia que acontecieron en varias facultades de la universidad, no sólo era
la clase política mafiosa que había capturado el Estado, y por ende había
desbaratado a sus enemigos en la universidad, sino el punto al cual se debió
dirigir con radicalidad era a toda una generación iconoclasta y anquilosada que
venía desde los 60s y 70s, que en ese momento se desnudaba en sus
contradicciones internas por el control del poder de la universidad; y que
utilizó estos hechos de emancipación estudiantil para justificar el
desplazamiento político de los que gobernaron la universidad para Fujimori y
Montesinos. El problema no era sólo un grupo autoritario que administró la
universidad para la mafia, el problema real era que toda la estructura política
que se montó desde los años faústicos de la izquierda política, que sirvió a
distintos líderes en relación a sus recursos y sus espacios de reclutamiento en
distintos momentos de la historia y que se mantuvo intacta, y que de alguna
manera siempre adoctrinó y utilizó las energías juveniles para sus intereses
personales y violentistas en las diversas facciones.
Si en cierto modo me ubico en
este momento de fines del año 2000 es porque pienso a ciencia cierta que en los
pregones de esta generación, sobre todo de las figuras más radicales y
creativas pudo generarse una ruptura generacional que significara el inicio de
la muerte de una cultura política prebendista, patriarcal y clientelar que
tanto daño le ha hecho y le sigue haciendo a la universidad pública. El asunto
es que tal ruptura no fue concretada no sólo porque tal energía colectiva de la
avanzada juvenil fuera utilizada vilmente, sino por tres razones estructurales
que señalaré extensamente a continuación:
1. Un
primer argumento por el cual no se produjo tal ruptura fue porque la fuerza
desbocada que se liberó se enfrentó a ciertos intereses políticos que
necesitaban la expugnación de la universidad en el ajedrez político de la
política más macro a nivel nacional en ese entonces. El haber sólo apuntado a
que el problema era sólo la administración de Medina y compañía y no la
confrontación oscura de ciertos aparatos partidarios de antigua data como el
PUM (Partido Único Mariateguista) y las tendencias del FER (Frente estudiantil
revolucionario) setentero que gobernó la universidad para Fujimori y que se
enfrentaron, es lo que no deja ver que se estaba manipulando al movimiento
estudiantil para legitimar la ascensión posterior de los profesores del PUM en
el gobierno de la facultad. En cierto momento algunos elementos probos (“Tontos
útiles” en boca de algunos “chacales” que abundaban) visualizaron este ajedrez,
y en ellos recayó la politización de la toma del 2000.Muchos de estos jóvenes
habían ingresado en el año 1998 y poseían un nivel de compromiso y de praxis
política distinta a la de anteriores promociones, elementos que se adhirieron a
las tradiciones de la política de la facultad, pero que pronto colisionaron con
estas motivaciones a medida que el contexto se politizaba.
Pero
el adversario era un aparato mañoso y con más experiencia que supo difundir que
la fórmula de la lucha era entre dos clanes políticos, con sus respectivas
correlaciones en las organizaciones juveniles de aquel entonces, Integración
estudiantil, el FER, JP (Juventud Popular) y Colectivo Amauta y no la refrenada
lucha de generaciones que pocos se atrevieron a plantear. Haber planteado
correctamente esta lucha hubiera significado dotar al movimiento estudiantil
posterior de una disposición institucional y una cultura política de nuevo cuño
para conseguir la reforma universitaria a través del recambio ideológico y de
talentos. Pero la historia que aconteció fue que al no haberse producido esta
ruptura generacional se desestructuro el poder real del estudiantado a
posteriori, reforzando el poder de los operadores y clanes políticos de toda la
vida que han penetrado las conciencias de la juventud organizada hasta estos
días. Yo diría incluso que este no recambio generacional ha permitido el
deterioro académico de la UNMSM y la vuelta irrefrenable de los remanentes del
antiguo PCP- Sendero Luminoso en el seno de esta
casa de estudios.
2. Un
segundo elemento que se desprende de lo anterior es que no se produjo esta
ruptura generacional, por lo menos en la UNMSM, o nadie lo supo plantear porque
en el seno del movimiento estudiantil surgieron malos operadores con las mismas
prácticas y costumbres divisionistas de siempre que frenaron los aires de
cambio social del movimiento en función de los intereses políticos que se
cocinaban. Por lo menos en los recuerdos que tengo y de muchas conversaciones
que he tenido al discutir estos hechos idílicos en los años anteriores habían
surgido ciertos colectivos y fuerzas juveniles (Colectivo Amauta, Integración
estudiantil, Voz comunista, Juventud Popular) y el siempre presente FER que le
plantearon cierta oposición a las autoridades fujimoristas de la facultad y en
otros escenarios con marchas y actos de protesta.
Pero
la cosa cambia cuando irrumpe el movimiento estudiantil organizado frente a las
manipulaciones descaradas del Tribunal Constitucional por obra de la pandilla
Fujimorista para obtener el pase legal a la segunda reelección de Alberto
Fujimori. La indignación eticista de estas organizaciones juveniles con multitudinarias
marchas de protesta desde el año 97, pero con más protagonismo en los años 98 y 99 le dan cierta fuerza al
actor juvenil como único agente social serio de oposición a la dictadura. La
mayoría de opositores democráticos estaban neutralizados o calculaban, creando
en el imaginario de la sociedad civil un cambio de espíritu y de actitud cívica
en la juventud descreditada por los hechos de la pasada violencia política y
por su posterior apoliticismo y apatía individualista frente al futuro de la nación. Tal vez esta
unificación política de las juventudes disfrazó los severos antagonismos que
enfrentaban al FER, Integración estudiantil, JP y el Colectivo Amauta (este con mayor rango
de acción) quiebres que se evidenciaron cuando los hechos de la toma del 2000
fueron capitalizados a favor del sector de profesores a fines al PUM, con el apoyo del Colectivo
Amauta, siendo parcialmente resistidos por JP y el FER (este último por su
ambiguo apoyo antaño a Sendero Luminoso en la universidad de algunos cuadros
que apoyaron la disidencia) Puedo decir que el problema que evidenciaría las
manipulaciones de los operadores en varios de los bandos fue que la
organización de la toma recayó en simpatizantes que no militaban con frecuencia
en estos bandos, sino en actores jóvenes aislados que asimilaron, creyeron y
actuaron en función de un tiempo de politización – desprecio a Fujimori- y
porque llevaron a la acción todos los idearios que los colectivos juveniles más
organizados no se atrevieron a ejecutar, por cálculo o porque sabían que
algunos “tontos útiles” lo harían por ellos.
