El mundo andino y la cultura electronal.
El
conjunto de reflexiones que presento aquí tienen el objetivo de ubicar la
matriz de prácticas culturales propias del mundo popular andino dentro de los
nuevos perfiles ontológicos que ha confeccionado la cultura electronal,
manejando la hipótesis de que este reencuentro de los imaginarios vernaculares
con la tradición mitológica, con el consiguiente desdibujamiento de la
formación sociohistórica de la modernidad, comportan la peligrosidad de
edificar un mundo en donde el impacto acelerado de la imagen desnuda la
brutalidad de un universo desgarrado por relaciones de poder que se expresa en
la amenaza de una futura muerte del lenguaje.
Es
innegable que los profundos cambios socioculturales que se han operado en el
tejido social peruano responden, en las últimas épocas, a un impacto demoledor
de los medios de comunicación que no sólo desconectan a los sujetos de sus
realidades concretas sino que además los dotan de ciertas habilidades sensoriales
y cognoscitivas con las cuales son capaces de romper con las pautas culturales
originarias y desenvolverse con sabiduría al interior de una estructura social
que estrangula la movilidad social. En otras palabras, la plasticidad de los
individuos es lo suficientemente inteligente para adaptarse al empobrecimiento
de los escenarios sociales, por consiguiente, puede desarrollar ciertas
propiedades emergentes[1] que
estarían redefiniendo las condiciones objetivas en las cuales se reproduce la
sociedad, consiguiendo darle un nuevo carácter ontológico a la realidad social.
La
ficción de los cambios revolucionarios que supuso el proceso de modernización
socioeconómica, y su posterior explosión en un sinnúmero de identidades
dispersas[2], que
no terminan de transitar hacia un nuevo orden societal, comprueba la hipótesis
de que la fabricación digital de los bienes culturales que constituyen el
armazón accidentado de la cultura peruana, ha recibido afirmativamente el
impacto de la ideología del consumo, reencontrando a la subjetividad con su
tradicional matriz oral de producción de prácticas[3]. No
obstante, esta desactivación de la modernidad y el regreso a una posición
psicologista de retirada hacia la vida privada, supone el abandono de todo un
horizonte desarrollista, que intentó impregnar la mítica heterogeneidad
cultural que soporta el país de una racionalidad comunicativa, que hiciera
extender una cultura homogénea. Al fracasar la edificación artificial de una
identidad nacional, porque esta terminó por fabricarse sobre la base de una
visión criollo-occidental se ingresa en una situación de aflojamiento de los
rigores disciplinarios, de fuerte descomposición de los esquemas de
significación vinculados a la totalidad, y de licuamiento de las imágenes
representativas que habían mal que bien orientado a la formación
sociohistórica.
La
cultura audiovisual desbarata los pocos acuerdos sustanciales que sostenían la
vigilancia de la política económica, sustituyendo la excesiva protección de
formación de la personalidad por un conjunto de estrategias de supervivencia
que buscan la adaptación del individuo a como de lugar a los estrechos recintos
de producción de la cultura legítima[4]. Es
decir, la cultura audiovisual consigue estimular al individuo a desenvolverse
con suma astucia en un mundo donde la precariedad de la experiencia social
acaba con las pocas certezas objetivas que se venden ridículamente hoy en día
en los supermercados.
La
descomposición del Estado de Bienestar y la avanzada terrorista que sacudió el
país predispone mentalmente a los sujetos, y sobre todo a aquellos provincianos
que provienen de la cultura andina, a transitar hacia formas laxas de
socialización que están ya globalizadas, y que si bien representan indicadores
de una ausencia de autenticidad, adaptan, no obstante, la producción de las
prácticas individuales a formas verticales de división social del trabajo, y a
la desregulación extrema de las formas de protagonismo colectivo que antes
negociaban las relaciones entre el actor social y el sistema político formal.[5]
Quizás
el peligro de acceder con vulnerabilidad al bombardeo audiovisual sea que se
formulan conductas totalmente inscritas en la globalidad de los intercambios
económicos, sin llegar a reconocer con sabiduría la lógica de problemas que
atraviesan la reproducción material y simbólica de las sociedades subalternas.
