Un día de pura buena gente un
profe al que estimo mucho me llamo para que me encargara de supervisar una mesa
temática en el congreso de sociología del 2015. No recuerdo sobre que versaba
la línea de investigación, pero se que ese año vinieron muchas delegaciones de
todas las escuelas profesionales del país, y hasta estudiantes de otro países
llegaron imantados por los encantos místicos del Perú. Yo iba a presentar dos
ponencias, una sobre el desarrollo de la conflictividad social en dos casos
específicos, y otra una especulación cultural sobre la génesis de lo técnico y
lo científico en nuestra cultura. Bueno a demás de supervisar el normal
desarrollo de esa mesa, tenía que encargarme de coordinar el hospedaje de las
delegaciones de provincia y de dos amigos extranjeros, una chica de Colombia, y
un amigo de Chile.
Estaba especialmente interesado
en conocer a la colombiana, pues por redes sociales veía que era muy guapa, hoy
a la postre ya madre, pero igual de radiante. Y el otro amigo era Marcelo un
psicólogo social chileno de Antofagasta que vendría dos días antes del empiezo
del Congreso. A la postre la hermana colombiana no se decidió en llegar, por
motivos económicos, y las delegaciones de provincia las instale en un hotel céntrico
de la ciudad con todo lo que requerían. Al chileno al que espere hasta la
madrugada en un vuelo retrasado lo salude ni bien vino, y lo aloje por lo
tardío de la noche en un hotel de mala muerte en Breña. Yo no tengo nada contra
los chilenos, pero así como Dios me hizo ver que nadie por tener billete es
malo o bueno, igual hizo con Marcelo, un profesional que se vestía con mucha
informalidad, zapatillas, chompa medio percudida, pantalón jean muy holgado, y
un look nada preciso, pero si de hombrecito. En las pocas palabras que cruce
con el chileno antes de dejarlo dormir en aquel matadero, percibí que era un
comanchero, y un tipo todo terreno, muy humilde y trabajador incansable.
Desde siempre mi discordia con
Chile alcanza ribetes originarios en mi. He leído historia militar gracias a
mis familiares, y por encargo del Colegio Lasallle leí a los principales
historiadores que se ocuparon de este infausto momento de la historia. Me hice
una idea muy fija de las motivaciones bélicas de los chilenos a raíz de ver la
hidalguía en la derrota de Grau y Bolognesi.
Y supuse que todos ellos eran unos estirados y que secretamente nos
reprueban. Todo lo contrario. Al otro día recogí a Marcelo de su habitación, y
con sencillez me dijo que las gritonas no los habían dejado dormir. Ya había
pensado en alojarlo en Pueblo Libre. El chileno era un sobreviviente, pero
tenía su Villegas así que no hubo
problemas para que se hospede en un hotel de categoría en la Avenida Bolivar.
Comimos ahí y lo lleve a visitar San Marcos sin que aún no se realizaran las
actividades académicas. El chileno se sorprendía sin decir nada del
congestionamiento vehicular, el cobrador colgando de las combis y las custeres.
El comercio ambulatorio regado por todas las calles de Lima, y los trastocamientos
urbanos en cuento a la arquitectura, y la falta de grandes obras viales.
Había escuchado de la comida
peruana así que lo lleve a una cevichería hacia el mediodía. El chileno tenia
su guita así que se mando con una parihuela, un sudado de chita, ceviche mixto
con mariscos, y jaleas especiales. Claro probó nuestras helenas, y se extasiaba
con comer las hojuelas de chifle que tanto le encantaban. Tomamos unas chelas y
percibí que a pesar de sus modales bien sembrados era un tipo muy instruido,
que se había ligado a la academia desde su salida de la universidad, y que
había hecho un intenso trabajo de campo en temas de cultura popular. El era psicólogo
social y era de izquierda, por lo que estaba en
total desacuerdo con la política
beligerante y neoliberal del Estado Chileno. Yo le hable de que a pesar de
estar entre izquierdistas no era precisamente un fan de esas ideas ortodoxas,
por la violencia política y porque encubrían con ideas altisonantes y
publicitarias la real naturaleza alegórica y ancestral de nuestro país cuna de
los Incas. El inquirió por mi discurso que tampoco era liberal, asi que me escuchaba con mucho interés
dejando que el hilo de mis ideas volara en su imaginación. Nos pusimos algo
pircaditos, y como la jornada de las mesas temáticas era temprano al empezar el
Lunes, lo deje en su cubil cinco estrellas y me di mi viajezote hasta el sur.
