viernes, 9 de abril de 2021

En el manicomio. Ficciones




Andres tenía un comportamiento huraño e inaccesible. Toda su adolescencia se las pasó jugando pistazos en el Agustino y estudiando en un colegio particular. No era de tener muchos amigos pero era muy estudioso. En todas las materias sacaba buen puntaje a pesar que nunca alcanzó los primeros lugares. Me recordaba que fue premiado en un concurso de cuento que lanzó su colegio y le regalaron un libro de Vargas Llosa ^ conversación en la catedral " y un fino lapicero bañado en oro.


Siempre me contaba que cuando salió del colegio lateaba más de lo necesario absorto en pensamientos extraños e indescifrables. Era tan pensativo que muchas veces pudo morir atropellado pues estaba muy dentro de sí mismo. No tenía hermanos, era hijo único de una familia que lo sobreprotegia como si fuera una joya delicada. Lo matricularon a unas clases de piano, pero nunca asistía se las pasaba jugando Nintendo en Wilson o jugando ajedrez en la plaza Francia. Le costaba comunicar sus emociones y sentimientos más profundos, cosa que lo hacía extraño ante sus amigos por sus largos silencios y su timidez para hablar.

Cuando culminó el colegio no quiso asistir a la fiesta de graduación a pesar que era uno de los consagrados. Se limito a despedirse de sus amigos más queridos y retorno a su casa a jugar fulbito y a enviciarse con los juegos de video. Pronto se volvió un zángano, que no quería mover un dedo en casa. Solo se dedicaba leer novelas y cuentos y a darle duro y parejo al Nintendo. Ya eran épocas de tener noviazgos pero el era muy tímido y prefería estar solo en su cuarto pensando en las musarañas. Muchos amigos lo conminavan a asistir a fiestas,  pero el no iba. Tenía mucha vergüenza de ser flaco, así que para motivarse entrenaba en un gimnasio de su barrio, y pronto su rostro y cuerpo ganaron peso y ya era un joven apuesto con músculos. A pesar de eso, no se resolvía a buscarse una chica entre sus amigos o en el gimnasio. Así que empezó a reprimirse mucho y a ser más inaccesible ante sus propios padres que no llegaban a comprenderlo. 

Ingreso a una universidad del Estado luego de un examen de admisión que lo resolvió papayita.  Cuando conoció a sus nuevos amigos empezó a tomar y  a involucrarse más en los grupos de izquierda. A cada reunión o marcha el iba parejito y pronto empezó a hablar en público y a hundirse en convicciones intelectuales que defendió con vigor ante sus compañeros y adversarios. Era un declarado comunista que se lleno de odio y justificaciones absurdas.  Su carácter empezó a hacerse emocional y violento, y pronto hablaba solo al aire para ensayar sus elucubraciones y abstracciones estúpidas.

Un día se enamoro de alguien. Ella era una compañera alegre y bella de su salón. Pronto impacto en ella su verbo florido y sus declaraciones de líder social. Se veían a escondidas y como legítimos enamorados ante los demás  un poco después. El se sentía feliz y emocionado,  pero pronto sus empalagosos prejuicios y moralismo recalcitrante hicieron que ella se alejara de él o lo viera como un inmaduro. Antes de que terminaran ella le sacó la vuelta, y el reventó de cólera y  lleno de lágrimas.

Llego a sí casa hecho un mar de llanto. Y pronto su actitud silente y sobria se desencajo y la violencia más hiriente salían de su boca contra todos.  Cuando se calmaba volvía a llorar y nadie entendía que es lo que le pasaba. Trataban de hablarle y escudriñar sus motivos pero el carecía de las palabras para comunicarse sin insultar o herir. Se encerró en su cuarto y no volvió más a la unuversudad. Por muchos días no salía, ni comía ni se aseaba.

Un buen día un doctor amigo de la familia aconsejo que lo viera un psiquiatra, pues veía actitudes extrañas en su comportamiento y porque no tenía control de sus gestos. Sus padres lo llevaron al Largo Herrera, y pronto el diagnóstico arrojo que tenía un trastorno de personalidad.  Aconsejaron internarlo, pero sus padres prefirieron atenderlo en su casa. Pronto lo vieron peor,  gritando en su cuarto y poniendo una música tan estridente que pronto fastidio a los vecinos. El colmo vino cuando en una cena de las muchas silenciosas que llevaban, empezó a insultar a su padre y se le fue encima. El reconoció su falta y accedió a que lo internaron.

