De sirenas y mapachos
Era la fiesta de San Juan en 2013
y yo iba a reunirme con unos shipibos en Yarinacocha desde muy temprano. Había
que estar en las playas desde muy temprano para lograr un lugar. Se bailaba y
tomaba desde la mañana y se conseguía lugar para bailar con las cumbias de las
orquestas a lo largo delas playas de la laguna encantada. Por alguna razón ese
día no alcanzaba en la motocar y me tenía que ir con la mía a la plazuela y
esperarlos para ir hacia las playas de la laguna.
Tome un taxi colectivo y baje en
la entrada de Yarinacocha, cerca al cementerio.
Tome una motocar y baje cuadras cerca de la plazuela. La habían cerrado
cuadras antes, pues la plazuela se convierte en bullicio de comercio y de
encuentros de amigos para los tonazos. Me perdí en la gente y me puse a sapear
a los ambulantes regados por las inmediaciones de la plazuela, mientras comía
unas mandarinas que había comprado a uno de los fruteros. Había mucho comercio
de ropas, y bichucherías para los fiestones. Lo curioso es que ninguno de los
ambulantes era charapa, sino andinos, o lo que los shipibos llaman mestizos. Lo supe pues al buscar un lugar
varios me dijeron que no conocían.
Bueno me comí las mandarinas y
como demoraban, me puse caminar por la
bajada a la laguna, para ver cómo era, la tan mentadita laguna. Camine por
ambulantes y comercios hasta la laguna por espacio de media hora, y cuando ya
me iba acercando me ofertban pasearme por la laguna. Hacía un calor fastidioso
y ya estaba sudando. Me dije mejor regreso a la plazuela ya deben estar
buscándome. Me hice una ampolla en el pie derecho, pues ya no estaba
acostumbrado a ponerme zapatos. Esa tarde yo quería romperla con mi cumbia,
pero ya estaba magullado por la dura caminata. Llegue a la plazuela y me compre
unos curitas en la primera farmacia que hallé. Me senté en la plaza para darme
sombra con los árboles del lugar y espere a ver si me hallaban. Pasaron dos
horas, y yo sentado fumaba tabaco, mientras familias y shipibos revoloteaban
entre las calles a la captura de alguna oferta. Pude darme cuenta que las
shipibas eran salvajes muy bellas, con una belleza nada elegante pero brutal.
Alguna de ellas miraban a este
servidor, y yo pendejo fumaba mi mapacho para dármelas de brujo y así atraerlas
con mi aura. Muchas familias se disputaban mi lugar en la banca, y se sentaban
en los sardineles del parque, y me decían con los gestos que querían un lugarcito
en mi trono. NO me decían nada pues temían una fumada, y por si acá se alejaban
de un posible mal brujo. No sé cómo en una de mis distracciones con las curvas
de alguna shipiba una chica muy descomunal en su belleza me pidió un lugarcito.
“Joven tengo minifalda, déjeme sentarme hace calor”…. Yo ni corto ni perezoso
la deje sentarme a mi lado y un poco sorprendido con su belleza la miraba de
reojo sin calentarme, pues estaba saliendo de unas curaciones con plantas y
tenía que evitar la energía de las mujeres. No sé porqué no saque más mapachos
para fumar, y le hice el habla a esa chica, que ya de reojo me sonreía con el
alma.
Me conto que no era peruana, ¡vaya sorpresa! Que era colombiana y
que estaba por Pucallpa con su familia, y que ese día partían a Lima, en búsqueda de más sorpresas. Es usted
muy guapo joven, pero parece un niño viejo”- Para nada soy base tres, pero aún
muy vigoroso para el amor”- Así sobran las palabras, le gusta la salsa- Claro
desde muy niño en Lima la bailaba en mis fiestas familiares- DE que barrio?-
Los barrios Altos- Ha escuchado que ese barrio era lindo antes, ahora hay puro
ladrón- Ladrones que roban una mirada- Asi que mandado joven, yo soy una
santita- A ver vamos a leerle las manos…
Leía sus manos y supe que era una
bandida. Eso me gustaba, empecé a jugar
con sus manos, y brazos y ella se ponía cálida conmigo, sin advertir que algo
raro sentía en su energía cuando la tocaba. Vamos a la laguna, para que me
demuestre, que tal la rompe en la pista”. Había algo raro en ella algo bello
pero misterioso, como arcaico. Estaba tan meloso con ella, y con ganas de
encerrarla en mis aposentos que no seguía en mis pesquisas. Vamos a la laguna
joven y te doy un beso”… Ya sentía la pegada de la planta se ponía celosa.
Como ya perdía las esperanzas que
me hallaran, me dije para mis adentros que me la hacía con esta colombiana. Ya
la tocaba y era cuestión de unos minutos para sentir su cuellito y jugar con
sus cabellos y orejas… Vamos a la laguna”. No, no me bese aún soy hija de un
narco, Luana la heredera….- Así que es narca, es raro que alguíén confiese
ello, eso lo hace más rico…- Así vamos a la laguna y me tendrás”…. Saque un
mapacho cuando ya me jalaba de nuevo por el camino de la laguna y sentí la
malevolencia en su mirada, mientras algo indescriptible se sintió en su piel….