A la mañana siguiente lo busque
en la recepción del hotel, y con su laptop en mano, y un dispositivo de
internet a larga distancia me enseñaba como buen galan a sus conquistas con las
que chateaba cositas calientes. Eran
bastante hermosas, y veía la noche de Santiago por fotografías, el mundo de los
jóvenes chilenos, y de sus elites, y
constataba por las conversaciones calentonas que tenía que Marcelo era a
todo dar. Esa mañana comimos en el
comedor universitario, y llegamos puntuales a las conversas que la Faculltad
había organizado durante una semana. El quería conocer a Quijano, nuestro
caballito de batalla, y escuchar los enfoques de la colonialidad del saber.
Llegamos a donde estaba en la casona de San Marcos en el parque universitario,
y resultaba que ya se había retirado. Pero aun había un bufet enorme entonces
en platica y platica con sociólogos y científicos de humanidades pude comprobar
el nivel de erudición e información de Marcelo. Yo tampoco me quedaba atrás y a
cada zambullida en las bandejas de ricos bocaditos soltaba mis ideas, y
arrancaba alguna que otra polémica con los profesores anticuados de la
universidad.
Se nos acercó un pata, a mi
entender el mejor sociólogo joven y empírico del país. Con quien tenía una
amistad desde la maestria en ciencias políticas y quien es mucho menor que este
servidor. Congeniamos un ratazo luego de degustar los exquisitos bocaditos de
la recepción de Quijano, y luego de discutir sobre los galones en artículos
publicados, becas, y líneas de investigación compartidas procedimos a regresar
a la Ciudad Universitaria en el micro la Punta que pasa desde antaño por
Abancay. El chileno me iba grabando con su celular superavanzado la
problemática que enfrenta mi país y porque mi desacuerdo con liberales y
marxistas, mientras que Dario, el sociólogo promesa, iba enamorando en el
asiento anterior a una chiquilla que parecía ser estudiante e iban al mismo
lugar. Como soy medio lengua larga, y no mido el tono de mi voz empece a rajar
de la cultura criolla, y de lo que significa como muro cultural y piscológico
para el desarrollo integral del país, en un micro atestado de residentes
dormidos de nuestra ciudad capital. Veía sus caras impávidas y a la vez
estresadas por duras jornadas en el
trabajo o tal vez enfrentando alguna situación calamitosa en sus vidas
privadas. Me silencie un rato, y en secreto el chileno ya empantanado de nuestra
cultura me solicito que antes de ingresar a exponer su investigación sobre
comunidades urbanas comiéramos un rico
chifa. Como quedaba cerca a la Ciudad Universitaria, los tres fuimos al mejor
chifa coreano de la zona. Marcelo se pidió por sugerencia mía un aeropuerto,
sopa wantan, y wantanes fritos en salsa de te. Darío se empujo, un pollo
chijuakay, sopa wantan y una agua de aloe vera para bajar la comida, Y Yo que
en esos tiempos tenia un peso criminal me pedí pollo enrollado, con tortilla y
arroaz chaufa, mas mi gordita de inca kola. Pedimos unas chelas y el chileno
amenizaba la jornada criticando de buena manera el vestuario de Darío. “Mira no es por joder, quiera Dios que no,
pero esa combinación de pantalón drill, camisa de un solo color sombría, y
un blaisser marrón, es la misma vestimenta
que usan los gays en mi país” Al oir su
sinceridad larvada de modales sumos, no pude contener la risa, pues en parte
tenía mucha razón. Darío que era de artes histriónicas sólo atino a seguirnos
la corriente, pero de inmediato hizo una llamada a su jeba, y desapareció sin
poner algo a la comilona. “No, no esta
bien yo pago, amigo”…. Y salimos de ahí empachados de tan buena comida. Ya
Marcelo quería quedarse ahí para seguir comiendo, pero era hora de las
conferencias internacionales. Expuso su tema, y yo me ingrese en mis ponencias
sobre teoría de la conflictividad social, la técnica y la responsabilidad
social en el Perú. Sali y lo halle afanando a una socióloga de Huánuco. Lo deje
avispado un rato y me concentre en leer
las propagandas política de la juventud de aquella época, y estaba tan animado
que se me acerco Darío con su novia una rica secretaria piernona que había
venido a escucharlo en sus intervenciones académicas. Me la presento y por un
momento pensé en serrucharle el piso, pero la amistad y la condición física en
la que me hallaba me desanimaron.