Es decir, la articulación estrecha entre la dinámica del mercado que
instrumentaliza la experiencia, y una diversidad cultural que se transmuta
rápidamente, es la producción de un tejido social completamente involucrado en
los procesos globales[6],
aunque despojado de las características idiosincrásicas y originarias que
tienden a redefinirse aceleradamente ante la embestida del orden cosmopolita de
la cultura oficial.
En
contraposición al período histórico señorial en que proporciones enteras de la
población estaban incorporadas a un aparato de dominación, y no eran influidas
generalmente por los medios de comunicación que se manifestaban
concentradamente en la vida urbana, en el período de descomposición de la
sociedad estamental, cuando las evidencias de un nuevo modelo de acumulación
condicionaban el surgimiento de una cultura cuasi racional se produce un
fenómeno de paulatina marginación de las poblaciones en nombre de las cuales se
habían iniciado los cambios democratizadores.
El
impacto de los medios de comunicación forjó una cultura proclive a la
adaptación sistémica que constituyó un obstáculo semántico a las prometedoras
relaciones de autonomía republicana que las sucesivas administraciones
desarrollistas trataron de formar. Es decir, el desconocimiento de los
gobiernos populistas de los cambios socioculturales que ya se habían producido
en el tejido social, y que suprimían las endebles legitimaciones institucionales
que se habían conseguido, supuso un proyecto
de transformación utópica bloqueado por la misma naturaleza idiosincrásica de
la cultura peruana que ya se había internacionalizado.
Si
se fuerza la figura se podría sostener que en las sociedades periféricas se
habían dado las condiciones híbridas para una recepción afirmativa de la
cultura electronal, porque los elementos sensoriales que la posibilitan, y que
se constituyen en las sociedades orales, encontraban a estas ante una situación
de profundo sintonía cultural con la red mediática. Si hoy se produce un
renacimiento de la cultura latina es debido a que los códigos que la hacen
verosímil están siendo reproducidos por una cultura audiovisual que expande la
lógica festiva y hedonista que la caracteriza[7]. El
mundo escribal que elabora una sociedad de la disciplina, del ello objetivado,
cede su lugar a un mundo resensorializado[8] que
basa su lógica de acumulación en una matriz de prácticas caracterizada por el
consumo y la sensualidad. La coincidencia sociohistórica de que la
desactivación del progreso científico y de la historia única encuentre a las
sociedades periféricas en una situación de convergencia productiva, me hace
concluir que el proceso de reconfiguración del sistema capitalista busca incorporar
la biodiversidad intuitiva que antes había marginado con el objetivo de
redefinir el modelo de acumulación que había provocado la revuelta del
irracionalismo postmoderno[9].
El regreso a la razón que supone el paradigma
de la complejidad[10] lo hace sin la domesticación colonizadora de
la diferencia de la modernidad sino con una cultura puramente del diálogo, con
las expresiones culturales que se han apropiado las nociones empresariales de
occidente, y que empiezan a competir creativamente con lo modelos organizativos
del capitalismo complejo. No es una casualidad que en pocas décadas el PBI de
los países que no comparten necesariamente la institucionalidad democrática y
que coquetean con formas autoritarias de administración, hayan dado saltos
cualitativos excepcionales en la inmensidad de la maquinaria capitalista; el
ejemplo más palpable es la India con su empresa de software más adelantada de
todo el planeta[11]
En
líneas generales se podría establecer que el redimensionamiento del capitalismo
sensorial que hoy en día subordina la explosión de la diversidad coloca la Perú
y a la cultura de emprendedores sociales[12], que
es la cultura empresarial andina, en una situación de inmejorable adaptación
psicocognitiva para procesar y aprovechar las ventajas digitales que supone la
sociedad de la información. Aunque este desarrollo de propiedades emergentes
que supone la racionalidad de la cholificación[13]
reconfigura la habitual definición esencialista que se tenía de la comunidad
andina, lo cierto es que el peligro que comporta la inclusión acelerada en la
sociedad red de lo vernacular es que se sofistiquen y se reproduzcan las
estructuras de poder que el desarrollismo no pudo superar. La idea que tengo es
que la adaptación acelerado de lo andino en la sociedad red debería ampliar las
posibilidades de subsanar las profundas exclusiones sociales que limitan la
participación de las sociedades subalternas, y no convertirse como lo es hoy,
en un instrumento que refuerza las jerarquías de poder de los grupos criollo-occidentales[14].
