martes, 25 de junio de 2024

Memorias desde el subsuelo

 



I

No sé cómo empezar esta historia que huele a testimonio religioso. Me vi envuelto en una oscuridad desde joven que estrujo mi corazón y poco a poco me fue enfermando. Era un toro. Hacía deporte en el gimnasio, viajaba sin parar por trabajo, tenía varias mujeres y me gustaba la noche tanto como las labores intelectuales. Esta noble actitud de escribir era el oxígeno de mi alma, pues sólo vivía sin control tan solo para escribir más y más profundo. No era yo sino el conocimiento quien se apodero de mi.

Cuando ingrese a la universidad había llegado en la flor de la edad. Hambriento de saber y con ideales bien puestos, no me importaba más que ser un ideologo a la antigua. Pero por una extraña actitud que la provocó el desamor, me volví un poeta de versos apátridas y sociales. Alguien quien sufría para arrancarle al lirismo los versos más sagrados y rebeldes de mi juventud. El amor de una mujer me estímulo la escritura, pero también la pasión de las ideas me empujaron a la política y al ensayismo.  Recuerdo que mis versos hablaban de esa mujer cuya belleza me embrujo y me pisoteo el corazón. A la vez la fuerza del intelecto me arrojo a devorar los sistemas filosóficos y sociales más complejos. Me los compraba fuera de la universidad o en el centro. Y leía todo de todo solo por afinar mi estilo de poeta y ensayista.

Pero como les dije, era poeta por desamor y por sensibilidad. En los buses camino a casa me bajaba en los cafetines de Miraflores y en hojas bond dobladas invitaba a mi alma al lirismo y al sufrimiento más heroico. Esta mal que lo diga pero rozaba el cielo con mis versos. Todo el santo día y aun cuando no escribía la música del alma me imprimía el amorío con la poesía. Si hubiera seguido siendo poeta quizás me hubiera vuelto borracho o un estúpido sensible. Pero mi alma vigorosa ansiaba las alturas. Vote por los versos lo que tenía que votar y hasta allí. Un buen día deje de remar en el mar del lirismo y me volví filósofo.

La filosofía llegó a mi desde la adolescencia. Recuerdo que mientras mi hermano Fernando jugaba a la pelota en las canchas de Lasalle, yo me subía a la biblioteca de ese amado como odiado colegio y devoraba libros de cuentos e historia de la iglesia. No se como un día llego a mis ojos el anticristo y los demás libros del bigotes Nietzsche, y un baldazo de sabiduría profana me golpeó la mente. Era la prosa de un ser que te invitaba a potenciar y a vivir la vida con honestidad y sin resentimientos. Quien no se conoce a sí mismo corre el riesgo de ser un esclavo. Lo leí tanto que pronto mi fe en la Iglesia se desdibujo. No quise confirmarme y me puse por primera vez con autodominio de mi propio espíritu. Luego del bigotón llegó Kierkeggatd, Blondel, Hamelin, Sorel, Bergson y muchas otras novelas que esa biblioteca me abrió la cabeza. Pronto en mis sueños deseaba ser un Raskolnikov y matar a la vieja usurera o tal vez viajar a Machu Pichu y recitar la canción del pirata de Espronceda.

Recuerdo que cuando colegial teníamos una profesora de literatura llamada Dora. Ella y sus lecturas de literatura peruana y mundial me estimularon el deseo de ser escritor y vivir de la pluma. No sabía que solo los miserables pueden narrar pero no comer bien. Me anime a escribir unas coplas y cuentos y muy pronto gane un premio de literatura de Adecore. Me sentí lleno de júbilo y orgullo. Mi regalo fueron dos novelas y un bolígrafo bañado en oro. Cuando uno es joven las ideas enamoran al hombre con la vida. Pero cuando la vida prosigue las ideas pueden arruinar una vida o volverte loco. No me daba cuenta de ello, y seguía con mis expectativas de ser un gran pensador 

En esos años fueron las señales de mi enfermedad existencial, que ha hecho de mi vida un infierno. Aunque me bañaba y jugaba a la pelota muy temprano en el colegio una actitud extraña y mórbida se apoderaron de mi ser. Empecé a silenciar y a vivir aislado. Un rencor y desmotivación me fruncieron el ceño y no deseaba hablar con nadie, no siquiera con mi familia. Lloraba y me ponía violento. Decía disparates y podía caminar cuadras enteras cavilando ideas erradas o absurdas. No se que me pasaba. Pronto mis padres me llevaron al psiquiatra y ya esta era yo un loquito prematuro. Me acuerdo que en el viaje de promoción no tenia amigos. Todos tenían su collera menos yo. No tenía con quien tomarme una foto o con quien mataperrear en alguna discoteca. Llegue de ese viaje y como nadie vino a recibirme una sensación de insignificancia sobresalto mi pecho. Era la primera vez que experienciaba  mi soledad y estaba muy asustado.

Bueno por esas de la vida recibí tratamiento y como era joven los síntomas de la enfermedad psicológica no eran sino trazos molestos. Ingrese a Aduni para prepararme para la universidad. En mi locura me había trazado la misión de ser un Quijote y ayudar a mi país. Aunque siempre tuve ese potencial ignoraba que el discurso de los pobres era el negocio de las almas más hipócritas del Perú.

