lunes, 24 de enero de 2022

Sobre los entierros

 



El abuelo de un amigo, allá en la tierra colorada de Pucallpa mientras peseaba por una chacra desolada vio una llama en pleno día en un rinconcito en la tierra. Y como sabía que era entierro de monedas antiguas de los antepasados, decidió no decir a nadie e ir solo en otra oportunidad.


Un día salió solo y guiado por la llama en el terreno, abrió una zanja a un metro de distancia de la ubicación, para que el gas del antimonio no lo matará. El gas se pudo disipar y conseguio acceder a las monedas de oro y plata que los antepasados dejaron para huir de los ambiciosos españoles.

Otra fue la historia. Dos amigos vieron la misma llama. Y fueron a desenterrar en un día medio gris. Cavaron en la tierra y como la codicia los alimentaba se pelearon por el entierro mientras respiración el antimonio y murieron envenenados.

Así se ha visto muchas veces en estos caminos del señor esa misma llamita en los terrenos. Y no cualquiera la ve. Solo el o la que el espíritu elige. 

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