sábado, 18 de febrero de 2017

Análisis del film “La llegada”. 
La comunicación y la miseria de Occidente.





Para entender ésta película uno rememora la arenga de Kant en la Paz Perpetua para que las naciones de Europa se entiendan y lleguen a un estado universal donde se abandone la minoría de edad y se instale la razón autoconsciente. O si no el consejo de Jurgen Habermas en su opus magnum La razón comunicativa, donde nos dice que la modernidad es un proyecto incompleto porque Occidente no se ha entendido. Que los problemas del mundo se resuelven dialogando y desarrollando una ética del discurso, principios elementales para llegar a acuerdos y establecer el bienestar del Estado, que al final somos todos nosotros. La miseria de Occidente es que enseña que encima de la palabra esta la guerra y la confrontación. Su proyecto racional y el sueño de sus hijos bastardos como Estados Unidos ha sido corromper tras su arrogante razón instrumental el ciclo de la vida en la tierra. Ellos son los irresponsables que no han entendido los límites de su técnica y de su formalismo moral.

La llegada empieza con los recuerdos de madre de Louise Banks (Amy Adams). La llegada de su bebe, como juega cuando ella es una niña y esta disfrazada de vaquera. O la llegada del cáncer que acaba con su vida y ella esta al pie de la cama llorando mientras su hija, calva por las quimioterapias yace inerte y no se puede hacer nada. En la película no se ve al padre de la niña, por lo cual se sobreentiende que hay un conflicto conyugal, o tal vez que el lazo íntimo antes de que llegue el papel del padre es un lazo maternal, como nos dice el psicoanálisis.

Luego vemos que Louise resulta ser una profesora de lingüística en la universidad. Y que el día en que esta llevando una de sus clases acontece la llegada alienígena.  Doce naves que se ubican en lugares estratégicos de la tierra, suspendidas en el aire y en forma ovoide. Se ve luego el aparente caos que esta visita provoca en la tierra, mientras Louise prosigue con su rutina y la universidad luce desierta y se escucha que la población en el mundo ha abandonado sus actividades públicas y se mantiene comprando alimentos y combustible, para aislarse ante cualquier improvisto. El caos es la ausencia de control. Una cultura como la Occidental ha odiado la ausencia de control, a pesar de su premisa comunicativa ha vivido temerosa del accidente y de lo que le resulta un misterio. Por eso el lenguaje es la presencia de un imperativo por nombrar lo desconocido y protegerse de aquello que merodea allá afuera y que resulta ininteligible. El concepto ha violentado la vida, y la ha tratado de aprisionar en el derrotero de la teoría. Todo lo que es Occidente: Atenas e Israel padece del mal atrapar la realidad para transformarla y volverla en objeto de dominio.

Al parecer Louise prosigue con sus actividades en su despacho, y se presenta el Coronel Weber (Forest Whitaker), quien le pide que traduzca una conversación entre un humano y unos sonidos desgarradores alienígenas. Al principio no se llega a un acuerdo, pero finalmente la recibe y camino a Montana en un helicóptero conoce al físico teórico Ian Donnely (Jeremy Renner), quien al leer el libro de Louise observa la idea de que el fundamento más esencial de una civilización no es el lenguaje sino la ciencia. Premisa que se vera fallida y que en la película remite al belicismo y al desplazamiento megalómano de una tecnología militar que no comprende la presencia de la misión alienígena. Ye en el campamento de  Montana que se ha instalado cerca a la nave se ven los sumos cuidados que los militares y científicos despliegan con la comitiva que va a ir a comunicarse con los extraterrestres. Con trajes aislantes y vacunados contra agentes infecciosos o bacterias alienígenas la comitiva con Louise y Ian ingresan en la nave donde la gravedad es casi cero y los instrumentos de video y de comunicación sufren  distorsiones.

Al principio la comunicación es nula con los alienígenas que son como calamares gigantes (Hectápodos), por lo cual Louise apelara luego a enseñarles a los alienígenas por medio del lenguaje escrito en una pizarra acrílica, sus identidades tanto de ella como de Ian. Increíblemente los alienígenas se comunican a través del trazo en humo que arrojan de uno de sus tentáculos de un lenguaje en base a círculos que no terminaban de cerrar. Poco a poco la comunicación, y el aprendizaje y descodificación del lenguaje de los heptápodos permite saber el porque habían llegado a la tierra, y que interés tenían en una nuestra civilización. Mientras la comunicación parece prosperar, en los otros lugares de la tierra donde están estas naves ovoides se declaran  ultimátum tanto de China, Rusia y Sudán para iniciar hostilidades con los alienígenas. Sus científicos y militares no habían podido descifrar los motivos de su llegada, razón por la cual la misteriosa visita preocupa y crea el caos en todo el planeta, con situaciones de saqueos generalizados y declaraciones de toques de queda.

