jueves, 29 de abril de 2021

Mis dos madres.

 



Yo nací casi por casualidad. Mi viejo iba ser médico en Arequipa y luego decidió viajar a Lima en búsqueda de un futuro. Y la que es mi madre deseaba ser monja o viajar a los Estados Unidos. 

Mi madre es una señora muy bella chapada a la antigua y tremendamente obsesiva con el orden y la limpieza. Ella nació en Caja marca pero se crío en Lima en los Barrios Altos, hasta se juventud y parte de su vida adulta. Ella es muy cariñosa y no deja que la ayuden en los quehaceres de la casa. Como dice ella " esta es mi casa, nadie mete las manos en ella". Apesar que termina muerta por el trajín que hace todo el día, ella es coronel en su propia casa.

Ella me transmitió valores como la solidaridad, la honestidad, la disciplina y que sea responsable con mis tareas. Mi madre siempre se ha rajado por nosotros. De ser una vendedora de calzado en las tiendas Diamante del centro, paso al hogar a ayudar a mi tía Cuca, mi segunda madre. Siempre todas las navidades me traían mis regalos y juguetes, y me armaban con pirotécnicos de lujo que los hacía estallar en Navidad y año nuevo.

Gracias a mi madre Esther yo me introduje en la lectura desde muy niño. Ella con mi padre me regalaron enciclopedias y cuentos que yo devoraba rápidamente. Es así que me las pasaba los días leyendo las mil y una noches y las tradiciones peruana. Tenía también libros de la segunda guerra mundial y el diccionario de Espasa Calpe. Ella siempre lava mi ropa y me consiente con sus platillos caseros. Y en cierta medida es la responsable de que este subido de peso.

Mi madre Esther siempre quiso estudiar enfermería en la universidad o irse a los Estados Unidos a trabajar. Ya de muy niña cuidaba a sus hermanos y sus primeros sueldos en la zapateria de chinos los destinaba a comprarle ropa a sus hermanos y electrodomésticos para mi abuela Maria.

Antes, cuando era un adolescente la sorprendía con un poema en su casa o una composición florida que le recitaba. Recuerdo cuando enfermaba de mis amígdalas me llevaba al Doctor Suarez, y siempre me cuidaba. Teníamos gatos y ella no les gustaba. Me recuerdo que cada vez que barría el gato se trepaba a sus piernas y jugaba con mi madre. En las fiestas de fin de año mi madre me sacaba a bailar salsa. Y ella fue la responsable que tuviéramos mi hermano Fernando y yo una educación de calidad en el Colegio Lasalle. 

Mi madre Esther no ríe así no más. Es maniática de la limpieza. Y hoy en día por el miedo al virus lo es más que nunca. La quiero demasiado porque siempre en mis momentos complicados estuvo ahí conmigo aconsejandome y levantándome el ánimo. Ella es la responsable que ingresara a San Marcos. Pues siempre quiso que yo fuera alguien importante. Algo que hasta ahora no cumplo, pero lo haré. 

Mi otra madre partió hace ya casi quince años. Ella Eliana o la cuca como le decíamos mi hermano y yo era muy renegona pero nos quería como a sus propios hijos. Ella vino a vivir con nuestra familia desde que yo era un bebé. Y cuando mi madre Esther tenía que trabajar cuidaba de nosotros y de la casa. Siempre que eran las seis o las siete nos gritaba a mi hermano Fernsndo y a mi, que nos metieramos a la casa pues el lonche nos esperaba y ya era muy tarde. Le gustaba hacer el mercado y tejer en sus ratos libres. Recuerdo cuando venia mi tío Victor chico a la casa le decía Minora y ambos veían comedias y telenovelas.

Mi tía Eliana amaba los gatos. No era solo por los ratones que los teníamos, sino porque a mi tía le gustaba criar gatos mimosos. Me recuerdo que el último gato que tuvimos aquí ya en Surco, que era un gato que se mechaba con los perros, un día desapareció para no volver jamás. A mi madre cita Cuca rompió en llanto. Y de ahí no tuvimos más mascotas en la casa. Ella era una gran cocinera y nos chupabamos los dedos con su comida.

Es una verdadera tragedia que desarrollará dos tumores en el cerebro. Recuerdo que por esos días yo entrenaba en el gimnasio y de lo triste y con bronca que estaba por la salud de mi tía, le busque pelea a dos agarrados como yo. A los dos les saque el ancho. No por ellos sino por la rabia que sentía de no poder hacer algo por mi tía. Un día la internaron en el Hospital 2 de Mayo e ingreso para nunca más volver a su hogar. Resistió una primera operación al cerebro, pero tenía que ser estabilizada para intervenir por el segundo tumor. Mientras en la madrugada dormía le dio un paro cardo respiratorio, y a pesar que mi tía Betty cuido de ella mi tía murió, y me dejó un sabor amargo en el corazón.

La noche que mi tío Tato y mi tía Betty vinieron a avisarnos que mi tía madrecira bella había muerto a las doce de la noche, mi madre y mis hermanos rompimos en llanto. Aún cuando la vi echada en su sofá comiendo su helado, me dijo que yo estudiaría mi maestría. Que ella no importaba. Pero si importaba pues toda mi niñez y adolescencia me las pasé con ella y sus cuidados y postres. Ella era de un amor incondicional, la que entregaba todo por sus sobrinos. Le gustaba el cafecito con su queso caliente. Y siempre veía novelas en la TV. Desde las novelas venezolanas hasta las brasileras. 

La extraño mucho a mi tía. Siempre con su sabiduría basada en el amor me enseñó sobre la solidaridad y la entrega a mis sueños. Ahora que no esta ha dejado un gran vacío en mi corazón. Ambas mi madre Esther y mi Cuca han sido lo más bello que me pasó en mi formación. Sin ellas hubiera sido un maleante o nunca me hubieran gustado los estudios. Siempre le oro a mi tía para que desde el cielo donde esta sea intercedor con el jefazo por mi. Ahora que han pasado quince años de su muerte la recuerdo en Barriod Altos con su sonrisa de niña y el pan francés calentito. Tus adoradas tus palabras han quedado en mi mente. 

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