El eclipse de la democracia y la reacción autoritaria. El desencuentro entre política y las nuevas sensibilidades.
El despertar de nuevas emociones
con la revoluciones estudiantiles de
Mayo de 68, como son hasta ahora el reencuentro con la naturaleza, el sinceramiento
de la sexualidad, la lucha de las minorías sociales (feminismo, y movimiento
homosexual), el debate sobre la prohibición o no de las drogas, los movimientos
sociales y el avance de las muchedumbres como signos de un despertar de los
pueblos originarios, significaron una mutación inesperada. La sociedad fabrica
neurotizada que habíase levantado de los escombros de la IIGM, y que había
confeccionado un pacto de planificación de las fuerzas del capital para
solventar las necesidades existenciales de la sociedad destruida, sino lo que
seguía era el avance del comunismo autoritario, de pronto implosionó.
El individuo que había emergido
de las profundidades de un sistema de burocratización avanzado, donde sus
planes de vida se ajustaban a entregarse a un causa de destrucción masiva, como
fueron las guerra imperialistas, evoluciono hacia la búsqueda de su propia
autorrealización personal. Hubo lo que se dice un recambio generacional y
biológico, donde la vida atrapada en las coordenadas de una producción
estandarizada, decidió desembarazarse de un destino funcional, y su grito de
desobediencia y de “la imaginación al poder” propuso un derrotero de regreso a
la preocupación por la persona humana tal y como es. Toda moral y obligación
que conducían a la irracionalidad de solo cumplir órdenes sin sentido se
relajaron y se provocó un avance en la conciencia planetaria, que significo una
seria amenaza para el control de los poderes facticos que al principio solo
descabezaron los propósitos políticos de este movimiento estudiantil, - en
verdad de revolución generacional- y luego bajo consejos del politólogo
norteamericano Samuel Hungtintong, desinflaron estas expectativas de cambio
amplio, con la invención de todo lo que llamamos el sistema de consumo generalizado
basado en el crédito y en la redirección de esas necesidades despertadas para
convertirlas en mercancía. El Estado social anegado de derechos sociales, en
realidad era solo una estrategia de desactivación de una fuerza descomunal de
creatividad y su atrofia total completa para darle un matiz de reconstrucción
innovadora del capitalismo mundial, basado hoy en la multiplicación de los
estímulos y en la producción de estilos de vida ajustados a un sistema
económico, donde el vicio y la falta de sentido real es la base de cualquier
acumulación sostenible.
El papel de la publicidad y de
las técnicas de manipulación audiovisual que los medios de comunicación
generalizada desataron fue llevar al extremo tal individualismo, y generaron
una desafección cívica y una desconexión de las personas con su entorno
inmediato y con las otras personas, que a la larga la democracia representativa
que había garantizado el marco legal y territorial para el desarrollo complejo
de esta Estado de bienestar se fue deteriorando, y la base de conexión
carismática con los liderazgos partidarios se fueron difuminando, creando lo
que llamamos en politología “crisis de gobernabilidad de todo el sistema
político”. El mismo comportamiento de los actores políticos para sublimar de modo productivo y realista todo
este magma de vitalismo y liberación irracional, desemboco en una real
incomprensión de lo ¿qué es la realidad? que el poder político debe canalizar y
traducir en ley de regulación social. La sociedad que había tenido por si misma
culturas y subculturas populares que otorgaban sostén afectivo al salvaje ritmo
de trabajo que la productividad basaba en la esclavitud de los afectos vía
inteligencia emocional, se diluyeron en el descontrol pulsional del gasto
consumista y en la distorsión de la disipación narcisista, creando una crisis
de sentido y de legitimación de la realidad pública que es hoy la razón
del avance de la violencia generalizada,
y de todos los problemas de adaptación emocional a la realidad que se dejan ver en la depresión,
el estrés generalizado y la esquizofrenia como señal de un desdibujamiento nihilista de la época. Lo que empezó siendo
una búsqueda inconsciente de espiritualidad y religiosidad mundana se fue
agotando en lo que los posmodernos han denominado con acierto, el fenecimiento
de la subjetividad, y con ella la descomposición de la misma base de donde
emerge el poder y toda forma de autoridad orientadora.
El capitalismo restringido a un
pacto con los Estado democráticos
avanzados de redirigir las energías de la inversión privada al desarrollo de
las demandas laborales del mundo de la vida, se vio ante el aprieto de
reorientar sus creaciones científicas y su tecnología productiva hacia lo que
todo liberal estricto considera un desperdicio de mejorar la condición
antropológica y psicológica inmodificable del ser humano. El invento de la
socialdemocracia de Remercantilizar la mano de obra de la sociedad mediante un
sistema de educación productiva, y salud universal generalizada, para que la
cultura se ajuste con inventiva y sentido práctico a una vorágine de
competitividad asfixiante a la que ponía reglas claras de sociabilidad, genero
un desfase anómico con respeto a toda obligación productiva con el mundo
objetivo. Toda forma de vida social con sus talentos y personalidad fue
considerada según su rendimiento mental y productivo estandarizado, creando un
desequilibrio espiritual de todos los sistemas de vida reales con lo que la
educación, y las familias pudieran dar sentido , creando lo que llaman los antropólogos
como Michael Maffesoli subculturas de trasgresión paralela donde la crisis de
sensibilidad no representada por la sociedad dirigida se traduce en criminalidad,
desarraigo, apatía y sobre todo el inicio del cinismo de un deseo ingobernable
de ejercer violencia y destruir el mundo.
