Altruismo y egoismo.




Uno con gran curiosidad se pregunta porque el discurso de la izquierda prende en buenos corazones y a veces parece estar del lado de los ofendidos y humillados? Fuera de los que lideran los movimientos antisistema, que para ellos la pobreza es un negocio criminal, existe una multitud de fieles engañados y adoctrinados que engrosan la fuerza de las izquierdas. Hay con certeza un gran resentimiento que empuja a la vida a desear la generación de la riqueza sin haberla merecido sin esfuerzo, pero esto no es ciertamente una respuesta con la que saber porque nobles corazones apuestan por esta locura criminal que resulta el socialismo del S XXI.


Uno se aventuraría a deslizar la hipótesis que el discurso revolucionario representa a la vida que desea abrirse paso. Si bien esto es así y ahí está el motivo de un visceral romanticismo, que es aprovechado por la demagogia política, lo cierto es que la vida que acontece abraza los comunitarismos antes que la sola fuerza del vigor individual. Debido a que la solidaridad es el arraigo de un sentimiento tribal que no abandona a las generaciones, pues el hombre es un ser social mucho antes de encargarse de si mismo. A los liberales no les ha preocupado representar a la vida cultural o a la formación axiológica de las clases populares debido a su reduccionismo económico y al hecho que ven al hombre como un ser valioso cuando solo alcanza la madurez racional. Toda la vida social y las profundas tradiciones son solo resquicios cognoscitivos que no dejan liberal el emprendimiento e innovación individual. Todo su verdadero potencial el individuo lo adquiere cuando se vuelve un ser racional, libre y autosuficiente.


Pero seguimos escrutando porque a la persona joven o no se le va la vida apoyando discursos que al inicio se escuchan tan justos pero terminan en el fracaso del individuo como en la destrucción de la sociedad a la que tanto se defiende o pregona. Vuelvo a reiterar el socialismo del S XXI es un rollo especialmente inventado para engatusar a las multitudes a las que se les hace difícil responsabilizarse de una vida vigorosa y realizadora. Quien no quiera o tenga miedo de no vivir su vida con autenticidad por lo general, caerá en la situación de apoderarse de todo aquello que no le pertenece, por la sola motivación que todos somos iguales y todos debemos ser plenos sin necesidad de contratar como fuerza de trabajo, y tener que ser esclavos por un jornada de trabajo. Cuando un pueblo está enfermo de impulsos y necesidades viles la ideología de la miseria justifica la redistribución de la riqueza como un modo de prosperidad para el pueblo. Pero esto se hace relajando la inteligencia y la capacidad para crear más riqueza, por lo que al acabarse se expande el hambre y el odio a los ricos y al sistema. 


Se puede decir que este es el comportamiento de los lumpenes y no del verdadero socialista. Que el verdadero rebelde actúa por solidaridad y sentido ético. Pero no, esto no es así. La solidaridad es un sentimiento del que se apoderan las malas conciencias para hacerle justicia a un pueblo que solo busca el saqueo y la venganza. Suena bonito ser fraterno y preocuparte por el otro, pero quién utiliza toda su vida este discurso no se preocupa de si mismo o termina ser instrumentalizado por los que si se enriquecen representando al socialismo del S XXI. Uno se hace viejo sin hacer otro oficio que empuñar la rebeldía y la dialecto. Y lo sigue vociferando incluso cuando descubre que puede ser un buen negocio esto de engañar al tonto con la revolución y el socialismo.


La solidaridad es solo indirecta dentro de la estructura de roles de trabajo individual. Cada quien a lo suyo culmina por favorecer al común. Cuando se sale de esta regla hablamos del hombre que no ha nacido para trabajar, sino para parasitar inventando desde la envidia más mala leche una narrativa donde el capitalismo que genera riqueza es una forma de vida donde nadie debería trabajar y sangrar para ella. El valor del dinero es para quien lo trabaja y no debe ser subsidiado salvó para aquellas poblaciones que no puedan encargarse de si mismos por alguna incapacidad entendible. Para todo el resto la vida es un desafío del cual hay que estar a la altura de ser honesto consigo mismo. Y no un fastidio que no se reconoce y que abraza las cadenas del mantenido o dependiente público. Pero el individuo casi nunca reconoce sus errores y puede con todo cinismo no buscar una vida realizadora y solo ser aficionado de sus propios vicios y bajezas. La solidaridad es una cultura de significados cívicos y democráticos y no una narrativa para enmascarar la enfermedad y el asistencialismo. 


