miércoles, 15 de marzo de 2017

Análisis del film El perfume. Historia de un asesino o el efímero reino de los aromas. (2006)
Genio y sensibilidad.



Los sentidos son superiores al lenguaje, que duda cabe. Pero el rodeo que supone la civilización para olvidar esta máxima hace que la experiencia humana quede sojuzgada y empobrecida sin conocer todo su potencial de conciencia. El lenguaje resulta insuficiente para comunicar todas las experiencias que los sentidos registran. Pero por vergüenza o por coacción no somos capaces de nombrar lo que nos embriaga de pasión. Todo lo asemejamos a categorías y figuras que se parecen y que podemos ver sin ser engañados, es la razón de que en toda acción no inventamos más vida, sino que la representamos y tememos su misterio. Cuando algo excepcional ocurre la moral lo aplasta y lo olvida en lo innombrable. En esta película se habla del olfato, ese sentido que ha sido relegado al reino de los aromas e inmundicias, por la objetividad de la vista y la escucha del oído. Se nos ha enseñado que para poder aprender bien hay que saber ver y oír con precisión. No hay que confiar en el olfato, el tacto o el gusto porque nos desestabilizan emotivamente, nos seducen y nos hacen perder la cabeza. Pero que experiencia mas explosiva y desesperada que el erotismo para convencernos que estos tres sentidos nos hacen inventar formas y colores. Ahí donde no hay forma la vida resulta sospechosa. Sino se siente y se categoriza con eficiencia entonces no hay conocimiento y seguridad.

Esta película del director Tom Tykwer es una prueba que la genialidad es castigada con la soledad y el desprecio. Jean-Baptiste Grenouille (Ben Whishaw)  es un niño que nace en el mercado de pescados de París el 17 de Julio de 1738. Su madre que de igual manera había abandonado a sus cuatro últimos hermanos entre los desperdicios del mercado, entre ratas y gusanos, lo pare y lo deja casi muerto. De  pronto el bebito elige sobrevivir, y en medio de esa inmundicia olfatea y es bendecido con el don de un extraordinario olfato, que lo hace diferente al resto de mortales. Su madre es ahorcada, y crece en el orfanato de Madame Gaillard en donde recién logra hablar a los cinco años, y es maltratado por los demás niños porque es diferente y solitario. Cuando cumple 13 años es vendido por Gaillard a una curtiduría de pieles donde logra sobrevivir, como una bacteria, a pesar de las duras condiciones de trabajo. Ya de joven es llevado a visitar París por su amo, y en medio de multitudes y olores nauseabundos, no discrimina y se deja seducir por aromas y olores que provienen de muchas partes. Como nos cuenta el narrador era ambicioso, codiciaba todo lo que el mundo le podía ofrecer en forma de olores. No era selectivo con los olores, y no diferenciaba entre buenos y malos olores solo se dejaba llevar. Se acerca a la perfumería de Pelissier y olfatea su última creación “Amor y psique” y otros aromas que las damas probaban; de pronto es cautivado por el olor de una vendedora de dátiles (Karoline Herfurth), y se deja arrastrar por su perfume de mujer.

La sigue hasta donde descansaba la muchacha y mientras la olfateaba sin proscribir palabra, es descubierto por la vendedora que lanza un grito de pavor. Para que no lo descubrieran sin buscarlo ahoga a la muchacha y la mata. Sin saber que hacer la desnuda y la percibe con su olfato por todo su cuerpo, mientras su aroma de mujer abandona su cuerpo. Ahí de regreso a su prisión en la curtidería decide que él por haber crecido con un don especial debe aprender el modo de conservar los olores. Que el significado de su existencia miserable era posible sólo por el motivo de conservar los olores de forma permanente. Conoce a Giuseppe Baldini (Dustin Hoffman), un perfumista famoso venido a menos quien se queda sorprendido por la capacidad olfatoria y de cálculo de Grenouille para preparar perfumes, casi sin pericia o experiencia. Es comprado por Baldini a Grimal el curtidor y pronto trabaja en la perfumería de Baldini rejuveneciendo el negocio y otorgándole nuevos bríos de éxito al perfumista Baldini. A cambio de la gloria de Baldini, Grenouille aprende todos los secretos de la perfumería y escucha la historia del perfume egipcio eterno descubierto en la tumba de un faraón que tenía trece esencias vitales, de la cual la treceava esencia jamás pudo ser identificada. Escucha de boca de Baldini que todo perfume sagrado contiene cuatro acordes o notas, que se dividen en tres formas, la cabeza, el corazón y la base, cada una con el poder de conservar el olor con más fuerza que el otro. Le pide a Baldini que le enseñe a cómo conservar el aroma de forma permanente, y luego de destilar la esencia de la rosas Grenouille se disgusta de forma visceral porque no era el método para conservar los olores. Grenouille se enferma de gravedad y en su lecho de enfermo le pregunta a Baldini si hay alguna manera de Conservar los aromas de forma eterna, y el responde que en Grasse existe una forma llamada el secreto arte de la atracción. Se recupera, y a cambio de darle papeles para ingresar a la ciudad de Grasse le dicta a Baldini casi 100 fórmulas de perfumes especiales para que éste se haga más rico. Esa noche la casa de Baldini se derrumba, muriendo.

