Los Impactos del historicismo en la realidad peruana.
Hay una preocupación casi
existencial de psiquiatras y moralistas políticos de ¿ porque en nuestras
actitudes colectivas no hay memoria histórica de los hechos que nos han
calificado como cultura viable o inviable?. La respuesta reposa en la explicación de una responsabilidad muy vaga y ambigua. La culpa es del sistema educativo
nacional. Voy a hacer un ejercicio de
reconfiguración ontológica de nuestra idea de
tiempo social para demostrar que nos han introyectado una idea
monolítica de historicidad que es la que ha roto toda ligazón de las personas
con un pasado colectivo y nacional.
Como sabemos desde Vico, hasta
Hegel y el aporte de los alemanes con la
especificidad cultural de la historia humana en relación a otras realidades
orgánicas es que todo pueblo se mueve en el tiempo de su gestación y apogeo, y
posible declive como una subjetividad con conciencia de su origen u misión en
el universo. Es Fichte quien en su megalomanía genial lleva esta idea de la
historia a un plano de Yo colectivo que se desplaza como nación mítica a través
del tiempo, dando a Alemania un espíritu que se busca como civilización y una
narración originaria. Los efectos socioculturales de esta cosmovisión es el invento de que los
pueblos deben reaccionar en contra de amenazas
externas a su supervivencia creándose una cultura homogénea con un
espíritu colectivo que atraviesa a todos sus habitantes. SE estaba reaccionando
en contra de los efectos desestabilizadores que estaba creando el avance del
capitalismo y la modernización política que ya se vivenciaba en Inglaterra,
Francia y la inesperada Norteamérica. La sociedad aparece para controlar desde
un mito de comunidad imaginada el curso siempre desregulado del Capitalismo
Esta idea de yo colectivo de
pueblos que se reconocen como una conciencia también llegan a las tierras
Latinoamericanas y es el discurso de separatismo que permite la expulsión de
los españoles del poder de sus colonias, pero que se agota al tiempo que la conciencia
independentista de los criollos americanos hereda el mismo régimen de propiedad
y feudalismo que los españoles habían generado en nuestras nacientes naciones.
No solo lo heredan sino que lo refuerzan, superponiendo en su alienado eurocentrismo
una idea de contrato republicano que no tenía un correlato espiritual que le
diera legitimidad como pueblos con historia autoconsciente. El efecto es la
anarquía y la rémora económica de culturas que no eran civilizaciones con una
idea realista de país o nación. Aunque
esta narrativa es parte de otra narrativa que no hare aquí, solo sostengo la
hipótesis que las divisiones entre nuestros pueblos son gestación de una idea
impracticable de romanticismo organizativo que reproduce el natural apego del
Latinoamericano a soñar con el cielo sin hacer esfuerzos reales para avanzar
hacia él. Este es el germen de toda idea de colonialidad consentida.
Bueno volvamos al tema central.
En pleno S XX El mundo se organiza en torno al avance indetenible del
Capitalismo y se producen las guerras imperialistas como resultado de los
desarraigos racionalistas que iba provocando el desarrollo de la empresa y la
producción estandarizada. En el seno de sociedades cuyas estructuras de
mentalidades no estaban preparadas como culturas que evolucionan ante los
impactos disgregadores de la modernización se crea un mercado de individuos que
ceden su libertad por contrato ante el mundo de la producción para tener
derechos a construirse un mundo de la vida, que se va desvaneciendo como una
ilusión. Esto provoca que las sociedades se defiendan con la imaginación
dialéctica de la historia como lucha de clases tratando siempre de generarse
mediante la creatividad del pensamiento y la acción una utopía que compromete a
las energías de los individuos a abrazar un proyecto colectivo que controle el
poder tanático del Capitalismo y destruya el poder que nos domina. De formas distintas pero ubicadas en
dimensiones distintas de la comprensión del destino de los pueblos, la
respuesta es desde la reinvención organizativa y técnica de la naturaleza
controlar el curso una modernidad deshumanizante (Alemania y Japón) restaurando
la tradición, o controlar el curso del
Capitalismo movilizando a la sociedad como un sistema de control burocrático
que intenta sobrepasar el poder disruptivo de la explotación económica
destruyendo o reorganizando al Estado que es la entrada a su propia ruina o
progreso histórico (EEUU y Rusia Soviética). De formas distintas la conquista
del poder del Estado es la ecuación que resuelve si una sociedad evoluciona
ante el Capital o se opone a él.