De
cierta manera este mal cálculo se dejaría notar cuando las decisiones políticas
que se tomaban en las asambleas encontraban no el canal de los grupos
partidarizados u operadores infiltrados en las manifestaciones, sino la fórmula
democrática de las reuniones de base, donde todo era informado, discutido y
actuado, y por lo tanto, el poder carismático de cálculo político no servía o
era desnudado, creciendo o surgiendo líderes
nuevos que profundizarían la politización que se vivía en la Toma del
2000. Sostengo que este asambleísmo y gremialismo desmedido neutralizó los
descarados arreglos y componendas que se dieron en este tiempo, cargándose de
desaprobación y de estigma a los tradicionales líderes políticos en nombre de
los cuales se hizo el trabajo de organizar, meter basura en el decanato en
bolsas con las caras de Fujimori y Montesinos - ¡que tal arreglo desde fuera!-
bloquear las salidas con carpetas y exponer ciertamente el pellejo, pero que
supieron capitalizar las consecuencias de la toma. Esta privatización de ciertos arreglos,
manipulaciones en las discusiones de las asambleas y sobre todo por la
aparición de ciertos operadores dirigidos desde fuera por el Toledismo y las presiones
de las fuerzas del PUM (Foro democrático, etc.), es lo que enervó los ánimos de
estos líderes de base y de otros grupos académicos más honestos que surgieron,
que colisionarían con los intereses ocultos que se cocinaban, pero que no
poseían la fuerza de un aparato organizado para reorientar una toma que se
desinfló al paso de las cuatro semanas que duró (desde fines de Octubre a
mediados de Noviembre del 2000).
Mucha
de esta gente socializó la aparición de una cultura política democrática de nuevo
cuño, y fue desertando de la organización que se fue tejiendo, cuando visualizó
con cierta sensatez que eran usados, cuando vio que nos enfrentábamos entre
amigos, pero que dio su respaldo político a los intentos organizados que darían
su expresión política en las elecciones del año 2001. Luego de este recorrido
puedo conjeturar que la coacción política de la toma de ciencias sociales, por
obra de los titiriteros de siempre y por sus leales en las organizaciones
juveniles, que se ganaron mi aprecio al principio y luego mi reprobación dieron
un golpe de muerte al movimiento estudiantil posterior, no porque este dejara
de existir en intensidad sino porque seguirían subordinados a esquemas mentales
e ideológicos de organización y de acción política que no pueden plantear
verdaderamente un recambio de generación, y que sirven a los intereses de la
generación de los 70s, que ya no es ni revolucionaria ni una opción política y
social. El problema es que las juventudes no quieren darse cuenta a pesar del
cinismo y la corrupción social que nos acecha, de la atrofia de esta cultura
política, debido a un elemento que señalaré a continuación.
3. Parecerá
duro lo que digo, pero creo que un tercer elemento soterrado pero que es muy
fuerte, y que ha garantizado el patriarcado de 50 años y que a ciencia cierta
no deja lugar a la autonomía mental de las juventudes es la creencia idólatra
en cierto estilo de marxismo que se concibió en los 60s y 70s. Como lo he dicho
en otros ensayos que he publicado, es la creencia dogmática y hasta ciertamente
ingenua en una lectura del país incompatible con él, y en una guía para la
acción inapropiada desde sus orígenes para lograr el cambio social, lo que no
permite la tan necesaria ruptura generacional y, por lo tanto, el nacimiento de
un pensamiento social y un horizonte sociocultural y práctico adaptados a las
alteraciones estructurales y a los nuevos valores que han surgido en los
últimos tiempos.
Es la
conservación de este ethos decimonónico y escolástico, la pésima articulación
cultural y teorética que demuestra desde siempre con las organizaciones de base
social y movimientos sociales –arrogándose la representación de sus aparatos-
lo que ha bloqueado desde siempre la consecución de sus intereses originales. Y
saben porqué?. Debido a que todos estos estilos de organización espartaqueana,
estos esquemas que han enfatizado el descontento y el asistencialismo; todos
estos idearios que moldean líderes y creencias en impracticables utopías, han
despreparado y atrofiado toda posibilidad de que la multiplicación y producción
de subjetividades alternativas que se dan en las culturas populares y en sus
manifestaciones en la calle, alcancen y construyan un estilo de organización
social y de técnicas productivas más allá de la sola premisa de instaurar una
patria socialista, impracticable e incompatible desde todo punto de vista con
la complejidad intercultural y misteriosa de nuestro país.
En el
caso de la juventudes políticas es la conservación de este ideario que denuncia
la expoliación y la deshumanización como ideas fuerza, la que la has entregado
en diversos momentos de la politización del movimiento estudiantil a
desperdiciar sus fuerzas y talentos culturales en la sola protesta y
desobediencia pública como praxis política, creando la sensación de que
colisionan siempre contra un mismo muro al que no entienden no saben
interpretar. Es el mal direccionamiento de esta grandiosa creación de
subjetividad artística, cultural e intelectual que late en las juventudes, lo
que bloquea toda posibilidad da darle un sentido de recambio espiritual o de
institucionalización política y productiva de estos valores, que se practican
aún marginalizados y embrionariamente en sus organizaciones de avanzada.
Ver
con propiedad que el marxismo es sólo un instrumento social para conseguir
objetivos de igualdad social, de representación de las múltiples demandas de la
población y una herramienta para proteger a la sociedad desde El estado
domesticando al capital y forzar su necesaria redefinición social, ayudaría a
contemplar que la lucha en contra de la oligarquía, de su adictivo sistema
cultural de dominación y de toda su estructura de poder económico y política,
pasa necesariamente por desafiar también las formaciones político e ideológicas
que luchan en contra del capital, hoy neutralizadas. Porque el modo como sólo
recurren al violentismo y a la protesta social callejera sin tener bajo el
brazo una propuesta operativa y sistemática de país que vaya más allá del sólo
intelectualismo o pensamiento declarativo, enmascara a mi juicio toda una
empresa de poder de un grupo de interés que viene a lo largo de la historia
repitiendo la misma canción, consiguiendo algunas ventajas privadas y ocultando
bajo el cálculo y la veneración de la que son objeto la intención real de que
no les importa la revolución del país para nada.
