Camisa de fuerza




Se discute sin que ningún político o visionario lo planifique como salir de un crecimiento tan endeble y nimio. Las fortalezas de nuestra economía es ser una economía de servicios primario exportadora. No solo tenemos el milagro agro exportador sobre 5% de nuestras tierras cultivables, sino que somos una potencia minera con apenas el 14% de sus concesiones privadas en ejecución. Es decir, el Perú encierra debido a sus recursos naturales un gran potencial de desarrollo económico y social que ningún líder político ya sea de izquierdas o derechas desea descubrir. Y sin embargo, pareciera que seguimos atrapados en una camisa de fuerza de miseria y exclusión social fabricada por nuestras propias limitaciones histórico políticas. La clase política, nuestra sociedad y los entes privados parecen aceptar el hecho que somos una economía que no le da valor agregado a su producción. Decimos como si fuera una proeza que somos el tercer país más productor de cobre y que somos la posible despensa de productos agrícolas del mundo en las siguientes generaciones, sin atisbar que toda esa producción quizás no sea sostenible en las próximas décadas.


Por limitaciones de nuestra clase dirigente y por el carácter particular de como se construye valor y emprendimiento social en el Perú nos mantenemos en un mercado de trabajo con el 75% de informalidad con poca productividad y que enfrenta graves carencias de salud física y mental. Arrastramos una educación de baja calidad no conectada al desarrollo de ciencia y tecnología, por lo que no poseemos un ciudadano preparado y calificado para atraer hacia nuestra división social de trabajo un flujo importante de inversiones privadas que deseen hacer negocios en el Perú. Esa limitacion estructural de la educación no permite darle valor agregado a nuestra producción nacional y no deja que la sociedad experimente bienestar y desarrollo técnico y científico. El bajo impacto de nuestra educación se debe a que persiste atrapada entre intereses doctrinarios y particulares que alejan a las familias y a las unidades productivas de la puesta en marcha de una economía social de mercado que le geste valor agregado a nuestros recursos naturales y venderlos en el mundo.

Los políticos e intereses mercantilistas mantienen a los niños/as y jóvenes en la ignorancia y precariedad porque en la pobreza son mercados electorales que reproducen con su voto la persistencia de un Estado atrapado por la corrupción y el hampa privada. La trampa en la que nuestra casta política e ideológica de todos los colores nos sumergen es hacer que las generaciones de trabajadores/as no prosperen sino que sigan reproduciendo un sector de servicios y emprendimientos precarios que generan un valor eximió a la producción que mantiene en la pobreza estructural a las ciudades y culturas rurales. Las unidades familiares construyen e innovan de tal manera que aprovechan la estabilidad de la economía pero lo hacen sin que la acumulación de sus esfuerzos se aprovisione del conocimiento científico y técnico para desarrollar mayor crecimiento y transformación capitalista. Hay en la sangre y esfuerzo de nuestras unidades económicas una gran resiliencia y productividad escondida que aún no armoniza con el desarrollo capitalista y se sostiene en el tiempo porque los prejuicios de nuestra cultura política no permiten un despegue económico y la transformación social del pueblo peruano.

Desde que por ventura divina escapamos al populismo totalitario de las izquierdas en los 70 s y ,80s del siglo XX y abrazamos la economía de mercado se consiguió implantar un plan de estabilización de la economía en los 90s que mantiene la cultura económica lejos de la hiper inflación y de las locuras del Estado empresario todo poderoso. El carácter privado y empresarial  de nuestro enfoque económico ha permitido que sobre las cuentas macro económicas en azul las unidades económicas y los entrelazamientos productividad de haya podido prosperar y generar bienestar. Los migrantes en este planteamiento y los inversores nacionales han podido establecer sobre los cimientos macro estructurales de la economía forjar fortunas y conglomerados económicos que han dado trabajo y provocado prosperidad. Es la sinergia de los esfuerzos colectivos e individuales la que ha podido crear un círculo virtuoso de creación de valor y de consumo que ha dado vida a una caracterología económico y cultural que abraza la ética del trabajo y el exito individual. Es sobre las vigas maestras de un espíritu capitalista y un plan constitucional de respeto de la propiedad privada y los grandes negocios de los inversores que el trabajo de las personas ha conseguido bienestar y calidad de vida, rompiendo de forma aún insuficiente las tradicionales exclusiones culturales y sociales que impactiron históricamente sobre la política y la economía. El respeto sobre la seguridad jurídica de los contratos y la pacificacion nacional del terrorismo ha permitido que el país experimente un importante desarrollo capitalista de nuestras propias ventajas comparativas en la economía, pero sin alcanzar un desarrollo sostenible que acabe con los bolsones de pobreza de las ciudades y de las unidades minifundistas desperdigadas sobre todo nuestro territorio. Se puede decir que se estructuró los fundamentos macroeconómicos de nuestra cultura pero abandonando un plan de industrialización de nuestras ventajas comparativas que nos ha condenado por condicionamientos externos y por la desidia de nuestra clase dirigente a ser una economía básica primario exportadora que solo especula y espera a que el piloto automático de nuestra economía nos saque del subdesarrollo y permita el consumo interno y privados de bienes y servicios.