El efecto de desalojar al mundo
vital de la esfera pública para evitar una renovación orgánica del mundo del
capital, creo el desmantelamiento de toda forma de relación social saludable, y
la hegemonía del poder autoritario como norma de vigilancia en contra de una
vida individual cada vez más trasgresora y delincuencial que no desea
participar de la reproducción de lo real. Las personas se fueron hiendo del
mundo compartido, y su única obligación era adaptarse en su soledad
incomprensible a un sistema de producción ciego donde la idea del amor y el
reencuentro anímico se convierte en variable química y materialista de hallar
sustitutivos mercantiles a sueños de
valores infantiles que son muy rentables. Los lazos de desapego y soledad
existencial fueron reinsertados con la invención de los medios de comunicación
de segunda generación, donde los valores culturales de calidad de vida, y de
expresión festiva de sensibilidad fueron canalizados en tiempo real virtual
regenerando los vínculos de comunicación y de manifestación de comprensión que
el mundo automatizado no podía prodigar.
Esto le dio vigor de
retransformación al mundo del capital, orientándose la inventiva de la ciencia
real a crear una cibernética, técnicas de conducción más sutiles, la
modificación de la biogenética humana,
la nanotecnología, para reposar toda la fuerza de creación de valor en la
manipulación de servicios teledirigidos que mantuvieran la voracidad de estímulos
acumulados a través del tiempo y procesarlos como medios de intercambio
comercial. No fue una respuesta de atrofia maquinal la que organizó el capital
para detener la ofensiva de un nuevo descontento generalizado, sino la lectura
correcta de hacer de toda necesidad que acontezca una forma de consumo y
disfrute masificado. Así el capitalismo cada vez más identificado con la
naturaleza real del egoísmo desmesurado, pudo corromper toda forma de
productividad enemiga basada en la abstinencia y en la postergación de disfrute
individual, celebrando una personalidad que cede a sus impulsos y se esconde delictivamente
en las transformaciones de un mundo privado cada vez más insondable que genera
sin saberlo nuevos clientes y necesidades a las industrias culturales y a la
desmoralización autoconsciente del espíritu humano como forma de negocio.
El liberalismo sostenido en
técnicas de conductismo psicológico y en
la exacerbación de los estímulos negativos por obra de la ingeniería
social más sofisticada, condiciona y sitia las voluntades que nacen, y convierte
toda forma crítica de oposición en retracción autoritaria y puritana que
favorece más la resignación a la
voracidad del consumo. De este modo aunque se apoya en legalidades y regímenes
democráticos para garantizar la esfera de libertades individuales que hacen
posible su economía libidinal de servicios, en realidad su apuesta es por estar
todo el tiempo innovando en una tecnología que distorsiona la vida social para
evitar cualquier tipo de amenaza global y volverla precaria de sentido y en
nuevos caminos para su ideología pragmática de desmoralización de voluntades.
Su estrategia es exportar a como
dé lugar los valores individualistas y de consumo sistemático del capitalismo a
través de la democracia vaciada de sentido político, e ir rindiendo en el vicio y en las formas
más nefastas de la acumulación originaria como es la criminalidad más
organizada, el poder creativo de las nuevas voluntades hambrientas de
significado afectivo, e ir contaminando
de corrupción y anarquía a los tejidos de la cultura popular más ingeniosa y
así expresar hacia los niveles superiores de conocimiento organizado como es la empresa y el Estado la falsificación de
un mundo objetivo ordenado que
realmente vigila y cerca la vida social,
y todo el tiempo la desconecta del mundo real de los encuentros naturales de
afecto y sociabilidad. La internet y toda forma de vida digital, los accesorios
que facilitan la vida en los sistemas de ciudad, y la despersonalización o
atomización como incapacidad de crear alegría y lazos sociales más allá de los
que ofrece la artificialidad permiten que el ser humano sea devorado por el ensimismamiento que su propia decisión de
miedo y falta de ingenio para amar le producen, capitulando ante una realidad
donde las coordenadas del tiempo histórico y la acción humana real se extravían
en las simulaciones erotizadas de la internet, cediendo su lugar en la vida de
las ciudades a una forma de conducta que lidia entre la autorrepresión y la
explosión de violencia irracional como expresión de que el mismo lenguaje
practico pierde contenido y capacidad de representación de todo lo que el ser
humano no se atreve a decir y a reproducir.
