sábado, 16 de febrero de 2019

Estrategias de la frivolidad. Observaciones no moralistas de la cultura de la noche


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Desde los acercamientos críticos del finado Marco Aurelio De Negri al tema de los realitys shows como Esto es Guerra y Combate, se ha escrito poco desde un punto de vista observacional y constructivo del mundo de la noche en la Lima de Hoy. Actualmente que la esfera pública de la democracia se desgarra entre un fuego cruzado de maquinaciones y acusamientos con una simple suma cero, se destapa en otros espacios de la realidad gobernada por los medios de comunicación el escándalo de la fiesta del terror. Más allá de los blindajes mediáticos que parapeta el poder de la farándula y de la producción publicitaria para esconder una realidad donde el empoderamiento de los egos y la belleza politizada acarrea el destape de una privacidad donde la lógica de los vicios y el ritmo orgiástico de los cuerpos no conoce límites sino tanáticos, lo cierto es que la estrategia psicológica que utiliza este programa para evitar la censura moral, y las implicancia del atestado policial con lazos de manipulación delictiva es mostrar como producto original y  sorpresivo un elitismo del goce y prohibido prohibir que está más allá del bien y del mal de la sociedad establecida.
Por lo visto en el VDLV de Beto Ortiz la estrategia publicitaria y de impacto cultural es derribar los moldes convencionales que no conocen la realidad privatizada y que está dispuesta a todo de nuestra juventud elitizada. El modelo de manipulación y estrategia de construcción de identidades que ha fabricado el mundo de la farándula de los realitys shows es hacer estandarizado en el mundo de la juventud impulsos y estilos de consumo que rebasan toda posibilidad real de que el delirio y los vicios sean sostenibles en todos los estratos sociales. Para nadie es un secreto que independientemente del estrés cultural que soportan las ciudades, existe un mundo de la noche sin gobierno alguno, y con una geografía de accesos al placer desmesurado que encierra una mecánica sutil y privatizada, donde quien conoce las reglas del submundo y posee recursos es perfectamente capaz de obtener el ingreso a un mundo enloquecido por la aventura del anonimato y el sexo casual.

La economía libidinal que rodea al mercado de los vicios envuelve una cartografía simulada que va desde los bares, restaurantes, discotecas, y zonas más caletas donde la práctica de la drogadicción es la ley que desconecta los cuerpos. El mundo de los bares son espacios de previos y de reconocimiento de terrenos donde los clanes se hallan, y hay contactos furtivos de seducción. El enganche de estos servicios es la mozeria de anfitrionas que poseen información sobre los siguientes niveles de diversión. En los bares la mecánica es la conversación y la demostración de poder que te jala a otros espacios de mayor contacto y desgobierno como es la discoteca trans, y las músicas alternativas del mundo actual. Claro en este mundo de previos también hay gustos hacia la sana diversión, y los hallazgos furtivos, donde la madurez siempre atrae la necesidad de un aprendizaje de nuevas sensaciones. En los restaurantes que se enlazan con los bares, hay una mecánica de simulación de clanes, pero también donde hay parejas que se buscan el cortejo y la diversión controlada.

Es alrededor de las discotecas donde hay un divorcio por género. La técnica del enganche por intermedio de jaladores, y chicas dealears que pululan en las barras y que bailan estratégicamente para la clientela extranjera y empoderada maquila un mundo de información de acceso a todo tipo de drogas, y accesos a fiestas privadas que se desarrollan en latitudes cercanas a departamentos y casas privadas, donde el mundo de los clanes controla esto como negocio de realidades atizadas por el espectáculo de gente de mayor envergadura que se favorece del enganche de jóvenes y clanes. Por eso para nadie es un secreto que los ansiosos por las drogas recreativas se concentran en una cartografía de lugares cercanas a los lugares de diversión donde la presencia de mutaciones inesperadas revela fiestas y orgias donde todo puede pasar.

Por lo general la cultura de la noche y de las exageraciones comienza en la cosmopolita Miraflores, donde la búsqueda del desconocimiento halla desde las drogas sociales en punto de ventas móviles hasta la prostitución callejera. Pero los clanes operan con ingenio hacia los espacios de Barranco y sus espacios de disipación, donde la mercadotecnia de las discotecas esta penetrada por un mercado de servicios informales que rodea bares y restaurantes de conversaciones cultas y de tragos más sofisticados.  En estos espacios de  disipación el encuentro casual y el anonimato es la regla de un delirio de misterios y placeres que reproduce la economía de servicios de este mundillo.

Pero la cartografía de los excesos continua hasta las últimas consecuencias, donde el extremismo de los hombres empoderados es perfectamente capaz de viajar distancia largas en búsqueda de más diversión o se recluye en los clubes privados que están en las periferias de la cultura de la noche. Este es el lugar de empresarios y gente mayor, donde la manipulación a través del cortejo es la ruta de fácil ganancia para estos espacios privados. La práctica de la prostitución de alto vuelo, incluye hoteles discretos y mayor acceso a drogas sociales que destapan mayores cuotas de sexualidad desbordada.

En relación a las féminas el estilo es de mayor clase y cuidados personales. Mientras los hombres van solos, y se agrupan en clanes, las féminas salen en grupos de amigas de confianza para evitar los riesgos del acoso masculino. Su acceso a drogas depende en mucho del lugar y la seguridad de conocidos. Y si hay ingresos a fiestas privadas prácticamente es una decisión muy personal experimentar y dejarse llevar. Pero en cienes la casualidad es la norma que despierta los apetitos y siempre el cuidado es la regla que permite la reproducción de una hipocresía sensorial que atraviesa a los géneros y sus urgencias de frivolidad.

En otros espacios de la ciudad como Lince, Lima centro, ATE, Zarate, AV Canadá, Los conos norte, la fabricación de una identidad de la disipación aun comporta una lógica de amigos, familias y de espacios barriales. Y otra es definitivamente la expresión de los cuerpos y su escape a la explotación y el sin sentido de la vida.  No hay aun esta dinámica la asimetría de clanes y de hallazgos furtivos que se observa en el mundo de las elites. Asia a la que no visito desde hace cinco años, comporta esta lógica de clanes donde una subcultura de adolescentes y jóvenes empoderados alrededor de su dominio de mayores redes de influencia social desarrolla y expande un laboratorio de libertinaje y violencia donde campea la estética como fenómeno radical de  acceso al placer pleno. Es la segregación de la elite en su máxima expresión de escape a su aburrimiento de ser estrellas apátridas sin compromiso real con nada.

Por eso para nadie que sepa la estrategia de la TV de proteger a como dé lugar esta construcción narcisista e irreflexiva de iconos de la cultura de masas esconde la necesidad y el miedo que el negocio de estimulación programada que provocan en las mentalidades colectivas desinformadas  se venga abajo, y se desoculte tras una fuerte marketing de rostros con gran inteligencia emocional caricaturas de personajes sin alma y sin real propósito con nadie, más que consigo mismos. Por eso atentos al desarrollo de la farándula y sus tentáculos instrumentales en el tejido social. Lo que se está defendiendo es una economía de servicios desregulados y degradados que tiene como mayores rostros de su impunidad a caricaturas públicas que solo despiertan el erotismo de la compra y la alienación estandarizada.  La elite va a tapar este psicosocial pues golpea la desobligación de sus hijos con el mundo peruano.


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