La Toma.

                                        




                                         I


A fines de los noventa Rodrigo era zarandeado y empujado por multitudes que querían ingresar a la plaza de armas. En la primera linea la tomberia se mechaba con los estudiantes más avezados y la marejada estudiantil era arrinconada en el pasaje Olaya buscando ingresar a como de lugar a la histórica plaza. Rodrigo fue maltrajeado hacia uno de los ventanales del pasaje y empezó a ver como los tombos con escudo y macana en mano empezaron a reprimir a las masas sin importar que hubieran damas y manifestantes pacíficos. Empezaron a dispararse las bombas lacrimógenas y todo era caos y represión. Instintivamente las multitudes retrocedieron hacías las calles contiguas y muchos estudiantes caían ahogados por el poder de las bombas lacrimógenas y otros mechaban con los policías a patadas y con piedrones. Rodrigo fue interceptado, mientras ayudaba a una compañera a incorporarse, por un tombo, pero el de un patadon pudo contener el ataque. Saco a su amiga de la marea de estudiantes y se propuso resguardarse en la tienda de su padre en el jirón Huallaga. 


Mientras se desaparecía en el concierto de ambulantes y de aromas de cemento su mente le decía que no podrían con la dictadura. Que había que tomar medidas más radicales. No sé cómo vio en un televisor de un comercio como a base de estrategia policial y violencia indiscriminada le rompieron la cabeza a varios de los líderes de la manifestación. Habían muchos heridos y las masas se habían esfumado hacia diversos lugares inconexos. Era el fin. La rabia acumulada de los estudiantes era resistida por la tiranía. Rodrigo llegó a ver a su padre esa tarde. Su padre un poco preocupado le jodia de rebelde y comunista, pero Rodrigo que no sabía nada de eso le contestaba que lo hacían por la democracia y por el Perú. Su padre le escuchaba orgulloso y en cierta manera los oyentes en la calzada sentían el fragor de sus palabras llenas de valor y eticidad. 


Esa noche Rodrigo ya en su casa viendo las noticias escucho que habían marchado cincuenta mil almas. Y en el programa del belicoso Cesar Hildebrant le daban tribuna a uno de los líderes del movimiento estudiantil con muchos golpes en la cara pero con la resolución de convocar a más protestas a la siguiente semana. Rodrigo simpatizaba con las grescas y con el espíritu del movimiento, pues se enfrentaba a la tiranía llena de corrupción y violencia. Era un dejarse llevar y un contagio fervoroso hacia una causa sobre la cual no ataca ni desataba. Tiempo despues recordaría esa inocencia desmedida y sabría a base de estudio y sensatez que todo era una espontaneidad que culminaría en arreglos y manipulación. 


Pasaron los días y está vez si se ingresaria a la plaza de armas. Las masas con canticos y carteles coloridos y simbolicos corrían como cogidos por la desesperación y zas ya estaban las multitudes llenando la enorme plaza. En los accesos al palacio de gobierno contingentes de policías estaban a la expectativa. No había mecha ni resistencia por parte de la tomberia. El espacio era presa de un mar de voces y cantos rebeldes, mientras los ambulantes se escurrían entre los estacionados estudiantes vendiendo souvenirs alusivos a la protesta y la revolución. Rodrigo que estaba varado en mitad de la plaza se hallo con José, un caro amigo de la carrera de Historia con quién compartían su gusto por las ideas de Shopenhauer. Entre silencios y murmullos a lo lejos José le dijo a Rodrigo algo que era obvio pero que nadie se daba cuenta 


- Ese Montesinos es un chucha. Nos dejó ingresar pues sabía que no tenemos dirección, y que solo somos reactivos 

- tienes razón pero esto es lo que queríamos,  protestar y que el pueblo se de cuenta.

- No seas superficial, las marchas no tienen más que un sentido pedagógico, con la tiranía se necesita algo más radical-. Y enseñándome a los ambulantes- mira como el capital se sigue inmiscuyendo entre nosotros, esto es una burla.