En este escenario que he
descrito a groso modo, la función de la
política es rastrear como leer de manera objetiva e empírica estas nuevas realidad sensoriales
que han mutado, definir en base al reconocimiento de esas nuevas sensibilidades
y piscologías alternativas una forma de sistema de procesamiento de
conocimiento que les de utilidad,
eticidad, y creación productiva a través del sistema educativo en todos sus niveles. Y de este modo involucrar
esos nuevos conocimientos prácticos y cosmovisiones del mundo a una forma de
organización social donde las nuevas necesidades de culturales de calidad de
vida y reconocimiento cultural se traduzcan en cadenas de mando y subordinación
de tareas en la empresa y en todos los niveles del Estado. Si la política de
administración de poder, influencia y procesamiento del interés no traduce y
hace poder público y privado estas nuevas psicologías individualistas, alegres
y afirmativas del mundo difícilmente podrá romper los cuellos de botella
estructural como la corrupción pública, la delincuencia, la deserción cívica,
la falta de compromiso vocacional de la fuerza laboral, la violencia familiar y
abuso sexual, porque todos estos problemas son expresiones indirectas de una
mala ordenación de la realidad que no sublima y no hace socius las nuevas
expectativas que insurgen a pesar de lo
fuerte que esta sitiada la sociedad para someterla a la producción de poder.
He llegado a este punto para
decir que la socialdemocracia mundial, insurgida en Europa, y que tuvo su mayo
expresión en el Estado social o de bienestar partió de una premisa de acuerdo y
coordinación mutua entre la libertad de lucro y generación de valor y la
cultura del trabajo que cada sociedad desarrolla con la naturaleza. Este
acuerdo fue hasta cierto punto la ingeniería más hábil para comprometer a las
fuerzas laborales y creativas de un pueblo o cultura a que entendieran que el
capitalismo puede ser redirigido y se pude negociar con el si un pueblo es
unido, intercomunicado y es consciente de sus potencialidades profesionales y
recursos socioculturales. Pero el peso de la socialdemocracia como ingeniería
política realista y que evoluciona de modo organizado es la que mejor comprende
que las fuerzas de la economía no pueden ser detenidas o resquebrajadas so pena
de caer en el marasmo o la pobreza social, por lo tanto se preocupa de tener al
pueblo organizado y poniéndolo en una perspectiva de cambio social colectivo
donde lo más importante es la persona humana y su entorno natural y social.
En Europa la socialdemocracia ha
sido la ideología política que ha llevado al curso de su agotamiento al estado
de bienestar, porque bajo las banderas de la democracia permitió la penetración
del consumismo y la economía de servicios, sin quitarle peso e importancia al educación especializada y técnica. Pero lo
hizo de un modo que al incorporarse las oleadas de migraciones del mundo, sobre
todo las del mundo musulmán, la esfera pública se vio desdibujada por los
impactos culturales que se produjeron, y los cambios en el sector de demanda
laboral. LO que significa que el nivel educativo del europeo y su concepción de
soberanía cultural reclamaron mejores condiciones de vida o no perder la
prosperidad ganada sin tener que aumentar su capacidad de compromiso y esfuerzo
con los cambios espasmódicos de la economía global. Jurgen Habermas es fino en
este sentido al decir, que el pacto entre capital y trabajo se fue diluyendo
porque la esfera pública fue fragmentada por los nuevos valores socioculturales
que vinieron desde Mayo del 68,
provocando una fragmentación de intereses y visiones contrapuestas y
heterogéneas que no se comunican ni dialogan para ser representadas por el
Estado y sus sistemas de poder. El dialogo pierde efectividad porque es
expresión del desprestigio de la política, y porque las transformaciones
culturales de occidente acuden al separatismo político y al tribalismo social,
como forma de escapar a una modernización racionalista que los ha vaciado de
sentido, y les ha hecho perder todo control y gobierno sobre la evolución de
sus culturas nacionales. Hay otros como el filósofo francés Jacques Ranciere
que argumenta que el disenso es la base de la política democrática y que es tal
la fragmentación de los espacios públicos que la intraducibilidad de los
intereses en disputa es la norma común y que hay que regresar a las tesis
shmittianas de una intervención de una política real comisarial que resuelva lo
que se pierde en discursos vacíos de compromiso y vinculancia. En ambas
propuestas Europa, heredera del humanismo, y hoy buscando un retorno a bases
naturales y panteísta de supervivencia vive el peligro de que su sistemas
democráticos caigan en la irrelevancia autoritaria, porque las culturas
divididas y la impronta de los valores cada vez más individualistas no son
transmitidos en formas simples de resolución de problemas y políticas públicas
claras. Su eclipsamiento por otras formas de organización más acopladas a la
fuerza de la economía global estaría desplazando como geocultura guardiana de
los valores de la ilustración y la razón humanista a la fuerza diplomática de
Europa. Hoy el balance que Europa desposee, por la preocupación de reactivar y
reinventar su economía en la eurozona crea un escenario unilateral entre EEUU y
Los gendarmes de Asia China y Rusia, que amenaza desde factores externos las
convicciones políticas para el mantenimiento de la democracia europea. Europa
hoy vive el riesgo de caer en el yugo de despotismos etnicistas y su expresión
en formas autocráticas y populistas de Estado, porque la fuerza de su cultura
aun no es capaz de adaptarse y retransformarse para domesticar y transmutar las
energías del mercado desregulado del mundo.