Como sabemos el aprendizaje luego de las Guerras mundiales
fue que los pueblos en realidad no son entidades o sujetos que se mueven
dialécticamente como sistemas organizados, sino sociedades de individuos que
tienen la misión de organizarse y retransformarse ante los cambios siempre
imprevistos del mundo del Capital mutando y pactando de manera racional el frio
interés que despierta la inversión privada en nuestras culturas. El
Keynesianismo como economía de guerra, y la socialdemocracia como el Estado de
bienestar fueron las respuestas originales para reorientar al Capitalismo y
usar su fuerza de creación de riqueza para hacer progresar y detener el afán de
libertad insoluble que había despertado la decepción de los proyectos
totalitarios. Europa intento luego de una guerra fratricida domesticar al
capitalismo con el poder de veto de la política de la Comunidad Europea creando
una geocultura humanista que se
defendiera de un Capitalismo cada vez más desintegrador y desregulado y una
sociedad como la soviética donde las energías de la historia habían producido
un sistema de represión burocratizado en
el que la sociedad desaparecía en una Estado que traba la vida y su
necesidad de expansión natural.
Al derrumbarse la experiencia
comunista y entrar el agonía el Estado de bienestar europeo, el poder se
reconcentra en la utopía del mercado desregulado y sin fronteras de las grandes
corporaciones trasnacionales, cuyo poder de intervención sobre las naciones es
tan vasto que no solo exportan el modelo que a ellos les parece despertar sino
que son capaces de arruinar culturas con
el solo objetivo de tener mercados y mano de obra barata leal y sumisa. La
soberanía del poder del Estado es filtrada y sobrepasada por el poder económico
y a ello le llamamos Globalización. El
capitalismo interconecta todo, rompe todas las restricciones y atraviesa con
tal facilidad todas las fronteras, que las sociedades carecen hoy de un poder
real de autonomía sobre sus vidas, y si han convertido en un cruel laboratorio
del conductismo y la programación de las tecnologías de la información que
suspende la idea de historia y biografía personal, entregando a la persona a un
tiempo irreal donde la vida privada del ciudadano de democracias queda atrapada
en una privatización cada vez más retirada de lo público, y el ciudadano a
pesar de todo su poder de preparación y
generación de valor vive inclinado a un consumismo más feroz que es la norma de
identidad realizada de la época.
En este sentido el sueño de una
razón que civiliza y crea sociedades cohesionadas y autoconscientes de su rol
histórico cede el paso a una idea de Estados y culturas avanzadas que son
perfectamente conscientes que el sueño de levantar edificios estructurados de
control y regulación de la vida humana y una técnica cada vez más envolvente y
con capacidad de dormirnos se vuelve en irracionalidad pura y descarada. El
poder de toda la Dialéctica de la totalidad, la idea del sistema que se
autoequilibra en un orden objetivo o una construcción social de la realidad es
sorprendentemente hoy un cuerpo sin
órganos totalmente divorciado de la realidad de los nuevos actores y sus nuevas
sensibilidades que ya no entregan su
legitimación a ningún sueño de colectividad organizada, haciendo añicos esa
idea de Kojeve que “ la verdad esta en la historia, pero la historia no es la
verdad”, NO hay un fin de la historia, pero
la cruda realidad es que el determinismo de la supervivencia y la idea
de una vida que hay que vivirla sin ataduras de ninguna clase ha creado una
personalidad sin un plan realista de lo que quiere y que acepta con conformidad
espantosa el hiperrealismo de la explotación social y un mundo de cada vez
menos creativo e ingenioso para escapar a las trampas que la mente materialista
y sin corazón ha creado. El avance de la razón realista y pragmática pierde
fuerza en una personalidad sin imaginación por el futuro.
Pero ¿cómo se produjo esto? Y ¿cómo
nos afecta a nosotros los peruanos de manera particular? La razón así fría y
contundente está en el giro de realismo desencantado que hace Karl Marx en su
apreciación del Capitalismo y su idea de materialismo histórico. Su decisión de
valorar el mundo, la naturaleza y a la persona humana como partículas momentáneas
en un universo indiferente hizo ingresar a la razón de las sociedades a una
valoración empobrecida de si mismas, revestida de una idea que la única
realidad objetiva y de real poder es la ciencia materialista. Un error con una
consecuencia nefasta: Su realismo practico y su solución al problema de la
miseria social es la marca de los hombres y mujeres que están hambrientos y
necesitados y que ya no creen en nada y que hacen del mundo y la vida humana
una cosa sin vida, inanimada a la que pueden manipular, mutilar y experimentar
con el solo propósito de saciar un apetito insaciable que no proviene sino del
profundo desconocimiento de si mismos y la libertad humana. Su utopía comunista
como solución al problema del poder es en realidad ambición por el poder mismo
reforzando esa idea antigua de los desiertos que la antropología del hombre y
su estar en el mundo es un eterno calvario negativo y sufriente que hay que
negar con el sacrificio de forjar un
hombre de hierro que lo devora todo, y que desaparece en la inmensidad de una
maquinaria a la que celebra como una sociedad sin clases. Su idea bonita de la
dialéctica culmina siempre en el terror más absoluto.