Ahí
donde el cinismo y la componenda canibalizan a las fuerzas políticas
alternativas es necesario ubicar que el respeto que adquiere esta metafísica de
la revolución, llena de mandarines ociosos y retóricos se debe a que no hemos
podido hacer una crítica interna sesuda de su cultura crítica, que recibe no
obstante, el consentimiento adictivo de aquellos sectores de la base que no
saben verse más allá de este sólo ruido contestatario: las juventudes. Creo que
su autonomía se alcanzaría, el disfrute sin ignominia de sus valores se
lograría si es que consiguen edificarse una visión teórica y operativa de sí
mismos, de su rol y del país en el que viven alcanzando por ende toda
desvinculación del pésimo marxismo voluntarista que los define y moviliza,
salvando a la izquierda de sí misma.
Es
esta lucha generacional la que no se emprende por no saber atacar el orgullo
metafísico que envuelve a los sacerdotes, lucha que pudo obtener ribetes de
extraordinaria valía en la lucha en contra del Fujimorismo, pero que al
subordinarse a los fines del Toledismo, y tal vez actualmente al Humalismo, es
sólo un eco perdido que siempre sirve a intereses más pragmáticos. Si la
juventud se libera, libera a la izquierda de sí misma, esa es la premisa.
No obstante, haberme desviado
y extraviado en elucubraciones tan apasionantes más arriba, quisiera sostener
que la experiencia del movimiento estudiantil de los años finales de la
dictadura tuvo una singular expresión en la Toma del 2000 en Ciencias sociales,
´pues a pesar de que fue una expresión teatral bien montada eran necesario
hacerla por tres motivos de distinta magnitud entre sí:
1. A
pesar de que para algunos atentos observadores la facultad estuvo cogobernada
por estos dos grupos de profesores (unos en el pregrado con el decano Medina a
la cabeza, y otros en el postgrado con los profesores más ilustres alrededor
del PUM) se quiso presentar por sus operadores de que rivalizaban a muerte,
¡incluso de modo doctrinario!, cuando en realidad toda la vida a pesar de
ciertas disquisiciones teoréticas siempre se han puesto de acuerdo pues siempre
han temido la llegada de una nueva relación de poder que les arrebate su medio
de vida. Como expresión final de esta rivalidad para que nadie sospechara de
que estaba conversada la transición, y así darle legitimidad política y
presuntamente democrática al cambio de poder. El grupo saliente que es de los
que inconscientemente nunca se han
actualizado de modo teórico sabía que iba ser removida pero alguna otra
oportunidad tuvieron, como sucedería luego, y el grupo que ingresó, del PUM,
consiguió el control íntegro de la facultad aprovechando la relación de poder
que habían ganado sus intelectuales más visibles alrededor del antagonismo
político que venían ofreciendo desde algunas ONGs (Organizaciones no
gubernamentales) importantes al Fujimorismo. Era un salto cualitativo necesario
en su nueva condición, una ecuación que nunca eliminó a los sectores más cavernícolas
intelectualmente pero que era necesario para hacerse del poder de ciertas
facultades y ulteriormente del rectorado en el año 2001.
2. Una
segunda condición por la cual era necesaria la toma de la facultad era que para
que el Toledismo era urgente contar con focos de resistencia en la universidad
más emblemática del país; es decir, estallidos de libertad que desbarataran
posiblemente en cadena a Fujimori en relación al contexto externo. Aunque no me
consta, según conversaciones se que hubo más de una reunión fuera de la
universidad con personalidades del Toledismo, que en ese entonces polarizaba al
país con el asunto de las fraudulentas elecciones, y posteriormente con la
organización de la marcha de los cuatros suyos, y que absorbió en sus filas a las
coordinadoras universitarias y agrupaciones juveniles, que la terquedad del
régimen a caer despertó en la juventud. La toma de la facultad fue incluso
permitida por autoridades cercanas al Fujimorismo, ya que una esperable
restablecimiento del Fujimorismo hubiera presentado la represión a los
universitarios como actos de presunta subversión o terrorismo.
La
suerte para los estudiantes es que el Fujimorismo cayó y su régimen se
desmoronó con la publicitación de los vladivideos y la posterior renuncia de
Fujimori. Ya con esa puerta abierta era necesaria la facultad, y el gobierno de
la universidad, a través luego de la expugnación de los colegios profesionales
capturados por el Fujimorismo, para controlar clientelarmente el reclutamiento
de cuadros profesionales para el gobierno posterior del Alejandro Toledo.
Aunque estas son hipótesis que surgen de un análisis macro, no se puede negar
que muchos líderes juveniles le dieron mucha algarabía a los cambios que se
esperaban, y que sólo gente muy observadora y con cierta información pudo
deducir el real rol que cumplió esta toma del 2000 para la clase política y sus
contradicciones.
3. Una
tercera necesidad interna que cumplió esta toma es que era el evento perfecto
para la exhibición de favores políticos y de operadores astutos que se
infiltraron en las bases para granjearse ventajas personales. Aunque muchos de
ellos fueron expectorados por su cercanía y colaboración con los
profujimoristas de la universidad, varios de ellos los más carismáticos, los
que aparecieron de improviso en las comisiones, obtuvieron el control político
y la dirección de este movimiento, que nació, como dije de algunos elementos de
buenas intenciones en las bases, pero que no fue coaccionado por la represión
sino con el desgaste de la politiquería y el entrampamiento de las asambleas
que se prostituyeron, donde se vivieron los límites históricos de la juventud
universitaria y la penetración de mercenarios que siempre la han desarticulado.