En América Latina La
socialdemocracia ha jugado un papel de acuerdo desequilibrado entre las fuerzas
de la cultura nacionales y las reglas irrestrictas del mercado. En desventaja
política en la región por los extremismos de la ortodoxia del libre mercado,
repensados dramáticamente en el consenso neoliberal o ajuste estructural, y las
incursiones populistas de los discursos socialistas que sabotean a las fuerzas
de inversión privada y la innovación productiva bajo pretexto de defender a la
sociedad, la socialdemocracia ha demostrado una posición de querer tender
puentes estratégicos y también eclécticos entre una mezcla variopinta de
políticas económicas y sociales que permitan la adaptación de las energías
populares y profesionales a la evolución autónoma y monopólica de los sistemas
productivos. Los restos a los que ha tenido que enfrentar desde la aparición
del desarrollismo y las luchas de liberación progresista por darle mayor vigor
colectivo a la economía, han sido cómo sentar las bases jurídicas y
burocráticas para construir un Estado que imponga reglas claras al mercado, sin
perder capacidad de negociación a favor del pueblo de donde emana su poder.
La pobreza focalizada, las
enormes desigualdades sociales, las fracturas culturales, la ausencia de una
cultura política que sepa transigir e ingeniar acuerdos para incentivar su
propio beneficio, la lenta incapacidad de la fuerza laborales para moverse como
una estructura de conocimientos bien diseminada por el territorio y consciente de
su papel nacional de crear valor
económico a lo propio, y sobre todo esa falta de orientación de sentido común
que la idea de soberanía es un derecho a una imagen e historia compartida si es
que el pueblo es capaz de razonar y ponerse a la altura de las circunstancias
históricas de saber preparase para la penetración indetenible del capitalismo
sin perder su deber existencial a evolucionar, han generado problemas para que
en la opinión pública y en las redes institucionales que ha desarrollado la
sociedad civil se imponga el criterio que toda fuerza vital soberana no está
aislada del curso telúrico de la historia mundial, sino que tiene el deber
instintivo de saber aprovechar para su propia expansión natural las fuerzas de
la tecnología y la ciencia y así recolocarse y hacerse atractivo a la búsqueda
insaciable de capitales que desarrollen la vida colectiva y sobre todo a la persona
humana y sus sueños imprevisibles.
Con distinciones enormes El
Estado ha tenido un rol fundamental de impulsar las condiciones que reformen su
propia estructura interna para hacer frente a las diversas formas históricas en
que ha penetrado el capitalismo y sus intereses específicos en estas
formaciones sociales. Antes de las reformas radicales del mercado se impusieron desde fuera, luego de décadas de
planificación y cierre de las fronteras de la economía para fortificar los
mercados internos y lograr el desarrollo endógeno, se produjeron las
condiciones políticas frágiles para que los intereses del capitalismo en la
región cuestionaran las políticas heterodoxas del viejo Estado populista y se
impusieran reajustes económicos radicales para moldear las estructuras sociales
atenazadas en el clasismo improductivo. SE paso de un modelo centrado en las
colectividades productivas dueñas de la producción y de las decisiones
políticas que concentraban y desperdiciaban en programas desincentivadores las
energías laborales de la nación, a un modelo ortodoxo de recetas precisas para
acomodar las legalidades, las fuerzas decisionistas del Estado burocratizado y
las enormes deficiencias del mercado de trabajo a un proceso brusco pero
imposible de evitar de acostumbrar a las inteligencias internas y a la mano de
obra mal especializada a un poder desmesurado de las grandes corporaciones
internacionales. Que tenían el poder de
rupturar las soberanías nacionales e imponer reglas estrictas de competitividad
y de afianzamiento de los sectores económicos que más eficacia mostraran a sus
intereses y a un mundo donde el mercado desregulado rompía las fronteras
nacionales y barría con las viejas tradiciones de economía popular, sometiendo
a las culturas a un severo licuamiento de sus patrones de supervivencia social
y dejando expuesto al individuo productor, pero sobre todo consumidor al
impulso de nuevos productos internacionales, donde la respuesta de la cultura
quedaba enajenada a la fría conservación y adaptación frecuente de sus
iniciativas de subsistencia y empresariales como sectores iniciadores de
futuros despegues macroeconómicos empujados por la reacción de las creatividad
y del ingenio empresarial a aprovechar las ventajas metodológicas y el conocimiento aplicado que
su propia expansión y especialización lograran arriesgar. Esta etapa que corre
casi pareja en América Latina desde fines de los años 80s del s XX hasta gran
parte de nuestra época actual aunque con matices por país, ha significado aun un duro golpe
desmoralizador y psicológico para las culturas nacionales en todas sus clases, que no han sabido adaptarse con criterio
de eficiencia y resiliencia cultural al golpe estructural que ha comportado
perder el control de sus propios procesos materiales de vida, afianzando la
pobreza estructural, la desigualdad y concentración de la riqueza en pocas
manos, el deterioro de los servicios básicos de remercantilización de la clase
trabajadora como son el sistema educativo básico y superior, y el sector salud.
