La lógica destructiva de los medios de comunicación en el Perú actual.
En sus piruetas intelectuales
sobre la formación de la opinión pública Habermas sostenía que en sus orígenes la
propaganda comportaba un interés de desnudar los oscuros entretelones del poder
y asi regularlos o anularlos mediante la crítica de la ciudadanía informada.
Por razones diversas pero fundamentalmente del
triunfo de la Burguesía a nivel mundial, el oficio de construir la
opinión pública se orientaba a darle legitimidad política a la conducción
racionalizada del Estado y la empresa privada. La aparición de las herramientas
de la publicidad y del conductismo como estrategias
de enganche para solventar el consumo de un mercado específico dio mayores bríos
al poder de mediación que la prensa, y el surgimiento de la radio transferían
al poder legítimo. Para nadie es un secreto que en la conformación de las
culturas populares y rurales el acercamiento a informaciones de interés público
era algo muy raro, y que si se daba era una manifestación movilizada del poder
integración espiritual y consciente de una nación o pueblo. Por eso en épocas tempranas
de la conformación de una cultura política el medio de comunicación más eficaz
era el chisme, y la reseña tergiversada de mitos y leyendas que daban cohesión
a los colectivos. No así el registro escritural que estaba orientado a la
conducción elitizada del poder político
Cuando ingresamos en el S XX el
poder de disgregación social que había obturado el desarrollo del capitalismo
desregulado del S XIX, genero un impacto
de desarraigo en las culturas europeas y en EEUU que el mundo imperialista tuvo
que experimentar la IGM, como signo ineludible de un desajuste mental y
emocional de las culturas con la modernización económica y racionalista que
daba cimiento al progreso del capitalismo. La idea de nación y el deber
soberano de la defensa de un pueblo con elevación de conciencia era una
expresión masificada de deformaciones psicológicas que el impacto de los medios
escriturales de prensa y propaganda radial habían ocasionado en los imaginarios
sociales para hacer frente como sociedad organizada al ritmo cada vez más frenético
del capitalismo desregulado y cada vez más disociativo de todo arraigo por la
tierra. La manipulación de la opinión
pública a través de la radio y la prensa parcializada dieron asentamiento a una
cultura integrada donde el sentimiento del individuo era sacrificado a la honra
de la voluntad general.
La IIGM es expresión de este
sentimiento de descontento generalizado a un imperialismo cada vez más interesado en acumular y hallar mercado
manipulados para sus productos y servicios de todo tipo. La idea que una
sociedad fuerte y guerrera como expresión elevada de su rol natural de supervivencia podía detener
e incluso reformular el capitalismo halla en Alemania nazi y en el Japón un
enfermizo revestimiento de control del mundo antiguo a un determinismo desterritorializado que no
respeta sino la lógica indetenible del
lucro y la inversión sobreseguro. En este contexto la llegada del Cine, y las
sofisticación de los medios de prensa, y literatura más popular como los comics
y todas las tendencias del arte aplicado a crear una erótica del consumo dieron
el golpe de gracias a una idea neurótica de sistema productivo y autoritario
que encarcelaba la liberación del individuo autoconsciente
.
El cine, y ya la aparición lenta
de la caja boba, reforzaron en un primer momento el signo asociativo y
solidario de los pueblos, donde la manifestación de la creatividad recaía sobre
un individuo entregado al arte, la disipación, la innovación, y el liderazgo carismático
de masas. El cine abrió la imaginación a la posibilidad de que los Estados de
bienestar keynesianos lograran casar la libertad creativa y regenerativa de los
nuevos movimientos sociales, con las normas administrativas y productivas de la
economía de guerra que vivíamos. Los medios de comunicación de primera
generación como la radio, el cine, el teléfono, y el TV, como simplificación administrada
del conductismo más descarado alimentaron la esperanza que la modernización y
los frutos del progreso eran otro escenario para la reconstrucción colectiva y
gregaria de los pueblos del mundo. Y así
fue hasta que la inoculación de las libertades individuales que son el sostén de
la libertad de empresa rompió las
tradiciones insurgentes y cooperativas de los pueblos y las naciones y dieron
paso a un mundo despolitizado y en constante trasgresión y divorcio del mundo
real y público. Cuando ya la trampa del socialismo de Estado, o sus versiones
tácticas de Populismo tardío o Estados providencia generaron las condiciones
para una subjetividad inmadura y gobernada por sus apetitos de derechos inconclusos
sin correlatos de trabajo social de una sociedad consciente de su rol de
supervivencia ante amenazas externas, se produjo lo que se suele llamar en sociología,
la huida antropológica de los individuos y sus sueños a un mundo cada vez más
feudalizado y entregado a la descomposición de sus tropicalismos y utopías
absurdas.