Si
bien la internet es utilizada para repotenciar las capacidades de la sociedad
civil para movilizar una estructura democrática directa, lo cierto es que el
acceso privado a los recursos digitales y el hecho de que seamos sociedades
consumidoras y no productoras-hackers, imposibilita el uso programado de las
ventajas de las autopistas de la información. En otras palabras, la utilización caótica de los recursos
informáticos no sirve sólo para producir una reingeniería de lo fragmentario
que ha enriquecido la noción empresarial de las categorías populares, sino
además para repotenciar la delincuencia y la expresión de sociedades informales
que corrompen la eficacia de la economía informal[15]. La
supervivencia paralela de un mundo clandestino que es influenciado por las
características facilistas de la vida criolla convierte al internet de los
usuarios peruanos en un mundo que vive parasitariamente de las pocas
coordenadas civilizatorias que se desarrollan en la pequeña economía nacional,
y por lo tanto, en una cultura del tráfico que se convierte en una amenaza
potencial para los capitalismos avanzados[16]. Aunque
el carácter anómico de las sociedades populares legitiman el enraizamiento de
la piratería, que permite la sobrevivencia de porciones de la población
expulsadas de la economía formal, esta se convierte en un muro ideológico que
desactiva los pocos intentos formales de reactivar la economía programadamente,
y así abandonar el descarado autodesarrollo que produce tanta desadaptación
psicosocial.
Si
hoy en día las ventajas socioeconómicas para fabricar un sentido de lo real se
hallan en la red mediática[17], la
dificultad que encuentro para confiar en el modelamiento abrumador de la
información es que aleja a la subjetividad de su referencia concreta,
absorbiendo a los sujetos que no han tenido una trayectoria rica en lo
anecdótico y en la diferencia, y convirtiéndolos en potenciales víctimas
esquizofrénicas, ya que el consumo de esta estética del detalle[18]
incorpora al individuo en un universo de señales que fracturan la conciencia,
arrancándolo de su realidad material. Si bien la seducción de lo digital puede
proyectar las capacidades cognoscitivas a distancias enormes en identidades
cuyas fortalezas emocionales están enraizadas en enmarañamientos étnicos, la
tendencia de los estratos populares
andinos es perder relativamente el sentido arcaico de sus prácticas so pena de
quedar excluido del capitalismo salvaje.
Es
decir, no sólo se reproduciría la voluntad de poder al incidir en la
configuración de la política económica, sino que además se impregnaría la vida
cotidiana de una severa racionalidad cínica[19] que
desbarataría las pocas compensaciones solidarias y de la reciprocidad que se
empiezan a disolver en el individualismo desbocado. La sensación de ir
extraviando el sentido biográfico de nuestras prácticas en el culto a un mundo
que recompensa el éxito empresarial con el valor abstracto del dinero, va
socavando los pocos refugios espontáneos y vitales que existen en la sociedad
peruana, desfigurando la personalidad y entregándola a la velocidad de un
progreso imparable que hipertrofia y vuelve regresiva la experiencia social[20].
Aunque
este desgarramiento ontológico es relativo en aquellas sociedades que han
conservado su sensoriedad a salvo de los rutinizados procesos de socialización,
la verdad es que el panorama de un horizonte gobernado por la tiranía del
individuo va liquidando las reservas emotivas y representativas que otorgaban
un sentido de la pertenencia, y que hacían radicar al sujeto en una cosmovisión
romántica y total que hoy es desmantelada. Desamparada la subjetividad y
aislada en las fantasías de la virtualidad que empequeñece la experiencia y que
crece a medida que su contenido no se realiza en el mundo exterior, la poca
seguridad que ésta obtiene reside en la capacidad para maniobrar en una desnuda
microfísica del poder[21], que
legitima la rampante presencia de un organicidad empresarial que empobrece la
felicidad y el carácter onírico de un ser que mora en la absurdidad de lo
transitorio[22].
