! Dos a uno!
Hubo una época en que era un feliz y desobligado pelotero. El lugar de mis hazañas eran los pistazos de las destartaladas calles de Barrios Altos, dónde hice amigos desde la infancia y con los que me vi hasta muy entrada mi juventud. Primero mi familia me alejo de esas calles de jergueros y ladrones, y recale en una casa fría de Surco, y luego yo decidí ya no llegar a los lugares de mi niñez y adolescencia porque era parte del pasado y ya mi vida se gestaba en otros lares con otras responsabilidades. Debia seguir evolucionando y estar siempre a la vanguardia en la toma de decisiones. La vida continúa contigo o sin ti.
Pero ahora como una forma de arrojar de mi los recuerdos donde fui feliz escribo estás crónicas para hacer remembranzas divertidas y porque no melodramaticas del mundo popular. La nostalgia a veces me atosiga el presente, y cuando no vivo o no me atrevo a vivir escribo para exorcizar a mis demonios con el único objetivo de seguir mi ser arrastrando a mis despojos. Dicen por ahí que todo el que escribe libera su interior y está preparado para continuar. Aún recuerdo a mi tía Cuca que nos dejaba ir a pelotear a la vuelta y nos llamaba antes del anochecer para el lonche y el acostumbrado baño. Ella me cuido durante muchos años y fue la que me comunico la solidaridad y el sacrificio por alguien a quien si importa.
Recuerdo una tarde especial de Domingo. Hacia mucho calor y en la calle de Coronel Zubiaga solo habían familiares fuera de sus casas bailoteando alguno que otra salsita del Gran Combo, mientras libaban una Pilsen. A lo lejos en otras cuadras de veían a los chiquillos pelotear pero en mi sector acostumbrado no había ni un bebé chancando una chapita de cerveza. Recuerdo que de la nada mis chocheras de siempre llegaron a la cuadra y ya el nero con su hermano David lucho traian una pelota echa jirones . No había con quien jugar un pistazo hasta que una mancha de muchachos más grandes que nosotros nos estaban desplazando de la pista dizque para jugar un partido. Cómo ya los chibolos éramos de armas tomar les propusimos jugarnos el lugar y quien perdiera debía pagar una gaseosa para cada uno de los peloteros.
Empezó la pichanga y el nero ya estaba en la punta marcados por hasta tres puntas. Yo era el ocho que armaba las jugadas y mi hermano Fer destruía jugadas por doquier. Abajo los más chicos se tiraban a la defensa Carlos, David lucho y Livio, mientras que Kenyi una japonesito cuidaba la portería echa de dos piedras grandes. La callejuela era estrecha, pero el espacio para recorrer era como de cien metros. El equipo contrario estaba compuesto por Chapu, chup, Cenizo, Teo, Calin, Renzo y tapaba Macanaqui. Sabía que correría harta tabazo pero no sabíamos que la contienda iba ser muy divertida.
Al principio la fortaleza física del equipo rival se imponía pero atrás Carlos y Livio se imponían con presteza. Tratabamos de contragolpear con mis balonazos largos a Cristiam el nero y a Fer que de vez en cuando se desenganchaba pero luego de veinte minutos todo iba cero a cero. Corría harta guadaña y displicencia hacia nosotros por nuestra edad, pero en algunas triangulación es y la performance en defensa y en los tímidos ataques nos sabíamos como equipo mientras que el equipo de Chapu eran solo individualidades y amarrabolas. En uno de nuestros toques Livio la pierde y se gesta un ataque, Carlos queda regado en el suelo, sale para cubrir Kenyi y un uñazo. Gol , uno a cero en contra.
A pesar que nos subestimaban el nero se las arreglaba para hacer guachas y sombreritos, mientras que el que escribe la llevaba siempre al pie y me sabía sacar de encima a cualquier mastodonte. Parecía luego de una hora que el resultado no se movía. Así que en media cancha la recupera Fer me la cede en cotada pateó al arco, el arquero la suelta entra el nero como una tromba gol mierda. Uno a uno. Los grandotes no podían creerlo y ya varios vecinos con sus sillas a fuera aplaudían a la chibolada. De vez en cuando una dulce achorada nos robaba unos silbidos como no piropos subidos de tono. Pero ninguna achorada se molestaba.
El partido continuo una media hora más. Jugábamos con su inexperiencia como equipo, así que los esperábamos en nuestro campo, para salir rápido en contragolpe. En una de esas Fer la recupera de la da a Livio hace una pared conmigo, lo veo con el reojo al nero, y ya como nueve único le mete un uñazo colocado. Gol dos a uno. El contrincante No lo podía creer. Una tanda de chibolos muertos de hambre los estaba bailando. Y lo peor era que estaban misios para la gaseosa. Así con futbol y mostrando despliegue como equipo una tanda de chibolos de catorce, trece y doce años les dibujo un partidazo. A lo cerca los vecinos y ancianos nos vitoreaban y la música de Pa bravo yo remecia el ambiente. Nunca nos pagaron la gaseosa, pero cumplieron su palabra. La cale era nuestra. Solo Foe un muchacho con poliomielitis se agarraba a su poste y jugábamos raquetas en la calle. Esa tarde termino con los gritos de mi tía Cuca, avisándonos que debíamos volver a la jato. Nunca como antes en la mesa de mi casa probé la mejor leche vigor de mi vida. Hasta mi gato estaba feliz, y chivateaba por los sillones. Ese barrio tenía leyes, lastima que ahora es una cultura desgarrada por la delincuencia y la pobreza. Desde mi mente evoco algunos jirones de mi vida que nunca olvidaré.
Comentarios
Publicar un comentario