lunes, 26 de noviembre de 2018

Lo criollo y la ciudad capital en su caos funcional




La génesis histórica cultural de lo criollo surgió en los Barrios altos. La matriz de pensamiento y actividad que dio origen a la cultura urbano popular, de clases medias profesionalizadas, y de cultura cerrada de elites surgió de la confluencia populosa de migrantes, obreros, empleados de servicio, antiguos ghettos de libertos, e indios, y la curiosidad romántica de cortesanos y doncellas. En los callejones y en las quintas entre jaraneros y poetas lumpenezcos con altivez y garbo se dio forma al modo actual de razonamiento intelectual y filosófico de toda Lima.

 Mas allá de las oleadas y sus laboratorios de conservacionismo, y la retirada de las elites a los suburbios enclaves de Lima, todos comparten una misma génesis de identificación criolla. Se destruyo a Barrios altos con la cultura de las drogas y su economía subterránea lo que evito  que esta cultura popular democrática y a la vez de creatividad estética del cuerpo y el romance se solidificara en una idea de ciudad netamente limeña forjada entre la piedra y la carne.
 
Al imponer un tipo de ciudad modernista y alienada donde la tradición de las figuras aventureras y traviesas de Lima se ahoga en la trasgresión y la locura cívica, lo que hemos hecho es dibujar una y otra vez un rostro arquitectónico y de gestión del espacio que choca y denigra a la negación la autenticidad del ser criollo. El drama es que hoy el ser criollo esta confinado a  la inautenticidad y al proceso siempre estético y a la vez esceptico de la sabiduría del vivazo. Es un sobreviviente fantasioso el limeño de siempre que vive entre la formalidad y el caos organizado.

Dejar de lado mediante la educación al poder arribista y doble moral de la microfisica del ser criollo al que todas las culturas de nuestra nihilista modernidad aspiran, no pasa por la realización de valores cívicos y de ciudadanía, eso es un nefasto contrasentido que conduce a mas violencia y extrañamiento de las culturas urbanas. Eso es soledad y desertificación tecnologizada: el camino europeo y de sus hijos modernizadores, donde la cultura oriunda no cuaja con las inteligencias arquitectónicas vanguardistas

Lo criollo pòsitivo deber ser recuperado ahí donde fue un caleidoscopio igualitario entre lo estético y lo ético en nuestra identidad familiar y de sociedades barriales, donde concurrían con imaginación y romance la travesura del lumpen y la curiosidad y sugerencia del oligarca humanista que siempre huye hacia lo clandestino. En ese amarnos coquetamente en la oscuridad carnavalesca de nuestra tragedia democrática, y distanciarnos la luz publica y de silencios dolorosos de las grandes divisiones y discriminaciones de todo tipo, late secretamente un deseo de comunicarnos y articularnos como habitantes de una ciudad que mas parece una aldea Se debe poder controlar y redefinir el bombardeo aún no procesado sistémica de la modernización desbordada. Y para que crean, sincréticamemte las supuestas clases distanciadas se buscan, mas alla de los parapetos de una ciudad segregada. 

El problema de la ciudad caótica y violenta es un problema de gestación organizativa y de mala concurrencia de culturas que la recrean. Desde los niveles vecinales y barriales hasta los sofisticados altares de la legalidad política y empresarial reproducimos un desorden funcional donde reina la hipocresía y la secreta complicidad del desenfreno de sabores. La responsabilidad de esta fragmentación de la cultura cívica recae en los arquitectos y técnicos de formación eurocentrica, los gemelos perversos (liberales y socialistas) que siempre se pelean, pero comparten todo. Ir a los residuos es la clave para reinstaurar viejas leyes y costumbres que la individualización diluyo. De lo que se trata es de recuperar las culturas populares.¿ A qué voy con esto?.

Desde que la cultura de la tecnología de las informaciones vienen alterando el cara a cara y enfriando las relaciones funcionales que se dan en el trabajo y en toda  relación profesional, se despide de la escena la matriiz cultural donde se han gestado los saberes que han dado forma a una ciudad o barrio en concurrencia con la cultura endógena. Al corromperse las culturas barriales y las grandes comunidades criollas, producto de la velocidad con la que avanza la modernización, se pierden niveles de comunicación que antes eran muy fáciles de ser admirados entre las personas. Por ejemplo, antes los comics, la radio, la TV, los clubes sociales y el cine congratulaban a las personas, y creaban circunstancies de creatividad colectiva donde nació la música criolla, y la chicha de los 70s. En esos espacios se gestaba un encuentro entre las visiones vanguardistas y funcionalistas de la arquitectura, que permitían al limeño reconocerse en su ciudad sin ver alterados sus patrones de estabilidad psíquica.