No me importaba nada más que escribir. En el primer año de universidad me compraba muchos libros y hacia yo solo las asignaciones grupales. Hice amigos en una collera muy linda con la que bajábamos a los huecos discotequeros de Pando. De algún modo que no esperaba esta collera eran todos de billete, y llegaron a mi vida para sacarme mis prejuicios en contra de los pitucos.  El mal sabor de Lasalle aún me sobrecogió por tiempos. No sé cómo pero deje que la frescura y jocosidad de este grupo me envolvieron mis ser. Pronto ya estaba emborrachándome y bailando la mayonesa y los cuentos de la cripta. Era feliz sin saberlo y lo fui más cuándo acerque a este grupo a la invisible. La joven que fue la razón de mis desvarío y oscuridad. Ella me quiso querer, pero no conseguí atraparla. Nunca lo entendí  ni como la amaba con fricciones enloquecidas varias noches. Y la perdí porque siempre en la vida mi benevolencia tenía la cara de un niño muy inmaduro. Ella quería un hombre y solo era un jovencito con sueños de infante. Pronto me di cuenta de este defecto, pero no podía con mi naturaleza me odiaba y a la vez estos sentimientos encontrados me hacían escribir las locuras más geniales. Le agradecí en mi interior haber sido rechazado, pues gracias a la tristeza era alguien devorado por el intelecto. Años después me daría cuenta que ka tristeza o su experiencia destruyen el cuerpo más que las drogas.

Pasaron los años y poco a poco me iba afianzando como sociólogo. Recuerdo que en plena universidad me internaron en un establecimiento de salud mental. Estuve diez días dopado y a la usanza de otros dementes que chillaban y gritaban. No era seguro estar en ese arrabal de la inexistencia pero me lo merecía, pues me había vuelto muy violento con mi familia y amigos. Nadir de la universidad supo lo que me pasó. Solo se que desaparecí y que por el afecto que me tenían los profesores pude terminar la carrera de sociología sin querer graduarme.

II

Ya en casa estaba completamente anulado. Era la primera vez que odiaba los libros. No me deshice de ellos, pues muy en el fondo deseaba volver a saber más y más. Pero por ahora todo lo dejaba a que el tiempo curará las heridas. Me recuerdo que esperaba a las 9 pm todas las noches de Radio mar y me embelesaba con las salsas sensuales.  Pronto fueron las baladas y el rock en español, hasta que llego a gustarme toda la música tropical. Aun no se me ocurría danzarla pues era muy severo conmigo mismo, pero las cantaba. Pronto era un especialista en la salsa y su historia. En aquellas noches en mi cama me preguntaba en qué andaban mis amigos o Angie, y soñaba con mi futuro como pensador y político.

Como en mi casa las cosas no sobran. Pronto me tuve que dedicar a trabajar de lo que sea. Mi fuerza y vigor me hicieron que trabajará de estibador en el puerto del Callao. Y vivir una vida de simplezas junto a personajes sin cultura o educación, pero con el optimismo de la juventud. En esos interminables almacenes pude ser testigo de lo que hace falta el trabajo y comer bien. Yo dedicaba mis centavos para mis chucherías y gustos. Pero ahí los muchachos aunque eran fuertes no tenían siempre para comer y ni para vestirse. Yo les ayudaba en lo que podía. Así como había indigencia había también irresponsabilidad. Me recuerdo que nos emborrachábamos con el dinero y pronto había criaturas a quien les faltaba un plato de comida. Ni siquiera el poder de los sindicatos eran lo suficientemente fuerte por abogar por los estibadores.


Tenía 22 años cuando saqué mi bachillerato automático. Juntaba dinero poco a poco para estudiar ingles o matricularme a una maestría. Aunque me gustaba la sencillez de una vida de estibador tenía que regresar a lo mío y luchar por mis ideales. Ahora más que nunca que vi la pobreza y los desvelos de los trabajadores. En esos años me di cuenta que un sindicato sin ideologías de por medio era más eficaz y sensato, que uno que se creía herramienta de la revolución. El discurso de la pobreza o el voto del que elige sin un sol en los bolsillos.

Bueno, logre amasar un capital respetable. Salí de trabajar en el puerto y me puse a estudiar ingles y Alemán. Solo lo hice por unos meses. Mi objetivo real era estudiar una maestría y volverme un gran investigador social. Aunque eso no fue como yo lo creía, pronto me halle en el postgrado de ciencias sociales estudiando ciencias políticas. Fue una buena inversión durante dos años. Pues a pesar que leía mucho era prisionero de muchos prejuicios que la maestría y los debates lograron superar. Hice buenos amigos y contactos. Y pronto me halle trabajando para las consultoras Walsh Perú y Social Capital. Más en la primera que en esta última.

