lunes, 2 de enero de 2023

El mundo andino y la cultura electronal.

 


 




 Resumen.

El conjunto de reflexiones que presento aquí tienen el objetivo de ubicar la matriz de prácticas culturales propias del mundo popular andino dentro de los nuevos perfiles ontológicos que ha confeccionado la cultura electronal, manejando la hipótesis de que este reencuentro de los imaginarios vernaculares con la tradición mitológica, con el consiguiente desdibujamiento de la formación sociohistórica de la modernidad, comportan la peligrosidad de edificar un mundo en donde el impacto acelerado de la imagen desnuda la brutalidad de un universo desgarrado por relaciones de poder que se expresa en la amenaza de una futura muerte del lenguaje.

 

 

Es innegable que los profundos cambios socioculturales que se han operado en el tejido social peruano responden, en las últimas épocas, a un impacto demoledor de los medios de comunicación que no sólo desconectan a los sujetos de sus realidades concretas sino que además los dotan de ciertas habilidades sensoriales y cognoscitivas con las cuales son capaces de romper con las pautas culturales originarias y desenvolverse con sabiduría al interior de una estructura social que estrangula la movilidad social. En otras palabras, la plasticidad de los individuos es lo suficientemente inteligente para adaptarse al empobrecimiento de los escenarios sociales, por consiguiente, puede desarrollar ciertas propiedades emergentes[1] que estarían redefiniendo las condiciones objetivas en las cuales se reproduce la sociedad, consiguiendo darle un nuevo carácter ontológico a la realidad social.

 

La ficción de los cambios revolucionarios que supuso el proceso de modernización socioeconómica, y su posterior explosión en un sinnúmero de identidades dispersas[2], que no terminan de transitar hacia un nuevo orden societal, comprueba la hipótesis de que la fabricación digital de los bienes culturales que constituyen el armazón accidentado de la cultura peruana, ha recibido afirmativamente el impacto de la ideología del consumo, reencontrando a la subjetividad con su tradicional matriz oral de producción de prácticas[3]. No obstante, esta desactivación de la modernidad y el regreso a una posición psicologista de retirada hacia la vida privada, supone el abandono de todo un horizonte desarrollista, que intentó impregnar la mítica heterogeneidad cultural que soporta el país de una racionalidad comunicativa, que hiciera extender una cultura homogénea. Al fracasar la edificación artificial de una identidad nacional, porque esta terminó por fabricarse sobre la base de una visión criollo-occidental se ingresa en una situación de aflojamiento de los rigores disciplinarios, de fuerte descomposición de los esquemas de significación vinculados a la totalidad, y de licuamiento de las imágenes representativas que habían mal que bien orientado a la formación sociohistórica.

 

La cultura audiovisual desbarata los pocos acuerdos sustanciales que sostenían la vigilancia de la política económica, sustituyendo la excesiva protección de formación de la personalidad por un conjunto de estrategias de supervivencia que buscan la adaptación del individuo a como de lugar a los estrechos recintos de producción de la cultura legítima[4]. Es decir, la cultura audiovisual consigue estimular al individuo a desenvolverse con suma astucia en un mundo donde la precariedad de la experiencia social acaba con las pocas certezas objetivas que se venden ridículamente hoy en día en los supermercados.

 

La descomposición del Estado de Bienestar y la avanzada terrorista que sacudió el país predispone mentalmente a los sujetos, y sobre todo a aquellos provincianos que provienen de la cultura andina, a transitar hacia formas laxas de socialización que están ya globalizadas, y que si bien representan indicadores de una ausencia de autenticidad, adaptan, no obstante, la producción de las prácticas individuales a formas verticales de división social del trabajo, y a la desregulación extrema de las formas de protagonismo colectivo que antes negociaban las relaciones entre el actor social y el sistema político formal.[5]

 

Quizás el peligro de acceder con vulnerabilidad al bombardeo audiovisual sea que se formulan conductas totalmente inscritas en la globalidad de los intercambios económicos, sin llegar a reconocer con sabiduría la lógica de problemas que atraviesan la reproducción material y simbólica de las sociedades subalternas. Es decir, la articulación estrecha entre la dinámica del mercado que instrumentaliza la experiencia, y una diversidad cultural que se transmuta rápidamente, es la producción de un tejido social completamente involucrado en los procesos globales[6], aunque despojado de las características idiosincrásicas y originarias que tienden a redefinirse aceleradamente ante la embestida del orden cosmopolita de la cultura oficial.

