miércoles, 1 de enero de 2020

Un chileno y la academia.





Un día de pura buena gente un profe al que estimo mucho me llamo para que me encargara de supervisar una mesa temática en el congreso de sociología del 2015. No recuerdo sobre que versaba la línea de investigación, pero se que ese año vinieron muchas delegaciones de todas las escuelas profesionales del país, y hasta estudiantes de otro países llegaron imantados por los encantos místicos del Perú. Yo iba a presentar dos ponencias, una sobre el desarrollo de la conflictividad social en dos casos específicos, y otra una especulación cultural sobre la génesis de lo técnico y lo científico en nuestra cultura. Bueno a demás de supervisar el normal desarrollo de esa mesa, tenía que encargarme de coordinar el hospedaje de las delegaciones de provincia y de dos amigos extranjeros, una chica de Colombia, y un amigo de Chile.

Estaba especialmente interesado en conocer a la colombiana, pues por redes sociales veía que era muy guapa, hoy a la postre ya madre, pero igual de radiante. Y el otro amigo era Marcelo un psicólogo social chileno de Antofagasta que vendría dos días antes del empiezo del Congreso. A la postre la hermana colombiana no se decidió en llegar, por motivos económicos, y las delegaciones de provincia las instale en un hotel céntrico de la ciudad con todo lo que requerían. Al chileno al que espere hasta la madrugada en un vuelo retrasado lo salude ni bien vino, y lo aloje por lo tardío de la noche en un hotel de mala muerte en Breña. Yo no tengo nada contra los chilenos, pero así como Dios me hizo ver que nadie por tener billete es malo o bueno, igual hizo con Marcelo, un profesional que se vestía con mucha informalidad, zapatillas, chompa medio percudida, pantalón jean muy holgado, y un look nada preciso, pero si de hombrecito. En las pocas palabras que cruce con el chileno antes de dejarlo dormir en aquel matadero, percibí que era un comanchero, y un tipo todo terreno, muy humilde y trabajador incansable.

Desde siempre mi discordia con Chile alcanza ribetes originarios en mi. He leído historia militar gracias a mis familiares, y por encargo del Colegio Lasallle leí a los principales historiadores que se ocuparon de este infausto momento de la historia. Me hice una idea muy fija de las motivaciones bélicas de los chilenos a raíz de ver la hidalguía en la derrota de Grau y Bolognesi.  Y supuse que todos ellos eran unos estirados y que secretamente nos reprueban. Todo lo contrario. Al otro día recogí a Marcelo de su habitación, y con sencillez me dijo que las gritonas no los habían dejado dormir. Ya había pensado en alojarlo en Pueblo Libre. El chileno era un sobreviviente, pero tenía su Villegas  así que no hubo problemas para que se hospede en un hotel de categoría en la Avenida Bolivar. Comimos ahí y lo lleve a visitar San Marcos sin que aún no se realizaran las actividades académicas. El chileno se sorprendía sin decir nada del congestionamiento vehicular, el cobrador colgando de las combis y las custeres. El comercio ambulatorio regado por todas las calles de Lima, y los trastocamientos urbanos en cuento a la arquitectura, y la falta de grandes obras viales.

Había escuchado de la comida peruana así que lo lleve a una cevichería hacia el mediodía. El chileno tenia su guita así que se mando con una parihuela, un sudado de chita, ceviche mixto con mariscos, y jaleas especiales. Claro probó nuestras helenas, y se extasiaba con comer las hojuelas de chifle que tanto le encantaban. Tomamos unas chelas y percibí que a pesar de sus modales bien sembrados era un tipo muy instruido, que se había ligado a la academia desde su salida de la universidad, y que había hecho un intenso trabajo de campo en temas de cultura popular. El era psicólogo social y era de izquierda, por lo que estaba en  total  desacuerdo con la política beligerante y neoliberal del Estado Chileno. Yo le hable de que a pesar de estar entre izquierdistas no era precisamente un fan de esas ideas ortodoxas, por la violencia política y porque encubrían con ideas altisonantes y publicitarias la real naturaleza alegórica y ancestral de nuestro país cuna de los Incas. El inquirió por mi discurso que tampoco era liberal,  asi que me escuchaba con mucho interés dejando que el hilo de mis ideas volara en su imaginación. Nos pusimos algo pircaditos, y como la jornada de las mesas temáticas era temprano al empezar el Lunes, lo deje en su cubil cinco estrellas y me di mi viajezote hasta el sur.

