lunes, 24 de junio de 2024

Amorios de consultor





 Hace años la conocí. Nunca me di cuenta de sus miradas o ironías hacia mi, y la perdí en el laberinto de las decisiones. Solo se que se llamaba Celeste, y que había trabajado conmigo en el proyecto vial de Línea Amarilla por unos meses, y aunque era menor que yo, no me di cuenta de su belleza y ternura. Ella era una joven trabajadora, literata de San Marcos y con los valores y la franqueza por delante.


Nos encontrábamos muy temprano en Morales Duarez y planeabamos el esforzado día que nos venia. Lleno de entrevistas y trámites con las instituciones comunitarias de la zona. Había que sacar adelante un estudio social con el que la empresa de OAS sacaría la licencia para construir una autopista pegada al río Rimac.

Eran días de invierno, y las falanges de investigadores chalequeados con matones de esas zonas tan movidas salíamos en busca de la información. Al principio no fue fácil, pues los vecinos se negaban a darnos información, y a ser expropiados sus casa al borde del río. En más de una ocasión se ponían faltosos con nosotros y llegaban a las manos. Por más que les decíamos que sus vidas iban a mejorar se obstinaban  en votarnos de sus casas.

Celeste tenia suerte pues vivía por la zona de Mirones. Ella a pesar de ser muy tranquila y tímida era muy acuciosa con su trabajo, y siempre sacaba adelante sis pendientes en el día. Era de mucha ayuda para mi y poco a poco nos hacíamos más cercanos. Incluso en compañía del resguardo de matones nos reíamos y en la hora del almuerzo salía cada anécdota y podía escuchar su risotada fresca y radiante. Fue ahí donde me empecé a fijarme en su personalidad y en su belleza física. Era a pesar de mis inclinaciones una hermanita pequeña, una chica a la que tenía mucho respeto.

Un buen día nos dejaron sin chalecos, y nos reuníamos al mediodía en algún restaurante de la zona con las otras brigadas de investigadores. Entre ellos había una chica Roxana. Era alta y de bonita figura, de pelo rizado y con unos ojazos que llamaron mi atención de inmediato. Cada vez que coincidíamos para comer no perdía la oportunidad de hacer comentarios insinuantes sobre sus ojos. Creo que me daba sájiro. Y a la vez veía a Celeste ponerse muy seria. Risas y risas venían y me había propuesto besar los labios de Roxana. Pero nunca pasó.

Eran los últimos días de la investigación y parábamos a entrevistar a las oficinas de OAS. Y va que sorpresa me lleve. Una morenaza de padre y señor mío. Se me fueron los ojos y Celeste de nuevo molesta. Yo ni me daba cuenta. Solo se que la sonrisa nerviosa de esa morena y un piropo halagüeño me valió el celular de esa hembra que estaba para matar.

A pesar de mis torpezas Celeste se portaba bien conmigo. Un día comí en su casa con ella y sus padres. Unos señores sabios y ponderados. Siempre me decían que cuidara a su ángel. Atento como siempre les decía que nos se preocuparan pues Celeste sabía Karate. Celeste me pellizcaba y salíamos a la calle en medio de carcajadas. No me daba cuenta para nada del interés de Celeste.

Bueno termino nuestras visitas a Mirones y cada uno al trabajo de gabinete. Por ser amable y no perder contacto con Celeste la invite a tomarnos un café en la plaza de Armas de Lima. Ni corta ni perezosa me acepto. No me daba cuenta de su interés. Y fui tan torpe y tonto que toda aquella noche hable como se le habla a un amigo y no como se le había a una mujer. Note su fastidio y pronto se fue de mi lado. Entre mi pensé ella quiere conmigo. Corrí tras ella pero se perdió en las multitudes.

La llame varias veces esos días. Una y otra vez solo sonaba su celular. La busque en redes  ni rastro. Me llene de valor y fui a su casa. Cuando me abrió la puerta ella esta sola en esa fría casa. Me dio un beso de saludo y nos sentamos frente al televisor sin decir nada. Ella estaba en pijama y con el pelo suelto. Su aroma me atrajo mucho. Empezamos a hablar y me disculpe por mis filosofadas inoportunas. Me acerque a ella y le dije que me gustaba. Ella se sonrojo y dio el paso para levantarse, pero la arrastre hacia el sofá. Nuestros labios se hallaron y antes de besarle varias veces me fijaba en esos grandes y expresivos ojos café. No sé lo que sentía, pero lo siguiente que hice fue sacarle la polera le arranque el brazier y pronto estaba besando esss grandes tetas rosaditas e inmaculadas. Ella quizo zafarse pero era tarde, el deseo pudo más que ella. Le saque el pantalón y de una vez por todas le mordía su vagina y ella solo respiraba más rápido y gemia.  Estaba a punto de sacar mi músculo agresivo y estallar en su interior. Pero justo llegaban sus padres y el escándalo empezó.

Me sacaron a patadas de su casa. Y aunque Celeste se interpuso, la bulla en la calle me hicieron que huyera. Dejé atrás ese carmelita. Creyendo que sería el inicio de un romance, volví a llamar a Celeste varias veces, pero nunca más me contesro el celular. No se que sucedió. Quizás supuso que era mujeriego y nadie estable, y por eso era mejor no darme ninguna oportunidad. Para mi ella pudo ser alguien especial, pero sentí su miedo al dolor. Pensé en ella por muchos meses, y luego las aventuras y la vida intelectual ahogaron un posible amor. Celeste fue un recuerdo que navego en mi corazón y se fue una tarde fría de invierno.

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