 

En contraposición al período histórico señorial en que proporciones enteras de la población estaban incorporadas a un aparato de dominación, y no eran influidas generalmente por los medios de comunicación que se manifestaban concentradamente en la vida urbana, en el período de descomposición de la sociedad estamental, cuando las evidencias de un nuevo modelo de acumulación condicionaban el surgimiento de una cultura cuasi racional se produce un fenómeno de paulatina marginación de las poblaciones en nombre de las cuales se habían iniciado los cambios democratizadores.

 

El impacto de los medios de comunicación forjó una cultura proclive a la adaptación sistémica que constituyó un obstáculo semántico a las prometedoras relaciones de autonomía republicana que las sucesivas administraciones desarrollistas trataron de formar. Es decir, el desconocimiento de los gobiernos populistas de los cambios socioculturales que ya se habían producido en el tejido social, y que suprimían las endebles legitimaciones institucionales que  se habían conseguido, supuso un proyecto de transformación utópica bloqueado por la misma naturaleza idiosincrásica de la cultura peruana que ya se había internacionalizado.

 

Si se fuerza la figura se podría sostener que en las sociedades periféricas se habían dado las condiciones híbridas para una recepción afirmativa de la cultura electronal, porque los elementos sensoriales que la posibilitan, y que se constituyen en las sociedades orales, encontraban a estas ante una situación de profundo sintonía cultural con la red mediática. Si hoy se produce un renacimiento de la cultura latina es debido a que los códigos que la hacen verosímil están siendo reproducidos por una cultura audiovisual que expande la lógica festiva y hedonista que la caracteriza[7]. El mundo escribal que elabora una sociedad de la disciplina, del ello objetivado, cede su lugar a un mundo resensorializado[8] que basa su lógica de acumulación en una matriz de prácticas caracterizada por el consumo y la sensualidad. La coincidencia sociohistórica de que la desactivación del progreso científico y de la historia única encuentre a las sociedades periféricas en una situación de convergencia productiva, me hace concluir que el proceso de reconfiguración del sistema capitalista busca incorporar la biodiversidad intuitiva que antes había marginado con el objetivo de redefinir el modelo de acumulación que había provocado la revuelta del irracionalismo postmoderno[9].

 El regreso a la razón que supone el paradigma de la complejidad[10]  lo hace sin la domesticación colonizadora de la diferencia de la modernidad sino con una cultura puramente del diálogo, con las expresiones culturales que se han apropiado las nociones empresariales de occidente, y que empiezan a competir creativamente con lo modelos organizativos del capitalismo complejo. No es una casualidad que en pocas décadas el PBI de los países que no comparten necesariamente la institucionalidad democrática y que coquetean con formas autoritarias de administración, hayan dado saltos cualitativos excepcionales en la inmensidad de la maquinaria capitalista; el ejemplo más palpable es la India con su empresa de software más adelantada de todo el planeta[11]

 

En líneas generales se podría establecer que el redimensionamiento del capitalismo sensorial que hoy en día subordina la explosión de la diversidad coloca la Perú y a la cultura de emprendedores sociales[12], que es la cultura empresarial andina, en una situación de inmejorable adaptación psicocognitiva para procesar y aprovechar las ventajas digitales que supone la sociedad de la información. Aunque este desarrollo de propiedades emergentes que supone la racionalidad de la cholificación[13] reconfigura la habitual definición esencialista que se tenía de la comunidad andina, lo cierto es que el peligro que comporta la inclusión acelerada en la sociedad red de lo vernacular es que se sofistiquen y se reproduzcan las estructuras de poder que el desarrollismo no pudo superar. La idea que tengo es que la adaptación acelerado de lo andino en la sociedad red debería ampliar las posibilidades de subsanar las profundas exclusiones sociales que limitan la participación de las sociedades subalternas, y no convertirse como lo es hoy, en un instrumento que refuerza las jerarquías de poder de los grupos criollo-occidentales[14].

