lunes, 19 de noviembre de 2018

A una princesita. Alexia.






Había una vecinita hija de un congresista Alexia que tenia como 20 años y yo 27. Nos cruzábamos en la tienda en la panadería y en el mercado y aunque le hacia ojitos me hacia unos desplantes con su cabellera azabache y caminaba presumida para volverme loco. Un día la halle en el gimnasio recién ingresada mientras yo en bibidi lucia radiante y fornido entrenando sentadillas. Sabía que me miraba así que me le acerque como sino la conociera y le dije que pusiera mas presión en los músculos para sentir el trabajo. Eres el chico que siempre me mira en el barrio? No. Para nada yo soy el instructor y vivo en el Callao dibujando una sonrisa cinica.

Ella se sonrió y me hecho su cabellera sobre mi rostro mientras le ayudaba a hacer prensa. Le tocaba las piernas sobre sus rodillas y veía como se sonrojaba. Me iba a continuar banca cuando ella jalandome del brazo me pidió ayuda con la sentadillas.. Le puse peso fuerte para que necesitara mas ayuda la tome de la cintura desnuda pues iba con un topcito y la ayude a que bajara hasta abajo sintiendo su hermoso derrier y respirando mientras la orientaba cerca de su oído. Ella hacia grandes esfuerzos y durante una serie de tres repeticiones ella respiraba acelerada pidiéndome que la abrazara de la cintura para no caerse le mordí ligeramente el oído y le dije los ángeles no vienen aquí. Tembló y volteando nuestras bocas se hallaron y un silencio con gran hondura se hizo. Cuando me iba retirar me estampó un besote con mordida y todo, corrió y me dejo en sus manos una nota con su cel y que decía eres tu llámame. Me vi tentado s llamarla pero llegaba tan de madrugada del terminal del Callao que pronto me olvide de ella. Tenia novio con nave y todo.

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