Y sobre todo la dificultad para derribar la cultura de la pobreza mental que es
a mi parecer en su anacronismo político la mejor expresión de resistencia
política a generar una geocultura que entienda que en la globalización
económica la generación de riqueza material y progreso social va de la mano con
elites políticas a diversos niveles que sepan visionar y preparar
cognoscitivamente y emocionalmente a sus pueblos para crear una
identidad de productividad necesaria que lea con acierto las oportunidades
internas y externas de acumulación del capital y capture procesos de
modernización tecnológica de la mano de obra y de las infraestructuras sociales
que expulsen mejor calidad de vida, y desarrollo del capital humano de acuerdo
a los parámetros socioculturales de cada pueblo que no deben ser enajenados o
puestos entredicho por ningún poder político.
Si hoy en sus diversos matices
cada país ha elegido con sesudo conocimiento de sus energías profesionales y
culturales los moldes políticos exactos para negociar la entrada apátrida de
las inversiones privadas, creando disminución de la pobreza, y reactivación
económica, y con ellos modernizar los campos institucionales donde se sofistica
talento humano de enorme calidad innovadora como son las clases medias, y la
actividad cada vez más pujante de los emprendedores sociales en casi todos los
sectores de la economía social es porque cada elite política en consonancia con
sus burguesías más o menos alturadas han potenciado y obturado reformas claves
pero a la vez tímidas para que los pueblos y sus creatividades interminables
sean invitados a crear más valor económico a sus intensidades productivas. E
iniciar lentamente circuitos económicos de producción de capital en los
sectores económicos que sus culturas o regiones internas hayan podido
desarrollar jaloneados por la penetración de la modernización y la llegada de
inversiones de gran calado que directamente mueven los fundamentos
tradicionales donde esta quieta y atrapada la iniciativa a la invención de
nuevos mundos.
Estas reformas iniciales han
prosperado en acomodar los imaginarios culturales de los pueblos a aceptar la
autosustentabilidad y la madurez a las
consecuencias de prepararse para los vaivenes de la economía mundial, pero sin
dar avances significativos para que esta individualidad creativa de los
procesos de ingenio productivo logren el acceso a mejores cuotas de especialización
de modo descentralizado y democratizadas, mejores condiciones básicas de salud
universal, sobre todo aprovechando y sofisticando los mercados de las medicina
tradicional y lograr así una industria
más allá de lo artesanal, y sobre todo otorgar con buena lectura de las
idiosincrasias naturales espacios de expansión individual y colectiva que
protejan a la sociedad a sus niños/as y a sus juventudes de los cambios bruscos
de la modernizaciones caóticas, y así empoderar el espíritu de sus pueblos a
que las nuevas generaciones desarrollen y complejizen los conocimientos
profesionales aplicados y técnicos heredados y se den saltos de invención
científica y tecnológica donde el reconocimiento de la vida humana valla en
consonancia con la virtud de buscar más prosperidad y generación de riqueza
natural y social
Pero esto na ha sido así, aunque
muy diferentes en Chile, Brasil y Colombia, donde sus arquitecturas ciudadanas
y culturales si han respondido a los desafíos y las lecturas acertadas de los
estados y sus empresarios y se han
provocado saltos industriales de enorme resonancia en agroexportación y
sectores avanzados de bienes de capital. Pero en la región debido a la
incompletud de las reformas sociales estratégicas para evitar los cuellos de
botella que producen las mismas disfunciones de la cultura de clases, se han
mantenido incólumes visiones retrogradas y sectores con privilegios de enclave
que no han permitido la evolución positiva de la cultura del ingenio
productivo, porque han sobrevivido como formas soterradas de seguridad y
derechos culturales intangibles formaciones políticas y económicas que bloquean
la reeducación emprendedora y creativa de los pueblos so pretexto de que la
libertad del conocimiento social y antropológico no se cede ni se negocia a los
aventureros empresariales que son los responsables de la mala distribución de
la riqueza y de la corrupción de los pueblos producto del avance enfermizo del
consumismo y la sociedad teledirigida. Aunque la lectura de los representantes
sociales es una media verdad manipulada por las circunstancias de la
supervivencia y sus desgarros culturales ante las olas modernizadoras, lo
cierto es que las elites políticas y sus alianzas con las elites empresariales
no han estado a la altura de comprender que la legitimación de sus procederes
financieros depende exclusivamente de que tanto se haga para involucrar
lealmente a las fuerzas de la cultura en la edificación jerarquizada y a la vez
igualitaria de mejores condiciones de vida y de integración sociocultural.
En muchos de los casos la falta
de visión de las elites empresariales al no ajustar sus criterios de
explotación económica a los parámetros de respeto étnico-cultural de los
pueblos que se vulnerabilizan por sus
decisiones sin tolerancia e identificación cultural de lo que ellos consideran
secretamente zonas grises indesarrollables de nuestras naciones, conlleva a un
resentimiento y a un sobredimensionamiento de la cultura de la pobreza
organizada en términos políticos que contrae con sus ideas de justicia social
y derechos sociales infinitos toda
manifestación inocente de acoplamiento afirmativo de la vida que viene.