Aunque
el trabajo social de esta toma sufrió el desgaste de la discusión y la
manipulación privatizadora no se puede negar que en cierto momento esta
generación a nivel de bases, y con problemáticas más o menos similares por
escuelas (seis escuelas profesionales: historia, antropología, sociología, geografía,
arqueología y trabajo social) pusieron en jaque, y desnudaron, por errores
infantiles de algunos operadores arrogantes los verdaderos intereses que
secuestraron la toma, desconfiando de estos arreglos y poniendo límites a la
participación de los profesores, incluso de aquellos que se presentaban como la
alternativa democrática. Recuerdo que muchas veces muchos de ellos iracundos
que intentaban mediar no se les permitía el pase a la facultad. No se si fue un
error llegar a esto, pero la verdad es que los límites de nuestro miedo y la
idea que recorría las discusiones de un cierto ánimo de amicalidad, alegría y
emancipación, de autonomía al fin y al cabo, nos mostraron el hecho de que
estábamos solos a pesar de las marchas que se organizaron hacia a fuera en la
avenida universitaria y en la avenida Venezuela, de la mediación de ciertos
líderes políticos que se apersonaron, la llegada de un fiscal y de la
defensoría que otorgaron garantías al evento.
No
deseo desfigurar lo que también viví pero esta cierta desconfianza se
desvanecería cuando se llevó a cabo el debate de profesores al interior de una
concurrida asamblea, y los profesores del PUM (César Germaná, Nicolás Lynch, y
el fallecido Carlos Iván Degregori) debatieron con el fallecido profesor de la
escuela de historia, Carlos Lazo, dejando en claro las posiciones en juego. La
verdad es que el mal cálculo de ciertos profesores o la aventura solitaria de
un docente como Carlos Lazo, sindicado supuestamente de senderista, dado que el
se esmeraba en confesarlo en sus clases, con ribetes de una gran euforia
filosófica, demostró el error político de los profesores salientes, pues los
estudiantes a fines al PUM lo tacharon de senderista, entre ellos
personalidades del Colectivo Amauta, cargos que desnudaron la poca sensatez de
ese tiempo y la habilidad política de los otros tres profesores para ganarse a
la asamblea. Ahí me di cuenta que la figura de lograr cierta autonomía frente a
la generación de los 70s se esfumó cuando maliciosamente se difundió que los
mil ojos del partido rondaban en nuestras multitudes. Aunque Sendero luminoso
no se hallaba presente, pues los “acuerdistas” – los que firmaron el pacto de
paz con el ejército- a los que nunca llegue a conocer estaban esperando la
democracia para salir al escenario político, mucha gente uso este argumento
para estigmatizar a los surgientes opositores al poder del PUM, que sólo
querían la autonomía del estudiantado y que se cumplieran los acuerdos que en
esa asamblea los docentes mencionados del PUM, cogieron con beneplácito, y por
lo tanto, no merecían los cargos criminalizadores de subversivos o algo
parecido.
Como saben, debería hacerse
una novel de estos hechos, pues este período de la universidad sacó a relucir
las bondades y miserias de muchos amigos. No sólo la ideología y la política
mostraban un rostro poético, comunitario y juvenil, sino que en este espacio
político como fue la facultad de ciencias sociales se puede conjeturar que
vivimos en poco tiempo la creación de una nueva espiritualidad democrática
negada y aplastada por los olvidos y pesadillas que significa ser un joven o
una joven de izquierda en el Perú.
Pero como narro de modo general,
con los límites de mis memorias y tal vez de mi posición política, es necesario
saber como surgió esto. Sólo recuerdo que en los antecedentes a esta historia
la facultad vivía despolitizada y sólo se sabía del accionar aislado del
Colectivo Amauta y del FER, y de ciertos operadores políticos a fines al rector
fujimorista. Los militares que custodiaban la universidad se habían retirado el
año 98 y la comisión interventora la tenían fácil pues el individualismo de las
juventudes de los años 90s y el golpe que había sufrido el movimiento
estudiantil con la represión a la infausta violencia política, pintaron un
joven secuestrado por la desorientación y la apatía. La cosa ciertamente
cambiaría cuando tímidamente se buscó recuperar el control de los gremios, es
decir, los locales de los centros de estudiantes, a través de las elecciones en
cada escuela y lentamente se iba planteando la necesidad de reactivar el centro
federado. El decano temeroso de que se quebrara su poder cerró el acceso a los
locales de los centros de estudiantes, preparando el camino para la lenta
politización de la facultad, aunque todavía la efervescencia de los reclamos
estudiantiles en el nivel macro de la política no oxigenaba sus entrañas. Se le
prendió más fuego a la pradera cuando se
produce insólitamente la primera toma de universitarios en la Universidad
Nacional Federico Villareal en su local de la Avenida Colmena, toma que fue observada por ciertos líderes y
simpatizantes.
Aunque no se a ciencia cierta
como surgió esta idea se que nació al interior de un grupo minúsculo de
activistas aislados que discutió y pensó la posibilidad de organizar algo
grande, idea que ganó adeptos y que fue informada a los delegados de las bases
buscando el consentimiento de estas, y así cierta protección en base a la
publicidad. Por lo tanto, esta información que no supo ser mantenida en reserva
alertó al decano y lo libró de la ignominia pública. Recuerdo que a pesar de no
haberse hecho público el respaldo a los operadores de la toma del 2000 por obra
del FER, ¡vaya sorpresa! Del Colectivo Amauta, el grupo que se autotitulaba
como alternativa democrática, este se ejecutó en viernes último de Octubre del
año 2000, en medio de la zozobra, de los cálculos políticos y de emociones
encontradas en una multitud que presenció todo como si fuera un lindo
espectáculo.
Recuerdo que varios líderes
importantes estaban rondando por ahí dubitativos y nadie absolutamente nadie
anunciaba el inicio de las hostilidades. Fue un grupo de organizadores los que
trajeron las bolsas de basura pintadas con el rostro de Fujimori y Montesinos,
y subieron al segundo piso en medio de la multitud que se agolpaba, empezando
la convocatoria a la asamblea general, y el descenso por la rampa de la
facultad al decanato cuyas oficinas lucían cerradas. Recuerdo que alguien
rompió los vidrios de unas de las ventanas y metió la basura provenientes de
estas simbólicas bolsas por el agujero aperturado, iniciándose luego de este
hecho el bloqueo de las entradas y salidas principales con carpetas de las
aulas, en cuyo trabajo participaron varios estudiantes de base, sobre todo de
la escuela de historia. En ese mismo momento algunos miembros de las últimas
bases de sociología y de antropología, pertenecientes al FER, rompieron el
candado de la puerta de ingreso a la azotea y la tomaron durante la toda la
toma, por orden del Foro democrático de ese entonces, para darle un matiz
militarista al acontecimiento. Asegurado el terreno se procedió a la
realización de la asamblea general, y a la organización de las discusiones por
base, sistema que neutralizó el negocio de los operadores políticos, y que
democratizó la insurgencia de nuevas figuras que poco a poco de un matiz de
mero apoyo y seguridad interna cobraron cierto protagonismo, colisionando con los
intereses particulares y las manipulaciones políticas de que era objeto la
asamblea.
