Estrés, resiliencia y capitalismo




El capitalismo es un sistema de producción donde lo que vale es crear valor y siempre estar en la vanguardia. Ha reducido la existencia de los trabajadores a ser creadores de valor mediante el desgaste físico y el trabajo intelectual. Pero sucede con el capitalismo informacional y la globalización un estado ontologico por el cual la creación de conocimiento, y su aplicación en la ciencia y tecnología capturan de modo inhumano la mente humana. El capitalismo ha secuestrado el presente de la conciencia para sobrepujarla en la creación de mercancías cada vez más innovadoras y originales. Y este es un proceso de acumulación imparable donde el que es abatido por el consancio y la improductividad es descartado y reemplazado inmediatamente. No cuenta en si los demás aspectos de la vida cotidiana más que el solo hecho de que la reproducción de la vida sirve para que el ingeniero o científico, o profesional siga creando saberes y conocimientos útiles. La vida cotidiana es un problema privado y personal, lo que vale es la capacidad para crear conocimiento. 


La celeridad del sistema productivo y la cada vez más velocidad del capitalismo para cambiar el rostro de la cultura humana, han generado que la cultura y las manifestaciones vitales de la sociedad siempre estén por detrás del progreso material, como no sean importantes o estén en estado de regresión. La cultura sufre el impacto de la razón técnica y está tiene que adaptarse, porque debe sobrevivir y seguir creando valor cognostivo. Es una labor quizás noble y creativa generar valor para el mercado; siempre y cuando para el productor su trabajo sea el propósito de su vida. Y como estoy no es lo más usual crear valor resulta una tarea rutinaria y bastante esclavizante. La sociedad disciplinaria,  cómo dijera Foucault, no busca ya someter el cuerpo sino reforzar las cadenas sobre la mente. 


La mente, desde Descartes, es la única realidad. Fuera de que pensamos o pensamos hacerlo solo existen datos subjetivos, sobre los cuales no hay que demostrar confiabilidad. A pesar que la reflexión filosófica ha puntualizado que el ser humano no es solo mente, se constata la obstinación que la fuerza de la civilización reside en lo que es capaz de crear la mente. Esa idea de Unamuno de que "sientes luego existo" carece de suficiente valentía para imponer la en una cultura donde la fuerza de la mente crea genialidades como aberraciones. Sentir tiene su propio espacio,  pero por pensar solo sabemos generar pensamientos que nadie controla. Se carece del suficiente tiempo para que el hombre explote con la fuerza de su mente libre las otras dimensiones del ser humano. La esclavitud de la mente para crear saber productivo hace casi imposible al hombre conocedor de sus propias regiones interiores. La espiritualidad no es solo eso que se conquista con el empecinamiento de la búsqueda de si mismo, sino un proceso que demanda tiempo y dedicación. Y el hombre no tiene tiempo para redescubrir todo su real potencial. Por ahora el capitalismo nos hace reflexivos hacia el interés, y estúpidos para consumir lo que vende. Es este divorcio entre la espiritualidad y los procesos mentales lo que desorganiza la conciencia del hombre, y lo vuelve a medida que pierde fuerza en un organismo impulsivo e irracional. La ignorancia de no hallarse libre o tal vez, no tener la fuerza para emancipar su mente de la matrix, es lo que vuelve al hombre en un ser que halla en la complejidad y anarquía de su persona una forma ciega de creerse libre o resignarse 


La diversidad y diferentes respuestas del hombre para adaptarse a la cultura de la explotación, hacen que algunos puedan adaptarse sin poner en riesgo su salud mental, y la gran mayoría completamente estresados para soportarlo. Se produce un ser que ante la subsuncion de su creatividad para crear, y las largas jornadas de trabajo, la mente siente una insoportable reclusión y desorganización. No solo es dolor o desesperación lo que se siente sino una sensación de vacuidad y extrañamiento de la psicólogia que golpea no solo la salud, sino además el cuerpo físico. Se expresan seres con una gran vulnerabilidad para ser agresivos o personas que no gobiernan sus impulsos. El trabajo inhumano,  sin significado y dirigido a explotar la mente, hace que la vida no tenga referentes para expresar sus sentimientos. Se ven  personas que no saben redirigir sus pensamientos y emociones, y que estallan en la violencia y los desórdenes mentales. No es solo falta de educación lo que posibilita la formación de asesinos o delincuentes, sino una realidad represiva y absurda donde las cargas de los sufrimientos y responsabilidades crean un ser que no piensa y surca las oscuridades más despreciables de la falta de razón. Y está desrealizacion del mundo es un proceso imparable que hará al hombre depositarios de las más grandes locuras y aberraciones sin sentido. Es el modo que el anomico desfoga todo el odio y dolor que siente al no hallar en su vida comprensión o tal vez amor. 


Así como hay represión y una vigilancia para volver al mundo, por defecto, un espacio ingobernable para la conciencia, existe otro proceso en la vida humana donde la fuerza de la explotación produce la desobligacion y la laxitud para la actividad. Genéticamente el disfuerzo y la protesta de las generaciones frente al capitalismo, hace de un hombre no activo un potencial hacedor de estupideces y bestialidades. El estrés y el aguante frente a un mundo técnificado no hacen fácil para el individuo reconocer el deber de todo hombre para imprimirle a su individualidad una actividad o un propósito. Y cuando no hay actividad la persona está expuesta a desarrollar patrones de conducta estúpidos y pulsional es, donde las vilezas y los bajos instintos destapan infiernos como delincuencia. El estrés es inevitable, pues el hombre tiene que trabajar, pero no hay que dejar de reconocer que por exceso provoca en la mente humana disidencia y caos; lo cual se confunde con la libertad o esa supuesta autonomía para tomar decisiones racionales. Es el estrés inmanejable lo que empuja a la persona a hacer de su persona un proyecto sin valor. Frente a esto deberían haber políticas publicas para debilitar este estado enfermizo del capitalismo, pero mientras lo usual sea la salvaje competencia,  la distracción será reservado para ciertos momentos donde la calidad de vida solo se identificará con el desahogo.