Nuestras elites empresariales presionadas por las directrices de las grandes
corporaciones y los ánimos cambiantes del mercado de productos miden con
demasiada cautela su poder de hegemonía sobre sus pueblos apostando por
expansiones mercantilistas que cierran y desmovilizan la construcción integral
de una economía donde otros agentes muestran más impulso para redefinir y
expandirla. Esto trae una consecuencia arbitraria que fomenta la oposición de
los enemigos a las mutaciones del mercado: el completo control particularizado
del Estado por una clientela de agentes y operadores serviles a cualquier
lobbie empresarial que facilitan y boquean con legalidades y trabas administrativas
el derecho natural a que nuevas elites empresariales más preparadas en métodos
y conocimientos aplicados transformen las configuraciones del poder económico
limeño, y se rompan así las viejas direccionalidades enclavistas y racistas que
no permiten la evolución de la economía. Este principal argumento de
monopolizar y entregar sectores de mayor calidad al capital trasnacional para
generar un crecimiento sin brújula social y sin participación de lo que
denominamos la soberanía productiva de los pueblos, es lo que refuerza la
desigualdad social, y la concentración disfuncional de la riqueza en pocas
manos de agentes económicos y servidumbre de asesores políticos que capturan el
Estado, involucionándolo y alejándolo de su función clásica y normativa de
impulsar y condicionar la vida y prosperidad de sus pueblos representados Este es
el pretexto perfecto para la aparición del pensamiento negativo de la izquierda
menos objetiva y desfiguradora de cualquier parte del mundo planetario.
La miseria tiene un componente de
autosabotaje de las culturas a no abandonar viejas rencillas internas de
acoplamiento a los cambios modernizadores que el tiempo histórico impone. Este
auto-sabotaje aumentado hace de la pobreza
una mentalidad que encubre su poco compromiso y desgarramiento cultural
y que no le permite ser una variable dinamizadora de su propia liberación
progresista. No han salido de arcaicas y desajustados esquemas de producción de
la subsistencia anclados en el tiempo del ritual y de ancestralidades cíclicas
de la naturaleza que a la larga confunden y aíslan del bienestar material
básico a los pueblos. La batalla por el ecologismo, por una agricultura como
único eje de productividad que da sentido de pertenencia a los pueblos, y la
ideología marxista que profesa una visión distorsionada e irreal de lo que es
la comunidad productiva pues reduce el problema de la necesidad a una
comprensión de igualación de las condiciones de vida para superar la pobreza,
atrofiando con ello el instinto natural al acrecentamiento natural de nuestros
planes de vida, es la base de la cual bebe un discurso que mantiene en la
inmadurez y el odio como política de poder a una gran parte de nuestros pueblos
latinoamericanos arrasados por su ingenuidad y por negarse a evolucionarse en
el concierto del capitalismo cada vez más desregulado.
En este sentido la pobreza debe
ser desactivada ahí donde esconde su verdaderas motivaciones existenciales. El
desgarro, la melancolía y la tristeza como sentimientos que inundan el mundo de
prejuicios de violencia y destrucción exegética son las matrices mentales que
programan la vida y la mente hacia su propia aniquilación esquizofrénica. Estar
dormido y no alerta ante los peligros del mundo y sus oportunidades inagotables
de realización personal y social es estar atrapado por el miedo, lo que destapa
un razonamiento y formas organizativas de compensación social y política que
asumen como incuestionable la forma
maniquea de que el mundo está lleno de buenos y malos, de explotadores y
explotados. Esto hace que la negación de todo lo que nos perturba y no nos deja
ser libres y felices vive fuera de nosotros y tiene responsables directos e indirectos en otras personas y
organizaciones más poderosas que como parte del mundo abusan de los vulnerables
y su desinformación para atropellar las formas de vida social y ecológica que
se mantienen inalterables y que no están dispuestas a garantizar su propia
supervivencia o expansión valerosa.
El socialismo del SXXI basado en una premisa de
que el afán de lucro que dirige las fuerzas del capitalismo es un mal que no
puede ser detenido o reorientado, o con el cual no se puede negociar, es la
justificación perfecta para unificar el orgullo de un pueblo a construir una
utopía organizativa que despilfarra las energías financieras del erario público
en programas sociales y sistemas de populismo clientelar con los cuales
adoctrina a sus fuerzas sociales de que la patria se defiende de los
saqueadores mundiales y que todas las taras culturales y económicas que sufre
el pueblo son depositarias de una inteligencia maligna que arruina a las
naciones y a sus oligarquías para arrebatarnos lo que poseemos por derecho
aunque no hayamos hecho ningún esfuerzo creativo para trabajarlo. Este
descontento generalizado expulsa de la conciencia interna de las colectividades
y sus inteligencias la idea prudente que ningún pueblo es débil si sabe lo que
es el mundo y sus peligros, y quien es el mismo como geocultura establecida.