Marcelo se nos acerco, saco cel,
y los tres nos dirgimos al auditorio del rectorado para escuchar a Walerstein, y sociólogos argentinos que
siempre san la hora con eso de que son los herederos putativos del marxismo en
el mundo. Mientras aguardábamos la conferencia, el chileno le había echado ojo
a una morocha delgadita y muy joven, que hacia de anfitriona con otra amiga mas
bella aún, pero que no me paraba bola. Ella pasaba a cada rato por el lado de
Marcelo y le daba sajiro. Resultaba que eran estudiantes de sociología de
cuarto año y ayudaban a los profesores a organizar el evento. Yo la escuchaba y
haciéndose rulito con su cabello, le miraba el tiro a mi amigo chileno. Se
alejaron y Marcelo me codeo como buen gallo y me dijo esta noche me la llevo a
ver la tierra del fuego…. ·”Claro no te preocupes mañana te enseño la plaza de
armas”. Delante mio estaban profesores a los que estimaba, y conversaba gran
rato con un académico argentino y otro venezolano, que resultaban ser
luminarias de la sociología latinoamericana. Rajaba del modo histórico y
sociogenetico de como había nacido la sociología en el Perú, negando y
olvidando a los geniales filósofos sociales como Arguedas, y los hermanos Salazar
Bondy. Y lo hacia apropo para que el
Virrrey volteara y dijera algo. Lo salude y el muy sagaz me presentaba como un
joven muy brillante pero siempre en rebeldía con las cosas. “Hay que `pisar
tierra joven”…. “Si claro hay que dejar de ser rebelde, igual que las bellas
jefas de practicas a las que he conocido sin los ojos” Entendió el mensaje y
justo el profesor que moderaba el evento presento a los ponentes de aquella
noche. La verdad si fue buena la conversa, y los temas culturales endiosaron
los oídos de los asistentes que admiraron la prolijidad teórica de los
argentinos.
Salimos y el chileno desapareció
con la morocha. Me quede un rato sapeando a los sociólogos jóvenes y veía en
sus rostros la poca fuerza y genio que si percibía en mi época. Me dije con
esos profes que leen condorito bien yuca que estas brillantes almas juveniles
hagan algo por el país…. Vamos a la disco escuche por ahí. Al salir hacia frio,
y ya Darío también había desaparecido. Deguste
unos café peruano que ofrecían gratuitamente y la promotora que los
ofrecía me hizo el habla al verme tan taciturno. “Que pasa señor? Pensando en
los huevos del gallo”- “No, para nada sólo ensayando mis labios para osar
declarar que en esta noche fría de Septiembre una travesura puede hacer la
diferencia”- “Que cosas dice señor.,
sólo estoy ofreciendo un producto”----- Nos miramos un rato, y reímos… Ya me
estaba retirando cuando me ofreció trabajo como promotor de ventas. Me dio una
dirección y Sali de ahí guiñándole el ojo….
Quedaban como tres días de
Congreso y al chileno y a Darío ni los veía. Me inmiscuí entre otros amigos que
habían venido al congreso, y lo vi bien acaramelado con su morocha, en una de
las bancas de la facultad. Ella salio un rato, y el muy pendejo me contaba que
las peruanas son puro fuego. Yo soy salami, pero esta morocha es un abismo de
electricidad. ·”Bueno ya sabes porque
perdimos la guerra con los españoles.
Eso dice Waldemar”. Una risa en confidencia se apodero de nosotros…..
Dejo a la morocha que no se moria de hambre como anfitriona, y nos fuimos a la plaza de armas de Lima…. En
plena plaza tomándonos fotos con las gringas y europeas, que nos pedían
orientación para no perderse, divisamos a los lejos un grupo de estudiantes de
Huánuco de sociología. Nos acercamos y escucharon mi verborrea media
nietzscheana y un angelito de aquellos lares me echo el ojo de curiosidad. Nos
tomamos unas fotos para el recuerdo, y
me pegaba a esa chiquilla colorada y de
melena azabache, y en una de la fotos la
cargo en honra de la sociología… le saque cel, pero hasta ahora no la
llamo. Nos perdimos con Marcelo en el centro y le enseñe la calle capón, y el
concurrido mercado central. Estaba por acercarlo a las iglesias de la zona,
cuando un misio lo desvio de mi atención y otra vez me hallaba solo en medio
del atrio de San Francisco. El hombre tenía que hacer goleada.