Como previeron los magos malignos
del liberalismo como Popper, y Hayec, y porque no el pirata de Nozick, se
ingresa en la idea nefasta como maquiavélica de que la necesidad sin fronteras
del capitalismo desregulado y con ambiciones
de acabar con todo rastro de culturas y razas soberanas, requería la
destrucción anárquica una y otra vez de las sociedades y sus consumidores potenciales
para crear nuevas necesidades y espacios de inversión donde la desmoralización
y la degradación como libertad de la época era el cimiento estratégico para un
laboratorio de nuevas tecnologías y mercancías potenciales. El impacto del conservadurismo y de los
ajustes estructurales en el seno de las culturas nacionales fue tal que se
requería urgentemente de una tecnología que asegurara la ilusoria cohesión social,
y por tanto la reproducción de información y saberes que dieran sostenibilidad
gratuita a los nuevos productores y empresarios del mundo global.
Esta tecnología que destruye a la
galaxia de Guttenberg, y que es la causante del divorcio consentido por la
cultura entre el peso ontológico y practico del lenguaje y la creación de valor
orientada a la mundo de la vida es la internet, y todos los dispositivos protésicos
como la tecnología celular, las tablets, etc, que encapsulan a las personas y sus
imaginaciones productivas en una realidad paralela de signos y recreación de
impulsos donde la idea de libertad alcanza la simulación de una transformación antropológica
donde el oprimido es el causante de su propia autodestrucción existencial,
Atento a estos cambios Marshall Macluhan, y Humberto Eco habrían dicho que ya
no importa lo que se diga, el mensaje,
ni quien es el emisor o el receptor, sino que
la dictadura recae en el medio, que es una nueva realidad ontológica que
aplasta cualquier disenso o disrupción revolucionaria que amenazara la
conducción la reproducción del poder real. Al decir el medio es el mensaje
asistimos a lo que Heidegger con brillantez designa que la condición humana es
una realidad siempre en permanente tránsito, que requiere de medios y prótesis
para ser no ella misma, sino los medios y sus zonas de confort donde desaparece
la ilusión de la libertad autogenerada.
Más allá de la función no
disruptiva de la internet y de la devaluación de la palabra oral para generar
realidades y cohesión social, lo cierto es que esta galaxia interminable de
informaciones y conocimientos multiplicados ha evitado la orquestación de
nuevos totalitarismos y autocracias que pudieran amenazar la tendencia del ser
humano a pedir más cuotas de libertad y necesidad plena de diferenciación
cultural. Pero el precio que ha tenido
que pagar para evitar y garantizar la seguridad de su mundo privado ha sido
entregar su inteligencia y su mente a una realidad donde la mutación y la
experimentación de las leyes que gobiernan a los cuerpos y sus mentes no conocen
límites establecidos. Todo lo que
conocemos como nueva ciencia basada en la nanotecnología, la genética, la
clonación, la cibernética, la inteligencia artificial, la biotecnología, y la
manipulación audiovisual de las realidades del espectáculo y la publicidad, están
conducidas para controlar y programar de modo incierto el sueño metafísico de
superar nuestra precaria condición humana y alterar con ello realidades más
allá de nuestra comprensión con ingentes y ricas posibilidades de lucro y
acumulación a escalas gigantescas. Superar la muerte es la base de una nueva
relación ente la técnica y la acción del hombre sobre el universo.
Aterrizando en la realidad de
nuestro nihilismo cotidiano el poder de modelación que poseen actualmente los
medios de comunicación sobre la formación de la opinión y la predisposición
emocional de nuestra piscología nacional es tal que han logrado el objetivo de desinformar
y ahogar en el desinterés y la desafección cívica a los actores a los que impunemente
dicen abrir los ojos. La libertad de información y de acceso a una verdad realista
alcanza el nivel del chisme, y la estigmatización de cualquier carácter sagrado
de reflexión e insurgencia organizada. La TV nacional, y las programaciones orientadas
a la disipación ofrecen la construcción de una noticia que linda con el morbo y
el terror más paralizante a un mundo al que presentan como algo sitiado por la
ruina y la violencia generalizada a la que usan como efecto desgastante y
desmotivador de cambios afirmativos. Su lógica es alterar la salud mental de
los televidentes y corromper el ánimo del pueblo al que presentan una
hiperrealidad a la que tienen que aceptar e incluso amar. Resignados y
estresados por un producto televisivo que afirma la cultura de pobreza y la
huida del mundo, los siguientes segmentos y programas con mayor rating obedecen
a la estrategia publicitaria y conductista
de crear antivalores en el pueblo y crear estilos de consumo donde el
manejo de la erótica, la risa, lo lúdico,
y la distorsión de la estética popular orientan o condicionan los apetitos de reconocimiento
cultural y personal hacia un mundo de servicios y de consumo de estatus empoderado que infla el orgullo de
los que pueden y derrota la autoestima y las conexiones emocionales de las
personas, niños/as y jóvenes con el mundo que no pueden.