El resultado de viajar y recolectar información sensible a cada rincón del país donde me mandaban hicieron que el lenguaje abstruso e intelectualista que sufría mi prosa se volviera poético y la vez lucido. Esos años casi llegando a los 30 años logré componer muchos ensayos sobre varias dimensiones de la realidad. Y me sentí aunque solo un tanto realizado. Por esos años llegaron las noches de bohemia y sexo desenfrenado. Seguía en mis controles con el psiquiatra y tomaba mi pastilla para el balance mental. Pero a la vez tomaba mucho y probé algunas veces la marihuana y el éxtasis. Me gustaba la noche y como este loquillo era de buena lengua y de presencia pronto en soledad conocí una mujer más bella que la otra. Esos amores cuyas historias no tienen final y cuyos sabores se iban con una buena ducha fría condimentaron mi hedonismo por la vida. El sexo no era para mi un sabor cada vez, una aventura pata la piel, sino una forma de conocer los misterios del saber. La mujer es ese otro mundo donde habita la salvación como la más conmovedora locura. Es aquella cueva donde la belleza es la más primordial moral. Claro que esto sucede si es que te libras de los peligros de la muerte. Tanatos es el otro rostro del paraíso. Cuando se una una sola carne con la mujer se sabe bien que es ser Dios.

Viaje por muchos lugares del Perú, en función de consultor. Era un especialista en relaciones comunitarias y estudioso de conflictos. Esa especialidad me valió para conocer el corazón holístico de una cultura y me topaba con historias y bitácoras con las que escribía y tenía temas para mis ensayos. Lo que no me gustaba era que como era difícil hallar información de los problemas de socio conflictividad tenía que tomar cervezas con los entrevistados o asistir a sus fiestas y eso me hacía que me dejara llevar por cada tentación.

Empecé a sentir los primeros fastidios de una enfermedad que se me haría una bola de nieve incontrolable. Seguía tomando mucho, teniendo sexo y comiendo manjares en todo lugar. Los médicos me prescribirán tratamientos y cuidados hasta que me sanara, pero como era un joven irresponsable no hacia caso. Hasta que una noche mientras tenía sexo me dolió tanto que fui corriendo al baño y expulse semen con sangre.

Me asuste mucho y regrese a Lima. Fui donde un buen médico y pronto controlo la infección. Pero yo seguía teniendo molestias . No sé como empecé a sapear la posibilidad de la medicina alternativa y los misterios del shamanismo. Había escuchado a un charapa de los Achuares hablar del mal de ojo y del daño. Escuche también de la ayahuasca y desde Lima era algo peligroso y cosa de charlatanes. Trabe amistad por redes con un shipibo de mi edad para que su padre me curará. Y también con otras dos shamanes shipibos que vivían en lugares lejanos de la selva. Cuando termine mis labores y consultorías amase un buen dinero para alejarme unos meses a la selva. Me decidí por Pucallpa y cuando ya las molestias eran jodidas viaje en abril del 2014.

Mientras transcurría el viaje me distraía por los variopintos paisajes de la sierra y selva y me dejaba arrullar por la belleza de mi país. No se si era esa tranquilidad o alguna otra cosa pero no sentía la enfermedad.  Eran 20 horas hasta Pucallpa y cuando llegué no sabía a lo que me enfrentaba. Solo se que mi encuentro con esos verdes y celestes me hicieron inspirarme en la profundidad de nuestros territorios. La familia que me acogió me contó que un búho había visitado su casa y eso era signo de alguien enfermo vendría en los próximos días.

III

Los aires nuevos y cálidos de Pucallpa me llevaron a quedarme unas dos noches en la ciudad y disfrutar de sus adalides antes de enfrentarme al retiro de la dieta. De día me visitaba a Yarinacocha y el lago. Caminaba mucho por la zona comercial de Coronel Portillo o me quedaba mirando el río Ucayali y toda la constelación de embarcaciones . Comí juanes, tacacho y pescados asados hasta que en las noches trababa conversaciones con los lugareños o tomarme alguna selfi con alguna chica oriunda del lugar.

Cuando una tarde me vinieron a recogerme, tocaron la puerta de mi habitación y conocí por primera vez a Teddy, el hijo del maestro Hernán, que me cogió las maletas y rápidamente estábamos encima de la moto taxi de uno de sus cuñados. Le dije que por teléfono que su voz era muy joven, mientras su linda como joven señora Aurelia me curioseaba con la mirada. Eran dos jóvenes de buena actitud y con una sonrisa en el rostro todo el tiempo. Eran una pareja shipiba ideal.

Mientras viajábamos en el moto taxi me refrescaba con el aire cálido de los caminos y escuchaba de refilón las preguntas de Teddy sobre mi mal y como lo había contraído. Le dije que en parte era descuido mío, como de la negligencia de los médicos. El me dijo antes de llegar a la comunidad  que su padre me curará en un mes. Llegamos a la maloka de esta pareja shipiba. Tenían 4 hijos aún niños y perros y gatos, así como muchas aves de corral. Su terreno era grande, solo estaba cercado y su cabaña consistía en dos ambientes  bien hechos de madera. No tenían más que agua potable y lo que era el baño era un silo que yacía hacía el fondo del espacio. Además tenían una cabaña grande donde improvisadas un negocio de discoteca. Que valgas las verdades no me dejaban dormir.