Y mientras decía esto mascullo unas lisuras y se alejo de la presencia de Rodrigo que indemne se acercó a otros amigos de la universidad, y esa tarde conoció los bares de Quilca donde se liquidan las protestas y las rebeliones. Rodrigo mientras apuraba una sangría pensaba en las razones de José y se decía, "que los estudiantes son el futuro, la renovación de las ideas, y que una marcha es solo un montón de emociones y sentimientos ingobernables e irracionales. Nosotros no somos el pueblo" se recomvenia para si mismo y apuraba un trago con algo de desorientación y frustración. 


Rodrigo siguió asistiendo a varias protestas y vigilias pero no estaba de acuerdo en lo que terminaban. Decidió esmerarse en sus estudios y en liquidar sus fujimoris con los amigos; mientras conversaciones interminables sobre filosofía y política se sucedian. En varios días se desentendió de las noticias y se sumergía en el estudio de Hegel y Marx, mientras empezaba a coquetear con Nietzsche y Sorel. Era muy aficionado a visitar la Biblioteca del Goethe y en ella descubría a los clásicos y el romanticismo alemán. Eran días interminables dónde gozaba de lo mejor del pensamiento europeo y los sueños megalomanos se apoderaban de el. Su juventud y ese afán individualista de pensar por si mismo, sin que ninguna doctrina dirigiera sus inclinaciones filosóficas y existenciales lo condujeron a escapar al dogma y crear sus propias ideas. Era de izquierda como todos los de su generación pero soñaba con ser un escritor reconocido e imponer su propio sistema. Aunque era una locura, su egotísmo le permitirá ser impermeable a la retórica vaga y al pensamiento vulgar y clandestino. Amaba su libertad aunque pagara muy alto este precio. Una soledad dolorosa se empezaba a esculpir en su corazón y era una sensación de vacío indescriptible.


Durante semanas vagaba por las calles del centro de la ciudad ocupándose en video juegos o jugando ajedrez en la plaza Francia, y tenía solo en la mente ideas esquizofrenicas de Kierkegaard y el modo como lucía sus ropajes en la tapa de sus libros. Pensaba: " este era ya un loco, pero Sartre o Camus eran imposibles sin este loco. La verdad quisiera tener ese coraje para pensar". Y en verdad mientras alcanzaba su tiempo en la universidad Rodrigo se la pasaba visitando las facultades de San Marcos en una trasa y con sus libros en la mano conversando con matemáticos, biólogos o físicos sobre la naturaleza de la realidad. Aunque a veces no entendía un carajo, la verdad es que poco a poco incorporaba en sus aprendizajes ideas que enriquecían su sociología y su inclinación política hacia las izquierdas. En esas charlas jugando ajedrez aprendió que la realidad social no es toralitaria sino compleja y indescifrable. Era el tiempo en que cuestionaba las ideas de sus amigos marxistas, y en cierta medida profundizaba las ideas de Herder y Kant. Un furor incorregible se apoderó de su conciencia y se alucinaba un ideólogo o el dueño de un periódico. 


Mientras alcanzaba el tiempo llegó el año 2000 y se escuchaba de los remezones en el gobierno de Fujimori. Escuchaba de las marchas y de la politización en la facultad de ciencias sociales pero no prestaba atención a las proclamas. Sus estudios cada vez más interesantes de los Alemanes y esa vena de escribir poesía por todos lados lo hacían resistir el adoctrinamiento o la miseria pastoral de la rebeldía quejumbrosa. Escuchaba a sus amigos de historia y a los grupos políticos de San Marcos, pero no hacía más que debatir sobre filosofía y teoría social. La conminación a la accion no eran con el, y cuando veía a José apartado de este debate se preguntaba si con tanto descontento derrocarian a Fujimori. El apostaba por los estudiantes, quienes eran los únicos que se habían levantado dos años atras, pero en la actitud de ermitaño anarca de José y de otros amigos lograba divisar un desprecio hacia las masas y una actitud cada vez más solitaria hacia la reflexión y la sensación de apartarse de la vida social. 