 

Si bien la internet es utilizada para repotenciar las capacidades de la sociedad civil para movilizar una estructura democrática directa, lo cierto es que el acceso privado a los recursos digitales y el hecho de que seamos sociedades consumidoras y no productoras-hackers, imposibilita el uso programado de las ventajas de las autopistas de la información. En otras palabras,  la utilización caótica de los recursos informáticos no sirve sólo para producir una reingeniería de lo fragmentario que ha enriquecido la noción empresarial de las categorías populares, sino además para repotenciar la delincuencia y la expresión de sociedades informales que corrompen la eficacia de la economía informal[15]. La supervivencia paralela de un mundo clandestino que es influenciado por las características facilistas de la vida criolla convierte al internet de los usuarios peruanos en un mundo que vive parasitariamente de las pocas coordenadas civilizatorias que se desarrollan en la pequeña economía nacional, y por lo tanto, en una cultura del tráfico que se convierte en una amenaza potencial para los capitalismos avanzados[16]. Aunque el carácter anómico de las sociedades populares legitiman el enraizamiento de la piratería, que permite la sobrevivencia de porciones de la población expulsadas de la economía formal, esta se convierte en un muro ideológico que desactiva los pocos intentos formales de reactivar la economía programadamente, y así abandonar el descarado autodesarrollo que produce tanta desadaptación psicosocial.

 

Si hoy en día las ventajas socioeconómicas para fabricar un sentido de lo real se hallan en la red mediática[17], la dificultad que encuentro para confiar en el modelamiento abrumador de la información es que aleja a la subjetividad de su referencia concreta, absorbiendo a los sujetos que no han tenido una trayectoria rica en lo anecdótico y en la diferencia, y convirtiéndolos en potenciales víctimas esquizofrénicas, ya que el consumo de esta estética del detalle[18] incorpora al individuo en un universo de señales que fracturan la conciencia, arrancándolo de su realidad material. Si bien la seducción de lo digital puede proyectar las capacidades cognoscitivas a distancias enormes en identidades cuyas fortalezas emocionales están enraizadas en enmarañamientos étnicos, la tendencia de los estratos  populares andinos es perder relativamente el sentido arcaico de sus prácticas so pena de quedar excluido del capitalismo salvaje.

Es decir, no sólo se reproduciría la voluntad de poder al incidir en la configuración de la política económica, sino que además se impregnaría la vida cotidiana de una severa racionalidad cínica[19] que desbarataría las pocas compensaciones solidarias y de la reciprocidad que se empiezan a disolver en el individualismo desbocado. La sensación de ir extraviando el sentido biográfico de nuestras prácticas en el culto a un mundo que recompensa el éxito empresarial con el valor abstracto del dinero, va socavando los pocos refugios espontáneos y vitales que existen en la sociedad peruana, desfigurando la personalidad y entregándola a la velocidad de un progreso imparable que hipertrofia y vuelve regresiva la experiencia social[20].

 

Aunque este desgarramiento ontológico es relativo en aquellas sociedades que han conservado su sensoriedad a salvo de los rutinizados procesos de socialización, la verdad es que el panorama de un horizonte gobernado por la tiranía del individuo va liquidando las reservas emotivas y representativas que otorgaban un sentido de la pertenencia, y que hacían radicar al sujeto en una cosmovisión romántica y total que hoy es desmantelada. Desamparada la subjetividad y aislada en las fantasías de la virtualidad que empequeñece la experiencia y que crece a medida que su contenido no se realiza en el mundo exterior, la poca seguridad que ésta obtiene reside en la capacidad para maniobrar en una desnuda microfísica del poder[21], que legitima la rampante presencia de un organicidad empresarial que empobrece la felicidad y el carácter onírico de un ser que mora en la absurdidad de lo transitorio[22].