Cuando llegue me senté en las sillas rústicas del patio y vi llegar al maestro Hernán. Me saludo con una sonrisa de oreja a oreja. Y me pregunto que es lo que tenía. Le dije que tenía un mal crónico en la próstata y que no se me pasaba con nada. Me dijo unas cosas más y se alejó hacia su casa. Vendría en la noche a curarme. Durante toda esa tarde llamé a mi madre y algunos amigos y me puse a escribir en mi bitácora algunos pensamientos que la selva me producía. Le di un dinero para la medicina y me dijeron que me darían renaquilla y que me fumarían en la noche.

El sol de la selva más la humedad son detalles con los que no congeniaba, pues soy de un clima templado. Pero el rumor del viento por los arbustos y la calidez de los comuneros, pues todos me saludaban hacia acogedor aquel lugar. Llegaron con la medicina y me dijeron que solo iba a dietar boquíchico agua de plátano, y bellacos asados. Que no debía bañarme ni usar jabón, kolinos y shampoo. Que solo me podía bañar con agua. Hice caso pero me moría de hambre, así que a veces me compraba galletas de soda. No me daba cuenta el daño que me estaba haciendo. Dietar plantas con embrujo es como dejar que una almita ingrese en tu ser para curarte. Y que uno debía ser respetuoso de la dieta no solo para sanarse sino para liberarse de las malas energías.

Llego la noche y saqué mi linterna. La comunidad tenía luz, pero no alumbrado público. La parejita de shipibos veía Esto es guerra en su televisor y algunos shipibos niños se colgaban de la ventana para ver este programa tan popular. Yo me endilgaba con el frescor de la noche pero no con los zancudos, que en el momento menos esperado me pinchaba los pies y los brazos. Cuando estaba echándome el repelente llegó el maestro Hernán.

Me saludo y me pidió que me sentará a fuera. Me preguntó mi nombre y prendió su pipa. Empezó a cantar los conocidos icaros y mientras soplaba al viento se me acerco y con sus manos me imponía energía en la cabeza e y en el cuerpo. El humo del tabaco me aturdía pero a la vez me tranquilizaba . No sé porqué multitud de pensamientos llegaban a mi mente y en esa noche como de ensueño sentía la energía de aquel curandero. Terminó el ritual y me dijo que tenía una fuerte infección en la próstata que tenia susto y que solo en 45 días me sanaría. Me contó varias historias y de su familia y me dijo que debía tomar ayahuasca, pues había visto un espíritu negro en mi cabeza. No les había confiado que tenía un mal psicológico. Pero mi sorpresa fue que lo sabía. Ahí fue cuando confíe más en ellos.

Durante tres noches me repetía el ritual de los icaros y yo me sentía como transportado por los aires. Pero fueron las historias de sanación y el misterio del shamanismo y la ayahuasca los que empezaron a sugestionarme y confundirme con facilidad. Me dijeron que yo no sólo podía sanar sino convertirme en un curandero. Ya me veía dietando en plena selva, cogiendo un poder energético y me volvería en el nuevo mesías. Que locura pasaban por mi mente.

El maestro Hernán viajo a Lima. Me dijo que estuviera tranquilo y tomara la renaquilla y que de vez en cuando me fumara yo mismo y le rezara al tabaco. Yo obediente hacia lo que me decían. Pero pasaron los días y unos dolores en la sentadera y al orinar empezaron a fastidiarme sobremanera.  Quería que estuviera el maestro conmigo para tener confianza. Pues aunque estaba su hijo y su esposa yo no había venido de tan lejos por ellos. Me moleste mucho y no se porque razón esa ira recrudeció la infección y no podía mantenerme en pie. Me pudieron que descansará. Llegó el día diez en la comunidad y veía producto de la brujería de las plantas en las noches siluetas de otorongos pasear por la cocina o a lo lejos metaforsearse figuras extrañas en la oscuridad. No se si me estaba volviendo loco pero tenía visiones y sueños como profecía. Me dejó de doler y me senté una mañana a lorear con Teddy sobre los secretos del shamanismo. Escuchaba con atención y curiosidad. Por momentos quería aprender más. Me dijeron que esa noche me dejarían solo; pues iban a celebrar el santo de uno de los hermanos de Aurelia. Bueno asentí sin ningún problema.

Llego la noche y me puse a ver Esto es guerra. No había nada mejor en la televisión así que deje pasar la noche. No se como se trepo a la ventana una vecina para sapear. Era una joven bonita y curiosa. Yo que no tenía sexo hace meses me atreví a invitarle a ver juntos TV. Ella sonrió y asintió con su cabello y una sonrisita coqueta. No sabía lo que hacía. Vimos el programa y mientras pasaban los minutos me atrevía a oler su aroma, jugar con sus cabellos y tocar tímidamente sus piernas. Ella me dijo que me había visto, y que le parecía un brujo bien guapo.