Cuando discutía en el tercer piso con José sobre Shopenhauer podía percibir el fuego retórico de este camarada, pero nunca la intención de alguna afrenta o rebeldía. Quería su opinión sobre la dictadura o los colectivos políticos de la universidad pero pronto el trabalenguas de sus sofismas o sentencias filosóficas le hacia sentir que la revolución era una cojudez sin sentido. Rodrigo cada vez más inflamado por Holderlin o Leopardi coincidía con el pesimismo y a la vez vitalismo de Shopenhauer quien era crítico de la revolución francesa o de las construcciones hegelianas. José era muy culto pero si test mestiza e indomable escondía más de lo que la inocente introspección de Rodrigo podía descifrar. Comían juntos y con los otros compañeros de historia se mataban de risa de las chapas y de los chistes, mientras que la juventud lozana les protegía del mundo salvaje y cínico de la política. 


                                      II


Saulo era un estudiante de sociología, cachimbo el que junto a Carlos necesitaban hacer un estudio sobre los colectivos políticos de la universidad. Ellos ignoraban las técnicas y métodos para la recolección de datos, pero por olfato se habían embadurnado de mucha información en la biblioteca nacional y de cierto mido intuian  que debían entrevistar a los líderes de algunas agrupaciones universitarias. Para tal efecto, como eran ingresantes, los colectivos estaban ante la captura de nuevos militantes y cuando se presentó la oportunidad Saulo y Carlos estaban enfrente de dos de sus líderes. Era una tarde fría de Junio y los dos cachimbos con grabadora en mano conversaban con una chica menudita pero con carácter y con un chico algo más plantado con anteojos sobre el movimiento estudiantil 


La charla era muy simpática y amigable. Pero tenía como correlato que Saulo y Carlos luego de esa conversación debían chapar sus banderolas y salir a protestar por la vuelta de la democracia. La entrevista duro una hora en el parque cívico de la universidad y ambos líderes eran muy carismáticos y cultos. Ellos contaban que estaban en contra de la violencia política y de las agrupaciones estudiantiles como el FER y otros grupos que gobernaban con la administración intervencionista, pero Saulo que era más inquisidor y desconfiado les preguntaba que garantía tenían los estudiantes que esa agrupación no fuera más de lo mismo. Cuajados en esto de la política rebatian que ellos eran políticos nuevos y que estaban a favor de la democracia y la reforma de Córdova. Querían y proponían un socialismo popular y democrático que combatiera las posiciones autoritarias y violentas como las de Sendero Luminoso, que en ese tiempo habían sido defenestradas de la universidad. Su política era renovadora y de participación horizontal dónde buscaban la mejora de la universidad y que la izquierda debía demostrar que no todos eran terroristas, sino auténticos servidores del pueblo. 


Saulo y Carlos quedaron conformes con las acuciososas palabras de ambos líderes y más pronto que tarde estaban compartiendo un almuerzo en una de los restaurantes de la facultad de economía. Muchas personas saludaban a ambos líderes, sobre todo con la chica que recibía abrazos y piropos. Saulo noto que a pesar de ser de izquierda tenían su billete, pues comían y bebían a raudales. Saulo se amonestó a si mismo pues podían tener dinero pero tenian sensibilidad social. Comieron muy bien tanto que no era necesario ese día guardar la cola del comedor. Esa noche en la facultad ambos cachimbos valoraban la entrevista y quedaron en que volverían a verlos y conversar con otros grupos para incrementar más el conocimiento del movimiento estudiantil. El siguiente sería Juventud Popular. A Saulo no le hacia gracia marchar para el Colectivo Amauta, pero Carlos le fastidiaba que zurdas bonitas podían asistir y quizás ligaria con alguna. "Quien sabe- bromeaba Carlos- ahí este tu media naranja". 


Siguieron con sus pesquisas y por medio de una compañera de base que era simpatizante de Juventud Popular de Derecho lograron entrevistar a un joven desgarbado y enjuto que tenía una mancha roja en el rostro. Le decían cachetada del diablo y era un eterno alumno de san Marcos que intentaba concientizar a sus amigos a cerca de la lucha de clases y la necesidad de participar en política para sacar a la oligarquía del poder. ! Lucha armada! ! Lucha armada! Vociferaba como única receta para refundar a la patria. Saulo lo escuchaba mientras se empujaba un queque de higo buenísimo y su rostro se llenaba de un sopor extraño pues la verborrea del muchacho lo incomodaba sobremanera. Grabo unos minutos pues Luis, así se llamaba este simpatizante de izquierda, no deseaba que lo grabarán, por lo cual Saulo tenía que anotar mientras le interpelaba con preguntas sobre la historia de los colectivos políticos y sus propósitos a corto plazo. Pero hubo algo que escucho que lo dejo helado, y fue una lastimó no poder haberlo grabado 


- Esos del colectivo Amauta se venden como moderados y nueva sangre, cuando se han lavado la cara 

- pero- y de inmediato Luis precipitó su rollo.