Se perfilo crucialmente una estabilización monetaria y macroeconómica y una receta de exportación primario que carece de un claro plan de crecimiento económico. A pesar del desarrollo de nuestras ventajas comparativas durante más de tres décadas el país no cuenta con un plan y objetivos nacionales a gran escala. Esto hace que cuando la inestabilidad política nos corroe o los enemigos de nuestro desarrollo aparecen se desacelere el desarrollo y recrudezcan ciertas falencias estructurales del modelo económico. En los últimos años a consecuencia de los enemigos de la democracia capitalista que han sabido burocratizar el Estado y poner severas restricciones a los nuevos proyectos mineros e infraestructurales, se ha provocado un resentimiento de la economía que se traduce en pobreza y desempleo. La pandemia y el desastroso gobierno del vacado ex presidente Pedro Castillo, que intento destruir al Estado peruano por motivaciones ideológicas y políticas, han desnudado la falta de serías reformas estructurales de la sociedad peruana. Se ha usado la democracia y sus instituciones que permiten libertad para bloquear y anarquizar al Estado democrático, con el propósito de que la sociedad hastiada y desmoralizada tomen partido por el populismo y medidas radicales que permiten la tirania y el desgobierno permanente. Las izquierdas y los políticos oportunistas que mercantilizan al Estado se han valido de que el capitalismo peruano ha sido salvaje y esquizofrénico con la población, para promover en la burocracia y en las organizaciones de la sociedad un descontento y repudio por la democracia y libertades civiles. El socialismo del S XXI y la ideologización usan las enfermedades del Estado como la corrupción y la mercantilización económica para que la personalidad exhausta y dependiente apuesten por la violencia y la barbarie como forma de vida. Los opositores a la modernización individualistas y a la democracia se valen de los desánimos de la pobreza y de una cultura autoritaria para destruir la sociedad a la que llaman burguesa para propalar toda una serie de economías ilegales y violencia delincuencial que perennizan a los supuestos héroes populares en el Estado de forma permanente. La clase política ha hallado en el socialismo populista un modo de controlar la economía y a la población y hacerse de ilícitas fortunas sin que los defensores de la democracia pueden oponerse le. El descontento con el modelo ciudadano e individual de desarrollo de la cultura ha provocado que la existencia sea una carga para las personas que se nutren de la ideología, y de este modo, sean fáciles dependientes de los mendigos del Estado y sus subsidios y programas sociales.

Las fuerzas de la democracia peruana no han tenido el cuidado de hacer docencia democrática. Nuestro pueblo en sus límites económicos es capitalista pero de forma cultural es tremendamente autoritario y Anti político. El sector educativo y los marcos institucionales de la sociedad, como la familia y el barrio, han sido infiltrados por ideas contrarias a la sana formación de la personalidad, lo que desemboca en desorganización y falta de oportunidades. La falta de una cultura meritocrática y de sana competencia han disuelto en inmadurez e irresponsabilidad a los esfuerzos por autosostenerse de los jóvenes y de los ciudadanos; causando muchas veces delincuencia y locura política. Existe mucho potencial y emprendimientos diversos, pero toda esa creatividad no está alimentada muchas veces de justicia y movilidad social, lo que degenera en agresividad y desaprovechamiento económico. Las clases dirigentes y la clase política no invierten en valor social, no avanzan lo suficiente en democracia como para alimentar la solidaridad orgánica y la virtud política. Aún siguen atrapados en moldes aristocráticos y deleznables del pueblo, lo que se traduce en exclusión social y esclavitud modernizada. Saben que en defensa del modelo y de la democracia que lo hace posible deben defender sus inversiones y capitales, y por lo tanto, asumir su posición de dirigentes políticos ante la sociedad, pero la república desconoce en demasía a la cultura popular y como engranarla al modelo económico. Ese desconocimiento abismal de la realidad social y de como combatir a los detractores y enemigos de la democracia hace que su desubicación se trastoque en soberbia y mezquindad, lo que es cercano a abandonar al pueblo a los demagogos y radicales. El burocratismo de sus hijos y allegados han tomado el Estado con el solo propósito de detener el desarrollo y clientelizar los recursos públicos. El egoísmo y narcisismo de la época es la expresión del drenaje de las arcas públicas, bajo el manto de un discurso contestatario y rebelde. Los intelectuales incendiarios y los ejércitos de burócratas que asfixian nuestra economía se han propuesto congestionar cada vez más al pueblo y a su iniciativa privada con el infeliz propósito de colectivizar la economía y convertir al Estado en distribuidor y creador de la riqueza, lo que es lo mismo que miseria y descapitalizacion. La carencia de una visión clara de la sociedad y de como extrapolarla al desarrollo, se vuelve en promesas imposibles de ejecutar, cuyo radicalismo es defender un tipo de realidad donde la iniciativa privada es perseguida y aplastada.