En la primera noche en medio
de la curiosidad general se quedaron alrededor de 150 personas, y recuerdo que
ante el peligro que significaba el Fujimorismo aún, se discutió ridículamente
la necesidad de una estrategia de evacuación, y de arrojar carpetas desde la
azotea en caso fuéramos reprimidos por una intervención policial, pero tal cosa
no sucedió. Es de mencionar que a varios amigos la asamblea se les encomendó
subir piedras a la azotea en caso nos desalojara con represión la policía, en
medio de un clima de aprovechadores que usaban los espacios de la toma para
beber a sus anchas y fumarse un porrito de paso. Ahí donde había cierta
esperanza había estupidez y como no reconocerlo cierta inmadurez. Recuerdo que
el representante de los estudiantes de Geografía se apersono con una delegación
a la facultad y al medir de qué trataba la cosa en realidad se retiró
protegiendo a su escuela.
Sólo recuerdo por respeto a
esta época que los debates se entramparon en temas trillados, en infantilismos
y ambigüedades, que fueron bajándole las revoluciones al asambleísmo imperante
siendo capturada el control de las decisiones por grupos y sectas que
capitalizaron en provecho suyo las ventajas ganadas por la toma, culminando
esta en un espectáculo festivo bochornoso y lamentable. Ya que aparentemente el
respeto a lo acuerdos se había ganado de boca de los profesores ingresantes se
procedió a levantar la toma y a reanudarse el dictado de las clases,
interrumpidas por la toma, y se prosiguieron las escaramuzas en las reuniones
del consejo de facultad transitorio en verano del 2001, a cuya cabeza la
presidía el profesor César Germaná.
La aparente calma lograda con
los acuerdos originales que buscaban medidas muy generales para restaurar la
calidad académica y organizativa de la mellada facultad, se fue erosionando
cuando el decano transitorio y ciertos profesores cercanos fueron negando la
ejecución de los compromisos pactados, cayéndose las sesiones en
enfrentamientos y discusiones sin punto de convergencia con los representantes
estudiantiles, procediéndose al retiro de la escuela de Historia, y
posteriormente a que los representantes de las demás escuelas sorpresivamente
apoyaran al decano, luego de estar en desacuerdo originalmente con su política
que desarticuló todo lo ganado por el movimiento estudiantil. Aunque este hecho
no concitó la reprobación pública al iniciar el año académico 2001, pues muchos
estudiantes ya se habían acomodado, se alzaron sin embargo, voces de protesta
en varias bases de Historia, Arqueología, Trabajo social principalmente, vacíos
de disconformidad aislados que accidentalmente le darían una forma política a
este descontento iniciando la conformación de listas para las elecciones
democráticas por el tercio de la facultad.
Muchas de esas figuras
recientes unos más directos que otros apoyaron a la lista de Reivindicación
Estudiantil, configurándose las otras opciones políticas alrededor de
“Construir” lista del Colectivo Amauta, la lista de JP, y los grupos cercanos
al FER que no alcanzaron a formar una lista. Aunque eran sólo algunos
integrantes los que idearon la campaña de reivindicación y sus propuesta de gobierno pronto el aura
ganado por defender los intereses de la juventud en la toma del año anterior le
fueron proporcionando al pequeño movimiento de colaboradores y simpatizantes
que iban expresando su apoyo a la lista, aunque ciertamente muchos de ellos
calculaban en ambos frentes. Una noche se hizo una de las reuniones generales
de la lista, y recuerdo la sorpresa de las otras agrupaciones al ver un grupo
nutrido de aliados de varias escuelas que acompañaban a los principales
dirigentes; hasta entonces en teoría la lista del Colectivo era la que sin esfuerzo
debía ganar esas elecciones.
Al salir el FER debilitado y
JP (Juventud Popular) organizó una lista a parte sin mayor protagonismo, el
Colectivo Amauta aparecía como la principal fuerza política que debía darle en
teoría los votos necesarios al decano transitorio para ser decano oficialmente.
Los errores políticos del Colectivo Amauta al poner al frente de la campaña a
elementos alternos de sociología, antropología y arqueología, y no a sus
principales voceros, que no supieron aumentar su caudal político, debido a
severos malentendidos con Geografía (escuela que hasta ese momento se había
mantenido al margen, que poseía no obstante, cohesión interna y una buena
cantidad de fuerza electoral) y por dicho sea de paso por la soberbia y
confrontación en la que incurrieron al creerse ganadores con ventaja de las
elecciones de Mayo del 2001, es lo que involucionó su opción política y dejó
mal parado a la lista “Construir” su lavado de cara ante los alumnos
ingresantes –“cachimbos”- y público que insurgía. El lento trabajo proselitista
de bases de Reivindicación en Historia, trabajo social, geografía y en las
bases ingresantes unido al aura político que venía ganando al ponerse
curiosamente como una opción fuerte más allá del FER y del Colectivo Amauta, le
dieron los carteles lentamente de opción ganable, posibilidad que sin mayor
ayuda de propaganda, pero si de denuncia generacional calarían en el
estudiantado.