Sentenciado el sujeto de los espacios urbanos a una ontologización del ser, que se demuestra en la proximidad con los impulsos y con lenguajes cargados de sensoriedad, las pocas garantías para escapar a una existencia inauténtica y resignada, radican en las profundas mutaciones que se están produciendo en el entramado social; ya que ahí se estarían gestando las soluciones claves a una fatalidad que abandona la modernidad disciplinaria y que se entrega desesperadamente a la cárcel de la fragmentación en donde las conexiones lógicas que se establecerían entre los sujetos se reducirían a un lenguaje vaciado de su carácter mágico.

 

No niego las cualidades fundacionales de la cultura popular como la andina para recrear los espacios hostiles en los cuales interactúa, pero ésta está seriamente amenazada por el salvajismo del mecanismo productor del capitalismo que la subordina a ser una rica matriz de invenciones económico-culturales, de estrategias folklóricas de las cuales se sirve para reproducir el fetichismo de la mercancía. La inserción de la redefinida tradición andina en la red mediática la convierte en una identidad que besa los rascacielos de la universalidad al precio de ir perdiendo definitivamente los perfiles idiosincrásicos que quedan neutralizados en los paisajes frívolos y asistemáticos del ciberespacio[23]. La aldea global que debería devolver al sujeto andino la propiedad natural sobre una realidad que prolonga sus capacidades sensoriales se va trocando lentamente en un espacio que genera la diferencia étnica en la brutal ideología, desconectándola de las urgencias holísticas del país y de la necesidad de construir una identidad de nación.

 

Las múltiples ideologías que fabrican los medios de comunicación para sugerir una pauta establecida logran reproducir la conservación de la identidad cholificada, impregnando las pantallas de un carácter particular que deja de ser un engaño y se convierte en flujos de sentido que otorgan sentido a los sujetos[24]. El hecho que la ideología se haya encarnado en sistemas culturales, en lenguajes que naturalizan la vida social, no la hace menos repudiable, debido a que la vida en la red ideológica favorece la multiplicación de aquellos seres que no han renunciado al carácter histórico de sus civilizaciones, y perjudicial – intersubjetivamente sobre todo- a aquellas cosmovisiones que han provocado la historicidad sólo como desplazamiento y no como acción emancipadora. Se podría argumentar que la violencia que la metafísica[25] ejerce es amplificada con la extracción del individuo periférico de su realidad concreta, pues aunque crea ser reconocido en las autopistas de la información la probabilidad más real es que se convierta en un ser envenenado por la intensidad de una abstracción que le impide saborear el dulce néctar de la materialidad.

 El vicio a la mass media es la completa nulificación de un ser que ha resignado sus esperanzas de amor y sentir, antropológicamente hablando. La carencia de tiempo para invertirlo en la carne ha terminado por intimidar al ser humano, frustrándolo y subordinándolo a un mosaico sistémico que ha interiorizado en la mente, so pena de extraviar la tan ansiada y harta subsistencia material y simbólica. La necesidad de ser integrado en los circuitos globales sentencia a los sujetos periféricos a una cárcel de la interioridad en la cual se liquida toda experiencia de liberación. Se ha creado la ficción de un monstruo tecnológico que es inmensamente más grande que la partícula hombre, cuando en realidad es un irracional muro que entorpece y congela la conciencia histórica[26], cuya legitimación reside en la necesidad de no volvernos locos de golpe.