A la mañana siguiente lo busque en la recepción del hotel, y con su laptop en mano, y un dispositivo de internet a larga distancia me enseñaba como buen galan a sus conquistas con las que chateaba cositas calientes.  Eran bastante hermosas, y veía la noche de Santiago por fotografías, el mundo de los jóvenes chilenos, y de sus elites, y  constataba por las conversaciones calentonas que tenía que Marcelo era a todo dar.  Esa mañana comimos en el comedor universitario, y llegamos puntuales a las conversas que la Faculltad había organizado durante una semana. El quería conocer a Quijano, nuestro caballito de batalla, y escuchar los enfoques de la colonialidad del saber. Llegamos a donde estaba en la casona de San Marcos en el parque universitario, y resultaba que ya se había retirado. Pero aun había un bufet enorme entonces en platica y platica con sociólogos y científicos de humanidades pude comprobar el nivel de erudición e información de Marcelo. Yo tampoco me quedaba atrás y a cada zambullida en las bandejas de ricos bocaditos soltaba mis ideas, y arrancaba alguna que otra polémica con los profesores anticuados de la universidad.

Se nos acercó un pata, a mi entender el mejor sociólogo joven y empírico del país. Con quien tenía una amistad desde la maestria en ciencias políticas y quien es mucho menor que este servidor. Congeniamos un ratazo luego de degustar los exquisitos bocaditos de la recepción de Quijano, y luego de discutir sobre los galones en artículos publicados, becas, y líneas de investigación compartidas procedimos a regresar a la Ciudad Universitaria en el micro la Punta que pasa desde antaño por Abancay. El chileno me iba grabando con su celular superavanzado la problemática que enfrenta mi país y porque mi desacuerdo con liberales y marxistas, mientras que Dario, el sociólogo promesa, iba enamorando en el asiento anterior a una chiquilla que parecía ser estudiante e iban al mismo lugar. Como soy medio lengua larga, y no mido el tono de mi voz empece a rajar de la cultura criolla, y de lo que significa como muro cultural y piscológico para el desarrollo integral del país, en un micro atestado de residentes dormidos de nuestra ciudad capital. Veía sus caras impávidas y a la vez estresadas  por duras jornadas en el trabajo o tal vez enfrentando alguna situación calamitosa en sus vidas privadas. Me silencie un rato, y en secreto el chileno ya empantanado de nuestra cultura me solicito que antes de ingresar a exponer su investigación sobre comunidades urbanas comiéramos  un rico chifa. Como quedaba cerca a la Ciudad Universitaria, los tres fuimos al mejor chifa coreano de la zona. Marcelo se pidió por sugerencia mía un aeropuerto, sopa wantan, y wantanes fritos en salsa de te. Darío se empujo, un pollo chijuakay, sopa wantan y una agua de aloe vera para bajar la comida, Y Yo que en esos tiempos tenia un peso criminal me pedí pollo enrollado, con tortilla y arroaz chaufa, mas mi gordita de inca kola. Pedimos unas chelas y el chileno amenizaba la jornada criticando de buena manera el vestuario de Darío.  “Mira no es por joder, quiera Dios que no, pero esa combinación de pantalón drill, camisa de un solo color sombría, y un  blaisser marrón, es la misma vestimenta que usan los gays en mi país”  Al oir su sinceridad larvada de modales sumos, no pude contener la risa, pues en parte tenía mucha razón. Darío que era de artes histriónicas sólo atino a seguirnos la corriente, pero de inmediato hizo una llamada a su jeba, y desapareció sin poner algo a la comilona.  “No, no esta bien yo pago, amigo”…. Y salimos de ahí empachados de tan buena comida. Ya Marcelo quería quedarse ahí para seguir comiendo, pero era hora de las conferencias internacionales. Expuso su tema, y yo me ingrese en mis ponencias sobre teoría de la conflictividad social, la técnica y la responsabilidad social en el Perú. Sali y lo halle afanando a una socióloga de Huánuco. Lo deje avispado un rato y  me concentre en leer las propagandas política de la juventud de aquella época, y estaba tan animado que se me acerco Darío con su novia una rica secretaria piernona que había venido a escucharlo en sus intervenciones académicas. Me la presento y por un momento pensé en serrucharle el piso, pero la amistad y la condición física en la que me hallaba me desanimaron.