Aunque la estrategia razonable
fue ganar adeptos y edificar en base a la sinceridad y la propuesta por cada
realidad de las escuelas, un tercer elemento que le daría fuerza al movimiento,
cuando discretamente las opciones del FER que no hallaban lista fueron
expresando su aprecio por la opción de Reivindicación, legitimidad que
alcanzaría a JP – sin mayor opción y que buscaron una alianza con
Reivindicación- y que se dejaría notar en el debate de listas cuando los
errores gruesos de los exponentes de “Construir”, más la pequeña ayudota de un
miembro del FER – lista que no debió estar presente pues no alcanzó inscripción-
que se dedicó a bombardear al Colectivo Amauta, desnudarían ante un público
nutrido los severos errores políticos en que había caído el Colectivo Amauta y
operadores a fines al “quemarse” literalmente en la Toma del 2000. Un cuarto
elemento que no debo dejar escapar, es que se quiso criminalizar a la lista de
prosenderista, sobre todo a uno de sus miembros, ingresando en el último tramo
de la campaña en dimes y diretes en contra de Reivindicación que ayudaron a
victimizar a esta agrupación, y que fueron debilitando la opción de “Construir”,
perdiendo el debate de listas. Los miembros de Reivindicación Estudiantil no
habían hasta entonces, serio error político, deslindado de las crecientes
acusaciones que lo vinculaban como la verdadera lista del FER, o tal vez del
senderismo. Pero ello no era necesario hasta entonces porque esta ala
extremista de la política universitaria no estaba operativa o constaba de muy
poco arraigo en el movimiento estudiantil. Es de recodar que la reactivación de
movimiento de estudiantes de los 90s hasta el año 2000 era un espacio político
que negaba cerradamente al senderismo y que se movía sobre la base de los
valores democráticos; el senderismo estaba esperando volverse operativo con el
retorno a la democracia como finalmente sucedió, por lo que su apelación en las
rivalidades políticas de aquel año 2001 era una flagrante cacería de brujas.
Hay un hecho que debo narrar
por ser muy simbólico y porque sintetiza la modestia frente a la arrogancia de
esa época. Mientras que “Construir” hacia gala de su propaganda hasta en el
piso y en los servicios higiénicos, y de su “amiguismo” festivo, durante toda
la campaña los miembros de Reivindicación no contaban mas que con sus ingresos
personales para financiar sus actividades políticas. Como se necesitaba afiches
y una banderola grande que mencionara el nombre de la agrupación y su número de
lista se les ocurrió la modesta idea de llevar a cabo una popular “tamalada”
días previos a las elecciones generales, en la
entrada de la facultad. Aunque el hecho sencillo recibió las burlas
aristocráticas de ciertos estetas de “Construir” como algo “pacharaco” y
sumamente humilde – pues hasta uno de ellos se acercó a departir burlonamente
con sus antiguos camaradas- fue su pública soberbia al estar conversando con
alumnos de intercambio extranjeros sentados en el jardín del ingreso como si
fueran ciudadanos griegos, lo que le granjeo a Reivindicación de un signo de
cambio y de real democratización moral. Es de recodar este hecho pues hasta hoy ciertos camaradas – como hoy “los
chavistas”- siguen estando presos cínicamente de las estilizaciones estéticas y
de la bohemia dandy de nuestras elites, aunque dicen abogar por la
democratización de la belleza o por los productos de la cultura popular. Basta
recodar este serio abismo que se vivió en las redes sociales por el caso de la
Parada, donde gente cercana a los valores de la izquierda usó despectivamente a
son de la vanguardia obrera ilustrada, las ideas de escoria, basura social, o
lúmpenes.
Para sorpresa de muchos el día
de las elecciones hubo una concurrida votación por parte del alumnado. Aunque
la vuelta a la democracia interna era un hecho para ser tomado en cuenta, la
fuerte politización que se vivía hizo que se conservara en las preferencias del
votante una ligera desconfianza hacia la ruta política aperturada. Recuerdo que
las ánforas y el material electoral demoraban en llegar, y que ciertos
simpatizantes opositores a Reivindicación arrojaron propaganda desde el tercer
piso, vinculando a la lista con el postulante a decano el profesor Waldemar
Espinoza. Reivindicación no poseía personeros habilitados, por lo que su
personero general tuvo que hacer muchos esfuerzos para reunir colaboradores en
las mesas, pues rondaba la idea de un cierto fraude o sabotaje. Al llegar al
final de la votación en las postrimerías de la noche la lista de Reivindicación
estudiantil gano sin problemas en todas las mesas, seguido del voto nulo o viciado, y como tercera
opción “Construir” más alejado de todo intento de victoria. Se debe decir que
el número respetable de nulo y viciado expresó la desconfianza de mucha gente
hacia la política universitaria, pues la guerra de dimes y diretes había calado
en ciertos observadores y opinión pública interna. Una multitud de
simpatizantes al saberse los resultados celebró en los pasillos, y bajando
raudos por la rampa se gritaba ¡Vivas! a Reivindicación ante la atenta mirada
del Colectivo Amauta, que había sido derrotado poniendo en peligro los votos
que necesitaba el posterior decano el profesor Germaná.
Luego de acaecidas las
celebraciones en cierto local de Jesús María, al día siguiente se produjo un
hecho simbólico. Uno de los más ilustres dirigentes del Colectivo Amauta, quien
no había participado en todo el desarrollo de los hechos narrados, pero que si
activaba en los escenarios macro en contra de Fujimori, en veladas y lavado de
la bandera, proclamó públicamente en los pasillos del segundo piso su rechazo
al resultado electoral, sindicando que había ganado Sendero luminoso, tachando
a Reivindicación Estudiantil de títeres de las tendencias más oscuras de la
política sanmarquina. De improviso recibió la refutación de uno de sus líderes
de Reivindicación quien se hallaba presente en la proclama rechazando las
injurias, sacando los trapitos al sol uno a uno de los que se atrevían hacerle
frente, poniendo en claro todas las
manipulaciones de que fue objeto el estudiantado desde que se produjo la toma
del 2000.
A ese hecho contraproducente
se agregaría una ¡jugadaza! de la gente del PUM - ya que Colectivo Amauta
estaba neutralizado- el día que se celebró el referéndum público estudiantil
para elegir quién sería decano de la facultad. Sabiendo que el resultado de tal
referéndum prometido en el debate de listas, por idea de JP (Juventud Popular)
a la cual se sumó Reivindicación Estudiantil podía inclinarse hacia uno de los
dos candidatos se procedió a que el resultado expresara en los votos del Tercio
ganador la proporcionalidad recogida en porcentajes de la votación acaecida. Es
decir, un porcentaje para Germaná y otro para Waldemar y no el resultado
íntegro para el ganador como es la técnica habitual de todo referéndum.