Las aventuras tiránicas que sacian con asistencialismo la voracidad natural de
los pueblos como síntoma de un divorcio natural con el mundo y una insanidad
antropológica que todo el globo esconde con sabiduría o que expresa con locura
es el pretexto más nefasto que hace de la búsqueda de una justicia
impracticable la acción para hacer arder el mundo con criminalidad y venganza
terrorista. La motivación interna es interés soterrado por no perder los bienes
y prerrogativas ganadas a la mala pero también es una razón intima de discordia
y venganza hacia un mundo en el cual no se quiere navegar por miedo. La misma
motivación que hoy guía al capital que es desatar la guerra a la vida para
exponerla resignadamente a sus mercancías culturales y vicios solo por envidia
hacia la alegría natural, es la misma razón que mueve a los socialistas a negar
la realidad en la que no se esfuerzan en incluirse de modo creativo por no
poseer esa alegría inocente que distorsionan con momentos pletóricos de arte y
bohemia improductiva. Hoy la sensualidad mitológica de América latina esta
sitiada por estas dos energías descomunales de rabia fría y apetito voraz de
sangre y destrucción.
Para ser directos las nuevas
transformaciones que emite las tecnologías de información digital han provocado
bajo un sesgo moralista e hipócrita un odio terrible hacia las formas políticas
que permiten este desorden de señales y emociones que desnaturalizan la
comunicación reflexiva y con sentido humano de cara a cara. Bajo este pretexto
una de las causas que contamina al internet y a las redes sociales de un rencor
visceral hacia el espíritu evolucionado y risueño de estos tiempos de
bifurcación ontológica es la negativa de las fuerzas más reaccionarias del
capitalismo a perder el control sobre la energía creativa y seductora de
nuestros pueblos latinoamericanos. Lo que se quiere detener es una
reformulación renaturalizada de las energías del mercado, como está sucediendo
ya con buen ojo en Europa (el biomercado) y que la región en sintonía con las
nuevas fuerzas creativas de Asia sea un espacio de redireccionamiento en clave
social del capitalismo que se identifica y se guarece en la naturaleza
indómita. Hoy en clave de supervivencia América Latina, y el Perú como origen
natural de América Latina- lo cual discutiría en otra parte- vive la encrucijada de persistir en ser un
reo de un socialismo empobrecedeor lo que conduce a la desaparición soberana
del Perú debido a la riqueza e ingenio
de adaptación que posee, o comprender que nuestra obligación de despertar y expandirnos como soberanía
realista es vital para liberar todas las energías productivas que el peruano
encierra. América Latina es presa de
servir a un capitalismo agonizante que desangra los pueblos para no morir como
es EEUU, o resolver esa crisis que se cierne sobre Venezuela bajo nuestra
propia presión política y nuestra unidad regional y dejar que las fuerzas del
capitalismo nuevo que se erige sobre Asia de paso a un desarrollo con otras
reglas donde nuestras chances sean otras.
En este sentido, los ideologismos
que dominan nuestra intersubjetividad: La idea errada de que la riqueza es mala
y que el mundo es un lugar inhóspito del cual hay que temer, y permanecer en el
marasmo social y material es la fuerza
nefasta que no has contraído entre los
extremismos de la violencia política y la resignación autodestructiva de la soledad que justifica el poder de la
oligarquía. Hay que pensar y actuar sobre la base de un realismo reencantado
con la posibilidad de crear patria, e ir
a una posición de profunda precisión en el punto medio aristotélico. Y esa
apuesta la representa aun no muy clara y sin la lucidez acostumbrada la
socialdemocracia de América Latina. Propongo según el diagnóstico que he
bosquejado ensayando nuevos caminos y arrojando lucidez sobre viejas taras unos
ejes de reforma que el pragmatismo de los que ven las cosas claras pueden
diseñar:
1. En
el nivel ideológico es preciso enfrentar una lucha académica y comunicacional
con los referentes retrógrados que alimentan el legado de los incendiarios y
los saqueadores. En consonancia con Basadre hay que superar sus cosmovisiones
negativas de la persona humana y la cultura peruana, y así lograr hacer
entender al pueblo desmoralizado que sus lecturas y caminos responden a una
misma versión trastornada del mundo y sus tesoros que tranquilamente esconden
un acuerdo por sojuzgar las energías creativas de nuestra nación.
2. Hay
que no estar a espaldas de las revoluciones tecnológicas de la información y
hacer clara la idea que representan una ventana abierta de oportunidades para
todos los espíritus inconformes y emprendedores del país. Así como son el
agujero de gusano donde la angustia y desesperación de los conectados hallan una
libertad irreal o hiperreal más allá del espacio relativizado, es también un
espacio de información que el sistema educativo y los sistemas especializados
de conocimiento empresarial pueden tranquilamente transmutar en nuevas vetas de
conocimiento aplicado y científico acorde con las potencialidades de nuestra
cultura, y así cambiar los valores nihilistas y a veces nostálgicos que nos han
gobernado.