 

Algunas reflexiones en torno a las dimensiones que alcanza el impacto de la red mediática ayudarían a clarificar la naturaleza caótica de lo que está surgiendo. Por ejemplo, el desdibujamiento de los marcos de socialización en los cuales se daba forma a la personalidad está siendo sustituido aceleradamente por la irremediable maquinaria audiovisual, produciendo un efecto desocializador e individualista que se apodera de la conciencia desde tempranas edades. Es decir, se están licuando extremadamente los referentes objetivos como los medios familiares, buscando adaptar rápidamente la subjetividad a los flujos globales del capital, aún cuando este proceso despiadado estaría siendo caracterizado por una evaporación sistemática de la personalidad, condenada a desarrollarse en aspectos dispersos y desconectados de la producción de sentido legítima. La ausencia de un mundo privado[27] que se desintegra a medida que la mimesis de al muerte repliega la interioridad hacia los abismos de la soledad, arroja a la existencia a un mar de proyecciones y de recuerdos de los cuales no se pude deshacer, porque aunque se desencialice el entorno inmediato las personas siguen conservando obstinadamente la presencia de una esencia vital que se desfigura constantemente en lo paisajes de la supervivencia. La realidad se diluye ante nuestros ojos, pero nosotros seguimos defendiendo la privacidad de un mundo de la vida[28] que instrumentalizamos aún cuando ya no nos pertenezca sino efímeramente.

 

Todo el proceso de aprendizaje que supone la formación del niño es desbaratado por el impacto de una cultura cada vez más artificial, que incentiva la evolución de aquellas identidades que consiguen adaptarse a los bruscos cambios caóticos del mundo social, produciendo un mundo de desigualdades y de regresiones cognitivas, que despedazan la identidad en alucinaciones y fantasías marginales. El juego del niño es copiado por las instituciones posteriores, reproduciendo los afectos y la aventura de los imaginarios infantiles en organizaciones que generan plusvalía con la creatividad productiva de una sensoriedad e inteligencia emocional que bloquea y hace inservible la reflexión. La utilidad del descontrol y de la emotividad, del dejarse llevar,  es que reencanta la experiencia con modelos hedonistas que atrofian el pensamiento haciendo ingresar al individuo en estructuras de poder y de vigilancia que son los cimientos subjetivos de la desaforada seducción y de la delincuencia estética.[29]El niño asimila como natural la cosificación de los repertorios culturales incorporando a sus mentalidades indisciplinadas la lógica de un demonismo que no lo deja descansar, que lo atrapa en un aparato de producción mercantil que dirige las motivaciones biográficas hacia una utopía de la realización individual que sólo se fabrica ficticiamente en el mundo electronal. Mi preocupación estriba en el hecho de que la expansión de la intuición hacia límites inconmensurables estaría arrancando a los sujetos de la reproducción de un origen social que ellos anhelan estabilizar, insertando la subjetividad en códigos abstractos que la explotan y en la caricatura existencial de la noche de la sensualidad y de la orgía que los embota.

           

            En suma: la antropología que hasta la modernidad se había basado en la interacción cara a cara cobra límites insospechados con la expansión electronal. Si bien la realidad estancada y dominante se relativiza con la democratización de la internet confiriendo a los sujetos antes excluidos la posibilidad de reelaborar a su gusto su realidad inmediata, lo cierto es que la presencia de esta lógica del contexto y del detalle digital supone derribar la cultura concreta de las anteriores generaciones, entregando la confección del sistema productivo a una juventud anómica que se moviliza por la búsqueda de la diversión y del placer desmesurado.

 

En nuestra realidad, completamente abierta a los flujos globales, el agotamiento del Estado desarrollista ha supuesto curiosamente la emergencia de una ética del trabajo empresarial que pone en una situación expectante a la nueva burguesía provinciana a la caza de posiciones significativas en la élite de poder. Sin embargo, el comportamiento rampante que ha evidenciado esta red empresarial tiene la tendencia a reproducir exclusiones y estructura de poder que la vinculan directamente con las corporaciones trasnacionales, dejando de lado  la oportunidad histórica de reivindicar e incorporar las visiones oprimidas de la configuración de la política económica. La fuga de nuestras poblaciones hacia otras civilizaciones desnuda la actitud de una mentalidad que sostiene no tener ningún compromiso social con una realidad que sólo hace postergarla indefinidamente.