El problema que ha venido luego es que las migraciones constantes a Lima, desde la efervescencia del Populismo político han dibujado una ciudad capital que vive en el caos arquitectónico, en  asentamientos humanos, y lugares de `pobreza, pues sus habitantes han buscado ser también ganadores en la Lima criolla.  Los criollos autenticos huyeron a las periferias y salieron de la Lima céntrica, y curiosamente las culturas migrantes adoptaron el ser criolllo, su moral creativa y le dieron un sentido degenerativo, que se transmitió a todos los sectores sociales de la ciudad. Desde ese entonces lo que vemos es una ciudad desorganizada en el trafico y en la construcción del ornato público, porque no tuvo en su crecimiento desaforado un plan coherente para convertirse en una metrópoli organizada. No hablo en un tono peyorativo pero este choque cultural desdibujo la moral campesina, y a la vez confundio en el atolladero de la trasgresión la moral dominante criolla.

Gran parte de la responsabilidad porque la cultura actual han denigrado lo criollo y lo han convertido en una moralidad de la sabiduría escéptica se debe al modo como los migrantes, la choledad de la que habla Nuggent, han atrofiado, en su animo a adaptarse en una realidad que los denigraba, la base estética y de creatividad artesanal, que es la base de la cual han bebido las culturas actuales. La piscología ha pasado de la innovación por ser estéticos sin abandonar la funcionalidad y el pragmatismo, a una moralidad pisquica que vive autodenigrandose como forma de lograr un lugar de reconocimiento en la vida urbana. Este proceder piscologico de distorsionar la moral criolla y volverla trasgresora se ha impregnado en la forma como se ha gestionado y edificado los espacios urbanos y barriales. Y el otro ingrediente que ha desdibujado nuestra experiencia urbana ha sido el arribismo secreto de las clases medias profesionalizadas, que al perder posiciones de iniciativa empresarial, han creado una psicologia de dependientes y abogados que moralizan en la cucufateria y el chisme soterrado a las culturas populares, incidiendo en ellas para alcanzar niveles de encuentros con la siempre búsqueda de la experimentación de las elites peruanas..Ese muro en el medio, no deja la interconexion vivencial  publica entre el pueblo y los oligarcas casi ya extranjerizados. .

Si se desea recuperar una cultura urbana donde conciencia y experiencia arquitectónica se hallen de modo reconciliado, hay que dirigir una política pública para recuperar y desarrollar los liderazgos de las culturas barriales, y que esa disposición despertada cree no solo un nuevo humanismo sino una cultura técnica cercana a la invención, y a la re definición de toda tecnología que llegue a nuestros territorios.

Pero hay un problema que no es de esencia, sino que es de percepción profesional. Por mucho tiempo el modo como se ha ido gestionando la ciudad, y se edificado en ella lleva una profunda marca eurocéntrica, tratando de parecernos a los sistemas de gestión urbana de otros países. Somos una ciudad donde el 70% de las casas están mal construidas y donde un sismo fuerte puede arruinar la situación tan precaria como ha crecido el sistema urbano de Lima. No solo es informal, sino que es la típica expresión de como sus pobladores han dirigido el uso de sus casas, sin respetar un orden adecuado o el tan perseguido ornato estético y publico. Y estas culturas urbanas son gestionadas por profesionales que no han captado que carne y piedra deben ser fusionadas, para evitar el estrés, y los problemas de salud mental que nos aquejan a todos. Se debe hacer una re ingeniería radical de la ciudad capital, no solo en el sistema de transporte, sino en los espacios públicos, y en toda la actividad comercial y de recreación que por ahora es prolífica pero caótica y sin control. Mientras subsista ese racismo del espacio habrán en pleno siglo XXI poblaciones que desconocen distritos en todo lugar. Un mundo de ghetos que no quiere reconocer que todos somos ciudadanos con iguales deberes y derechos.  

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