Sentenciado
el sujeto de los espacios urbanos a una ontologización del ser, que se
demuestra en la proximidad con los impulsos y con lenguajes cargados de
sensoriedad, las pocas garantías para escapar a una existencia inauténtica y
resignada, radican en las profundas mutaciones que se están produciendo en el
entramado social; ya que ahí se estarían gestando las soluciones claves a una
fatalidad que abandona la modernidad disciplinaria y que se entrega
desesperadamente a la cárcel de la fragmentación en donde las conexiones
lógicas que se establecerían entre los sujetos se reducirían a un lenguaje
vaciado de su carácter mágico.
No
niego las cualidades fundacionales de la cultura popular como la andina para
recrear los espacios hostiles en los cuales interactúa, pero ésta está
seriamente amenazada por el salvajismo del mecanismo productor del capitalismo
que la subordina a ser una rica matriz de invenciones económico-culturales, de
estrategias folklóricas de las cuales se sirve para reproducir el fetichismo de
la mercancía. La inserción de la redefinida tradición andina en la red
mediática la convierte en una identidad que besa los rascacielos de la
universalidad al precio de ir perdiendo definitivamente los perfiles
idiosincrásicos que quedan neutralizados en los paisajes frívolos y
asistemáticos del ciberespacio[23]. La aldea
global que debería devolver al sujeto andino la propiedad natural sobre una
realidad que prolonga sus capacidades sensoriales se va trocando lentamente en
un espacio que genera la diferencia étnica en la brutal ideología,
desconectándola de las urgencias holísticas del país y de la necesidad de
construir una identidad de nación.
Las
múltiples ideologías que fabrican los medios de comunicación para sugerir una
pauta establecida logran reproducir la conservación de la identidad
cholificada, impregnando las pantallas de un carácter particular que deja de
ser un engaño y se convierte en flujos de sentido que otorgan sentido a los
sujetos[24]. El
hecho que la ideología se haya encarnado en sistemas culturales, en lenguajes
que naturalizan la vida social, no la hace menos repudiable, debido a que la
vida en la red ideológica favorece la multiplicación de aquellos seres que no
han renunciado al carácter histórico de sus civilizaciones, y perjudicial –
intersubjetivamente sobre todo- a aquellas cosmovisiones que han provocado la
historicidad sólo como desplazamiento y no como acción emancipadora. Se podría
argumentar que la violencia que la metafísica[25]
ejerce es amplificada con la extracción del individuo periférico de su realidad
concreta, pues aunque crea ser reconocido en las autopistas de la información
la probabilidad más real es que se convierta en un ser envenenado por la
intensidad de una abstracción que le impide saborear el dulce néctar de la
materialidad.
El vicio a la mass media es la completa
nulificación de un ser que ha resignado sus esperanzas de amor y sentir,
antropológicamente hablando. La carencia de tiempo para invertirlo en la carne
ha terminado por intimidar al ser humano, frustrándolo y subordinándolo a un
mosaico sistémico que ha interiorizado en la mente, so pena de extraviar la tan
ansiada y harta subsistencia material y simbólica. La necesidad de ser
integrado en los circuitos globales sentencia a los sujetos periféricos a una
cárcel de la interioridad en la cual se liquida toda experiencia de liberación.
Se ha creado la ficción de un monstruo tecnológico que es inmensamente más
grande que la partícula hombre, cuando en realidad es un irracional muro que
entorpece y congela la conciencia histórica[26],
cuya legitimación reside en la necesidad de no volvernos locos de golpe.
Algunas
reflexiones en torno a las dimensiones que alcanza el impacto de la red
mediática ayudarían a clarificar la naturaleza caótica de lo que está surgiendo.