Días antes del referéndum, en
el debate de postulantes a decanos entre Waldemar Espinoza, secundado por el profesor
Jaime Ríos Burga, y entre el profesor César Germaná, secundado por finado
Carlos Iván Degregori se evidencio los errores políticos de Waldemar Espinoza -
al decir que no confiaba en la juventud pues según él era inmadura- y la
administración de los sentimientos de los miembros del PUM que capitalizó al
final las ganancias del debate. En este debate ya elegido el tercio
anteriormente se acuso a Reivindicación Estudiantil de haber recibido dinero
por parte de Waldemar Espinoza, a una de los miembros de la lista se le planteo
esta celada, vinculando a esta agrupación con los profesores de la
administración saliente por consiguiente, y aunque se quiso rechazar los cargos
por sus miembros ya el daño estaba hecho.
Aunque se hizo todo para negar
los movimientos de esta ¡jugadaza! de que el porcentaje de votación de cada
alternativa a decano alcanzado tuviera su expresión proporcional en los votos
del tercio estudiantil para el decano fue difícil retractarse al tercio sin
deslegitimarse. En la noche anterior supuestos delegados de base le hicieron
saber al tercio de la legitimidad de esta fórmula, y que este debía hacer caso
a lo que las bases exigían, y aunque no se aceptó absolutamente esta propuesta
tampoco se la negó. No obstante, saberse que el proceso de referéndum estaba
amañado y dirigido por los representantes del Colectivo Amauta presentes como
los ejecutores de las mesas de votación que se instalaron en el primer patio de
la facultad, haciéndole propaganda al decano Germaná en la emisión a voto, incluso
por uno de los consejeros del tercio minoría, y poniendo una supuesta
observadora de la ONPE (Oficina Nacional de Procesos electorales) con su
¡chalequito! de esta institución, ya las cartas estaban jugadas.
Algunos miembros paralelos de
Reivindicación que no sabían nada de
este golpe político intentaron desdecir al tercio de que apoyara esta fórmula
que los perjudicaba y que debían regresar a la propuesta original de que el
ganador del referéndum se llevara los seis votos del tercio mayoría. En especial
el tercio no demostraba preferencias para cualquiera de los decanos
postulantes, ya que su inserción intempestiva en la política de la facultad por
cuestionar la estructura de poder de la facultad y defender a raja tabla lo
intereses del estudiantado, lo había a llevado a practicar todo lo que los
colectivos juveniles de aquel entonces pregonaban, pero que no llevaron a la
practica, por intereses de facción que eran desde siempre una enorme prioridad
empresarial de su sector. La idea era legitimarse ante las bases aceptando como
expresión política lo que arrojara el referéndum, ni más ni menos, pero
cerrarse con esa fórmula escondía una locura de enormes proporciones. La
jugadaza era que se buscaba esta representación porcentual en los votos del
tercio porque el PUM sólo necesitaba tres votos para ganar y Waldemar
necesitaba el grueso de la votación. El tercio iba a respetar lo que votara el
referéndum, no tenía preferencia al respecto, pero días antes de las elecciones estudiantiles la
lista cercana al profesor Germaná había barrido en Nombrados y Asociados, y la
lista cercana al profesor Waldemar Espinoza sólo había ganado en auxiliares se
había delineado la votación posterior que necesitaba cierta posición del
tercio; digamos que la votación del decano recaía en sus manos.
Este último arrinconado por
sus propias contradicciones e inexperiencia quiso regresar a la propuesta
original del debate de listas, pero ya era tarde pues esta acción desencadenó
una lucha tribal de las facciones radicales y los leales al Colectivo Amauta en
los pasillos, trifulcas que se agravaron cuando uno de los miembros de
Reivindicación capturó el ánfora de Historia y deslegitimó de corrupta la
celebración del referéndum amañado. Y cuando el tercio para arreglarla y darle
un canal nuevamente de consulta a su votación intentó hacer recaer la decisión
en el voto unitario por cada base, idea que no era mala, pero ya la lucha de
facciones de Sociología contra Historia reclamaba una decisión más determinante.
Cuando el resultado alcanzado en el auditorio Raúl Porras Barrenechea en la
reunión de delegados de base le otorgo tal votación al posterior decano César
Germaná, enervó a la gente de Historia
que literalmente secuestró al tercio en una de las aulas de Historia para
reclamar que éste votara por el resultado final de mayoría original del
referéndum, es decir, por el profesor Waldemar Espinoza que ellos pensaban
ganaba de todas maneras en el referéndum. La gente del colectivo Amauta y a
fines se hallaba en la puerta de esta aula insultándose con estudiantes de
historia, hostilidades que culminaron en una batalla campal hacia los
corredores y la rampa, insultando a los consejeros el tercio. Ya el tercio
había decidido lo que la reunión de delegados había recogido de las bases. Días
después fue elegido como flamante decano el Dr. César Germaná Cavero, mientras
que en una de las bases de historia se reunían estudiantes y simpatizantes que
habían perdido en contra de la gente del PUM. Estas fuerzas derrotadas no se
habían enfrentado en favor de una de las partes de los profesores, sino que
estaban en contra de toda la estructura de poder – en cuya cúspide se hallan
los profesores- que había perjudicado a la universidad y que había entregado
nuestra formación a la mediocridad y a la violencia.
Ya en este escenario que se
abrió el tercio severamente neutralizado por su propia inexperiencia y por la
audacia del PUM y sus operadores, tendría que enfrentar los vapuleos del
radicalismo que ingresó con fuerza con la vuelta de las condiciones democráticas,
y al que forzosamente se quiso vincular. El desaceleramiento político del
Colectivo Amauta cuya imagen tuvo que ser lavada la cara con el nacimiento de
“Raíz” no representaban mayor rivalidad, pues habían ganado para el PUM y para
sí mismos el control de la facultad, y
de todo un sentido común hegemónico de una forma de hacer política en las
juventudes que impuso. Se puede decir que la desconexión de las juventudes con
las luchas subalternas y populares, y su sólo encasillamiento en las luchas
socioculturales y de reconocimiento de las diferencias tienen su origen en este
tiempo. Mientras el otro horizonte que alcanzó su cúspide en este período
(2000-2001) de modo político e intelectual, se iría acercando a posiciones cada
vez más radicales y calificadas de antidemocráticas por lo valores de la
izquierda liberal que ganaría el poder legítimo de un estilo de hacer política
que sólo pregona pero no asume. La estigmatización calaría sobre estos saberes
disidentes alcanzando a sus esquemas interpretativos de construir conocimiento,
seriamente prohibidos y clicheteados, por una forma de razonar el socius
severamente diletante y apolítica en el fondo que sólo busca la figuración y
las ventajas personales con la proclama de toda pseudoradicalidad. La liberalización
al final de toda idea socialista llevaría al cálculo sin injerencia real, al
pragmatismo por encima de la reforma concreta, a la irresponsabilidad de ver la
gestión pública como una danza de equilibristas y de retóricos astutos. Al
final una empresa de poder, como un estilo de hacer política que frena toda
revolución social.
