Estrategias de la frivolidad. Observaciones no moralistas de la cultura de la noche
.
Desde los acercamientos críticos del
finado Marco Aurelio De Negri al tema de los realitys shows como Esto es Guerra
y Combate, se ha escrito poco desde un punto de vista observacional y
constructivo del mundo de la noche en la Lima de Hoy. Actualmente que la esfera
pública de la democracia se desgarra entre un fuego cruzado de maquinaciones y
acusamientos con una simple suma cero, se destapa en otros espacios de la
realidad gobernada por los medios de comunicación el escándalo de la fiesta del
terror. Más allá de los blindajes mediáticos que parapeta el poder de la farándula
y de la producción publicitaria para esconder una realidad donde el
empoderamiento de los egos y la belleza politizada acarrea el destape de una
privacidad donde la lógica de los vicios y el ritmo orgiástico de los cuerpos
no conoce límites sino tanáticos, lo cierto es que la estrategia psicológica que
utiliza este programa para evitar la censura moral, y las implicancia del
atestado policial con lazos de manipulación delictiva es mostrar como producto
original y sorpresivo un elitismo del
goce y prohibido prohibir que está más allá del bien y del mal de la sociedad
establecida.
Por lo visto en el VDLV de Beto
Ortiz la estrategia publicitaria y de impacto cultural es derribar los moldes
convencionales que no conocen la realidad privatizada y que está dispuesta a
todo de nuestra juventud elitizada. El modelo de manipulación y estrategia de construcción
de identidades que ha fabricado el mundo de la farándula de los realitys shows
es hacer estandarizado en el mundo de la juventud impulsos y estilos de consumo
que rebasan toda posibilidad real de que el delirio y los vicios sean
sostenibles en todos los estratos sociales. Para nadie es un secreto que
independientemente del estrés cultural que soportan las ciudades, existe un
mundo de la noche sin gobierno alguno, y con una geografía de accesos al placer
desmesurado que encierra una mecánica sutil y privatizada, donde quien conoce
las reglas del submundo y posee recursos es perfectamente capaz de obtener el
ingreso a un mundo enloquecido por la aventura del anonimato y el sexo casual.
La economía libidinal que rodea
al mercado de los vicios envuelve una cartografía simulada que va desde los
bares, restaurantes, discotecas, y zonas más caletas donde la práctica de la
drogadicción es la ley que desconecta los cuerpos. El mundo de los bares son
espacios de previos y de reconocimiento de terrenos donde los clanes se hallan,
y hay contactos furtivos de seducción. El enganche de estos servicios es la
mozeria de anfitrionas que poseen información sobre los siguientes niveles de
diversión. En los bares la mecánica es la conversación y la demostración de
poder que te jala a otros espacios de mayor contacto y desgobierno como es la
discoteca trans, y las músicas alternativas del mundo actual. Claro en este
mundo de previos también hay gustos hacia la sana diversión, y los hallazgos
furtivos, donde la madurez siempre atrae la necesidad de un aprendizaje de
nuevas sensaciones. En los restaurantes que se enlazan con los bares, hay una mecánica
de simulación de clanes, pero también donde hay parejas que se buscan el
cortejo y la diversión controlada.
Es alrededor de las discotecas
donde hay un divorcio por género. La técnica del enganche por intermedio de
jaladores, y chicas dealears que pululan en las barras y que bailan estratégicamente
para la clientela extranjera y empoderada maquila un mundo de información de
acceso a todo tipo de drogas, y accesos a fiestas privadas que se desarrollan
en latitudes cercanas a departamentos y casas privadas, donde el mundo de los
clanes controla esto como negocio de realidades atizadas por el espectáculo de
gente de mayor envergadura que se favorece del enganche de jóvenes y clanes. Por
eso para nadie es un secreto que los ansiosos por las drogas recreativas se
concentran en una cartografía de lugares cercanas a los lugares de diversión
donde la presencia de mutaciones inesperadas revela fiestas y orgias donde todo
puede pasar.
Por lo general la cultura de la
noche y de las exageraciones comienza en la cosmopolita Miraflores, donde la búsqueda
del desconocimiento halla desde las drogas sociales en punto de ventas móviles hasta
la prostitución callejera. Pero los clanes operan con ingenio hacia los
espacios de Barranco y sus espacios de disipación, donde la mercadotecnia de
las discotecas esta penetrada por un mercado de servicios informales que rodea
bares y restaurantes de conversaciones cultas y de tragos más sofisticados. En estos espacios de disipación el encuentro casual y el anonimato
es la regla de un delirio de misterios y placeres que reproduce la economía de
servicios de este mundillo.
Pero la cartografía de los
excesos continua hasta las últimas consecuencias, donde el extremismo de los
hombres empoderados es perfectamente capaz de viajar distancia largas en búsqueda
de más diversión o se recluye en los clubes privados que están en las
periferias de la cultura de la noche. Este es el lugar de empresarios y gente
mayor, donde la manipulación a través del cortejo es la ruta de fácil ganancia
para estos espacios privados. La práctica de la prostitución de alto vuelo, incluye
hoteles discretos y mayor acceso a drogas sociales que destapan mayores cuotas
de sexualidad desbordada.
En relación a las féminas el
estilo es de mayor clase y cuidados personales. Mientras los hombres van solos,
y se agrupan en clanes, las féminas salen en grupos de amigas de confianza para
evitar los riesgos del acoso masculino. Su acceso a drogas depende en mucho del
lugar y la seguridad de conocidos. Y si hay ingresos a fiestas privadas prácticamente
es una decisión muy personal experimentar y dejarse llevar. Pero en cienes la
casualidad es la norma que despierta los apetitos y siempre el cuidado es la
regla que permite la reproducción de una hipocresía sensorial que atraviesa a
los géneros y sus urgencias de frivolidad.
En otros espacios de la ciudad
como Lince, Lima centro, ATE, Zarate, AV Canadá, Los conos norte, la
fabricación de una identidad de la disipación aun comporta una lógica de amigos,
familias y de espacios barriales. Y otra es definitivamente la expresión de los
cuerpos y su escape a la explotación y el sin sentido de la vida. No hay aun esta dinámica la asimetría de
clanes y de hallazgos furtivos que se observa en el mundo de las elites. Asia a
la que no visito desde hace cinco años, comporta esta lógica de clanes donde
una subcultura de adolescentes y jóvenes empoderados alrededor de su dominio de
mayores redes de influencia social desarrolla y expande un laboratorio de
libertinaje y violencia donde campea la estética como fenómeno radical de acceso al placer pleno. Es la segregación de
la elite en su máxima expresión de escape a su aburrimiento de ser estrellas apátridas
sin compromiso real con nada.
Por eso para nadie que sepa la
estrategia de la TV de proteger a como dé lugar esta construcción narcisista e irreflexiva
de iconos de la cultura de masas esconde la necesidad y el miedo que el negocio
de estimulación programada que provocan en las mentalidades colectivas desinformadas se venga abajo, y se desoculte tras una
fuerte marketing de rostros con gran inteligencia emocional caricaturas de
personajes sin alma y sin real propósito con nadie, más que consigo mismos. Por
eso atentos al desarrollo de la farándula y sus tentáculos instrumentales en el
tejido social. Lo que se está defendiendo es una economía de servicios
desregulados y degradados que tiene como mayores rostros de su impunidad a
caricaturas públicas que solo despiertan el erotismo de la compra y la
alienación estandarizada. La elite va a
tapar este psicosocial pues golpea la desobligación de sus hijos con el mundo
peruano.
Comentarios
Publicar un comentario