3. En
la academia. Hay que construir un nuevo
relato orgánico de quienes son los reales actores y sus requerimientos, así
como de las realidades territoriales que enfrentan con sus desafíos y
fortalezas y así desocultar cuáles son las visiones irresponsables y diletantes
que enmascaran las formaciones del conocimiento tanto en el nivel de la
formación de ciudadanía como del saber
que interviene en la realidad empírica. Este relato implica arrojar luz sobre
la historia, el presente infestado de amenazas autoritarias y el dibujo de
escenarios futuros en la medida del reconocimiento de nuestras potencialidades
internas y la formación de un sentido práctico del dialogo y del disenso.
4. En
el Estado. Se urge a partir del reconocimiento de las agencias incluidas construir
una institucionalidad que para agenciar y dar forma a las increíbles demandas y
propuestas del pueblo, reconstruya las identidades populares desagregadas y de
este modo generar poder de respaldo y legitimación desde las unidades
familiares y los barrios populares, combatiendo la desmoralización y desarraigo
del pueblo, en las tres regiones geográficas del país: costa, sierra y selva. Y
un movimiento desde arriba, redirigir y
fiscalizar las distorsiones de los poderes regionales y locales,
haciendo una crítica severa a la mala gestión de poder subdividido que acaba en
corrupción e injusticia social. Esto en un segundo momento entregara las
fuerzas de validación suficiente para un recambio generacional de la política,
que de espacio a los partidos más organizados y que cuenten con cuadros leales
al realismo de saber escuchar y negociar con los poderes que enfrente el Estado
ejecutivo. Al haber este consenso se tendrá la fuerza para acordar un manejo
responsable de sinergias entre el legislativo y ejecutivo, que se centre en el
rescate de la democracia y en la desconcentración de leyes y políticas que no
ponen en el centro del debate a la persona humana y sus diversas dimensiones de
autorrealización y conexión con las sociedades donde se gesta. El Estado debe
en mi opinión reformularse dando agencia y orientación a las nuevas caras y demandas
de liberación y felicidad que inundan las calles, pensando los intereses de las
clases y estratos diversos como una unidad que incluye al pueblo en su conjunto
como una unidad de espíritu y acción… Sin nación no hay Estado. El Estado debe
estar preparado para los fracasos y las crisis, y limitarse a crear condiciones
suficientes de igualdad de derechos de progreso en consonancia con la
otorgación de deberes a algún derecho ganado por méritos propios. Los derechos
intrínsecos son de base, pero viralizar el espacio público de derechos suena a
disfuerzo y asistencialismo.
5. Reforma
urgente de la educación básica capturada por un poder privado que mantiene en
la innación mental a nuestros niños/as y jóvenes. Dos atingencias: una
reorientar el enfoque constructivista y búsqueda de resultados que en la
educación se estipulan hacia el uso como métodos de construcción del carácter y
la personalidad a la historia, la poesía, las leyendas, el arte, el encuentro
con la naturaleza, y la música nacional como entes vehiculadores de apego y
sensibilidad por nuestra cultura. Y dos: formar una inteligencia emocional de
autodominio sobre la base del no miedo al mundo, y de búsqueda positiva de su
libertad en un mundo cargado de respeto y secretos maravillosos, que comunique
el interés por la investigación, la lectura y la escritura, pero no de forma
desjerarquizada sino orientada por la intervención de una pedagogía que rescate
y haga uso del legado del conocimiento acumulado de la humanidad y que le
permita al educando valorar y seleccionar de forma productiva y con alto valor
de calidad. Al final el niño/a reinventa el saber acumulado y lo que descubre
de acuerdo a sus talentos y su reconocimiento cultural del lugar donde es su
origen natural. Todo esto es importante si se introduce humildad y inteligencia
social mediante el servicio de trabajo y oficios de talleres que los centros
educativos lleven a la práctica. La importancia del trabajo manual y la
actividad física es decisiva para un balance entre la mente y los sentidos
coordinados. Todo talento ubicado debe ser inducido a querer su patria e
identidad originaria como forma de construcción de una personalidad fuerte y
emprendedora.
6. Poner
reglas claras de soberanía económica a los capitales atraídos a invertir aquí,
filtrando a las empresas con buenos antecedentes, y responsabilidad social
comprobada, a los cuales se les atraerá mejorando significativamente la
calificación de la mano de obra nacional y haciendo un filtro de las ONGs que
apuesten por el trabajo coordinado y semantizado por el Estado. Se debe hacer
una cirugía urgente del tercer sector enfocado a reactivar y desbloquear zonas
de pobreza focalizada, y la promoción del emprendimiento como forma de
autonomía de las personas en un mundo cada vez más caótico y ligado al rescate
de la creatividad y la innovación. De
este modo inicial el acuerdo por regiones entre el capital y las
culturas de trabajadores se beneficiaran en propuestas integrales de
desarrollo, donde la inversión social de la empresa es garantía de validez
social en el camino de que los actores regionales hallen por si mismos para
salir de estados críticos de pobreza o limitaciones materiales.
7. Un
marco legal unificado y coherente que de impulso a nuestros sectores económicos
de bandera, como es el turismo, la gastronomía, la minería, el petróleo, el
gas, la pesquería y la agricultura organizada en cooperativas de intensidad
tecnificada. Dar asistencia e información sobre mercados a las PYMES para
generar saltos y diversificación productiva.
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