Así como la realidad capitalista suele derribar hacia la pobreza a los que desean ser diferentes, también existen muchas personas que ante la adversidad o la ausencia de condiciones sociales reaccionan con optimismo y actividad. El peruano y muchas culturas del mundo han demostrado que se cuentan con individuos que son capaces de crecer mediante el trabajo y el estudio, que ante el dolor y los problemas se refuerzan de más actividad, creando valor y riqueza. No es precisamente en la generación de conocimiento donde hayamos estos seres que rompen la trampa de la cultura de la pobreza, sino en subjetividades donde el trabajo intenso y el aprovechar oportunidades los consolida como hombres o mujeres con muchos recursos y la suficiente tenacidad para crecer como personas. A esa actitud de seguir adelante y abrirse paso a pesar de la adversidad se le define como resiliencia; y es esa fuerza por lograr un sueño y tener perspectiva para siempre cumplir objetivos, mediante mucho ahorro y trabajo duro.  Lamentablemente no todos son así. El capitalismo es irrefrenable y realmente al no importarle la cultura y los procesos mentales del ser humano se argumenta que cada quien es el centro de poder desde dónde debe partir la fortaleza para alcanzar la felicidad y el éxito. Aunque el mundo pareciera ser hecho por el diablo y la vida es ingrata, como dijera Shopenhauer, el hombre si entiendiera que una vida sin propósito no es vida, sería más sencillo involucrarlo en un sociedad sana que sea capaz de domesticar y pactar con el capitalismo. La cultura es hoy el centro de la explotación para volverla mercancía y ciencia, pero también es el ambiente para que el individuo sea el arquitecto de su propio imperio. 


No es fácil decirlo, pero así como debe haber fortaleza para resistir, también es obvio conjeturar que no puede hacer de la resiliencia un comportamiento elástico siempre presente. No solo no todos no tenemos la misma resiliencia y aguante para sostener un plan de vida, sino que aguantar todo el tiempo no es humano, y hasta una psicopatía puede ser. El hombre no debe pensarse que solo es fuerte cuando está solo. Las personas son felices y obtienen fuerza cuando tienen a su alrededor afecto y compañía. El hombre es un ser social, y todo inventiva nace de estar agrupado. Todo lo original y las ideas geniales son obra de individuos, pero todo gran proyecto necesita un contexto social e histórico para darse. El hombre no genera ideas en la soledad sino en la más completa asociatividad. Siempre en la mente está presente la relación social y sin ella no seríamos humanos. Por eso, la misma resiliencia y el hecho de predominar ante cualquier circunstancias puede producir un agente cruel e indiferente, que no tendría escrúpulos para conseguir lo que se proponga. Incluso en la resiliencia se necesita de personas benevolentes y amables. Lo que vende no es solo la rudeza, sino la fortaleza de ser un hombre honesto y libre. 


Aunque los mandarines del capitalismo sostengan que el capitalismo no rompe los vínculos sociales que hacen posible la cultura y la sociedad. La verdad es que el capitalismo va deshaciendo poco a poco los lazos sociales y esa necesidad casi instintiva de las personas para estar en grupos. Hoy vemos como las enfermedades que produce el capitalismo, como son las económias ilegales, la salud mental inasistida y la inmoralidad se producen porque en reemplazo de los vínculos deshechos se acrecienta el frío interés del dinero. Las relaciones sociales no están cargadas de empatía y amistad sino que predomina el interés y la manipulación; lo cual degenera en ver al hombre como un instrumento más y a la sociedad como un medio ambiente cargado de explotación y abuso. Aunque el mismo capitalismo ha inyectado dinero para recrear asociatividad y participación recreativa, lo cierto es que la misma fuerza del capital genera soledad y atomización. Hay una tendencia oscura del hombre para hallar placer en la transgresión y lo extraño, y es esa absurdidad la que define a la persona de hoy en dia. Por eso es tan difícil la socialización. Porque la subjetividad desde que está asociada a la mentira y a la anomia es muy fácil que se reproduzca una cultura donde la cosificación del prójimo sea un deporte y una necesidad para respirar. 


Es difícil hacer pensar que el capitalismo deba ser reformado para hallar en el una realidad comunitaria donde se busque la felicidad. Pero ir por este argumento es ir por lo falso e imposible. Lo real es que ya sea en el capitalismo o en otra sociedad lo que cuenta es la magia que reside en el interior del individuo. Sino buscamos algo más allá de la simple necesidad solo seremos agentes nudos nudos que solo reproducen instituciones enfermas o irracionales. La cultura debe defenderse del capital, pero debe hacerlo desde la invención y el conocimiento. No sé admiten Anti sistemas. Me equivoco solo se admite el antisistema que logré hacer eterna la vida a pesar de las locuras del frío interés, y eso se hace con el trabajo y el sacrificio. El hombre sin actividad no existe, no es honesto. 







Comentarios

Entradas populares