Cómo dijera Ayn Rand prevalecer en el sistema capitalista significa desarrollarse como un sujeto egoísta. No aquel que no es capaz de tener algún civismo con el otro, sino aquel que busca cuidarse y edificarse una vida donde se desarrolle y viva plenamente. Solo aquel que busca trabajar para labrarse una vida es una subjetividad que puede hacer florecer un organismo dónde toda la capacidad e ingenio del individuo coopera con el resto de individuos para recrear una sociedad que sea capaz de domesticar a las fuerzas del capitalismo. Ser egoísta es darse cuenta que no hay tiempo para distracciones y que la vida en este plano histórico es tan valiosa que hay que aprovecharla y plasmarla con caídas y triunfos. Estar sano en este sistema es aquel que puede resistir las inclemencias de las circunstancias sin tener que traicionarse o hacerse daño por una falsa ilusión que pueda desviarnos del sentido que queremos darle a nuestra vida. El egoísmo es la cultura del que se traza un propósito en la vida y no un sentimiento de avaricia o indiferencia hacia el sufrimiento colectivo. Solo el egoismo de distorsiona cuando no vive acompañado de esfuerzo y sacrificios para generar valor. Solo en la actividad el egoísta logra favorecerse como persona de una comunidad. Fuera de lo personal la inteligencia se atrofia y el egoísmo termina por ser el caldo de cultivo para el saqueo y desorden social. La moral ha hecho de los débiles los depositarios de la justicia y el desarrollo, y ha convertido la preocupación por una vida individual una inmoralidad que olvida a los ofendidos y humillados por el sistema.


Por otra parte, el otro valor que ha permanecido arraigado en la conciencia es el desarrollo de una vida heroica. De plano toda vida que se entrega al sacrificio de una vida heroica es un viejo rezago primitivo de los guerreros en el campo de batalla. Ahí donde el pacifismo de la civilización ha vaciado a la sociedad de violencia fomentar un héroe es lo mismo que alimentar para tu vida un diletantismo irresponsable dónde no importa en si la causa social sino la petulancia de un heroísmo que salvo honradas excepciones fomenta fuerza y esperanza. Otra vez, la fuerza para dejar un legado o vivir una vida con sentido es canalizarla por las formas que el sistema emplea para dar valor a un sacrificio o hacia la lucha de una vida que sea hacerse capaz de una familia o una empresa. Por lo general, todo lo que se anomiza de esto culmina en creerse guerrilleros o subversivos que luchan por el pueblo alzándose en armas. La necedad de no vivir con valor para crear algo útil hace del hombre muchas veces en un criminal que enseña los dientes para asesinar y hacer cundir el terror a los que no viven como el. El héroe es una forma de santidad que debe de imitar dicen los socialistas. Pero en realidad es una forma de descontento e irracionalidad donde mediante el miedo y la muerte se propagan dictaduras donde nadie debe ser libre y si un delincuente o degenerado. 


Muchas veces el heroísmo se confunde con amistad. E insisto en las formas iniciales todo sacrificio y violencia puede empatar con el romance de poetas guerreros. Sin embargo, todo lo que apela a la fuerza para transformar condiciones infrahumanas termina imponiendo un orden de esclavos, dónde nadie escapa del hambre y de una existencia sin evolución y desarrollo de verdad. Y ese es el tercer valor, el más difícil de desmontar por la sociología nacional de estos tiempos, la identificación entre vida y socialismo revolucionario. Hasta aquí el error de las reales narrativas que han defendido la libertad y el bienestar de la sociedad ha sido descuidar el Estado de salud de la cultura y de la creación de subjetividad popular. Han hecho que durante más de 200 años los herederos de la revolución francesa confisquen al liberalismo la lucha por una vida digna y libre. Infectadas de los sueños de las masas y las turbas la cultura ha Sido devorada por una suerte de confesión profana dónde destruir y desatar el caos ha sido equivalente a defender y representar la vida. El socialismo más recalcitrante como el más elaborado han perfeccionado una suerte de romance con la vida soberana, donde el pueblo no ha logrado hablar sino a través de las aberraciones y locuras de esta ideología haciendo que la vida reaccione contra si misma y se propague el hambre y la revancha en contra del capitalismo. Cuando las fuerzas activas de la historia son sobrepasadas por las locuras del socialismo reaccionario y su vida reactiva lo que sucede es que el hombre renuncia a su conciencia y a la razón y se termina entregando a la vulgaridad, la demencia y a la destrucción de si mismo. La vida no debe ser representada sino dejársela ser o vivir. Nunca puede haber una narrativa donde en nombre de una utopía inexistente se le diga a los hombres como tienen que vivir sus vidas. Lo más saludable es curar a la cultura de las inclemencias y las tormentas del capitalismo protegiendo la vida y dejarla desarrollarla bajo su propio trabajo e iniciativa privada.


Hoy en plena sociedad del conocimiento y la iniciativa privada la globalización harta a las poblaciones del planeta. Ese es el costo al que hay que someterse para arrebatarle un sentido y un proyecto existencial de vida. Aunque no es fácil decirlo estamos exhaustos y molestos con la vida en el planeta, pero en tanto no se entienda que las sociedades deben parir hombres libres y responsables, que puedan con ingenio defender causas racionales, realistas y colectivas de vida que sean para todos, seguiremos atrapados por discursos que usan nuestro miedo para destruir sociedades y levantar proyectos criminales donde el dirigente socialista es el verdadero rico y el pueblo el real engañado. Todo odio al que vive con valor e inventa razones para estar en este extraño sistema es maldad pura sin pretextos y debe ser expulsado de la sociedad. Mientras en el Perú tengamos a una de las izquierdas más retro gradas del planeta que no desea evolucionar hacia el S XXI lo mejor será combatirla desde la fuerza de la democracia y la lucha cultural. Algo que no está haciendo sino poca gente y que debe hacerse con premura. Nuestra democracia imperfecta debe ser defendida , fuera de ella la barbarie. 






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