La recepción pasiva de la globalidad puede quizás encontrar a las culturas idiosincrásicas en óptimas condiciones de procesar los parabienes que esta trae, sin embargo, aunque esta realidad supone la formidable adaptación económica de las poblaciones marginales, ésta inserción violenta podría hacer peligrar los disminuidos sostenes subjetivos que esta ha conservado durante milenios. La simbiosis entre sistema y vida cotidiana que ha logrado la evolución de la mentalidad en el capitalismo global asegura endeblemente la reproducción de la vida material en las sociedades subalternas, por lo menos mientras esta lógica microempresarial subsista. Pero en condiciones de cambio paradigmático o con la eclosión de crisis sistémicas la adaptación psicosocial puede quedar seriamente comprometida si es que no se contiene esta lógica del consumo, que tiende a vaciar el contenido normativo de las culturas vernaculares.

 

Me parece – esta es mi recomendación – que la inserción en la sociedad red como augura Castells, no debería despojarnos de nuestra autonomía sobre la política económica-cultural, sino debe de ser dirigida y utilizada en provecho de un programa de país. Aunque tal acuerdo es difícil debido a la expulsión psicoafectiva que experimenta la realidad social, lo cierto es que la cultura peruana concita  una asombrosa plasticidad con la cual se podría ensayar un programa de reactivación socioeconómica, apoyado en la tecnología electronal. Sin una base material en donde apoyar los cambios socioculturales es bastante complicado que estos no lleguen a evaporarse, pues en muchas ocasiones estos cambios de ánimo no consiguen evitar la contundencia de la realidad objetivada, a la cual se  aferra desesperadamente la identidad individual, pero cuyos contornos tienden a desaparecer violentamente. De lo que se trata es de tener una lectura apropiada de lo global para enriquecer lo particular.

 

 

BIBLIOGRAFIA.

 

  1. ARAYA Rodrigo. “Internet, política y ciudadanía”. En: Rev Nueva sociedad 195. Enero-Febrero/2005.
  2. BAUDRILLARD Jean. De la seducción. Eds. Cátedra, S.A. 1989.
  3. BAUMAN Zymunt. La sociedad sitiada. FCE. 2da Ed. 2004.
  4. BOURDIEU Pierre. La distinción. Taurus Eds. S.A. 2da Ed. 2000.
  5. BRIGGS y BURKE. De Gutenberg a internet. Taurus Eds. S.A. 2002.
  6. CASTELLS Manuel. La sociedad red.
  7.                                    . La galaxia internet. 1ª Ed. Arete 2001.
  8. DUPAS Gilberto. “tensiones democráticas y sociedad global de la información” En: Rev Nueva sociedad 196. marzo-abril/2005.
  9. ECO Humberto. Apocalípticos e inegrados ante la cultura de masas.
  10. FOUCAULT Michael. La microfísica del poder- Alianza editorial. 1981.
  11. GIDDENS Anthony. Política, sociología y teoría social. Eds. Paidos. 1ª Ed.  1997.
  12. HABERMAS Jurgen. El discurso filosófico de la modernidad. Taurus, S.A. Madrid. 1989.
  13. HARD y NEGRI. Imperio. Eds. Paidos. 2002.
  14. HEIDEGGER Martín. ¿Qué es la metafísica?
  15. HORKHEIMER y ADORNO. Dialéctica de la Ilustración. Ed Sudamericana. 1975.
  16. HUYSSEN Andreas. Después de la gran división. Adriana Hidalgo editores, S.A. 2002.
  17. LEVINAS Inmanuel. Totalidad e infinito. Ediciones Sígueme. 1971.
  18. LIPOVESTKY Gilles. La era del vacío- Ed. Anagrama, S.A. 1986.
  19. McLUHAN Marshall. La galaxia de Gutenberg.
  20. MORIN Edgard. El Método. El conocimiento del conocimiento. Eds. Cátedra. 1994.
  21. PROSS Harry. Atrapados en la red mediática. Gráficos Lizarra, S.A. 1ª Ed. 1999.
  22. QUIJANO Aníbal. “La nueva heterogeneidad estructural”. En: Rev Hueso Húmero No 8/ Año 5. 1991.
  23. SANCHEZ LEON Abelardo. En el juego de la vida.
  24. SLOTERDIJK Meter. Crítica de la razón cínica.
  25. SCHUTZ Alfred. Fenomenología del mundo social. Eds. Paidos. 1993.
  26. TANAKA Martín. “De la acción colectiva al protagonismo individual”.
  27. VATTIMO Gianni. La sociedad transparente. Eds. Paidos. 1989
  28. ZAPATA y BIONDI “Oralidad, escribalidad y electronalidad. Cercanías y distancias”. En: Rev Crónicas urbanas. No 8/Año 2000.
  29. ZIZEK Slajov. El espinoso sujeto.


