jueves, 5 de agosto de 2021

Hace años en Ayabaca.





Una vez un amigo me contó una historia algo disparatada. El con dos ingenieros se fueron al distrito de Ayabaca en Piura a hacer un trabajo a cargo de una empresa de influencia. Mientras hacían el levantamiento de información pasaron por los comercios de la pequeña ciudad y vieron que en una tienda de ropa deportiva atendían dos muchachas muy bellas


Se atrevieron a entrar y entré los tres las convencieron para salir a tomarse unas chelas. Claro les advirtieron que eran casadas recientemente y que sus esposos eran militares y dueños de ese comercio. A mis amigos no les importa tal prohibición y ya por la noche estaban departiendo cervezas en el hotel donde se hospedaba. Como era el último día de su chamba y solo tenían que hacer el resto en trabajo de gabinete en Lima, se empezaron a tomarse unas bombas alcohólicas con las dos muchachas y una más que habían invitado. De pronto empezaron a chapar con total desparpajo en el restaurante del hotel a vista y paciencia de los comensales. Uno de ellos horrorizado salió sigilosamente del lugar y de inmediato se escucharon en la calle rumores de un gentío que llegaba.

Esa persona que había salido cautelosamente era conocido de uno de los esposos, y el ruido era de una muchedumbre que con palos venían a linchar a los jóvenes.

Las chicas se dieron cuenta del peligro y con ayuda del tendero del hotel salieron por la parte trasera del hotel , no sin antes dejar celulares a sus nuevos amantes. Cuando ya estaban en la calle corrieron al terminal de la ciudad y se embarcaron para Piura a tomar su vuelo hacia Lima, con las justas. Tiempo después uno de esos ingenieros se caso con una de esas muchachas y las otras dos salían a encuentros íntimos cada vez que mis amigos visitaban el norte de país. No salieron linchados, ni brujeados. 

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