martes, 16 de mayo de 2023

Populismos o mercado





El desarrollismo estatocentrico clásico del s XX sostuvo que un cierto período de autarquia era necesario para desarrollar el mercado interno y las bases de la sociedad moderna. Que si las periferias capitalistas se hubieran orientado por expandir áreas de libre comercio y competido según las ventajas comparativas, lo más probable es que América Latina jamás hubiera alcanzado cierto grado de modernización económica.


Era necesario que el Estado tuviera un rol de empresario para garantizar la formación de una cultura económica proclive al consumo y al individualismo económico. Cuando el Estado empresario se descompone producto de sus propias contradicciones internas para lograr el desarrollo material se suscita un periodo donde la idea de una subjetividad nacional también se desmaterializa y avanzamos hacia una realidad nacional fragmentada y disfuncional. Los grandes discursos orientadores que buscaban darle a las naciones latinoamericanas una cultura moderna y ordenada se desvanecieron rápidamente ante el colapso de las economías heterodoxas y el alumbramiento precario de un capitalismo popular.

Los reordenamientos estatales de los 90s, productos de los ajuste estructural y de la hegemonía de la pastoral neoliberal, trajeron la fuerte idea  que un estado retirado del funcionamiento privado de la economía era el pilar fundamental para crear riqueza, pleno empleo y reducir pobreza estructural. Que el rol del Estado era generar las condiciones sociales para que el rol privado de la economía hiciera su tarea económica. A pesar de sus desaciertos psicoculturales el capitalismo latinoamericano en las dos últimas décadas ha traído desarrollo y modernización social. El problema es que lo ha echo fomentando una economía primario exportadora, con poca presencia de bienes de capital, y manteniendo grandes desigualdades insalvables. Ha sido una estructura económica que ha evitado las reformas de segunda generación en la conducción del Estado y la economía, por lo que estamos recayendo en el descontento y la modorra económica.

Es el descontento con la explotación, la salvaje competencia y la falta de una preocupación por la salud mental, la que ha facilitado la demolición del liberalismo estructural por parte de los populismos latinoamericanos. Es un género más radical de izquierda la que no sólo amenaza la existencia de los valores democráticos, sino que busca nuevamente la práctica de un Estado empresario. No sólo busca restringir o anular la iniciativa privada, sino lo que esta en juego es el futuro de las naciones como sistemas sociales de vida. Distribuir a ultranza los recursos del Estado sin preocuparse por generar una economía que genere riqueza, creando clientelas políticas y sociales a lo que conduce es a la atrofia económica, y a la formación de una mafia política que se divorcia de su rol público y gestor, y que convierte el Estado en el gendarme de una gigantesca economía delictiva. La sociedad queda anulada y está pierde la soberanía sobre su propio territorio.

Actualmente una autorquia económica es un despropósito ideológico. Crear una realidad económica en donde mi actividad privada o profesional quedan prefijadas por un Estado que pondera el comunalismo económico y el trabajo social por sobre la innovación técnica, es a la larga una forma de dominación más nefasta que hunde al individuo en la pobreza y la destealizacion cultural. Quienes llevan en la sangre la ideología se favorecen financieramente con la toma permanente del poder estatal, y envían mensajes y propaganda a los súbditos que la igualdad social y económica es el camino seguro a la prosperidad y la justicia social. Cuando la sociedad se da cuenta que la redistribución social es lo mismo que miseria, ya es tarde para reaccionar: el pueblo ya no es soberano, sino esclavo.

Pero porque los mensajes populistas son tan exitosos frente a la sensatez económica y un manejo responsable de las cuentas públicas? Respuesta: porque el viejo sueño de la sociedad de emanciparse de la alienación laboral  por medio de un Estado populista siempre ha sido el pretexto ideal para abrazar las cadenas y caer en la miseria total. El populismo es un discurso político y exagerado que busca presentarse como la solución ética frente a un capitalismo que es aberrante e injusto. No es precisamente un sistema técnico bien razonado, algo que pueda aplicarse como alternativo a la economía de mercado., sino un conjunto de prácticas y procedimientos políticos que buscan el desbaratamiento de la propiedad privada  para repartirla a un pueblo hambriento de justicia . El odio de clase y hoy el etnicismo como herramienta de justicia social es la base política que se beneficia de la destrucción comunulista de los recursos de la nación.  Cuando ya no hay nada que distribuir es el amanecer de una tiranía permanente.

Cual es la razón que las sociedades con todo derecho reclamen ante el Estado y los actores privados, sobre asuntos de economía básica y mejoramiento de una cultura pública? Respuesta: no es un descontento exactamente con la forma como se dirige los asuntos privados y públicos, sino la incertidumbre en la que se hunde la existencia individual y colectiva, cuando lo que se ve amenazada es una cultura común y saludable. Son razones profundamente psico-culturales las que buscan un mundo mejor, cuando todos los días las personas con empleo o sin el reproducen el sistema al que culpan de tanta indignación y muerte. Es el funcionamiento de los mercados los que atraen el rechazo de una vida que busca la felicidad, cuando todos los días en contra de nuestra voluntad o por vocación luchamos por un ingreso o salario en los mercados. El mercado es un sistema de coordinación de saberes y señales donde el sujeto económico debe ofrecerse y venderse para conseguir la sovrevivencia en la división social del trabajo. Es un acto de libertad autoeducarse y estar preparado para luchar por un espacio útil en los mercados de trabajo y consumo.  Porque tal posición existencial es demostrar que nuestra actividad y trabajo nos otorga certidumbre y reputación.

Estamos expuestos en el capital global a que la sociedad desaparezca. Y es legítimo que la sociedad global y la democracia busque hacerlo evolucionar sin que deje de producir valor y riqueza. Pero de tal cambio o mutacion no se espera sino la posible ruina de culturas y civilizaciones. Es un acto de libertad plena prepararse para domesticar al capitalismo cuando viene y se apodera de nuestros recursos, bienes y fuerza de trabajo, pero no destruirlo, sino hacer que respete los sistemas sociales y arrancarle plenitud y bienestar. Las naciones deben estar dotadas para dialogar con las inversiones privadas y así atraer para la sociedad las mejores condiciones de prosperidad y bienestar. 

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