- son ex martacos, su agrupación ingreso luego de la intervencion y hacen creer a todos que son democráticos cuando son unos oportunistas.

- A mi me parece que tienen nuevas ideas.

- Así son todos los colectivos, pero te aseguro que al mínimo intento mostrarán su verdades cara.


La entrevista se movió hacia otras pesquisas pero ya Saulo no escuchaba. Anoto los pormenores de otros hechos e ideas más que iconoclastas, pero lo del colectivo Amauta lo dejo meditabundo y pensó que debió ser más astuto y poner atención con personas a quienes no conocía. Un almuerzo y bebidas no significaban una buena amistad o confianza. Se prometió prestar más atención mientras indagaba más profundo en esta historia sin fin que es la política estudiantil. Y de cierto mido el un joven que no tenía pasado proselitista se dejó llevar por ideas que mostraban reciprocidad con las poblaciones más empobrecidas de la nación. El había venido a estudiar y tal vez trasladarse hacia derecho en segundo año, pero la sociología empezó a secuestrarlo y pronto las lecturas y la demagogia de la facultad lo entusiasmaron mucho. Ya habría oportunidad de demostrar sus nuevos conocimientos y personalidad. 


Saulo y Carlos mayor que el por cinco años dudaban en acompañar al colectivo Amauta a las protestas del siguiente viernes. Les dijeron que concentrarían en la plaza Francia a las cinco de la tarde, que lo esperaban con mucha amabilidad. Al final se animaron y tomaron los buses viejos de la avenida Venezuela y pronto estaban caminando hacia la plaza Francia mientras a cada paso se sentían la música y las proclamas de los estudiantes movilizados. Carlos que era más entrado en años tenía miedo que la represión de la tomberia lo arrestaran ese día, pues ya en la vida había cometido muchos errores, como cuando era barrista del Comando Sur. De cierta manera tenía razón pero esa tarde todo transcurrió con tranquilidad. Cuando llegaron las caras asequibles y graciosas de los Amautas los recibieron con mucha amabilidad. Estaban formando un circulo como unos veinte muchachos entre chicos y chicas y estaban apurando unas cervezas mientras la tarde fría de Junio hacia mella en la integridad de estos luchadores sociales. 


Saulo se acercó con confianza hacia Salvador y Grecia. Ellos eran los más movedizos entre aquel gentío y parecían ser los líderes. Les pregunto a ambos cuál era la razón de tanta muchedumbre en este lugar del centro, y ya Salvador con parsimonia y alegatos retóricos contesto que los estudiantes luchan por el socialismo y cualquier afrenta a la clase trabajadora por parte del Estado burgués es una causa de lucha; y que la lucha es en la protesta, en las calles donde se fajan los valientes. Saulo se quedó mudo ante algo que parecía ser una reprimenda, pero educado y con modales decidió apoyar estás marchas y aprender de todo este universo cultural y sacar conciencia y conocimiento de este evento. Cuando se disponían a marchar por las calles del centro rumbo al congreso Saulo y Carlos se encontraban gritando y siguiendo proclamas del colectivo Amauta y de toda esa muchachada que sumaban unas tres mil almas. Era una reunión de muchos jóvenes y políticos con colores y símbolos alusivos a la revolución. Las pancartas y las conversas inflamaban de animo y renovación las calles llenas de transeúntes y ambulantes. Saulo que desconfiaba se sintió incluído y acogido por esa multitud. Las ideas de esta marejada de sensibilidad empezaron a penetrar en su cabeza. Carlos que era más señero y aburrido tomaba lo mejor que podía está marcha interminable, y demostraba así sus valores. A pesar que la policía seguía de cerca a los protestatarios nadie demostraba miedo o se cohibia. Era una tarde donde la juventud recreaba y demostraba valores cívicos.