Louise y Ian no son escuchados por el coronel Weber quien al recibir ordenes superiores de la CIA y del gobierno declaran también iniciar hostilidades con los alienígenas. Ya para eso Louise a través de visiones sensoriales de su pasado con su hija y vida conyugal, parece entrar en comunicación extrasensorial con los alienígenas. Pero en la última visita que hacen en compañía de Ian se produce una explosión y son sacados violentamente de la nave, que se retira de Montana unos metros más arriba como en son de retirada. Las últimas formaciones que los heptápodos habían trazado significaban que su visita deseaba dar un arma o regalo a la humanidad y ayudarla en contra de una gran enfermedad que iba a asolar la tierra en 3000 años. Pero todo esto es visto por Louise cuando llega a ingresar al interior de la nave alienígena e interactúa lingüísticamente con el heptápodo. En una apertura de su conciencia a niveles superiores de comprensión de su pasado, presente y futuro, en un entendimiento del mundo cuántico y de toda una simbología de figuras e imágenes que no se condicen con la miseria de la humanidad obtiene una comunicación directa con los alienígenas. Los gobiernos no pueden comprender el motivo de la visita y deshacen e interfieren la comunicación internacional entre científicos y políticos, que no llegan, paradójicamente, a usar la mayor arma que la vida les ha dado: el lenguaje. El lugar donde mora el ser. El uso, o la forma en que hablamos y usamos el lenguaje determinan nuestros procesos de producción de conocimientos y saberes. Aprender un idioma es recibir en la mente el reservorio cultural que una civilización ha producido en su derrotero histórico.  No hay en realidad una unidad lineal del lenguaje sino que todo es circular, como una serpiente que se muerde su cola.

Louise logra evitar que el desenlace sea la guerra en contra de los alienígenas cuando se roba el celular del agente de la CIA, Dan Ryder (Larry Day) y se comunica con el líder militar chino Gral Shang (Tzi Ma). Con el número que ella logra recordar de una escena futura en que el líder chino Shang le enseña en su celular y le dice que  decir, uniendo el presente y el futuro de un modo circular, como un eterno retorno sin tiempo. De este modo se evita la guerra y se llega a comprender el motivo de la visita de los extraterrestres, pero mostrando una civilización donde las peores profecías y representaciones mesiánicas generan el caos y el desgobierno global. A pesar que se trabajaba en un equipo global para entender la llegada de estas gigantes naves se corrompe la comunicación y se muestra el pobre nivel de conciencia que posee la humanidad occidental. Un problema en la comunicación, el uso que le damos al lenguaje, los modales o formas que establecemos al comunicarnos  son vitales para resolver problemáticas que afectan a todo el planeta.

Louise ve su futuro en pantallazos de vitalidad, su futuro como madre, y su relación con el padre de su futura hija Hannah (Abigail Pniowsky) en Ian. A pesar que sabe de un modo intemporal en su interioridad lo que será su vida, estamos para vivirla de un modo trágico, voluntad de vivir, como diría Shopenhauer. Y bueno se ve como enseña en cátedras el lenguaje de los visitantes extraterrestres y como se le agradece por su valor e intrepidez. El tiempo no es anterior a la existencia, sino que es una percepción personal que se halla adentro de nosotros. La interioridad de cada uno de nosotros es un tesoro de aprendizajes y saberes que debe expulsarse en la sociedad y tener el valor de vivirla en colectivo. Comunicarse en un plano elevado de conciencia remite a hacer relativos y motivo de mutación al espacio y al tiempo; pues sólo el amor une a veces lo que la subjetividad no es capaz de aprovechar en el tiempo que cada uno de nosotros tiene para vivir. En ese sentido esta entrega de Denis Willeneuve resulta espectacular para quienes enlazan emociones con experiencias trascendentales de la vida. Y no hay que dejar de mencionar la banda sonora que te hace sentir la falta de gravedad y la fuerza de lo extraño que resulta el registro alienígena. La comunicación requiere de intiución no solo es algo pensado de manera estrategica. Si la que salva el planeta es una Mujer cientifica, Villeneve como Director de este film al igual que en Blade Runner 2049 esta insinuando algo que por oposición al cienciologo de Tom Cruise, que es: la mujer encierra un algo que no es comunicado en la realidad. No es solo intelecto o cuerpo, hay un algo espiritual que la torpe idea de belleza y atractivo esta oscureciendo de modo nefasto para el proposito de vida de toda dama. Su ser interno esta siendo reemplazado por solo superficialdad, poder y sexualidad sin ataduras. El espiritu no es bello. Pero a mas belleza y atractivo mayor sera la falta de una real pasión y amor que niegan no necesitar. Eso acarrea el odio y la locrura del control a la belleza. Louise no es asi, Como tampoco la hija de Declard. su imaginación y lo que encierran es la medicina para el mundo....






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