Viaja a Grasse –la Roma de los olores- en  medio de colinas y montañas, descansando al interior de una cueva en donde descubre que el mismo no tenía aroma corporal. No tenía alma, y como le dijo Baldini el perfume de una persona es su alma. Transformado por esa experiencia de súbita sorpresa decide rumbo a Grasse convertirse en alguien excepcional, diferente al resto, sin que haya límites u obstáculos. Sino tenía existencia era seguro que el descubrimiento del perfume esencial le daría una vida excepcional. En una vida sitiada por la moral religiosa y las tradiciones coercitivas su talento resultaba peligroso y radical. Estaba decidido a lograr un nombre, para olvidar su perdida existencial de vida interna, estaba decidido a convertirse en un super hombre. Pronto trabaja en el negocio de los perfumes de Madame Arnulfi (Corinna Harfouch) y aprende el arte de la atracción de perfumes. Experimenta destilando el cuerpo de una campesina que no era vírgen, y posteriormente, untando grasa animal en una prostituta logra capturar la esencia de un perfume que luego destila.

Se da cuenta que las trece esencias vitales que dieron origen al perfume sagrado de los egipcios son de mujeres, tan cercano al olor de la vendedora de dátiles, de la que quedo enamorado para siempre. Sin tener límites morales queda obsesionado por la misión de atrapar el aroma sagrado y mata sistemáticamente a doce de las mujeres más hermosas y vírgenes de Grasse. Los pobladores que no sabían de los motivos de las muertes declaran toque de queda y excomulgan al asesino. Nada lo detiene. El comerciante Antoine Richis (Alan Rickman) que hasta ese momento dirigía la investigación de los sucesos escapa con su hija Laura Richis (Rachel Hurdwood) de Grasse hacia un monasterio., tratando de confundir a Grenouille. Se alojan en una posada y pese a los esfuerzos de su padre Laura es asesinada. Grenouille poseía la treceava esencia, que mezcla con las otras doce dando origen a un perfume extraordinario con el que era capaz de esclavizar a toda la humanidad. Él se convierte en un ser excepcional, un genio sólo detenido por la culpabilidad de sus crímenes y el conservadurismo de la época.

Grenouille es atrapado por autoridad y ante el comerciante Antoine Richis cuando es torturado no revela los motivos de su crimen. Es condenado a ser ajusticiado en público. A la hora de que es llevado al púlpito para ser castigado logra escapar de sus captores sojuzgándolos con el poder del perfume secreto. Ya en la plaza pública se administra en su cuerpo el perfume y deja estupefactos y embriagados al pueblo y a las autoridades que pronto se desatan en una orgía comunitaria, rompiéndose con los valores conservadores de ese pueblo. Grasse despierta en un retrato de desnudos colectivo incompatibles con su moral religiosa, decidiendo culpar a otra persona y olvidarlo todo. No hay formas sólo cuerpos. El perfume los había transportado a un desatamiento colectivo de sentimientos compartidos que suprimen en un solo golpe de sexo comunitario las divisiones y clases sociales. Sólo la vergüenza y la ilusión de la individualidad los regresionan al papel de esclavos clericales.


Grenouille se dirige a París y luego  de haber descubierto un perfume con el que podía sojuzgar a toda la humanidad se da cuenta que algo no le daba: haber recuperado el perfume de aquella vendedora de ciruelas y poder amar y ser amado. En medio del mercado de pescados se derrama en su cuerpo todo el perfume y es devorado por los seducidos comerciantes y vagabundos que en un acto de embriaguez grupal aspiran un hálito de extrema felicidad. Como narra el film Grenouille había descubierto un poder más grande que el poder del dinero, el terror o la muerte: había descubierto el poder de seducción del amor. La seducción somete más fuerte que todos los artificios que la civilización es capaz de movilizar para direccionar las acciones de los hombres. La moral cristiana y hoy los valores burgueses no permiten que conozcamos las riquezas que la interioridad o la conciencia es capaz de liberar. Si mataba vírgenes bellas era porque la mujer encierra en su ser las delicias y la inocencia del amor redimido. Si amamos y cortejamos por intermedio del amor es porque deseamos acceder al embotamiento de la natividad que el cuerpo de la mujer hace posible. Comunicamos poesía al cuerpo de la mujer porque es la llave a su residencia más íntima: quedar embriagados en su interioridad natal y nacer de nuevo. Hoy el feminismo crítica la cosificación del cuerpo femenino, pero en su intento de descosificar a ese cuerpo de un rol de dominación violenta pierde atracción y seducción, con lo que muere el amor que nos mueve y se establece la hostilidad y el desconocimiento entre los sexos. Amar es el romance entre el lenguaje y la historia: el lenguaje es la mujer, y la historia es un evento masculino. Las mezclas nos hablan de que los roles amatorios pueden ser compartidos y que la seducción y la belleza es un poder más fuerte que los prejuicios políticos y la falta de honradez del discurso del éxito profesional. Las religiones y la civilización racional cristiana y ateniense no dejan que los hombres y mujeres redescubran todo su potencial… Solo hay cuerpos, no formas.

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