Mientras se adentraban en las calles más cercanas al Congreso, en la plaza Grau, de la nada unos cuantos hombres empezaron a quemar llantas y obstruir el tránsito. Salvador y militantes del colectivo como muchos otros estudiantes decían que esos revoltosos eran infiltrados del gobierno del Servicio de Inteligencia. Y gritaban protestando contra estos extraños visitantes, mientras la policía soltó las bombas lacrimógenas y lo que era un orden colectivo se convirtió en un caos indescifrable, dónde cada quien huia y se refugiaba en los negocios y tiendas. Empezó el fuego cruzado y las piedras volaban de uno a otro rincón. Saulo perdió de vista a Carlos que aprovecho el movimiento para huir y el ayudaba a Grecia que en el revuelo la habían empujado al suelo. Salieron hacia una calle, esperando el reagrupamiento y se mojaban el rostro y los ojos en un balde con agua que unos estudiantes trajeron consigo. La muchedumbre se volvió a organizar y gritaban y vociferaba canticos rebeldes y proclamas proscritas mientras la marcha no conseguía avanzar. Los estudiantes retrocedieron hacia la plaza San Martin y las fuerzas de la marcha se mermaron. La represión policial cerco las entradas al jirón de la Unión y la avenida la Colmena, de tal manera que solo esperaban que anocheciera para que todo terminara y la protesta fuera un fracaso. Saulo se mantenía al lado de varios del colectivo Amauta y Grecia lo bautizo como un nuevo simpatizante de la agrupación. Lo que seguía luego de la gresca era compartir las conclusiones de este evento bebiendo unas chelas en los bares del jirón Quilca.


Saulo quería irse, pues no sé sentía parte de esa camada de políticos. Pero Grecia y Salvador,que reapareció, impidieron que se fuera. Con el ánimo de no molestar se sento con este grupo de diez jóvenes y pronto el debate y las hostilidades doctrinarias salieron a flote. Saulo solo tenía para su pasaje de vuelta a su casa, pero Salvador le dijo que los amigos son los amigos y que ellos corrían con los gastos. Bebieron y bebieron mientras en el resonar del bar la Rockola una música llamada trova y la estridencia de las discusiones y los comentarios se percibía el aroma de la revolución. Los alegatos a lo lejos y las borracheras insuflaban  peleas y cantos grupales, y en la mesa de los Amautas cundia la perorata sobre Asimov y Orwell, como el Che Guevara y sus aventuras por América Latina. Saulo pudo constatar que eran jóvenes cultos e informados, asi que decidió aprender e informarse al mismo tiempo que veía libros sobre el marxismo y la poesía de Galeano deslizarse por la mesa. Ojeo la Ideología Alemana y Grecia le sugería adentrarse en el estudio del manifiesto comunista antes de leer ese volumen. Saulo asintió con la cabeza y una sonrisita curiosa se dibujo en el rostro de Grecia, que parecía muy animada y alegre, jodiendose  entre los amigos y fastidiandola con Saulo. Ella se sonreía y no perdía la compostura. Solo Saulo leía a pedazos pasajes de la Ideología Alemana  y parecía absorto en sus pensamientos. La noche era larga y no faltaba las yuquitas, el jamón y el trago. Saulo ya picado decidió precipitarse hacia la calle. Esa noche el no supo cómo regreso a su casa. 


                                        III










Comentarios

  1. Leí todo el relato estimado Ronald. Es lo que se vivió en aquel tiempo en San Marcos y las calles del Damero de Pizarro. Sinceramente esos grupos estaban severamente confundidos y adoctrinados por ideas revolucionarias en decadencia y por líderes tucos estudiantiles, como los eternos estudiantes. Desde mi modesta opinión, deberían haber sido encarcelados y/o deportados a Cuba de por vida. Incluso, se podría decir que desaparecer los hubiese sido lo mejor para el país y por ende, no tendríamos a ché bermejo, a un castillo, a un cerrón o a un bellido, etc, etc, etc. Al mal se le extermina de raíz!

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    1. Gracias espero en los próximos episodios ser cada vez más realista y crítico.

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