miércoles, 6 de marzo de 2019

Los Impactos del historicismo en la realidad peruana.





Hay una preocupación casi existencial de psiquiatras y moralistas políticos de ¿ porque en nuestras actitudes colectivas no hay memoria histórica de los hechos que nos han calificado como cultura viable o inviable?. La respuesta reposa en la explicación de una responsabilidad muy vaga y ambigua. La culpa  es del sistema educativo nacional.  Voy a hacer un ejercicio de reconfiguración ontológica de nuestra idea de  tiempo social para demostrar que nos han introyectado una idea monolítica de historicidad que es la que ha roto toda ligazón de las personas con un pasado colectivo y nacional.

Como sabemos desde Vico, hasta Hegel y el  aporte de los alemanes con la especificidad cultural de la historia humana en relación a otras realidades orgánicas es que todo pueblo se mueve en el tiempo de su gestación y apogeo, y posible declive como una subjetividad con conciencia de su origen u misión en el universo. Es Fichte quien en su megalomanía genial lleva esta idea de la historia a un plano de Yo colectivo que se desplaza como nación mítica a través del tiempo, dando a Alemania un espíritu que se busca como civilización y una narración originaria. Los efectos socioculturales  de esta cosmovisión es el invento de que los pueblos deben reaccionar en contra de amenazas  externas a su supervivencia creándose una cultura homogénea con un espíritu colectivo que atraviesa a todos sus habitantes. SE estaba reaccionando en contra de los efectos desestabilizadores que estaba creando el avance del capitalismo y la modernización política que ya se vivenciaba en Inglaterra, Francia y la inesperada Norteamérica. La sociedad aparece para controlar desde un mito de comunidad imaginada el curso siempre desregulado del Capitalismo

Esta idea de yo colectivo de pueblos que se reconocen como una conciencia también llegan a las tierras Latinoamericanas y es el discurso de separatismo que permite la expulsión de los españoles del poder de sus colonias, pero que se agota al tiempo que la conciencia independentista de los criollos americanos hereda el mismo régimen de propiedad y feudalismo que los españoles habían generado en nuestras nacientes naciones. No solo lo heredan sino que lo refuerzan, superponiendo en su alienado eurocentrismo una idea de contrato republicano que no tenía un correlato espiritual que le diera legitimidad como pueblos con historia autoconsciente. El efecto es la anarquía y la rémora económica de culturas que no eran civilizaciones con una idea realista de país o nación.  Aunque esta narrativa es parte de otra narrativa que no hare aquí, solo sostengo la hipótesis que las divisiones entre nuestros pueblos son gestación de una idea impracticable de romanticismo organizativo que reproduce el natural apego del Latinoamericano a soñar con el cielo sin hacer esfuerzos reales para avanzar hacia él. Este es el germen de toda idea de colonialidad consentida.

Bueno volvamos al tema central. En pleno S XX El mundo se organiza en torno al avance indetenible del Capitalismo y se producen las guerras imperialistas como resultado de los desarraigos racionalistas que iba provocando el desarrollo de la empresa y la producción estandarizada. En el seno de sociedades cuyas estructuras de mentalidades no estaban preparadas como culturas que evolucionan ante los impactos disgregadores de la modernización se crea un mercado de individuos que ceden su libertad por contrato ante el mundo de la producción para tener derechos a construirse un mundo de la vida, que se va desvaneciendo como una ilusión. Esto provoca que las sociedades se defiendan con la imaginación dialéctica de la historia como lucha de clases tratando siempre de generarse mediante la creatividad del pensamiento y la acción una utopía que compromete a las energías de los individuos a abrazar un proyecto colectivo que controle el poder tanático del Capitalismo y destruya el poder que nos domina.  De formas distintas pero ubicadas en dimensiones distintas de la comprensión del destino de los pueblos, la respuesta es desde la reinvención organizativa y técnica de la naturaleza controlar el curso una modernidad deshumanizante (Alemania y Japón) restaurando la tradición,  o controlar el curso del Capitalismo movilizando a la sociedad como un sistema de control burocrático que intenta sobrepasar el poder disruptivo de la explotación económica destruyendo o reorganizando al Estado que es la entrada a su propia ruina o progreso histórico (EEUU y Rusia Soviética). De formas distintas la conquista del poder del Estado es la ecuación que resuelve si una sociedad evoluciona ante el Capital o se opone a él.

