Una Krishna en la universidad
En mis años universitarios tuve pocos amores. Sería después de graduarme que se dispararian mis romances y encuentros furtivos. Pero siempre tuve la curiosidad que hubiera pasado si hubiera insistido con la Krishna. Ella era una blanquiñosa bien parecida y de buena figura que tenía pareja, pero por esas cosas del destino al conocerla en sociología se me metió en la sangre.
Su pareja un joven mayor de edad y más bien parecido que el que escribe, parecía no importarle la relación y casi siempre lo veía fuera de las clases enamorando a otras muchachas de la facultad. La Krhisna parecía saberlo, pero era de aquellas chicas que sostenía la relación y le soportaba todo por amor. Varias veces la veía en los paraderos un tanto indispuesta y con una ligera lágrima escapándose de sus ojos.
Como llegue a ella? Al principio solo mi interés era verla desde lejos y admirar su angelical rostro. Me decia: " este polluelo no estaba ni cerca de esa princesa" pero soñaba con sus labios y con tener intimidad con ella. Muchas veces me animaba a acercarme a ella, pero la timidez de mi ser me alejaba de aquella posibilidad. Fue una noche en que me subí a una custer para regresar a casa, que la vi sentada sola y apartada. En el acto me senté a su lado, y al reconocerme se inició una charla un tanto comprometedora.
- Hola, eres... de la base 98?
- Si señorita soy Rodrigo para servirle.
- A donde vas en esta línea?
- A mi casa en Surco. Tengo un hambre que me comería un gato.
- Un gato? Es un animal sagrado. Mi maestro dice que limpia la casa, y nos protege en el ámbito astral.
- Te gusta el esoterismo?
- Se algunas cosas, es bueno ser curiosa, uno nunca sabe, además aso cobtrolo a mi enamorado que es muy travieso.
- Si claro... perdón no quería incomodar.
- Si el es así, todo el mundo parece saberlo, pero es un buen chico no lo dudes- mientras fruncia el seño.Me anime a decir.
- Si usted no está más que perdonarle, muy pronto sufrirá? Perdón que me vuelva a inmiscuir.
- Si por un momento le brillará los ojos conmigo como a ti te brillan, seguro estaría aquí a mi lado y no me dejaría sola.
- No le parece lógico que sienta admiración por su belleza. Perdón de nuevo.
- No no, no te disculpes, se como me miras desde hace unos meses. No eres el único pero tu eres diferente. Lo sé por tus ojos.
Y de pronto mientras tenia sed por sus labios, voltio hacia mi me miró fijamente y me dio un beso tan intenso como corto. Me acaricio con su mano el rostro, y pronto como si supiera que llegaba a su destino se bajo de la custer y desapareció entre la muchedumbre de la noche.
No supe de ella hasta después de una semana. Justo fuera de la biblioteca mientras ojeaba un libro de historia, escuché una discusión. Era la Krihsna y su enamorado. El ebrio, le reventaba improperios en plena facultad a vista de todos, mientras ella lloraba y le reclamaba al parecer por una infedilidad. De pronto ella me miró y se refugio en mis brazos ante los jalones que el le propinaba. Cuando me sentí envuelto en este pleito solo atinaba a separarlos, cuando no vi venir el golpe en mi estomago. Me encogí de dolor, respire profundo y le respondí con un patadon en los genitales. Cuando lo tuve en el suelo iba por más, pero ella lo impidió y me alejaron de esa trifulca amigos y profesores. Aún recuerdo las lusuras a lo lejos y el rostro lleno de lagrimas de la Krishna.
En los posteriores días no los volví a ver. Era casi final de ciclo y ellos ni rastros. Tenía algo de miedo y era precavido al caminar por la facultad. Pero por alguna razón extraña no dejaba de pensar en la Krishna y su belleza. Esos ojos se interrumpian en mi mente entre revoluciones y teorías sociológicas. Deseaba volver a verla y aprovechar su vulnerabilidad y tal vez acercarla a mi ser. Era muy poco experimentado para ella, pero me dije, quizás funcione pues la había defendido de aquel barbajan y eso eran puntos a mi favor.
Los vi juntos en los exámenes de final de ciclo en una base mayor a la mía. Cruzamos miradas y eso era todo, frialdad y desinterés. Respondía mis pruebas lo mejor que podía, pero pensaba en que era víctima de ese tuco y no podía estar al margen, a pesar que los amigos me decían que no metiera mis narices. Estuve tentado de volver a buscarla y porque no mecharme con el bárbaro ese, pero tenía que guardar la distancia. Después de todo estaba en la universidad y ahí se venía a estudiar y a no pelear. Recuerdo que nos topamos en las escaleras y lo único que se percibía entre nosotros una tensión insondable. Le busque la mirada, pero nada indiferencia total.
Pasaron los días y toda la promoción de sociología fue invitada a una fiesta de camaraderia. Recuerdo que aquella tarde y noche de diversión sana fui con la invisible y amigos cercanos. Yo estaba ya templado de mi princesa de economía y había olvidado los ojazos de la Krishna. En uno de esos lances de salsas y rock, no se como a lo lejos en la sala los vi besándose y una sensación de fastidio se apodero de mi. Pero en aquella bulla de tragos y paquitos sentí a la vez un apaciguamiento y tranquilidad sobremanera. Me dedique a bailar con la invisible y a quererla como Dios manda. No estuve prevenido de lo que viviría con ella. Pero esto arroz de otro costal. A veces los filósofos no deben amar.
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