Desaparecida toda posibilidad
de una ruptura generacional con el patriarcado político que nos rodea se irían
sucediendo a los largo de los años enfrentamientos entre versiones extremas de
la izquierda y legiones cada vez más escasas de la izquierda liberal – en esta
época ganaron la facultad para el Toledismo y se retiraron en pocos años a
otros escenarios del poder- permitiéndose el regreso de opciones autoritarias y
de la manipulación consentida de varios operadores políticos, cuando la
izquierda cercana a la ortodoxia en los profesores y opciones que coquetean con
Sendero Luminoso recapturarían la facultad. Es lícito mencionar – aunque sólo
tengo informaciones aisladas- que a mediados del año 2012 se produjo una
elocuente toma de la facultad, que planteo dura pelea a la mala calidad
académica de la facultad y a la ausencia de elecciones para el decano, que hizo
surgir ciertas señales de una seria crítica al pasado autoritario de Sendero
Luminoso, y a la falta de una necesaria Reforma Universitaria que salvara de la
degradación académica y organizativa a la facultad.
Según se fue un grito de
protesta limitado por las propias contradicciones del movimiento estudiantil y
por los usos oscuros que trajo consigo, (como la aprobación del reglamento de
procesos disciplinarios en contra de las actividades políticas de los
estudiantes que inmuniza a los malos profesores que son la mayoría). Creo por
último que toda la energía histórica de los colectivos esta mal enfocada y el
día que le den un carácter de rivalidad generacional se podrá reconstruir la
universidad y con ella al movimiento estudiantil, y porque no nacerá un nuevo
espíritu. Aún el odio y el desquite sádico son móviles que alimentan la
organización de las fuerzas oscuras, un criticismo y moralismo violentista
alrededor del senderismo, hoy MOVADEF que da cohesión sobre la base de la
agresión y la practica purista de una fórmula
obsoleta y autoritaria como es la idea de una sociedad comunista que
sólo busca que arda el mundo porque no se tiene lugar en él. Y en el otro
extremo una vida que alimenta la aventura narcisista y la entrega rebelde sobre
la base de la retórica esteticista y pseudodemocrática, que mueve el corazón al
enfado sobre lo que se hace en realidad con estas figuraciones. Sobre estas dos
figuras históricas se ha movido el ser de izquierda, irreductibles entre sí
desde todo punto de vista, la idea es cuestionar la metafísica que los
envuelve, pero ello es obra de un espíritu que se atreva a verse como
generación así misma y que vea el Perú en fin de otro modo….
Conclusiones:
1. Como
lecciones aprendidas todo este proceso que describo y teorizo sostengo como
primera conclusión que el modo cómo se tejieron las correlaciones de fuerza
alrededor de la toma del 2000 consiguieron frenar las motivaciones reformistas
del movimiento estudiantil de aquel entonces. El poder que retomó la
gobernabilidad de aquel entonces mejoró la calidad académica y las condiciones
infraestructurales de la facultad (la inauguración de la Biblioteca es prueba
de ello) pero el costo fue debilitar las banderas sociales y de recambio
generacional del movimiento estudiantil, motivos que van más allá de la Reforma
Universitaria sino que buscan la expresión de los valores que los envuelve y
que tienen su impacto en la búsqueda de un nuevo Estado y de país. La
prostitución de la toma coaccionó el movimiento estudiantil procediéndose a su
fragmentación y habitual subordinación al patriarcado.
2. Una segunda
conclusión es que una forma de organizarse y de pensarse como juventudes
socialistas y socioculturales, a nivel político e intersubjetivo cobró
hegemonía a partir de ahí, una visión de mundo que preparo la mesocratización
de la cultura política de los colectivos, y por lo tanto, una psicología que
aún cercana a la rebeldía y la disidencia en el discurso no es capaz hasta
ahora de romper la forma tan autoritaria y patriarcal, “amiguista” y
exhibicionista, de cómo es construida la representación en las vanguardias de
izquierda, La otra visión hoy señalada de radical o subalterna que posee
algunas curiosidades intelectuales en ese sentido, quedo malamente
estigmatizada de prosenderista, como una etiqueta que garantiza que una visión
sintetizadora y reinterpretadora nueva desde abajo no pueda aparecer.
3. Una
segunda consecuencia que se tejió desde esta toma del 2000, fue no haber
descompuesto la tendencia hoy en día hegemónica al prevalecimiento de una
epistemología de derecha, malamente etiquetada de postmoderna que ha
despolitizado al estudiante y le ha construido una psicología de investigación
y de gerenciamiento profesional que calcula y no enfrenta los serios pasivos
estructurales de nuestra formación social. Esta psicología ha alejado a la
conciencia estudiantil de visiones holísticas y de toda operatividad de un
pensamiento y atmósfera proselitista que se ha quedado en clises y etiquetas
irresponsables.
4. Creo
que al final de esta historia veo con cierta inquietud que la revivificación de
los colectivos y activismos juveniles, como laboratorios de subjetividad y de
experiencia democrática están relativamente renovando el hecho político en las
viejas estructuras organizativas y partidarias. Pronto estas luchas latentes
desde la estética a la teoría, desde la animación sociocultural a las luchas
trasversales de la Amazonía y la sierra estarán poco a poco tomando conciencia
que para que una nueva izquierda con propuesta y sentido moralizador del hombre
nuevo surja, se urge que los antiguos valores caigan y que toda aquella
estructura de poder descarriada en las universidades, en los barrios y en las
comunidades rurales, en los partidos y sindicatos quede totalmente extinguida y
alterada. Ese nuevo espíritu debe materializarse en la discusión y en la lucha
social….
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