Como sabemos  el aprendizaje luego de las Guerras mundiales fue que los pueblos en realidad no son entidades o sujetos que se mueven dialécticamente como sistemas organizados, sino sociedades de individuos que tienen la misión de organizarse y retransformarse ante los cambios siempre imprevistos del mundo del Capital mutando y pactando de manera racional el frio interés que despierta la inversión privada en nuestras culturas. El Keynesianismo como economía de guerra, y la socialdemocracia como el Estado de bienestar fueron las respuestas originales para reorientar al Capitalismo y usar su fuerza de creación de riqueza para hacer progresar y detener el afán de libertad insoluble que había despertado la decepción de los proyectos totalitarios. Europa intento luego de una guerra fratricida domesticar al capitalismo con el poder de veto de la política de la Comunidad Europea creando una geocultura  humanista que se defendiera de un Capitalismo cada vez más desintegrador y desregulado y una sociedad como la soviética donde las energías de la historia habían producido un  sistema de represión burocratizado en el que la sociedad desaparecía en una Estado que traba la vida y su necesidad de expansión natural.

Al derrumbarse la experiencia comunista y entrar el agonía el Estado de bienestar europeo, el poder se reconcentra en la utopía del mercado desregulado y sin fronteras de las grandes corporaciones trasnacionales, cuyo poder de intervención sobre las naciones es tan vasto que no solo exportan el modelo que a ellos les parece despertar sino que son capaces de arruinar  culturas con el solo objetivo de tener mercados y mano de obra barata leal y sumisa. La soberanía del poder del Estado es filtrada y sobrepasada por el poder económico y a ello le llamamos Globalización.  El capitalismo interconecta todo, rompe todas las restricciones y atraviesa con tal facilidad todas las fronteras, que las sociedades carecen hoy de un poder real de autonomía sobre sus vidas, y si han convertido en un cruel laboratorio del conductismo y la programación de las tecnologías de la información que suspende la idea de historia y biografía personal, entregando a la persona a un tiempo irreal donde la vida privada del ciudadano de democracias queda atrapada en una privatización cada vez más retirada de lo público, y el ciudadano a pesar de  todo su poder de preparación y generación de valor vive inclinado a un consumismo más feroz que es la norma de identidad realizada de la época.

En este sentido el sueño de una razón que civiliza y crea sociedades cohesionadas y autoconscientes de su rol histórico cede el paso a una idea de Estados y culturas avanzadas que son perfectamente conscientes que el sueño de levantar edificios estructurados de control y regulación de la vida humana y una técnica cada vez más envolvente y con capacidad de dormirnos se vuelve en irracionalidad pura y descarada. El poder de toda la Dialéctica de la totalidad, la idea del sistema que se autoequilibra en un orden objetivo o una construcción social de la realidad es sorprendentemente  hoy un cuerpo sin órganos totalmente divorciado de la realidad de los nuevos actores y sus nuevas sensibilidades   que ya no entregan su legitimación a ningún sueño de colectividad organizada, haciendo añicos esa idea de Kojeve que “ la verdad esta en la historia, pero la historia no es la verdad”, NO hay un fin de la historia, pero  la cruda realidad es que el determinismo de la supervivencia y la idea de una vida que hay que vivirla sin ataduras de ninguna clase ha creado una personalidad sin un plan realista de lo que quiere y que acepta con conformidad espantosa el hiperrealismo de la explotación social y un mundo de cada vez menos creativo e ingenioso para escapar a las trampas que la mente materialista y sin corazón ha creado. El avance de la razón realista y pragmática pierde fuerza en una personalidad sin imaginación por el futuro.

Pero ¿cómo se produjo esto? Y ¿cómo nos afecta a nosotros los peruanos de manera particular? La razón así fría y contundente está en el giro de realismo desencantado que hace Karl Marx en su apreciación del Capitalismo y su idea de materialismo histórico. Su decisión de valorar el mundo, la naturaleza y a la persona humana como partículas momentáneas en un universo indiferente hizo ingresar a la razón de las sociedades a una valoración empobrecida de si mismas, revestida de una idea que la única realidad objetiva y de real poder es la ciencia materialista. Un error con una consecuencia nefasta: Su realismo practico y su solución al problema de la miseria social es la marca de los hombres y mujeres que están hambrientos y necesitados y que ya no creen en nada y que hacen del mundo y la vida humana una cosa sin vida, inanimada a la que pueden manipular, mutilar y experimentar con el solo propósito de saciar un apetito insaciable que no proviene sino del profundo desconocimiento de si mismos y la libertad humana. Su utopía comunista como solución al problema del poder es en realidad ambición por el poder mismo reforzando esa idea antigua de los desiertos que la antropología del hombre y su estar en el mundo es un eterno calvario negativo y sufriente que hay que negar  con el sacrificio de forjar un hombre de hierro que lo devora todo, y que desaparece en la inmensidad de una maquinaria a la que celebra como una sociedad sin clases. Su idea bonita de la dialéctica culmina siempre en el terror más absoluto.

