lunes, 25 de marzo de 2019

El ser humano y sus circunstancias.




A diario somos testigos de conflictos, sufrimiento, matanzas, violaciones, muertes, criminalidad, disputas por el poder y derechos, codicia, realce del sentido de la miseria, visión maniquea del mundo, y sobre todo ausencia de sinceridad y autoconocimiento. Casi todas las personas están atadas a su pasado, y son ese pasado atormentador, viven con esperanza o terror el futuro incognoscible u están desenfocados del presente al cual ven pasar como un desfile sin bailar en él. Por miedo o vanidad las personas son lo que otros dicen que somos, nadie así no más logra un desapego de todo lo que le rodea, y se muestra libre y autodetermnado para realizar sus sueños. Casi todas las personas están identificados con los objetos extraordinarios del mundo técnico, y son en ciernes partes accesorias de este mundo enrevesado de lugares donde se sienten protegidos y con cierta ilusión de control.

Hay conflictos por diversos motivos. La lucha por el poder político o económico es la expresión del control sobre la vida que no se tiene. Los derechos a los que tanto aspiramos son solo circunstancia, condiciones para que el ser humano en su integralidad pueda gestarse, madurar y ser libre en su propia actividad. Pero entendemos derechos como necesidades interminables por las cuales no nos sentimos obligados a esforzarnos o desarrollar un  sentido de respeto, hermandad y servicio por la vida humana. Ahí donde hay orgullo de clase, dignidad ancestral o étnica, o simplemente soberbia por un saber aplicado que da poder, lo que existe es un hombre o mujer que es lo que lo rodea pero no el mismo. Es el niño/a que no desea crecer y esta tremendamente asustado.

Donde hay necesidad y pobreza  emocional hay apego a bienes materiales que son sustitutos evanescentes de carencias internas que nadie tiene el valor y la sinceridad de reconocer. El mundo se mueve y a veces las personas y las culturas no lo hacen. La obstinación por el apego a la familia, al barrio, al amor de pareja o a cualquier ámbito institucional donde tenemos poder es al mismo tiempo el origen del dolor, resentimiento, ira, lujuria, gula, envidia, arrogancia, orgullo, y sobre todo un miedo visceral  porque sencillamente el hombre o mujer es esclavo de un dolor que a la vez le transmite placer y sentido. El ego de su propia ceguera de instalarse en el mundo de tener control o ser  alguien a quien pisotean es la marca de un ser que no ha despertado de sus propias mentiras  y que no es un caminante en constante evolución que no desea ser libre. Aunque hay algunos que se despiertan decepcionados y se detienen a ser parte de los escombros y sencillamente no quieren nada ni propósito ni salvación.

La represión de la que nos quejamos, y el estrés que nos consume por ser parte de una realidad donde todos  competimos para ser exitosos o sobrevivir es la elección de desperdiciar nuestra energía por arrebatarnos recursos que en realidad no son caminos al amor que todos negamos no requerir. La tiranía de los abusivos y saqueadores,  la reacción de los desposeídos por escapar a una miseria que ellos mismos han dejado se siembre en su entorno es el eterna guerra por un sentido de propiedad que erradamente nos otorga existencia y un nombre.  La soledad es la carga que nadie quiere transitar y experimentar y en ese sentido esclavizamos a otros y sembramos nuestra conformidad y goce en explotar a otros o ciertamente manipularlos con mentiras y teorías que no son la vida en sí misma.
Hombres libres y honestos no existe ahí donde hay cultura, etnicismo, o pertenencia a una clase argumento de derecho real,  lo que hay son descarados intereses por devorar o consumir algo que no nos hemos ganado por nuestro propio trabajo. Asimismo ahí donde hay lucro desmedido o poder de acumulación exorbitante lo que existe es la locura de no perder el poder que con tanto ahínco se ha obtenido. Todo el que tiene poder teme  perderlo, y el que no lo tiene recurre a visiones etnoculturales donde percibe su amor por la tierra y sus secretos animados son darse cuenta que hasta la vida ritual también se mueve sin  ellos o con ellos. La naturaleza a la que tanto defienden por búsqueda de recursos o resolver miseria real, también evoluciona y se acomoda a su propia destrucción o regeneración solo que de maneras imperceptibles. El poderoso y el esclavo son marionetas de un mundo al que no poseen y no tienen el derecho de utilizar y que hoy ha elegido expulsarnos de nuestra gracia por no aceptar al mundo con amor, respeto y tal como es. El miedo ha creado la ilusión de que debemos darles orden, leyes y reglas al mundo  y a las personas y eso ha conducido a matarnos a entre nosotros y envidiar la alegría y la prosperidad a la que satanizamos como rebeldía o simple estigma de desobediencia. 

Pero hoy el ser humano instintivamente se ha dado cuenta que obedecer mandatos o ser parte de ecuaciones de sentido irracional lo ha llevado a enfermarse o ser un  estúpido que todo el tiempo es manipulado y no crea su propia realidad. Todo ser humano que nace en cierta sociedad o comunidad, o grupo social es parte de esas relaciones de poder donde su carácter y personalidad se gestan y desarrollan. Toda su vida el ser humano es parte de nuevas circunstancias y aprendizajes pero en sí mismo no es los lugares que visita o los paisajes donde despliega su actividad. El ser humano ha nacido para ser libre y autoconocerse, para ser feliz y comunicar amor y servicio en aquello que lo apasiona y lo mantiene creativo y fuerte. Pero todo el tiempo es el mismo cuidándose y expandiéndose en aquello que recibe y comparte para hacer evolucionar a la cultura donde vive o con la cual se identifica sin apego.