Cuando sonrió  bese su cuello y lo siguiente fue una química de cuerpos electrizante. Pensé que podía hacerlo toda la noche con ella, pero un dolor insoportable se apodero de mi pelvis. Ella presintiendo lo que me pasaba y se desapareció de ahí. Me dolía toda mi zona baja y me dio ganas de defecar. Llegué con las justas al silo con mi linterna y una diarrea del demonio se apodero de mi cuerpo. Mientras me limpiaba pude ver sangre en el papel higiénico. Me sentí mal y con las pocas fuerzas que tenía llame a Teddy para que regresaran. Había rato la dieta y era como insultar a la planta. Teddy retorno de la fiesta y llamó a su padre para que me enderezaran.  En cuanto lo hicieron a distancia el dolor pasó  pero quedé maltrajeado y emocional. Teddy me hizo el mosquitero y escucho mi llanto y mis razones para curarme. El solicito y comprensivo me escuchaba y me decía que me sanarían. Al otro día me bañaban con ayahuma, fumara tabaco y tomaba más renaquilla. Ya parecía curandero. Pero no veía que la enfermedad fuera superada. Y el maestro Hernán no retornaba de Lima a seguir con mi curación.

Mi comportamiento hostil y mis dolores hicieron que durante las noches, ya en un colchón echado un espíritu demonio se posesiones de mi persona. Sentía en sueños o en estado de vigilia como la sensación de una mujer se echaba en mi y sentía su respiración. El sonido como puntillazos en la cabaña me aterrorizaron. Me arme de valor. Salí del mosquitero y prendo un mapacho. Lo fume por toda la cabaña y una sensación pesada y agresiva me embarcaron. Desperté a Teddy que dormía y el fumo su pipa. No se como mientras hablábamos y en las afueras todo sonaba y el demonio se retorcía de cólera, una silueta como de una mujer de pelo negro y demacrada se asomo por el espejo. Ahí fue donde Teddy me confesó que me habían echo daño. Era posible que una mujer desengañada me hubiera maldecido.

Me bañe por 22 días con la ayahuma, tomaba renaquilla por las noches y fumaba mapachos para sentirme seguro. Llamo el maestro Hernán y me pidió que siguiera en Lima la dieta, que cumplido el mes me la cerraría. Avise a mi hogar de que regresaba y mientras viajaba todo sucio y barbón en el camino, ideas estúpidas y delirantes llegaban a mi mente. Como que enfrentaba un desafío a mis rivales. Todos estos pensamientos eran producto de mi locura. Llegue a Lima y mi familia me recibió. Le pareció raro a mi madre que no me podía limpiar y que comiera solo cosas sancochadas. Bueno lo toleraron pero yo salía todos los días a Cantagallo a que me enderezaran, y el aire y los humores de la gente  sobre todo de las mujeres me desequilibraban.  El maestro me cerró la dieta, pero no me sentía bien. Pasaron los días y me era imposible sentarme, me dolían muchos las entrañas, la cabeza y las plantas de los pies. La prostatitis seguía avanzando a pesar que tomaba la medicina vegetalista.  Decidí trabajar como consultor para mantenerme ocupado pero al tercer día tuve que disculparme con la consultora pues me sentía realmente enfermo. Fue ahí donde mi carrera de consultor e investigador tocó fondo. Me llamaron del MIDIS y de Sechura para trabajar como analista de conflictos, pero todo eso tuve que dejarlo por esta maldita enfermedad. Así pasaron los años y me quedé sin experiencia y sin estudios.

Mi falta de paciencia y de cordura, y también sentimientos negativos interferían en el progreso de la sanación. A veces que me quedaba solo invitaba a una chica a flirtear con ella. Era un Huancaína muy joven, y como ya estaba cerrada la dieta podía de vez en cuando hacer una travesura. Seguía siendo un insensato. Ideas cada vez más extrañas y absurdas llegaban a mi ser. Como estaba con la energía de las plantas escribía super bien y con mucha prolijidad y como tenía una rivalidad con los amigos de izquierda decidí hacer mi propia batalla con los demonios de mi vida. La euforia del momento y los terrores de la enfermedad empeoraban mi salud.

IV

Cuando mi terquedad de no ir a los médicos me fulmino decidí consultar a un medico en Surquillo. Mi familia no estaba de acuerdo que yo hubiera sido engañado por charlatanes. Les hice caso no porque dejara de creer en la medicina naturista sino porque era necesario intercambiar la medicina alternativa con la convencional. Sino hubiera echo caso hubiera sido un ignorante. Me hicieron una uretrocitoscopia, muy dolorosa y humillante para un hombre. Y el doctor me dijo que estaba con heridas en la uretra y una fuerte infección. Que si no me cuidara era posible una horrible cirugía. Me receto antibióticos y analgésicos. Salí de ahí molesto y más me moleste cuando me atreví a orinar y un coágulo de sangre salió de mi pene. En ese momento no se como había llegado a esto. Estaba atrapado y no mostraba la actitud adecuada.

Resultó que no mejoraba. Las escaramuzas con mi familia y a veces la incomprensión hacia este problema tan quisquilloso hacían pensar a mis familiares que era más un tema de índole psicológico que orgánico. Me sentía solo  sin poder conversar con algún amigo de algo tan vergonzoso. Mis noches de aventuras con mujeres me habían infectado el cuerpo de bacterias, y era necesario una recuperación auspicioso. Por ahora ni con médicos ni con curandero me curaba, hasta que la incomprensión de mi familia me termino por fastidiar. Una noche arregle mis chivas y me escape de noche a Cantagallo. Me recibieron bien en esa rústica casita y las llamadas de mis familiares empezaron a llegar. Me decían que esa infección podía ser controlada con antibióticos que no creyera en charlatanes que solo me sacan la plata. Por momentos entendía lo que me dejaban como mensajes de voz, pues el maestro Hernán me había descuidado o simplemente no me conocía.