Por ejemplo, el desdibujamiento de los marcos de socialización en los cuales se
daba forma a la personalidad está siendo sustituido aceleradamente por la
irremediable maquinaria audiovisual, produciendo un efecto desocializador e
individualista que se apodera de la conciencia desde tempranas edades. Es
decir, se están licuando extremadamente los referentes objetivos como los
medios familiares, buscando adaptar rápidamente la subjetividad a los flujos
globales del capital, aún cuando este proceso despiadado estaría siendo
caracterizado por una evaporación sistemática de la personalidad, condenada a
desarrollarse en aspectos dispersos y desconectados de la producción de sentido
legítima. La ausencia de un mundo privado[27] que
se desintegra a medida que la mimesis de al muerte repliega la interioridad
hacia los abismos de la soledad, arroja a la existencia a un mar de
proyecciones y de recuerdos de los cuales no se pude deshacer, porque aunque se
desencialice el entorno inmediato las personas siguen conservando
obstinadamente la presencia de una esencia vital que se desfigura
constantemente en lo paisajes de la supervivencia. La realidad se diluye ante
nuestros ojos, pero nosotros seguimos defendiendo la privacidad de un mundo de
la vida[28] que
instrumentalizamos aún cuando ya no nos pertenezca sino efímeramente.
Todo
el proceso de aprendizaje que supone la formación del niño es desbaratado por
el impacto de una cultura cada vez más artificial, que incentiva la evolución
de aquellas identidades que consiguen adaptarse a los bruscos cambios caóticos
del mundo social, produciendo un mundo de desigualdades y de regresiones
cognitivas, que despedazan la identidad en alucinaciones y fantasías
marginales. El juego del niño es copiado por las instituciones posteriores, reproduciendo
los afectos y la aventura de los imaginarios infantiles en organizaciones que
generan plusvalía con la creatividad productiva de una sensoriedad e
inteligencia emocional que bloquea y hace inservible la reflexión. La utilidad
del descontrol y de la emotividad, del dejarse llevar, es que reencanta la experiencia con modelos
hedonistas que atrofian el pensamiento haciendo ingresar al individuo en
estructuras de poder y de vigilancia que son los cimientos subjetivos de la
desaforada seducción y de la delincuencia estética.[29]El
niño asimila como natural la cosificación de los repertorios culturales
incorporando a sus mentalidades indisciplinadas la lógica de un demonismo que
no lo deja descansar, que lo atrapa en un aparato de producción mercantil que
dirige las motivaciones biográficas hacia una utopía de la realización
individual que sólo se fabrica ficticiamente en el mundo electronal. Mi
preocupación estriba en el hecho de que la expansión de la intuición hacia
límites inconmensurables estaría arrancando a los sujetos de la reproducción de
un origen social que ellos anhelan estabilizar, insertando la subjetividad en
códigos abstractos que la explotan y en la caricatura existencial de la noche
de la sensualidad y de la orgía que los embota.
En suma: la antropología que hasta
la modernidad se había basado en la interacción cara a cara cobra límites
insospechados con la expansión electronal. Si bien la realidad estancada y
dominante se relativiza con la democratización de la internet confiriendo a los
sujetos antes excluidos la posibilidad de reelaborar a su gusto su realidad
inmediata, lo cierto es que la presencia de esta lógica del contexto y del detalle
digital supone derribar la cultura concreta de las anteriores generaciones,
entregando la confección del sistema productivo a una juventud anómica que se
moviliza por la búsqueda de la diversión y del placer desmesurado.
En
nuestra realidad, completamente abierta a los flujos globales, el agotamiento
del Estado desarrollista ha supuesto curiosamente la emergencia de una ética
del trabajo empresarial que pone en una situación expectante a la nueva
burguesía provinciana a la caza de posiciones significativas en la élite de
poder. Sin embargo, el comportamiento rampante que ha evidenciado esta red empresarial
tiene la tendencia a reproducir exclusiones y estructura de poder que la
vinculan directamente con las corporaciones trasnacionales, dejando de lado la oportunidad histórica de reivindicar e
incorporar las visiones oprimidas de la configuración de la política económica.