Sobre esta base de manipulación
del miedo y la esperanza del pueblo se organiza la prensa más oficializada, las
campañas publicitarias, los programas de radio, y las estrategias comerciales
de las tiendas por departamento, y los hipermercados de productos variados para
generar una disposición al gasto y despilfarro innecesario donde la venta de una
felicidad fabricada e irreal evita el ahorro y la autoinversión popular. La
multiplicación de estímulos de la que hablaba el finado Marco Aurelio De Negri estaría
no solo condicionando la fuerza de búsqueda de más estatus social, sino el
acrecentamiento de una vacío existencial de carencias y afectos reales que el
consumidor oculta con la falsificación de una identidad orientada al dispendio
y la saturación de vicios y hábitos desmesurados. El poder de dinero y a la vez
la superficialidad en la que cae la palabra para crear sentidos comunes estaría
generando un creciente desarraigo psicológico con toda valoración macros social,
y la vez un gran descontento y
resentimientos acumulados que irrumpen
en la realidad social como toda forma de violencia de género, abusos,
criminalidad y insanidad mental, que son expresiones palpables de una cultura
empobrecida que no sabe procesar de modo saludable su disconformidad con los
deseos que estúpidamente deja que la programación del espectáculo siembren en
su mente y expectativas falsas de vida.
Más allá de la capacidad
contrahegemónica que posee internet y los equipos celulares, la quietud heterónoma
de nuestra cultura de masas y su tendencia masoquista a aceptar resignadamente
los arquetipos estéticos y morales de un mundo descarriado al que llaman en TV
un mundo sin personalidad y actitud es
la prueba existencial de nuestra capacidad de adaptación la salvaje ritmo del
trabajo y e emprendimiento, pero no al proceso de autovaloración digna de una
cultura que busca honor y gloria colectiva.
Hemos crecido por la urgencia de escapar a la muerte y la miseria, pero
no hemos escapado de la miseria de ser todavía una sociedad de castas y una
monarquía de estereotipos eurocéntricos y cosmetológicos donde todos los días en
TV nacional nos enrostran arquetipos de belleza y mentalidades carentes de reflexión donde quienes dan las normas de moralidad y sentido
alternativo de vida sin comunicadores y caricaturas de payasos que coquetean
con el desprecio más absoluto de nuestra cultura popular. Para nadie es un secreto que las filosofías que
guían nuestro arte, e interpretación
cosmovisional de nuestro cine abrazan modelos tergiversados de nuestra
identidad a la que falsean y no saben ciertamente escuchar ni siquiera
interpretar de modo mágico realista. Con
raras excepciones nuestro arte, e interpretación oral y corporal alimentan una
sociedad de dramaturgos y porque no comunicadores de cascaron que no sabe
sentir el alma de nuestros temores y máximas esperanzas de creación cotidiana.
Por eso nuestros medios de comunicación
políticos y principales espacios de comentario cultural viven atetados a personajes que no tienen la menor idea como
es sociológicamente y filosóficamente, y porque no geopolíticamente la realidad
del país. Sus preguntas y polémicas rayan en la absurdidad del ataque
destructivo, en el comentario desglosado y descalificador del adversario o de
una idea progresista, y en la introducción de miradas reduccionistas y con
dramatismo de temas sensibles de nuestra cultura actual sin considerar las
contradicciones y los impactos distractivos que generan en los televidentes. Su
ecuación que domina la pantalla chica es la imagen de un rostro marketeado y a la vez ególatra que subjetiviza y no
tiene la menor conexión emocional con las personas a las que informan. Por eso digo que nuestros medos están secuestrados
por severos mercenarios que en nada se diferencian de los torpes atletas de
Esto es Guerra, o los pésimos chistes del Whasap de JB, donde la falta de
ingenio y lucidez es compensada con el morbo hacia alguna piel “Talento de TV”
como canta el malo de Bronx, Willy Colón.
Hoy la finalidad de los medios de
comunicación en forma política es destruir lo
que queda del sistema de partidos, blindar los intereses de la oligarquía,
y preparar el simulacro de un populismo
socialista que blinde a Vizcarra, y que interfiera como peones de ajedrez del
proyecto geopolítico de EEUU o de Los asiáticos
en la región. A nuestra izquierda ligth no les conviene sino anular el eje de
desarrollo sostenible que hemos logrado entre Chile, Colombia, México y Perú y
continuar con su idea siciliana de destruir el Estado peruano, como antes lo
intento Sendero Luminoso y el MRTA:
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