Ardía en fiebre y no estába bañado bien. Tenía que bajar a un centro comercial del chatarreo cerca a la comunidad para asearme y sentirme limpio. Como ya desconfiaba de los shipibos me fui con mi dinero a un laboratorio de peso a hacerme exámenes médicos. Arrojaron las bacterias que tenia y lo mal que me hallaba. Cuando regrese a Cantagallo le mostré estos análisis al maestro Hernán y como no sabía leerlos, concluí que debía irme de ahí. Agarre mis cosas con ayuda del maestro y tome un taxi hacia el departamento de un amigo. No lo halle y en la recepción no me ayudaron a pesar del estado en que me hallaba.

Quedaba cerca de ahí el restaurante de mi tía Charo, y con mis cosas arrastre a mi osamenta hacia ese lugar. En cuanto llegue pedí que llamaran a mi tía y a mi prima y en cosa de dos horas ellas estaban ahí. Yo estaba quebrado y desesperado. El dolor y el echo que no había comido bien por espacio de 10 días me tenían enjuto y frágil. Llamaron a mi madre y con las exámenes frescos del laboratorio fuimos donde un urólogo para que me tratarán. El doctor buena gente me prescribió diez inyecciones, otros analgésicos y profundos cuidados.

Me llevaron donde la casa de mi abuela y en un cama torio que se hacía añicos me tuvieron durante 5 días. Cada vez que tenía que ir Surco salud a ponerme el inyectable no sentía las piernas. Era como si no pasara la sangre, me dolían los huesos y sentía como sensaciones de electricidad en la cabeza  regrese donde mi casa pero estaba frente a un colapso nervioso y a delirios. Volví a escribir y lo hacía con tal brillantez que pronto en espacio de tres meses visitaban mi blog personalidades de todos los países. Y empecé a ganar un dinero con mis ideas. Recuerdo que en aquella época consumía todo tipo de pseudo ciencia o información de misterios y gnósticos. Esa especulación enriqueció mi pensar pero era perjudicial hablar de lo que no se debe hablar cuando uno está gravemente enfermo. Me recupere durante el 2014. Pero tenía severos problemas al sentarme y al caminar.

Hacía verano del 2015 me llevaron donde un caro doctor urólogo. El me sondeo y me hizo la uretrocitoscopia de nuevo. Me concluyó que estaba obstruido en mi cuello de vejiga y que tenía varias estenosis en la uretra, así como que sufría de fimosis.  Con ayuda de toda mi familia me opere ambulatoriamente una mañana de abril del 2015. Todo salió bien y me recupere rápidamente.  Pero los infiernos aún no pasaban. A pesar que el examen de patología arrojaba que no tenía nada, me seguía doliendo y me pesaba la pelvis. Orinaba sin presiones pero no podía sentarme literalmente hablando. Yo seguía comunicando me con los shipibos, y ellos me decían que tenia un tumor. Yo llegaba a la Parada y me agenciaba de hierbas y preparados. Empecé a comer sano e intentar correr. Pero el miedo de que tuviera cáncer estaba presente en mi mente y como alucinaciones pensaba que no la iba a contar.

Visitaba a muchos doctores, urólogos y neurólogos y me decían que tenía un problema neuromuscular. Que solo pastillas, analgésicos y relajantes podían ayudarme. Yo no estaba convencido. Quería curarme y por Dios trabajar como Dios manda. Los amigos desaparecieron y la muerte de un joven amigo me tocaron el corazón. Desde lo más profundo de mis pensamientos me sentía responsable por la partida de mi amigo Alexis.

Me enteré de la acupuntura y de la medicina china. Estuve en acupuntura con un médico japonés. Durante todo el 2016 una vez a la semana. Y también llegué donde un chino en el barrio chino. Un viejo doctor chino me leyó el pulso y me escucho lo que tenía. En su mascado castellano me dijo que tenia una inflamación severa. Tomé sus hierbas chinas por espacio de un mes, pero no sentí nada. Asimismo, por espacio de 9 meses llegaba al policlínico peruano japonés a hacerme sesiones de acupuntura. Me aliviaba el dolor pero las demás condiciones no variaban. Y estaba muy reprimido sin poder probar mujer porque me dolía más y era como retroceder. Me llene de sentimientos equivocados y deje la actividad intelectual. Se atrofia mi pensar y el miedo a morirme, pues nada de lo que me hacía me superaba el problema. Y lo peor de todo era que el maestro Hernán cada vez que lo llamaba me decía que tenía un tumor en la próstata que podía hacerse cáncer.