La fuga de nuestras poblaciones hacia otras civilizaciones desnuda la actitud
de una mentalidad que sostiene no tener ningún compromiso social con una
realidad que sólo hace postergarla indefinidamente.
La
recepción pasiva de la globalidad puede quizás encontrar a las culturas
idiosincrásicas en óptimas condiciones de procesar los parabienes que esta trae,
sin embargo, aunque esta realidad supone la formidable adaptación económica de
las poblaciones marginales, ésta inserción violenta podría hacer peligrar los
disminuidos sostenes subjetivos que esta ha conservado durante milenios. La
simbiosis entre sistema y vida cotidiana que ha logrado la evolución de la
mentalidad en el capitalismo global asegura endeblemente la reproducción de la
vida material en las sociedades subalternas, por lo menos mientras esta lógica
microempresarial subsista. Pero en condiciones de cambio paradigmático o con la
eclosión de crisis sistémicas la adaptación psicosocial puede quedar seriamente
comprometida si es que no se contiene esta lógica del consumo, que tiende a
vaciar el contenido normativo de las culturas vernaculares.
Me
parece – esta es mi recomendación – que la inserción en la sociedad red como
augura Castells, no debería despojarnos de nuestra autonomía sobre la política
económica-cultural, sino debe de ser dirigida y utilizada en provecho de un
programa de país. Aunque tal acuerdo es difícil debido a la expulsión
psicoafectiva que experimenta la realidad social, lo cierto es que la cultura
peruana concita una asombrosa
plasticidad con la cual se podría ensayar un programa de reactivación
socioeconómica, apoyado en la tecnología electronal. Sin una base material en
donde apoyar los cambios socioculturales es bastante complicado que estos no
lleguen a evaporarse, pues en muchas ocasiones estos cambios de ánimo no
consiguen evitar la contundencia de la realidad objetivada, a la cual se aferra desesperadamente la identidad
individual, pero cuyos contornos tienden a desaparecer violentamente. De lo que
se trata es de tener una lectura apropiada de lo global para enriquecer lo
particular.
BIBLIOGRAFIA.
- ARAYA Rodrigo. “Internet, política y ciudadanía”. En: Rev Nueva
sociedad 195. Enero-Febrero/2005.
- BAUDRILLARD Jean. De la seducción. Eds. Cátedra, S.A. 1989.
- BAUMAN Zymunt. La sociedad sitiada. FCE. 2da Ed. 2004.
- BOURDIEU Pierre. La distinción. Taurus Eds. S.A. 2da Ed. 2000.
- BRIGGS
y BURKE. De Gutenberg a internet. Taurus Eds. S.A. 2002.
- CASTELLS Manuel. La
sociedad red.
- . La galaxia internet. 1ª Ed. Arete
2001.
- DUPAS Gilberto.
“tensiones democráticas y sociedad global de la información” En: Rev Nueva
sociedad 196. marzo-abril/2005.
- ECO Humberto.
Apocalípticos e inegrados ante la cultura de masas.
- FOUCAULT Michael. La
microfísica del poder- Alianza editorial. 1981.
- GIDDENS Anthony.
Política, sociología y teoría social. Eds. Paidos. 1ª Ed. 1997.
- HABERMAS Jurgen. El
discurso filosófico de la modernidad. Taurus, S.A. Madrid. 1989.
- HARD y NEGRI. Imperio.
Eds. Paidos. 2002.
- HEIDEGGER Martín. ¿Qué es
la metafísica?
- HORKHEIMER y ADORNO.
Dialéctica de la Ilustración. Ed Sudamericana. 1975.
- HUYSSEN Andreas. Después
de la gran división. Adriana Hidalgo editores, S.A. 2002.
- LEVINAS Inmanuel.
Totalidad e infinito. Ediciones Sígueme. 1971.
- LIPOVESTKY Gilles. La era
del vacío- Ed. Anagrama, S.A. 1986.
- McLUHAN Marshall. La
galaxia de Gutenberg.