Marcelo se nos acerco, saco cel, y los tres nos dirgimos al auditorio del rectorado para escuchar a  Walerstein, y sociólogos argentinos que siempre san la hora con eso de que son los herederos putativos del marxismo en el mundo. Mientras aguardábamos la conferencia, el chileno le había echado ojo a una morocha delgadita y muy joven, que hacia de anfitriona con otra amiga mas bella aún, pero que no me paraba bola. Ella pasaba a cada rato por el lado de Marcelo y le daba sajiro. Resultaba que eran estudiantes de sociología de cuarto año y ayudaban a los profesores a organizar el evento. Yo la escuchaba y haciéndose rulito con su cabello, le miraba el tiro a mi amigo chileno. Se alejaron y Marcelo me codeo como buen gallo y me dijo esta noche me la llevo a ver la tierra del fuego…. ·”Claro no te preocupes mañana te enseño la plaza de armas”. Delante mio estaban profesores a los que estimaba, y conversaba gran rato con un académico argentino y otro venezolano, que resultaban ser luminarias de la sociología latinoamericana. Rajaba del modo histórico y sociogenetico de como había nacido la sociología en el Perú, negando y olvidando a los geniales filósofos sociales como Arguedas, y los hermanos Salazar Bondy. Y lo hacia apropo para  que el Virrrey volteara y dijera algo. Lo salude y el muy sagaz me presentaba como un joven muy brillante pero siempre en rebeldía con las cosas. “Hay que `pisar tierra joven”…. “Si claro hay que dejar de ser rebelde, igual que las bellas jefas de practicas a las que he conocido sin los ojos” Entendió el mensaje y justo el profesor que moderaba el evento presento a los ponentes de aquella noche. La verdad si fue buena la conversa, y los temas culturales endiosaron los oídos de los asistentes que admiraron la prolijidad teórica de los argentinos.

Salimos y el chileno desapareció con la morocha. Me quede un rato sapeando a los sociólogos jóvenes y veía en sus rostros la poca fuerza y genio que si percibía en mi época. Me dije con esos profes que leen condorito bien yuca que estas brillantes almas juveniles hagan algo por el país…. Vamos a la disco escuche por ahí. Al salir hacia frio, y ya Darío también había desaparecido. Deguste  unos café peruano que ofrecían gratuitamente y la promotora que los ofrecía me hizo el habla al verme tan taciturno. “Que pasa señor? Pensando en los huevos del gallo”- “No, para nada sólo ensayando mis labios para osar declarar que en esta noche fría de Septiembre una travesura puede hacer la diferencia”-   “Que cosas dice señor., sólo estoy ofreciendo un producto”----- Nos miramos un rato, y reímos… Ya me estaba retirando cuando me ofreció trabajo como promotor de ventas. Me dio una dirección y Sali de ahí guiñándole el ojo….

Quedaban como tres días de Congreso y al chileno y a Darío ni los veía. Me inmiscuí entre otros amigos que habían venido al congreso, y lo vi bien acaramelado con su morocha, en una de las bancas de la facultad. Ella salio un rato, y el muy pendejo me contaba que las peruanas son puro fuego. Yo soy salami, pero esta morocha es un abismo de electricidad.  ·”Bueno ya sabes porque perdimos la guerra con los españoles.  Eso dice Waldemar”. Una risa en confidencia se apodero de nosotros….. Dejo a la morocha que no se moria de hambre como anfitriona, y  nos fuimos a la plaza de armas de Lima…. En plena plaza tomándonos fotos con las gringas y europeas, que nos pedían orientación para no perderse, divisamos a los lejos un grupo de estudiantes de Huánuco de sociología. Nos acercamos y escucharon mi verborrea media nietzscheana y un angelito de aquellos lares me echo el ojo de curiosidad. Nos tomamos unas fotos para el recuerdo,  y me pegaba a esa chiquilla colorada y de  melena azabache, y en una de la fotos la  cargo en honra de la sociología… le saque cel, pero hasta ahora no la llamo. Nos perdimos con Marcelo en el centro y le enseñe la calle capón, y el concurrido mercado central. Estaba por acercarlo a las iglesias de la zona, cuando un misio lo desvio de mi atención y otra vez me hallaba solo en medio del atrio de San Francisco. El hombre tenía que hacer goleada.