Me volví a comunicarme con Teddy en Pucallpa. Con transferencias a western unión me traían remedio en botellas y mis males mejoraron tan solo un poco. Empecé por perder peso y ya en el 2017 mi madre y el que escribe visitamos al maestro Hernán,  a Cantagallo. No está demás decir que para mi madre era yo un terrible problema y al escuchar al maestro decir que podía curarme de mi alma y de mi cuerpo fue como abandonar una pesada carga al mar. Decidieron acogerme en abril del 2017. El costo por el servicio sería de 2mil soles. Creo que así me cobraban pues tres años antes me habían descuidado y el maestro se sentía responsable de mi tragedia.

Viaje de nuevo a la selva en abril. El viaje fue cómodo y placentero. Recuerdo que a pesar de estar gordo estaba muy enfermo de la próstata. Me encontré en la casa del maestro Hernán a un paciente de España y una pareja mexicana. El español era un adulto de 30 años a lo mucho que venía por un problema de otitis crónica y brujería. Y los mexicanos venían por el esposo que tenía cáncer de colon. Con ellos mientras estuvieron conmigo me sentí acompañado y lleno de empata. La familia de los shipibos me entrenaba la mente para ganar y me llenaban de fuerza pata superarme. Pero cuando me decían que todo dependía de mi, era como una roca a ka que tenía que mover. Reconocí que no sólo era hipocondríaco sino que estaba cargado de muchos traumas y vacíos afectivos que ne jugaban en contra.

Volví quedarme sin bañarme o asearme no más que con agua. Comía pescados especiales para dieta y plátano asado y agua del caño. Como hacía mucho calor me refrescaba en la ducha más de una vez. Poco a poco las hierbas o cortezas que me daban me fueron dejando delgado y con problemas de estreñimiento  como las hierbas eran icareadas cada noche en grupo con el español y los mexicanos empecé a ver espíritus, visiones y tener sueños bien vividos. Luego de mejorar por espacio de 15 días mis acompañantes empezaron por irse, a seguir sus tratamientos en sus lugares de origen. Me quedé solo en la cabaña contigua a la maloka de la familia shipiba. Estar sin bañarme y el calor infernal no me permitían enfocarme para que la medicina me sanara. Me cerraron dieta y volví a comer con normalidad, pero aun no me sentía mejor. Era difícil decirlo pero mi mente enferma bloqueaba el ánimo necesario que se requería para superar la enfermedad. Por más que los geniecillos de las hierbas me animaban en sueños y visiones con un futuro promisorio mi ánimo y autoconfianza estaban por los suelos. Toda la resaca de no haber podido vivir con normalidad toda mi juventud, eran un fuerte trauma que no me dejaba vivir. Los desamores, las rivalidades intelectuales, la soledad angustiarse, la condición psiquiátrica que tenía. Y esta última que era la razón de que no podía establecer una relación normal, sino estar picando de aquí y por allá, me hicieron sentir la perdona más insignificante. Eran años de un mundo sin felicidad los que no me permitían cambiar mi realidad y poder por fin controlar el curso de mi vida.

Recuerdo que ya pasaba de tres meses de vivir con los shipibos. Y aunque paraba en Pucallpa y Yarinacocha despejándome, no me sanaba. Tenía que cohibirme el gusto de enamorar mujeres o de comer lo que me gustará pues tenía que ser cuidadoso con las hierbas. Y era muy curioso que el efecto de las plantas en mi presencia era como un imán para las mujeres. Pero no podía hacer nada pues sino me moría. Decidí regresar a Lima con mi familia. Mis hermanos estaban muy molestos conmigo pues consideraban unos trúhanes a los shipibos. Y cuando yo les decía que la culpa era mía por mi miedo irremediable no me creían. Estaba en la ruina, toda el dinero que había conseguido como consultor ya no existía. No podía trabajar pues era como un discapacitado, y estaba sin la suficiente experiencia para hacerme de consultorías. Cuando ya no podía ni caminar baje mucho de peso. El shipibo me mensajeaba por celular y me preguntaba como estaba. El me tomó cariño y en parte se sentía responsable de mis torpezas y miedos. La enfermedad avanzo tanto que no podía mantenerme en pie, y aunque me decían de lejos que debía ponerme tranquilo y me sanaría la desesperación y la ansiedad me hacían perder la cabeza. Llegaba la fecha de mis 38 años y no quería ver a nadie. Estaba resentido y golpeado en mi orgullo por los problemas que tenia. Aunque estaba muy enfermo en mi locura me ponía a aprender salsa, bachata, merengue, cumbia y lambada por mi cuenta y aprendía a meditar y hacer largas caminatas. No podía moverme mucho, pero me las arreglaba para ir donde el santísimo a rezar. Recuerdo que empecé a devorar la biblia pues mi alma no estaba en paz. Y en realidad aunque la palabra de Dios era solo para  mi otro libro, si halle sosiego leyendo la sabiduría de la biblia. Empecé a entender que no sólo rezos y solicitudes eran suficientes para sanarme, sino que había que hurgar en la interioridad leyendo la biblia. Así de alguna manera mi fe aumento y el protagonismo de la filosofía perdió sentido, o quizás era un saber del mundo que usaría para el mundo.