Ya no fui mas a la conferencias,
pero me encontré con mi mentor filosófico a quien visito con cierta regularidad
y le supervise su mesa sobre cultura popular. En esas exposiciones pude constatar el pobre nivel académico de los
estudiantes de sociología del país. No
hay razonamiento social ni causalista, no hay mayor método para conseguir sus
conclusiones, y carecen de formación en teoría social y filosófica. Y cuando se
trata de recomendar o esbozar líneas de intervención a partir de un básico diagnóstico operativo no tienen idea
de tejer soluciones o investigar a profundidad. Ahí sentado entre jóvenes y
personas con galones supe el daño que le ha hecho el marxismo y las corrientes
funcionalistas al estudio de la sociedad peruana. Todo lo que se presume como
investigación y ejecución grandilocuente parte de proposiciones que calcan sin
mayor rigor resultados y visiones de otras latitudes. No sólo quieren y fuerzan
la realidad a la teoría sino que además no tienen ni la mayor idea de lo que es
realidad y lo que es teoría. El activismo y ese discurso de que la praxis
violenta es la mayor expresión de la teoría histórica han generado un
desarmamiento psicológico e intuitivo para estudiar lo relevante, y no dejarse arrastrar
por nimiedades o temas que no tienen mayor radicalidad en el desarrollo de la
sociología. Ahí donde hay ciencia y datos empíricos se carece de la destreza
para hacer evolucionar una mirada propiamente peruana de la realidad. Esos
discursos que simplifican las realidades dominadas a un par de formulas
halagüeñas y de batalla han destruido el olfato intelectual de los sociólogos
que hoy le llaman a hacer sociología regalar útiles y arroz en las provincias,
o hacer labor de imagen y de publicidad a impresentables políticos.
El mundo de
la sociología es el mundo del diseño de la sociedad moderna. Su aguijón reside
en la capacidad de controlar, y desencadenar el proceso de construcción de una
sociedad que sin abandonar los cauces de la tradición se instituye como un
edificio racional y bien armado según la idiosincrasia de las personas. Hoy si
vemos este desorden o trasgresión en las ciudades no sólo se debe a la habitual
tendencia a la informalidad de la cultura peruana, sino además que nuestros
intelectuales autoproclamados sociólogos de estaff han concentrado sus energías
en diseños politológicos que no tienen mayor asidero en la cultura de los
dizque ciudadanos peruanos. No se piensa organización ni se diseña
instituciones a partir del conocimiento profundos de nuestros fundamentos
emocionales e historia genética, sino
que se empotra una barbaridad de técnicas y castillo de papel eurocéntrico ahí
donde la realidad es mas compleja. Y lo peor de todo es que cobran por
ello!.... El sociólogo es un ingeniero de procesos sociales, pero que sabe muy
bien cual es la piscología de las personas. Y eso lo se pues el chileno me
conto lo bien organizado esta Chile, ese desierto de grandes sistemas de ciudades ha dado una
economía y una cultura que sufre los espasmos culturales de la modernidad pero
cuyo proceso histórico esta en manos de su elite y de sus asesores
socio-genéticos. El Perú en su
sociología no se halla. Por eso cuando escucho esa frase bastante estúpida “Que
si la sociología no sirve para la revolución no sirve para nada” me santiguo y
me digo a mi mismo hay que hacerle sociología a las rocas, ellas habla mejor
que estos cristianos muy precarios de la Facu…. La sociología es el método de
construcción racional y a la vez psicológico de una sociedad a partir de sus
fundamentos ancestrales. Toda nación o civilización que se precie de controlar
la modernización desbocada tiene a la sociología como agente pensante de cambio
y de organización.
Pensando asi me despedí del
chileno en el Jorge Chávez, y su chica había quedado en el olvido. Solo se que
ahora enseña en alguna universidad, le da duro a los fierros, y que es una
mejor persona de lo que había presupuesto…. Yo vi el cel de la cafetera y me
anime a salir con ella, pero eso es otra historia, anécdotas de un viajero,… Me
agrado este chileno comanchero, pero Chile no, Mi coronel cual es el santo y
seña del día : “ Con el lomo saltado y días de pisco sour venceremos” ya los Qeros se sestan burlando de los pobres
desérticos….
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