- MORIN Edgard. El Método.
El conocimiento del conocimiento. Eds. Cátedra. 1994.
- PROSS Harry. Atrapados en
la red mediática. Gráficos Lizarra, S.A. 1ª Ed. 1999.
- QUIJANO Aníbal. “La nueva
heterogeneidad estructural”. En: Rev Hueso Húmero No 8/ Año 5. 1991.
- SANCHEZ LEON Abelardo. En
el juego de la vida.
- SLOTERDIJK Meter. Crítica
de la razón cínica.
- SCHUTZ Alfred.
Fenomenología del mundo social. Eds. Paidos. 1993.
- TANAKA Martín. “De la
acción colectiva al protagonismo individual”.
- VATTIMO Gianni. La
sociedad transparente. Eds. Paidos. 1989
- ZAPATA y BIONDI
“Oralidad, escribalidad y electronalidad. Cercanías y distancias”. En: Rev
Crónicas urbanas. No 8/Año 2000.
- ZIZEK Slajov. El espinoso
sujeto.
[1] GIDDENS
Anthony. Política, sociología y teoría social. eds Paidos. 1ª Ed. 1997.
[2] TANAKA
Martín. “Del protagonismo colectivo al protagonismo individual”
[3] MCLUHAN
Marshall. La galaxia de Guttenberg.
[4] LIPOVESTKY
Pilles. La era del vacío. Ed. Anagrama, S.A. 1986.
[5] BAUMAN
Zymunt. la sociedad sitiada. FCE. 2da Ed. Argentina. 2004.
[6] CASTELL
Manuel. La sociedad red.
[7] VATTIMO
Giani. La sociedad transparente. Eds. Paidos. 1989
[8] ZAPATA y
BIONDI. “Oralidad, escribalidad y electronalidad. Cercanías y distancias”. rev
crónicas urbanas. No 8/Año 2000.
[9] HABERMAS
Jurgen. El discurso filosófico de la modernidad. Taurus Eds, S.A. Madrid. 1987.
[10] MORIN
Edgard. El método. Eds. Cátedra. 1994
[11] DUPAS
Gilberto. “tensiones democráticas y sociedad global de la información” en: Rev.
nueva Sociedad 196 Marzo-Abril/2005.
[12] CASTELLS
Manuel. La galaxia internet. 1ª Ed. Arete. 2001.
[13] QUIJANO
Aníbal. “la nueva heterogeneidad estructural”Rev Hueso Húmero No 8/Año 5. 1991.
[14] ARAYA
Rodrigo. “Internet, política y ciudadanía”En: Rev Nueva sociedad 195, Enero-
Febrero/2005.
[15] SANCHEZ
LEON Abelardo. En el juego de la vida.
[16] HARD y
NEGRI. Imperio. Eds. Paidos. 2002.
[17] PROSS
Harry. Atrapados en la red mediática. Gráficos Lizarra, S.A. 1ª Ed 1999.
[18] HUYSSEN
Andreas. Después de la gran división. Adriana Hidalgo Editora, S.A. 2002.
[19] SLOTERDIJK
Peter. Crítica de la razón cínica.
[20] HORKHEIMER
y ADORNO. Dialéctica de
[21] FOUCAULT
Michael. La microfísica del poder. Alianza Editorial. 1987.
[22] HEIDEGGER
Martín. ¿Qué es la metafísica?
[23] BRIGGS y BURKE. De Gutenberg a
internet. Taurus Eds. S.A. 2002.
[24] ZIZEK
Slajov. El espinoso sujeto.
[25] LEVINAS
Inmnanuel. Totalidad e infinito. Ediciones Sígueme. 1971.
[26] ECO
Humberto. Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas.
[27] BOURDIEU
Pierre. La distinción. Taurus Eds, S.A. 2da Ed. 2000.
[28] SCHUTZ
Alfred. Fenomenología del mundo social. Eds Paidos. 1993.
[29] BAUDRILLARD
Jean. De la seducción. Eds Cátedra. S.A. 1989.
Comentarios
Publicar un comentario