[1] GIDDENS Anthony. Política, sociología y teoría social. eds Paidos. 1ª Ed. 1997.

[2] TANAKA Martín. “Del protagonismo colectivo al protagonismo individual”

[3] MCLUHAN Marshall. La galaxia de Guttenberg.

[4] LIPOVESTKY Pilles. La era del vacío. Ed. Anagrama, S.A. 1986.

[5] BAUMAN Zymunt. la sociedad sitiada. FCE. 2da Ed. Argentina. 2004.

[6] CASTELL Manuel. La sociedad red.

[7] VATTIMO Giani. La sociedad transparente. Eds. Paidos. 1989

[8] ZAPATA y BIONDI. “Oralidad, escribalidad y electronalidad. Cercanías y distancias”. rev crónicas urbanas. No 8/Año 2000.

[9] HABERMAS Jurgen. El discurso filosófico de la modernidad. Taurus Eds, S.A. Madrid. 1987.

[10] MORIN Edgard. El método. Eds. Cátedra. 1994

[11] DUPAS Gilberto. “tensiones democráticas y sociedad global de la información” en: Rev. nueva Sociedad 196 Marzo-Abril/2005.

[12] CASTELLS Manuel. La galaxia internet. 1ª Ed. Arete. 2001.

[13] QUIJANO Aníbal. “la nueva heterogeneidad estructural”Rev Hueso Húmero No 8/Año 5. 1991.

[14] ARAYA Rodrigo. “Internet, política y ciudadanía”En: Rev Nueva sociedad 195, Enero- Febrero/2005.

[15] SANCHEZ LEON Abelardo. En el juego de la vida.

[16] HARD y NEGRI. Imperio. Eds. Paidos. 2002.

[17] PROSS Harry. Atrapados en la red mediática. Gráficos Lizarra, S.A. 1ª Ed 1999.

[18] HUYSSEN Andreas. Después de la gran división. Adriana Hidalgo Editora, S.A. 2002.

[19] SLOTERDIJK Peter. Crítica de la razón cínica.

[20] HORKHEIMER y ADORNO. Dialéctica de la Ilustración. Ed. Sudamericana. 1975.

[21] FOUCAULT Michael. La microfísica del poder. Alianza Editorial. 1987.

[22] HEIDEGGER Martín. ¿Qué es la metafísica?

[23] BRIGGS y BURKE. De Gutenberg a internet. Taurus Eds. S.A. 2002.

[24] ZIZEK Slajov. El espinoso sujeto.

[25] LEVINAS Inmnanuel. Totalidad e infinito. Ediciones Sígueme. 1971.

[26] ECO Humberto. Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas.

[27] BOURDIEU Pierre. La distinción. Taurus Eds, S.A. 2da Ed. 2000.

[28] SCHUTZ Alfred. Fenomenología del mundo social. Eds Paidos. 1993.

[29] BAUDRILLARD Jean. De la seducción. Eds Cátedra. S.A. 1989.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La desunion de una familia

  Hace unos meses conversaba con una vecina que es adulto mayor. Le decía que a pesar de tener 75 años se le veía muy conservada y fortaleci...