Llego una noche de Agosto. Era lluviosa y fría. Lo recibió un psiquiatra de turno. Se fue para adentro, se desvistió y se puso la ropa de enfermo con sus babuchas. Le dieron algo para tomar para que se quedara dormido. En la mañana lo instalaron en una de las habitaciones del manicomio del seguro social.  Era caer muy bajo para un joven que recién empezaba a vivir la vida. Lo acompañaba en su cuarto un viejo loco de remate que tendía a desvestirse porque hacía mucho calor.

Cusndo tenían que comer Andres devoraba con avidez los alimentos y luego le enyucaban un cóctel de drogas para tenerlo sedado y tranquilo. Mientras comía un compañero de al lado le decia: " mañana invadimos Chile, mañana invadimos Chile" luego otra loca "quiere que le venda mi ropa esta a precio redondo venga conmigo yo le enseño".

Termino la comida Andres dentro de un mar de dudas y pensamientos absurdos. Y extrañaba a su casa y a sus padres. Solo intentaba estar en su cuarto dormido y sin tener que escuchar el montón de gritos y locuras que se sentían en el ambiente. Un loquito mientras dormía le robo sus jabones y sus dulces que le habían traído los médicos. El veía pero no atinaba a reaccionar. Solo salió al pasillo y veía a un loco que se creía una estatua, pues no se movía y otro serpiente pues se deslizaba por el suelo, y una perturbada joven que se sacaba la ropa ante los hombres, gritando que ella era una prostituta.  La vendedora de la parada ofreciendo su mercadería imaginaria y un loquito como de unos treinta años que trabo conversación con el:

- ¿ que hace aquí jovencuto? ¿ a tan poca edad y atribulado por la locura?
-- yo no soy loco. Me metieron acá porque requiero alejarme de lo que me hace daño.
-- ¿ una mujer?  Seguro que fue una mujer la que lo puso así.
- más o menos.  Y usted ¿ que hace aquí en este antro de olvidados?
-- estrés laboral.  Tuve muchos compromisos y se me torcieron los cables. Mire hasta se me cayo todo el pelo.-  Y era verdad era un hombre delgado  sin cabello, y con unos lentes empañados. Y así conversaron de todo mientras a lo lejos los locos de remate golpeaban las puertas y se escuchaban gritos estremecedores. Las enfermeras iban de un lado a otro con esa frialdad técnica que Andres siempre odio de los médicos.

A veces Andres para no estar aburrido, jugaba ajedrez con varios locos y a todos les ganaba. Una chiquilla se molesto por haber perdido que le escupió en la cara. De inmediato unas enfermeras la llevaron a su cuarto. Durante la cena un negro loco le hacía señas con la lengua asquerosa. Andres le dio un puñetazo. Y se fueron a los golpes ante " vamos, vamos,  yo le apuesto a este". El hombre serpiente le mordió la pierna al negro loco.  "No te metas con mi cena chimpancé de mierda" pronto las enfermeras los separaron. Un técnico antes de dormir le rasuraba la cara al pobre Andres que perdió el juicio.  Ahí sedado pensaba en sus padres y en sus ideas de destruir los Estados Unidos, el capitalismo, y tanta tontería junta.

Un sábado luego de estar cinco días encerrado sus tíos y padres lo visitaron . El llorando pedían que lo sacaran de este antro de locos.  Muentras la vendedora ofrecía sus prendas imaginarias y el negro loco y otros más bailaban salsa, sin que hubiera música. Sus padres le dijeron que hablarían con su médico. Pasaron otro cinco días encerrado y conversaba por las tardes cuando la somnolencia no lo invadía con Carlos aquel loquito, que dentro de todos no lo era.  Era extraño, pues cada vez que charlaba con Carlos, una enfermera los miraba con extrañeza, como si algo grave pasara. Las charlas eran interminables y pronto Andres encontró una mente criteriosa  y culta que lo escuchaba y aconsejará.

Llegaron los médicos con su madre y tíos y le hablaron al medico que a Andres lo podían cuidar en su casa, y que seguiría el tratamiento al pie de la letra. El psiquiatra examino a Andres, le hizo unas preguntas y pronto ya estaba a fuera con sus familiares. Habian sido diez días de riesgos y conversaciones extrañas. Andres nunca supo si Carlos era real o si era una alucinación, pues a él nadie venía a visitarlo. Pensó Andres quizás si estoy loco o era mi ángel guardián.

Perdió la universudad y dejó esas ideas de locos,  y se dedico a la carpintería y a la cocina. Poco a poco con un tratamiento adecuado y el cariño de sus padres salió adelante. Se hizo de una novia que comprendió su condición y decidieron no tener ningún hijo, por el mal de Andres. Las alucinaciones y su conducta efervescente no volvieron.  Y hoy Andres es un conocido empresario forestal. Ahora este loco solo ve los espíritus de la selva cada vez que arrasa con un árbol. 

2 comentarios:

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