V

No se como ya cerca del fin de año del 2017, luego de haber sido expulsado de emergencias al Rebagliati varias veces. Pies para ellos yo estaba loco o tenia fibromialgia me tope en redes con la sanadora Lorena Castillo y sus asombrosa capacidad para sanar con las manos. Le supliqué a mi madre que llevara mi foto reciente para que me curará a distancia, y luego ir por mi cuenta. En las próximas semanas iba, y tal fue mi determinación o la suerte de que tenía aún la energía y fuerza de las plantas que la sutil energía de Lorena me fue recuperando todo el cuerpo en tan solo tres meses. Mi persistencia y mi fe me sacaron de las fauces de la muerte.

En ese lugar mientras esperaba mi turno de ser sanado, conocí la historia de superación de muchas personas. La mayoría venía por cáncer o por complicadas patologías. Lo cierto es que Lorena Castillo es un ser índigo azul. Un ser de luz que canaliza la energía de Dios y su ser es como una parabólica y la impone en los cuerpos lacerados. Yo sentía su poder y salía cada vez más repuesto de ese lugar para mi santo. Ella es como cualquier persona con problemas y virtudes. Pero lo suyo no es placebo, sino una verdadera habilidad para remitir voluntariamente cualquier enfermedad.

Volví a trabajar pero no de sociólogo. Retome las lecturas y los escritos, y fui llamado por una sección de jóvenes apristas a escribir en la prensa alternativa y en portales digitales. Pronto me volví un aportante y reconocido escritor de ensayos en donde polemizaba contra la izquierda y los conservadores. Aportaba a su causa como un amigo de los apristas y ellos no me presionaban para adherirme al partido, pero no me gustó que se fijarán porque no tenía familia o una pareja estable. Me dijeron que era un caviar o alguien que no tenía la sensatez para ser político. Bueno estuve con ellos casi un año, aportando con mi pensamiento y mis consejos de ideólogo.

Como ya estaba sano, decidí mejorar mi mente. Antes de enfermarme había procesado meses de terapia psicoanalítica  pero era una sanación por logoterapia que demora y es costosa. Decidí buscar al maestro Hernán para tomar ayahuasca. No lo halle en Lima, así que tome ayahuasca con una shamana shipiba Asencia. Esa noche que tome la ayahuasca fue muy especial, pues por mi bocata me enfrente al mismísimo demonio con mis afrentas en la misma ceremonia. Toda la casa temblaba y una presión cargosa sentí en mi cabeza. Vi muchas cosas de mi interior que me reservo, pero que me sirvieron para despertar más mi inteligencia. Cuándo quizá tomar por segunda vez con la shamsna Asencia ya no quiso ayudarme. La recuerdo con cariño, pues al terminar la ceremonia ella dormía quejándose, y me do cuenta que lo mío era muy fuerte. Su hijo quien guiaba el negocio de su madre, no me volvió a contestar el celular.

Hacia fines del 2018 tome con el maestro Hernán. Y ahí si se sintió una revolución emocional y mental de mi espíritu. Me reservo lo que vi, pero tal fue el poder del maestro Hernán que su fuerza hizo estallar todo el potencial de pensador y escritor. Gracias a él he podido escribir cientos de ensayos y relatos, y se le extraña pues tenía un calor humano y una sabiduría irrebatible. Si hubiera seguido tomando con el de seguro hubiera despertado más mi conciencia. Y tal vez me hubiera animado a ser un curandero aunque se que el camino del curandero es trabajoso y peligroso.

La última vez que he tomado ayahuasca con el hijo del shipibo ya no fue lo mismo. Me fortaleció la mente pero no se me abrió la dimensión astral. Solo se que las cinco tomas de ayahuasca que he tenido me han enseñado a ser más fuerte y sabio. Aún ahora todas las noches tomo microdosis de ayahuasca para estar sin estrés y mantenerme juicioso. Me pone fuerte y me permite dormir.

Bueno me cure del cáncer porque demostré temple y esperanza. Mi fe fue puesta a prueba. Y aunque ahora hoy en día sufro algunas secuelas, agradezco a Dios haberme mostrado los caminos y señales para curarme. No dejo de tener mis faltas, veniales y graves pero trato de no ser un hipócrita o criticón. He dejado atrás el rencor, el orgullo el resentimiento y el miedo. Y aunque no me dedico aún con fuerza a la escritura y vivo como un misántropo, trato de no ser una mala persona. El gran costo de haberme sanado ha sido perder la creatividad para ser muy versátil en mis análisis y creaciones. Y es porque mi vida se ha detenido. No todo lo cura el shamanismo sino estas dispuesto ha cambiar. Y eso es el problema aun no estoy dispuesto a cambiar o me falta valor para hacerme del control de mi propia vida. Trabajo en almacenes y de vez en cuando salgo con mujeres ocasionales y no me siento pleno. Pero se muy en el fondo que el camino del shamanismo más la brujería de escribir mejor es una aventura muy oscura con peligros.  Creo que aún sigo en la oscuridad o soy esclavo de mis propios tormentos. Lo cierto es que estoy vivo, y la vida es una experiencia de amar lo que esta vivo. He visitado cuyeros,  tarotistas y todos me dicen que todo depende de mi. Que mi futuro es grandioso pero que el miedo de lo que yo despierte no será lo mismo ni podré volver para atrás. 

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