lunes, 5 de agosto de 2024

La enfermedad del capitalismo

 



Es un hecho a no dudar que la vida en este sistema es ingrato e injusto. Que el capitalismo es salvaje, abusivo y explotador. Que la realidad en la que vivimos es oscura, absurda y autodestructiva. Hay desempleo rampante a todo nivel, pobreza estructural, enfermedades  y epidemias, contaminación y guerras fratricida. Hay la sensación que el mundo no tiene sentido, y que en el momento inesperado podemos perder todo lo que tenemos. Hoy la naturaleza se descontrola, y las ciudades se vuelven medios donde cunde el accidente y la criminalidad. Así vivamos con todas las entrañas, la vida es corta y lo que llega es la muerte.


Por eso, el capitalismo que es la ontológia que determina desde la economía y desde el trabajo la existencia de los hombres, es una forma de relación social vertical y deshumanizante que ya nadie soporta, pero que a la vez es imposible superar desde la inmanencia de las multitudes. Hay, odio, resentimiento y descontento generalizado y esa es la razón de que nadie aguante más. No sólo hay injusticia con el capitalismo, sino que además fomenta la demencia y la perversidad más oscura y violenta. El mal es un hecho o accidente que hace del hombre un ser despreciable, y asqueroso. Es un corolario o efecto secundario del capitalismo que este distorsiona la mente y destruye vínculos de sociabilidad. Que el mal más oscuro de la vida es ser una persona que soporta hasta la locura la inmoralidad de la vida y sociedad. Y que a veces, no, muchas veces produce personas que no quieren ya vivir en el sistema y que solo lo parásitan o solo lo quieren destruir.

Hoy este gran descontento con la realidad no es más signo de tristeza o desconsuelo, sino de pereza o inacción. Ser libre es decidir no hacer nada con tu vida y negarte a darle un sentido tu mismo a la vida,  con tus actividades incorregibles o irresponsabilidades. El hombre pulsional o el hombre sin esfuerzo es la base social de la enfermedad del capitalismo: el comunismo. Y esta falsa alternativa sigue viva y capturando conciencias por el gran desamor y dolor que el sistema capitalista provoca en las personas. Se es comunista porque el mundo es difícil y porque es a la vez ingrato y destructivo. Los comunistas han tomado la decisión de atragantarse con ilusiones y doctrinas de odio y radicalismo porque así le dan sentido a su vida sin tener que mezclarse con la sociedad a la que llaman burguesa y que tanto odian. Pero tal camino es la vez el escenario de los que justifican sus más terribles complejos. Son personas que no buscan ennoblecerse y autosuperarse, son personas que no se conocen así mismos y culpan a los otros y a la burguesía de sus avatares y desilusiones.

Por esa razón el esclavo, aquel que no le busca un sentido a su vida y  no se esfuerza por sonreirle es un problema para el sistema. Nadie quiere darse cuenta que a pesar de la dominación y adormecimiento el hombre es portador de la suficiente plasticidad y resiliencia para sacarle agua a las piedras. Que a pesar que para nadie la vida es un paraíso la sociedad sigue avanzando gracias a que la inteligencia se anuda con la persistencia y la fortaleza. La sociedad capitalista sólo premia al que lucha y sigue avanzando, al que tiene una vida activa y crea valor y propiedad. Negarse a vivir y buscar justicia sin medir las consecuencias es ser una amenaza a sí mismo y a la vida del prójimo, al que se llama individuo; como si serlo fuera un engaño o una ofensa al que piensa que se puede liberarse de la realidad de la matriz. La única realidad que cuenta es lo que haces con tu libertad, pues sólo estamos de paso. Uno es perfectamente capaz de hacer su vida un infierno o un cielo.

Pero en sí necesitamos escapar al mundo del capital y del dinero, pero no por programas y propagandas que son el camino seguro al infierno y a la miseria generalizada. Lo único real es la iniciativa privada y como la relaciones con las demás personas. Las configuraciones sociales que articulemos serán nuestro mundo inminente el que importa en realidad. El mundo objetivo y del trabajo está ahí asimilando nuestra energía y calidad. Puede parecernos algo que nos ata y explota, pero de algo hay que comer. Necesitamos valor para armarnos una vida normal, honesta y feliz. Quien halle con que financiarse un mundo de la vida, proteger una vida cotidiana es lo suficiente valiente para generar sentido para el y para los demás. Nos hacemos complicada la realidad, porque nuestros lazos rotos y el no aceptar por inmadurez el sistema capitalista nos agravan una vida que tomamos como un problema indescifrable. Cada persona si es madura debe asumir la suficiente responsabilidad social e individual para reclamar derechos. En sí hay que aprender que somos libres para edificar el mundo que queremos para nosotros en base a nuestros esfuerzo y pensamiento. 

Pero el hombre, como diría Erich Fromm, le tiene miedo a su libertad, no sabe que hacer con ella, y muchas veces la pierde por utopías donde desea el paraíso y lo que legítima es la locura política. El hombre del comunismo es doblemente esclavo. Ha repudiado su individualidad y a la vez es un dependiente existencial de un Estado que se enriquece de su miseria y estupidez. No quiere conocerse, es adicto a sus necesidades y pulsiones. No quiere renunciar a sus adicciones e ilusiones de esclavo. Termina mal, sin autodominio y con la conciencia de que perdió el tiempo con su vida. Por eso se entrega a la violencia y a la destrucción. Porque desconoce olímpicamente las reglas sociales de la realidad y al no aceptarla solo quiere ver arder el mundo como sosiego a su gran rabia y locura.

Mientras exista esta vida reaccionaria, este no a mi propia vida, el capitalismo seguirá siendo más salvaje y difícil de domesticar. Este hombre reaccionario del comunismo reforzará el control de la tecnología sobre la subjetividad, y nos entregará una vida cada vez más averiada y descompuesta.  Me pregunto, que le estamos dando a las siguientes generaciones? Con qué derecho arruinamos el ambiente de crianza y desarrollo a los que llegan? Es un brutal egoísmo no valerse por si mismo y querer controlar el genio y la inventiva.  Mientras subsista el desmoronamiento del mundo moderno y de la razón, estas narrativas comunistas y fascistas seguirán siendo la amenaza a un mundo o sistema de cosas nuevo. Sino nos deshacemos de estas amenazas con ls polémica y la guerra cultural no bastará con preocuparse en uno mismo y crecer, sino intervenir y no dejar que nos roben a nuestras naciones y el futuro de nuestros hijos. A luchar contra la realidad para ponerla a nuestro servicio. Día con día hay que obligar a la vida a que tenga sentido y reír. No dejemos que nuestros demonios nos arrebaten la libertad. 

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