Hasta aquí he ensayado como nuestra civilización viene siendo estrangulada hasta el cansancio por la clase política y una versión dependentista de la economía que castiga el esfuerzo individual. Pero hay motivaciones más profundas en nuestra cultura popular que hacen inviable la formación de un empresariado moderno y racional. La estabilidad que detenta la macro economía ha permitido que el actor individual en su plena libertad y ética del trabajo haya aceptado el desafío del emprendimiento y los negocios. Pero debido a la falencia de una revolución educativa y de una política de como capitalizar la mano de obra con visión de desarrollo técnico ha hecho que la materia gris de nuestra sociedad no consiga en el Estado o en las clases acaudaladas los incentivos sociales y científicos suficientes para complejizar y diversificar la economía. Esto hace que al perderse una mano de obra calificada con inversiones en bienes de capital está migre al extranjero o decaiga en la informalidad y en el inicio de la aventura micro empresarial. Por los rasgos laborales de la cultura se genera rápidamente acumulación y prosperidad en los negocios, generando en la base del tercer sector una sinergia capitalista virtuosa donde el intercambio de bienes y servicios da para el día al día. Desde las economías de subsistencia como vendedores ambulantes y comedores populares hasta bodegas y ferreterías lo que existe es una creación de valor que es la base de pequeñas industrias como el turismo y la gastronomía. La acumulación de capital se sostiene en la promoción de servicios de todo tipo. El sujeto popular vende algo y toda su cultura es la venta de un producto. Está situación fomenta la comercialización de toda la subjetividad incluidos los espacios más profundos y oscuros de la cultura. Todo es negocio y tiene un valor monetario, lo que es igual a cosificar la existencia. El éxito es propiamente el premio a una vida conductista y mercantilista, pero ahí donde solo hay trabajo intensivo, la acumulación es posible pero la diversificación o enlazamientos solo son un premisa incipiente. El vínculo escaso de conocimientos tecnológicos hace que las generaciones venideras no complejicen más la economía, sino que queden estancadas en demandar y ofertar servicios. Los muros normativos a la industrialización están acompañados por una subjetividad que no deviene en mano de obra calificada porque existen resistencias culturales a la acumulación que tienen que ver con el impacto de una cultura de consumo propiamente posmoderna y narcisista. Nuestra individualidad demuestra su incomodidad con el capitalismo cultural aunque hipócritamente lo persiga. El conservadurismo cultural y religioso del país es la expresión de un mercado de psicologías económicas que encuentran en la reserva y moralismo la contención terapéutica frente a una cultura capitalista fuertemente codificadora e inhumana.

Como se puede ver no existe un ordenamiento estructural de nuestra sociedad. En nuestra diversidad productiva y cultural existe islas de desarrollo y modernidad vinculadas a economías empobrecidas, ilegales y servicios.  Está heterodoxia muestra una embrionaria economía  capitalista que esconde la posibilidad de motivaciones industrializadoras. Recae en la razón de Estado y en las fortalezas institucionales de la democracia liberal promover tal reordenamiento de la economía. de mercado. Está en nuestra dirigencia política dejar a un lado los condicionamientos externos que no permiten el desarrollo de bienes de capital y asegurar las garantías jurídicas y facticas para atraer flujos de inversión privados seguros que generen empleo. El autoempleo y la iniciativa del sector terciario sugieren un espíritu del capitalismo pero es un ecosistema salvaje y depredador. Se requiere planificar esa política industrial y demostrar visión para fomentar una vida digna llena de certidumbre y significado. Cuando hay valor agregado y encadenamientos productivos se reduce pobreza y de genera prosperidad. Mientras nuestra economía siga siendo asfixiada por los enemigos de la democracia y la corrupción,  está acumulación de capital no alcanzará el desarrollo y la grandeza.

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