En este sentido que describo la
historia que arranca con Marx y sus epígonos despierta siempre las fuerzas de
un compromiso solidario y colectivo por transformar el mundo, pero como no
saben cómo hacerlo culmina en el diagnostico absurdo y existencialista de
Sartre y los posmodernos que la vida es un accidente absurdo, y que nada tiene
sentido real, y que lo único que podemos hacer es ejercer poder o necesitar de
él. Enamorados de una idea de necesitados siempre acaban fuera de la realidad y
en quejarse de todo, la historia es una melancolía interminable de recuerdos que
ya no son. Es una filosofía de niños que no acepta el mundo tal como es.
El corte de aguas del
historicismo alemán de fines del s XIX
con Dilthey, Ricker, Windelband, y que
es sistematizado con lucidez realista en Weber desarrolla una idea de la
historia más acorde con el espíritu de la época. Ël se da cuenta que cada
horizonte histórico, cada sistema espacio temporal no anula al anterior o es mejor
cualitativamente que el anterior. Sino que cada cambio de sistema de poder es
un agotamiento productivo y vital que resuelve por decisión o lectura política
de avanzar a otro Estado de cosas donde la vida se reorganiza y desarrolla otra
concepción de sí misma y del mundo. Pero que cada época y su idea consciente de
realidad y como la procesa no anula los perfiles ontológicos de las anteriores
y sus tiempos reales, sino que atemporalmente pueden convivir en un mismo
sistema espacio temporal diversos tiempos, donde uno reclama la hegemonía de
modelación de la realidad y ejerce el poder legítimo pero que a la vez
invisibilizados o residuales hay otras posibilidades históricas o mutaciones
inesperadas que tranquilamente pueden alterar el principio de realidad y
reclamar hegemonía o provocar el fenecimiento de un pueblo.
Los cambios
históricos no son de sistemas como subjetividades monolíticas sino alteraciones
que se suscitan por aceleraciones de algunos sectores más avanzados de una
realidad que se cree integral y que en realidad avanza por fragmentos como un
mosaico de agregaciones y sumatorias, donde la vida que sabe organizarse y lee
bien la época y toma el curso del tiempo y lo puede cambiar todo. Una misma fórmula
no funciona igual la misma vez que acontece pues responde a una oportunidad que
se abre y debe ser aprovechada. Al final es la actitud de esa organización o
visión de mundo parcial la que obtura un curso pero siempre usando de manera
realista la genialidad de una época. Es imaginación al servicio de una
posibilidad real y concreta. La reprogramación de la realidad es algo que se da
modo no detectado por el ojo vigilante de un poder clásico, sino una propiedad
genial de la vida natural que no reivindica poder o liderazgo alguno sino que
busca sencillamente manifestarse como ethos y luego lentamente se convierte en
realidad organizada solo por su derecho a vivir y expandirse. Hoy esto está
pasando pero aun las señales de un algo organizado o con formas definidas no
son aun visibles, y se están generando aun de modo muy incipiente y como si
fuera un juego. La idea de historia a través de formas definidas se redefine
ahí donde la vida se reconoce como fuerza o talento vital, y se remonta sobre
su época cuando decide madurar como acción que crea nuevas formas de realidad.
Un poder nuevo nunca es igual a las formas que imperan.
En el caso del Perú. El impacto
del sentido de la historia y de la forma como se han construido las
epistemologías que han creado nuestro relato de nación o pueblo, despertaron
durante el sXX las energías de la
sociedad para emanciparse de los controles arcaicos y paralizantes de nuestra
estructura social feudal que detenía la
evolución de nuestro ethos andino y cercano al panteísmo del Perú. Las medidas que se tomaron a partir de las
lecturas ideográficas producidas en la convulsionada época de la década del 1920,
el marxismo indoaemericano, el aprismo antimperialista, y la reinvención
del hispanismo, superaron en forma
programática y política la visión idealista y emocional del anarquismo
sindicalista de la etapa previa. En primera instancia, se produjo una visión
del conocimiento del Perú real y olvidado por el poder oligárquico que
condicionaría de modo filosófico y ontológico la construcción más operativa y
sistémica de la apuesta por la modernización desarrollista del Periodo
propiamente del surgimiento de la sociología peruana.