Si hoy el hombre o mujer son parte de una tormenta donde la vida parece condenada a su propia ruina e ignominia, a su propia depravación y autodestrucción glorificante es porque es parte del curso natural que eligió desde que se asombro de su propio poder de controlarlo todo y volverlo algo inanimado y susceptible de ser devorado.  La falta de amor, del reconocimiento esencial de sí mismo, de su fuerza interior lo ha desligado de su compromiso con la vida y a la larga lo ha entregado al caos y a la desmoralización que son las pruebas de una persona que pide a gritos que lo amen y amar. Ahí donde no hay amor libre y espontaneo no hay conciencia, no hay Dios, o energía que nos recorra. Solo hay niños/as asustados que están dispuestos a todos por seguir emborrachándose y creer que el universo es algo vacío y  silencioso, donde su vida es solo accidente o algo absurdo que hay que cargar como odioso y temible. El amor es el principio que rige el universo, y donde hay libertad hay conciencia que el mundo es tal como es, demasiado vasto y hermoso para ser teorizado o gobernado, donde quien se abre al optimismo de experimentar la creación y crear vida con su trabajo y disipación personal es capaz de sentir más allá de la torpeza de poseer o dominar la creación. Quien se haya asimismo el mundo ya no lo merece. Se decide ser juez y proyector de su propia manifestación vida creciente o se entrega al servicio de los demás sin que nadie lo perciba o tenga que liderar algún proceso. El mensaje del universo es no buscar justificaciones ni cárceles de confort para no desear la autonomía y la interdependencia entre las personas y todos reconozcamos que donde hay derechos hay deberes de hermandad y servicio. Somos hijos/as de algo más grande que estamos en la obligación de sentir y darle un propósito. No hay padres, no hay hermanos, no hay jefes, no hay religiones ni refugios que nos digan que el milagro de estar vivos es hacer nuestra propia voluntad en paz y armonía con las personas incluso con los hambrientos de poder y de psiquiatras.

Pero hay quienes también despiertan de este engaño que es el mundo y no saben sentir su propio ser interno. Hacen lo que les da la gana porque estan molestos por una realidad que los ha vuelto parte de los electrodomesticos o casas,  autos o pertenencias que no sacian su deseo de sensibilidad y del hablar sin palabras. Ellos ya no buscan a Dios, pues se sienten como parte de una realidad que ha sido creada por algo chueco o diabólico. Son los que desatan toda su furia y violencia como una forma de acabar con su miedo y ser solo animales que quieren ver como se incendia la civilización a la que llaman jaula de niños/as inhabilitados para vivir sin miedo y a la vez sin ningun compromiso con nada. Es el anarca (no anarquistas) que desea formar una raza de monstruos capacea de aniquilar la vida por simple venganza y locura maquiavelista y dejar en su lugar la crueldad y el salvajismo.  Alerta el mundo ya esta pariendo estos seres y es claro que todo aquello que persigue un papel de consumidor de derechos y recursos en esta realidad oculta es un potencial victima de estos anormales los que tarde o temprano destruirán  la democracia que protege a hambrientos y borrachos.  A mas multiuculturalismo y fragmentacion, soledad y antiamor mas crueldad y depravaciones se desataran, y no solo como fantasias del placer de violentar o ser violentada que nadie reconoce. Por ahora la hipcrecia de la mente es hablar de dignidad o integridad cuando ya todos desean secretamente ser parte de los extremismos y la cercanía del erotismo con la muerte. El anarca lo sabe y puede aparecer en cualquier sector de la sociedad. Aun sus perversiones son privadas y los que entran en este mundo saben lo que hacen. El costo de esta locura es la muerte del democracia.   

Me desilusiona haber nacido en un imperio dormido que no desea ser libre desde su propia autoconocimiento y actividad espiritual y sensorial en el mundo. No halla a su propia energía ni cuando levanta una piedra, ni cuando corta la madera. La soledad no es una carga que se reemplaza con el orgullo de fama, poder o sabiduría mal empleada. Es el fundamento para ir más allá de pensamientos y emociones negativas y sonreírle a los niños/as o jugar con cualquier persona y dar y recibir amor. El peruano se ha instalado en una realidad donde es adicto a su propio auto desprecio, se siente inferior y feo, carente de sentir pasión o una sexualidad con ingenio y amor espontaneo. Es clandestino e hipócrita. Resignado y envidioso de lo que no reconoce de sí mismo. El poder del que tanto se queja realmente no existe, no existe el oponente, solo tú o yo y tus pesadas circunstancias. Solo el hombre y el padre universal que nos ha creado y nos deja que cada quien descubra su real naturaleza. Quien no conoce su corazón está condenado a  ser un ladrón o un estafador de voluntades. Son los que orgullosamente declaran que pueden vivir sin amor, sin Dios, sin su alma. Son solo osamentas que dependen de un explotador, de un saber indigno o de una pastilla de vicios y locuras a las que llaman libertad.  Somos los que elegimos ser y me declaro por fin libre de cualquier vínculo que no me haya dejado ser yo mismo. No hay perfección, ni verdad, ni justicia, ni moral o ética, solo existe alguien quien comprende o siente una totalidad y se maravilla y rinde una misión. Yo  lo se por que Busque sanarme de una enfermedad mortal que me mantuvo en la oscuridad y la degradación. Al hallarme a mi mismo sin saber donde me metía desperté mi propia naturaleza consciente, el control de mi propia energía vital y esta sigue incrementándose y ya no para, Solo haciéndose mas fuerte uno es capaz de hacer fluir su propia vida natural. La normalidad es una bendición.

Lo que sigue ya lo estamos viendo, unos se rinden y se sanan de su propia falsificación y hallan iluminación y realmente apuestan por amar y recibirlo, y otros desataran las atrocidades mas nefastas con el solo hecho de sentir mas placer y muerte. Haber expulsado al amor de la acción vital ha sido un suicidio colectivo.




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