En este sentido que describo la historia que arranca con Marx y sus epígonos despierta siempre las fuerzas de un compromiso solidario y colectivo por transformar el mundo, pero como no saben cómo hacerlo culmina en el diagnostico absurdo y existencialista de Sartre y los posmodernos que la vida es un accidente absurdo, y que nada tiene sentido real, y que lo único que podemos hacer es ejercer poder o necesitar de él. Enamorados de una idea de necesitados siempre acaban fuera de la realidad y en quejarse de todo, la historia es una melancolía interminable de recuerdos que ya no son. Es una filosofía de niños que no acepta el mundo tal como es.

El corte de aguas del historicismo alemán de fines  del s XIX con Dilthey, Ricker,  Windelband, y que es sistematizado con lucidez realista en Weber desarrolla una idea de la historia más acorde con el espíritu de la época. Ël se da cuenta que cada horizonte histórico, cada sistema espacio temporal  no anula al anterior o es mejor cualitativamente que el anterior. Sino que cada cambio de sistema de poder es un agotamiento productivo y vital que resuelve por decisión o lectura política de avanzar a otro Estado de cosas donde la vida se reorganiza y desarrolla otra concepción de sí misma y del mundo. Pero que cada época y su idea consciente de realidad y como la procesa no anula los perfiles ontológicos de las anteriores y sus tiempos reales, sino que atemporalmente pueden convivir en un mismo sistema espacio temporal diversos tiempos, donde uno reclama la hegemonía de modelación de la realidad y ejerce el poder legítimo pero que a la vez invisibilizados o residuales hay otras posibilidades históricas o mutaciones inesperadas que tranquilamente pueden alterar el principio de realidad y reclamar hegemonía o provocar el fenecimiento de un pueblo.

 Los cambios históricos no son de sistemas como subjetividades monolíticas sino alteraciones que se suscitan por aceleraciones de algunos sectores más avanzados de una realidad que se cree integral y que en realidad avanza por fragmentos como un mosaico de agregaciones y sumatorias, donde la vida que sabe organizarse y lee bien la época y toma el curso del tiempo y lo puede cambiar todo. Una misma fórmula no funciona igual la misma vez que acontece pues responde a una oportunidad que se abre y debe ser aprovechada. Al final es la actitud de esa organización o visión de mundo parcial la que obtura un curso pero siempre usando de manera realista la genialidad de una época. Es imaginación al servicio de una posibilidad real y concreta. La reprogramación de la realidad es algo que se da modo no detectado por el ojo vigilante de un poder clásico, sino una propiedad genial de la vida natural que no reivindica poder o liderazgo alguno sino que busca sencillamente manifestarse como ethos y luego lentamente se convierte en realidad organizada solo por su derecho a vivir y expandirse. Hoy esto está pasando pero aun las señales de un algo organizado o con formas definidas no son aun visibles, y se están generando aun de modo muy incipiente y como si fuera un juego. La idea de historia a través de formas definidas se redefine ahí donde la vida se reconoce como fuerza o talento vital, y se remonta sobre su época cuando decide madurar como acción que crea nuevas formas de realidad. Un poder nuevo nunca es igual a las formas que imperan.

En el caso del Perú. El impacto del sentido de la historia y de la forma como se han construido las epistemologías que han creado nuestro relato de nación o pueblo, despertaron durante el  sXX las energías de la sociedad para emanciparse de los controles arcaicos y paralizantes de nuestra estructura social feudal  que detenía la evolución de nuestro ethos andino y cercano al panteísmo del Perú.  Las medidas que se tomaron a partir de las lecturas ideográficas producidas en la convulsionada época de la década del  1920,  el marxismo indoaemericano, el aprismo antimperialista, y la reinvención del hispanismo,  superaron en forma programática y política la visión idealista y emocional del anarquismo sindicalista de la etapa previa. En primera instancia, se produjo una visión del conocimiento del Perú real y olvidado por el poder oligárquico que condicionaría de modo filosófico y ontológico la construcción más operativa y sistémica de la apuesta por la modernización desarrollista del Periodo propiamente del surgimiento de la sociología peruana.