Ya no fui mas a la conferencias, pero me encontré con mi mentor filosófico a quien visito con cierta regularidad y le supervise su mesa sobre cultura popular. En esas exposiciones pude  constatar el pobre nivel académico de los estudiantes de sociología del país.  No hay razonamiento social ni causalista, no hay mayor método para conseguir sus conclusiones, y carecen de formación en teoría social y filosófica. Y cuando se trata de recomendar o esbozar líneas de intervención a partir de un  básico diagnóstico operativo no tienen idea de tejer soluciones o investigar a profundidad. Ahí sentado entre jóvenes y personas con galones supe el daño que le ha hecho el marxismo y las corrientes funcionalistas al estudio de la sociedad peruana. Todo lo que se presume como investigación y ejecución grandilocuente parte de proposiciones que calcan sin mayor rigor resultados y visiones de otras latitudes. No sólo quieren y fuerzan la realidad a la teoría sino que además no tienen ni la mayor idea de lo que es realidad y lo que es teoría. El activismo y ese discurso de que la praxis violenta es la mayor expresión de la teoría histórica han generado un desarmamiento psicológico e intuitivo para estudiar lo relevante, y no dejarse arrastrar por nimiedades o temas que no tienen mayor radicalidad en el desarrollo de la sociología. Ahí donde hay ciencia y datos empíricos se carece de la destreza para hacer evolucionar una mirada propiamente peruana de la realidad. Esos discursos que simplifican las realidades dominadas a un par de formulas halagüeñas y de batalla han destruido el olfato intelectual de los sociólogos que hoy le llaman a hacer sociología regalar útiles y arroz en las provincias, o hacer labor de imagen y de publicidad a impresentables políticos. 

El mundo de la sociología es el mundo del diseño de la sociedad moderna. Su aguijón reside en la capacidad de controlar, y desencadenar el proceso de construcción de una sociedad que sin abandonar los cauces de la tradición se instituye como un edificio racional y bien armado según la idiosincrasia de las personas. Hoy si vemos este desorden o trasgresión en las ciudades no sólo se debe a la habitual tendencia a la informalidad de la cultura peruana, sino además que nuestros intelectuales autoproclamados sociólogos de estaff han concentrado sus energías en diseños politológicos que no tienen mayor asidero en la cultura de los dizque ciudadanos peruanos. No se piensa organización ni se diseña instituciones a partir del conocimiento profundos de nuestros fundamentos emocionales  e historia genética, sino que se empotra una barbaridad de técnicas y castillo de papel eurocéntrico ahí donde la realidad es mas compleja. Y lo peor de todo es que cobran por ello!.... El sociólogo es un ingeniero de procesos sociales, pero que sabe muy bien cual es la piscología de las personas. Y eso lo se pues el chileno me conto lo bien organizado esta Chile, ese desierto de  grandes sistemas de ciudades ha dado una economía y una cultura que sufre los espasmos culturales de la modernidad pero cuyo proceso histórico esta en manos de su elite y de sus asesores socio-genéticos.  El Perú en su sociología no se halla. Por eso cuando escucho esa frase bastante estúpida “Que si la sociología no sirve para la revolución no sirve para nada” me santiguo y me digo a mi mismo hay que hacerle sociología a las rocas, ellas habla mejor que estos cristianos muy precarios de la Facu…. La sociología es el método de construcción racional y a la vez psicológico de una sociedad a partir de sus fundamentos ancestrales. Toda nación o civilización que se precie de controlar la modernización desbocada tiene a la sociología como agente pensante de cambio y de organización.

Pensando asi me despedí del chileno en el Jorge Chávez, y su chica había quedado en el olvido. Solo se que ahora enseña en alguna universidad, le da duro a los fierros, y que es una mejor persona de lo que había presupuesto…. Yo vi el cel de la cafetera y me anime a salir con ella, pero eso es otra historia, anécdotas de un viajero,… Me agrado este chileno comanchero, pero Chile no, Mi coronel cual es el santo y seña del día : “ Con el lomo saltado y días de pisco sour venceremos”  ya los Qeros se sestan burlando de los pobres desérticos….

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