Hubo unos segundos de silencio…. Hace calor; vamos a Pucallpa y luego vamos a
la laguna”
El cambio de su decisión me
sorprendió un poco. Pero tarde para darme cuenta en ello, estaba decidido a
poseerla, que no me importaba si era una bruja, o narca… Subimos a una motocar,
y abrazaditos llegamos a la ciudad en media hora. Llegamos a su hotel cerca de
la plaza, y la deje en el loby del hotel. Me dijo “Espérame en la plaza una
media hora y luego ven a recogerme, tengo que darme un baño, para luego
matarte”----- Ya pero luego me enseñaras bachata”—La vi como subía a su
habitación y me dijo que la buscara en recepción con el nombre de Luana
Santivañez… Me fui hacia la plaza y fumaba un mapacho para dejar pasar el
tiempo, volví por ella y pregunte por la srta Luana Santivañez en recepción.
Grande fue mi sorpresa cuando cuando no había nadie con ese nombre registrada.
Me quede absorto por unos momentos y recordé a los shipibos, era una sirena o que, no podía ser. DE una grande
me había salvado
Baje a la plaza de nuevo, y me
metí en una de los pasajes para entrar en las cabinas de internet. No tenía
celular y no podía creer que me había salvado de un bufeo tan bello. Estuve un
rato dejando post en mi muro, pero nadie me creía….Buena fiesta de San Juan,
cuidado con el bufeo”… Salí de la cabina
y cuando prendía con dificultad un mapacho saliéron de una heladería cuatro
ángeles shipibos que empezaron a sonreírse conmigo…. Me quede helado, y las
seguí hacia la plazuela… Cruzaron hacia el parque y se sentaron serias, en una
de las bancas.Mi maestro shipibo me había advetido nada de mujeres”…. Me sente
en una banca contigua, y todo pendejo prendí un nuevo mapacho… Ellas me
miraban, pero de las cuatro una de ellas era más bella, y gringita, y no
parecía ser de la zona… Me acerqué a ver que cogía. Feliz fiesta de San
Juan”--- Las abracé y sentí sus energías.. Tres eran shipibas, y Carmela era de
Lima, turista y tenías algunos días en Pucallpa.
Eran muy jóvenes, pero esta
tierra colorada las ponía especialmente como una daga, dulces. Vamos al puerto
hay que bañarse. Bajamos por el boulevard, agarraditos de nuestros brazos, y
jugaban con mi ropa, y con el cuerpo de este servidor. Me hacia el paquete para
luego ser el fuego que las hacía arder. Llegamos a la plaza del puerto, y el
espectáculo era de película. La gente embriagada se bañaba y se congraciaba con
nuevas energías para el negocio o el amor. Me jalaron hacia el río, y juntos
nos bañamos en el río Ucayali, mientras podía observar sus cuerpos jóvenes
endilgarse junto al mío. NO quería morir, pero esa tarde, casi noche quería
estar con ellas. No sé de donde salió, un chuchuhuasi, y un levántate Lázaro.
El calor y la humedad nos seco en la playa, y embriagados empezaron a besarme
sin que no se fuera la gente de la plazuela del faro. Eran una bandidas, y yo
ni sabía su nombre. Creo que el mío tampoco tan poco lo sabían. Vamos a la cama
esto en la calle es vulgar, hay que hacerlo divertido”
Entramos casi tumbados en uno de
los cuartos. Y de la nada el reggeatón empezó a sonar. YO ni por acá esa
música, pero pegaditos y desnudas, el coito empezó a ser bestial. La música era
altisonante, y nada linda, pero servía
para hervir en ese cuarto que apestaba a todo. El perfume de esos cuerpos y los
humores cambiantes me enloquecían, mientras que las sonrisas descarriadas
culminaban en mordidas y encerronas bravas… Siempre la buscaba a limeñita, pero
era la menos borracha, y solo al final, mientras se iban quedando dormidas,
luego de ser un pulpo pude someterla y tener un sexo solitario y sinuoso con
ella. Se llamaba Rubí de verdad y era de Miraflores. Sacó unos huiros y
desnudos el humo de la droga empezó a darnos confianza mientras sonrisas de
aletargamiento nos devoraban. Me dormí, el alcohol y la marihuana me tumbaron y
yo abrí los ojos como a las dos horas luego de aquella bacanal. Salí como era
mi costumbre en la madrugada aún bulliciosa y tomé por suerte una motocar hacía
la comunidad en el 13km de la Jorge Basádre. Los dolores en el bajo vientre me
partían. La muerte estaba cerca y tenían que enderezarme. Llegué con las justas
a la finca y todo estropeado me dí una ducha, llame a mis amigos los shipibos
jadeando se me cortaba la respiración. Llamaron al maestro que estaba en Lima,
me enderazaron y sentí una ligera energía de equilibrio en mi cuerpo. Tarde en
recuperarme unas semanas, lleno de fiebres delirantes y sueños locos….Las
junglas tienes sus encantos. Lima estaba a la vuelta de la esquina.
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