viernes, 29 de septiembre de 2023

Desmodernizacion

 



El Estado y las fuerzas del mercado expanden la modernidad hacia todos los rincones del país. Pero hoy vemos un severo retroceso en este fenómeno. No sólo el Estado peruano no es soberano,  o no controla el territorio nacional. Sino que además el mercado, mediante el impacto de los medios de comunicación, provoca un tipo de individualismo en el que los impulsos consumistas son abrumadoramente mayores que el juicio y la sensatez para elegir una acción racional. Lo que a la larga produce el efecto de un severo caos y trasgresion social.

Lo que vemos es que los valores culturales de la razón, acompañados de un retroceso en la infraestructura por parte del Estado, se divorcian de los impactos socio culturales que ofrece el mercado y la cultura de masas. La conciencia del hombre medio está atestada de inclinaciones y deseos, donde no se posterga el impulso irracional por una sublimación racional, sino que muchas veces el estímulo insensato lleva a la violencia y vulgaridad. Este hecho social trae por consecuencia que la sociedad queda abandonada por un Estado y mercado ineptos, provocandose una subjetividad donde prima la barbarie y la sordidez.

Ahí donde el Estado debería reparar los lazos deshechos por los estímulos de la cultura de masas, y por las inclemencias de una división social del trabajo cada vez más precaria, lo que subsiste es una personalidad sin educación y sin la formación cognitiva para hacer frente con racionalidad y benevolencia a la ingratitud de la vida.

El Estado se focaliza y retrocede en su agenda de proteger el sistema social, porque este último queda aparejado para los que saben defender y sacar provecho a sus derechos. Ya el sistema mediante el Estado no persigue neuroticamente a los grupos sociales para modelar institucionalmente, sino que los abandona y solo se hace legítimo para los pocos individuos o grupos limínares que siguen buscando una mejor calidad de vida mediante un quehacer legítimo que requiere el mercado o el Estado.

Este abandono, que se observa mediante la educación y la salud hace que la integración de una cultura común entre en  disgregación y se observen enormes cultura paralelas, donde la violencia y modelacion de lenguajes paralelos son el ejemplo de un Estado que se ha retirado de las psicologías colectivas. Al no estar el Estado o al no entender los profundos cambios que se han operado en las culturas populares y en la sociedad total, no sólo pierde su control soberano, sino que además toda política pública y social que pueda efectuar resulta desprovista de un realista diagnóstico y de la fuerza para cambiar racionalmente la realidad.

El Estado intenta comandar el rumbo de la sociedad, combatiendo la pobreza estructural y la anemia, mejorando la cobertura educativa y de salud, pero sus esfuerzos son infructuosos ante la precariedad de las decisiones y la nula gestión logística y de planeación, lo que lleva a un despilfarro en los recursos públicos o a la ineptitud de las obligaciones burocráticas, a la hora de avanzar en su rol de modernizar la sociedad peruana. No es sólo un problema de comando o planificación, al tratar de gobernar un territorio tan complejo y difícil como el peruano, sino al heredar una formación socio histórica donde la mescolanza  de varias tradiciones de Estado y estructura social han creado un desbarajuste a la hora de que el Estado intente asignar y comandar los recursos públicos que descentraliza en las diversas formas de gobierno regional y local.

El Estado pierde soberanía porque este se ha escindido del proceso de construcción social, y porque el modo como el régimen se legítima sobre el territorio resulta ineficiente para resolver los conflictos de interés y necesidades varias que se producen en la infraestructura de los tejidos sociales. Este fenómeno de desapego entre el Estado y el cuerpo social hace que el régimen de poder pierda legitimidad y que el cuerpo social ingrese en un proceso de descomposición, donde los males anomicos infecten los lazos sociales y se ingrese en una severa crisis de transmisión del conocimiento y sabidurías populares. La modernización retrocede como agencia que desperdiga la racionalidad a todo el territorio, y lo que impera es un individuo atrapado en sus inclinaciones y bajos deseos, e incapaz de resolver por sí mismo su derrotero como actor social. La razón se focaliza solo para aquellas personas que luchan el día al día por ser mejores actores sociales  y se escabulle a sí mismo de toda las masas y hombres medios que esperan que el Estado resuelva sus problemas. Los que andan atrapados en la cultura de la pobreza son por si mismos incapaces de ser electores racionales y se convierten en dependientes sociales del Estado y de las ONGs. En tanto subsista un grueso de la población incapaz por sí misma de valerse por sí misma, a pesar de todo programa social o subsidio, a pesar de políticas educativas y cobertura médica , siempre será para todo régimen de poder lograr legitimidad en la sociedad. 

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