Nuestra visión ideográfica siempre estuvo
influida por la óptica cerradamente espiritualista y a la vez culturalista en
la formación de los conceptos y las disposiciones de nuestra inteligencia hacia
su propia ubicación en el mundo peruano. Aunque las lecturas buscaban
propiamente rescatar una idea de alma nacional, y luego en el fragor de la
lucha por el poder político hegemonizar una forma de organización política de
los actores de la sociedad sojuzgada para cambiar la sociedad de forma real, el
límite de esta filosofía de la acción organizada era que era aún mirada muy de
filosofía política y de un trasfondo antropológico que no tenía propiamente una
comprensión real de lo que era la sociedad peruana. Y la prueba de lo que digo
es que la decisión de cambiar de modo holístico todas las rémoras supuestamente
ancladas en la tradición destruyeron las
formas materiales y políticas del Estado feudalizado y colonial, sin
alterar en la larga duración la
inclinación soterrada y a histórica de nuestra condición emocional lo que
reprodujo ya en una sociedad sin modernidad real y sin idea de pueblo orgánico
el reino autoritario de una sociedad de castas, segregada y sumida en la
clandestinidad.
Solo el APRA y su apuesta por un
realismo político, más allá de sus cambios de panorama estratégico para que no
se debilite su real compromiso de cambio, entendieron que la naturaleza de
nuestro atraso era una siempre ecléctica y romántica mala implementación del
poder de modelación del Estado peruano. Sus lecturas propiamente preocupadas en
estructurar un orden moderno y autónomo que entendiera que los limites al poder de las fuerzas externas e internas
que amenazan a la sociedad peruana solo se resuelven de modo practico y
negociando con el capitalismo de modo
inteligente, intentaron más de lo que sus opositores ideológicos han hecho por
el Perú, claro colisionando inevitablemente con amenazas más allá de su propia
fuerza operativa, y perdiendo validez en
la sociedad peruana por su arrojo al enfrentar una realidad anclada en el peor
de los tropicalismos y la pobreza estructural
mentalizada.
Todo esta ha devenido en la
infamia de la violencia política (SL, MRTA) y en la forma de estado más
delincuencial y autoritaria que ha sido el Fujimorismo, y en las actuales
coordenadas de una democracia formalista minada por la encarnación absurda e irresponsable de lecturas eurocéntricas de
gestión del poder que reproducen ya por puro interés y locura emocional un desorden funcional anclado en la inmadurez
completa de la reacción y el diletantismo disfrazado de libertad política. La idea de soñadores que empieza con la
inocencia más poética y fuera del tiempo siempre termina en la anarquía y la obcecación más reñida con el mundo que no
entienden y no aceptan. Nuestra historia no posee memoria de su propia
autoconciencia en el tiempo, porque su pasado lleno de frustración y conflictos
exteriorizados quiere olvidar los traumas y dolores que el idealismo y el poder
factico ha causado en sus vidas cotidianas concentrándose de modo intenso y sin
métodos fijos en el crecimiento y expansión de sus vida reales pero desconectadas de una realidad organizativa
carente de compromisos y entendimientos
del espíritu de sus representados. Hoy
hay incertidumbre, desconcierto y escepticismo en el connacional pero a la vez
hay un formidable ingenio de crearse una vida en base al trabajo intenso y
sacrificado que es lo que alienta y sostiene una economía con trabas
estructurales en la inversión pública y en la siempre naturaleza
anticapitalista de la inversión privada nacional. El tiempo de vida se ha desgajado de la
historia, es una ruptura epocal con consecuencias terribles. La idea de espacio
peruano se reinventa, como geocultura, y el tiempo se vuelve relativo.
Nuestra idea de tiempo histórico
es la que comprende Weber remontada sobre esta época de ruptura con las formas
definidas, donde las propiedades de vanguardia y que les darán otro rostro de
progreso que se adapta siempre, cobraran
con el tiempo formas nuevas y originales de Sistema político y económico
despertando la real inteligencia territorial y geoeconómica de nuestra cultura
natural. Aun esa fuerza es muy intensa y llena de persistencia en búsqueda de
un Norte. Le falta método y conocimiento especializado de lo que harán en los
sectores potenciales de nuestra economía nacional. Solo espero que la reacción vestida de
progreso y moralisno lleno de envidia no ahogue en la confusión a esta nueva
sensibilidad.
Lego a la socialdemocracia y a
los políticos valientes apoyar a estas
nuevas sensibilidades y limpiar del control del país a las amenazas internas y
externas que actúan en la escolástica de los eternos señorones.
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