 Nuestra visión ideográfica siempre estuvo influida por la óptica cerradamente espiritualista y a la vez culturalista en la formación de los conceptos y las disposiciones de nuestra inteligencia hacia su propia ubicación en el mundo peruano. Aunque las lecturas buscaban propiamente rescatar una idea de alma nacional, y luego en el fragor de la lucha por el poder político hegemonizar una forma de organización política de los actores de la sociedad sojuzgada para cambiar la sociedad de forma real, el límite de esta filosofía de la acción organizada era que era aún mirada muy de filosofía política y de un trasfondo antropológico que no tenía propiamente una comprensión real de lo que era la sociedad peruana. Y la prueba de lo que digo es que la decisión de cambiar de modo holístico todas las rémoras supuestamente ancladas en la tradición  destruyeron las formas materiales y políticas del Estado feudalizado y colonial, sin alterar  en la larga duración la inclinación soterrada y a histórica de nuestra condición emocional lo que reprodujo ya en una sociedad sin modernidad real y sin idea de pueblo orgánico el reino autoritario de una sociedad de castas, segregada y sumida en la clandestinidad.

Solo el APRA y su apuesta por un realismo político, más allá de sus cambios de panorama estratégico para que no se debilite su real compromiso de cambio, entendieron que la naturaleza de nuestro atraso era una siempre ecléctica y romántica mala implementación del poder de modelación del Estado peruano. Sus lecturas propiamente preocupadas en estructurar un orden moderno y autónomo que entendiera que los limites  al poder de las fuerzas externas e internas que amenazan a la sociedad peruana solo se resuelven de modo practico y negociando  con el capitalismo de modo inteligente, intentaron más de lo que sus opositores ideológicos han hecho por el Perú, claro colisionando inevitablemente con amenazas más allá de su propia fuerza operativa,  y perdiendo validez en la sociedad peruana por su arrojo al enfrentar una realidad anclada en el peor de los tropicalismos y la pobreza estructural  mentalizada.

Todo esta ha devenido en la infamia de la violencia política (SL, MRTA) y en la forma de estado más delincuencial y autoritaria que ha sido el Fujimorismo, y en las actuales coordenadas de una democracia formalista minada por la encarnación absurda  e irresponsable de lecturas eurocéntricas de gestión del poder que reproducen ya por puro interés y locura emocional  un desorden funcional anclado en la inmadurez completa de la reacción y el diletantismo disfrazado de libertad política.  La idea de soñadores que empieza con la inocencia más poética y fuera del tiempo siempre termina en la anarquía y  la obcecación más reñida con el mundo que no entienden y no aceptan. Nuestra historia no posee memoria de su propia autoconciencia en el tiempo, porque su pasado lleno de frustración y conflictos exteriorizados quiere olvidar los traumas y dolores que el idealismo y el poder factico ha causado en sus vidas cotidianas concentrándose de modo intenso y sin métodos fijos en el crecimiento y expansión de sus vida reales pero  desconectadas de una realidad organizativa carente de  compromisos y entendimientos del espíritu de sus representados.  Hoy hay incertidumbre, desconcierto y escepticismo en el connacional pero a la vez hay un formidable ingenio de crearse una vida en base al trabajo intenso y sacrificado que es lo que alienta y sostiene una economía con trabas estructurales en la inversión pública y en la siempre naturaleza anticapitalista de la inversión privada nacional.  El tiempo de vida se ha desgajado de la historia, es una ruptura epocal con consecuencias terribles. La idea de espacio peruano se reinventa, como geocultura, y el tiempo  se vuelve relativo.

Nuestra idea de tiempo histórico es la que comprende Weber remontada sobre esta época de ruptura con las formas definidas, donde las propiedades de vanguardia y que les darán otro rostro de progreso que se adapta  siempre, cobraran con el tiempo formas nuevas y originales de Sistema político y económico despertando la real inteligencia territorial y geoeconómica de nuestra cultura natural. Aun esa fuerza es muy intensa y llena de persistencia en búsqueda de un Norte. Le falta método y conocimiento especializado de lo que harán en los sectores potenciales de nuestra economía nacional.  Solo espero que la reacción vestida de progreso y moralisno lleno de envidia no ahogue en la confusión a esta nueva sensibilidad.

Lego a la socialdemocracia y a los políticos  valientes apoyar a estas nuevas sensibilidades y limpiar del control del país a las amenazas internas y externas que actúan en la escolástica de los eternos señorones.
       


     

  





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