lunes, 27 de mayo de 2019

Cuando los secretos se hacen historia. Épica de cuerpos.




Esto  paso hace años, cuando El Fujimorismo había sido derrotado y las elites prósperamente recuperaron su apogeo. Lo cuento en primera persona para incluirme en un bastidor en movimiento que paso aquella noche sin valorar, solo observando y dejándome llevar como un rio en aquella escena surrealista natural innatural en que me vi envuelto…

Sospechosamente una noche cerca de la calle Berlín acompañaba a José y a su linda novia en unos previos en la discoteca Birhauss. Esa noche la novia de mi yunta de aventuras estaba radiante y llena de un mutismo tan maquinal que sugería que algo raro le pasaba. De ser muy comunicativa conmigo y sin paltas muy cariñosa  con José esa noche estaba silenciosa y esquiva con los dos. “algo le habrá hecho este huevón pensé”. Y la verdad es que si mi pata sacaba los pies del plato con tanta frecuencia pero sin dejar rastros, que ella enamorada pero sin probarle nada solo con el aroma cambiante de la piel de un hombre cuando corre mucho, ya se había hartado de él. Yo estaba normal en mi territorio, porque aunque de extracción popular mi condición libertaria se inclinaba a buscar siempre los lugares más estéticos, pues sabía que luego se deformaban en una sutil aventura de desenfrenos, ya en otros lugares más cercanos y privados.

Yo siempre había tratado de jalarlo a José hacia estos lugares porque el poseía un imán tan venenoso en sus expresiones faciales con las mujeres más atractivas de cualquier condición que prácticamente con el lenguaje corporal lograba cosas que nadie podía hacer con tan rápidez. Esa noche a pesar de estar rodeado de un lugar relajante, las chelas infaltables y de osamentas de formas tan hermosas dispuestas a conocer, el más allá de las palabras, mi pata estaba friqueado y con una tensión inexplicable que su  mirada no permanecía sin la puntería acostumbrada. Me dije “le tiene un miedo terrible a Ana”…. Y al advertir mi cavilación en mi rostro Ana pidió al mosaico dos chatas de baccardi, y me reto como lo había hecho antes en unos huecos de UNMSM a tomarlas en un seco y volteado, donde nos caímos bien, pues ella era mi entrada a la musa más misteriosa de su pequeño clan de amigos con derechos. Claro nunca logre nada pues esa musa, no me veía más que como un niño idealista. No era un reto para ella.

Pero no divaguemos. Cuando termino el desafío de alcohol ya curtido esos años en las mezclas más letales del alcoholismo, gracias a los metaleros de San Marcos, no me remecí nada. Al verme parado y a la vez alerta, se levantó impulsiva e impávida se fue a un lugar que no tengo idea. José respiro aliviado por un rato, y me dijo secamente
“Prepárate ´para lo peor, y como hermano de sangre cuidarme, pues nada es lo que parece”
--- ¨Pero ¿Qué  hiciste?...
---Tú sabes, pero si sobrevivimos te lo contaré… Como sabía que me gustaban los retos y era un temerario sin remedio aguarde sin prevenir lo que pasaría.
-Mejor si tienes miedo nos vamos, al final yo sé que es mejor dejarla sola, pues acá hay mucho sapo.
--- No es algo que pueda, es peor si me pongo fuerte.

Entendí que debía chalequearlo y sin querer entre en una historia un poco retorcida. Ella llego y a cada uno nos trajo unos pacos de marihuana. En la misma cara de los bebedores de cerveza piteabamos para alegrarnos un poco. Y como ella era una dependiente química. “Vamos José a que te pruebe el diablo. Vamos Ronald, tú serás nuestro hospedaje”  Tómanos una custer hasta unos edificios en Santa Cruz, cerca del Ovalo Gutiérrez. Subimos el edificio, sin que el conserje dijera nada. Y cuando tocábamos el número 738, José me dijo: “saca tu mujer interior”. Y me agarro la mano. Ana se cago de la risa, y un hombre pintarrajeado, y cubierto solo con globos y serpentinas, nos Abrió: “AH Ana, bienvenida, Quienes son las chivas?” ---Son buses un poco tímidas pero locas como todas”---Y José y yo dijimos medio locas… Somos más”---- Estas sin son jodidas---

Entramos y nos sentamos donde había curiosamente un gringo fornido medio en viaje, y Ana se sentó en su lado, y yo con José completamente alelados y sorprendidos por el paisaje y el infierno que observábamos. Era una fiesta de orgias entre modelitos muy jóvenes que bailaban en sugerentes encajes coloridos, con unos cuerpazos llenos de polvo, y por todos lados gay, vestidos de formas estrafalarias y coloridas casi calatos. Todo era alcoholemia desatada éxtasis como si fuera caramelos, tronchitos por todos lados, y líneas de cocaína en una mesa estratégicamente ubicada. El departamento era espacioso, y tenía pinturas de orgias, y de escenas innombrables, todo pintarrajeado por nombres de jergas y símbolos que en mi vida había visto. Era la muerte. Las adolescentes ebrias, o drogadas bailaban cerca de nosotros, mostrando sus encantos, y se nos despertaba el animal de joder. Ana atenta nos miraba ya en otra, con una cólera fría y maligna, y piteaba con el gringo de su lado. Cuando venía un gay medio arrebatado, dudaba de que fuéramos buses, entonces nos abrazábamos, y yo ponía la pierna encima de la pierna de José… Se iba y una gringuita, se acercaba media enrojecida en sus ojos, y con una expresión sombría, pero totalmente dominante. ---Ahorita vengo Ronalda—Pucha a dónde vas?---Hacer travesuras. Me quede solo, y como estaba en tragos, Ana sutilmente echo una pastilla de éxtasis en mi vaso. Me di cuenta, lo bebí, y me hice que estornudaba y la arroje de i boca. Se me acerco un gay más pendejo, y como ya todo estaban en otra cada vez más desconectados de la realidad, y haciendo pan con pescado, me asegure y lo prive de un puñetazo, y lo deje tendido en el suelo. Ana lo vio, y le dije----Tenia sueño.---Donde esta José ¡---No se seguro tenue ganitas de mear--- Allá ustedes los hombres. Y en mi cara empezó a chapar con el gringo, y en un acto de locura desatada se fueron del departamento, como para mover el esqueleto en otra parte. Se me acercaron dos ángeles de esos que ya no existen.

Estaban en un viaje de esas que se notaba que su perfume de hembras desatadas estaba impregnados de pura hierba, y sus cuerpos adormecidos, pero calientes como para recibir una matada de cuerpos. ---Porque estas tan solita, cuál es tu nombre picarona?-----Conchita!----Ah de las timiditas pero pendejas----Si, pero ahora como estoy en otra a veces se me sale el Rodrigo que tengo dentro----jajajaja,  si bien gutural—Y las dos me dieron un besote en los cachetes---- Saben estaré tan duro, y volando, que no se si existen.. Puedo comprobar que son chicas ¡---Con confianza, y se reían entre si y su mirada ojerazas y malvada sentían el recorrido de mis manos pletóricas que examinaban cada rincón secretos de sus pieles congestionadas por ese aroma tan delicioso que tienen las mujeres cuando son los que son. Ella animadas por la excitación me besaron entre las dos toqueteándome, y sentí la violencias de su labios y esa amargura de solo ser ultrajadas sin que importara el tiempo y e especio. Una me dio, un palmada en el animal, y la otra me  mordió os labios con su beso. Se fueron como dos niñas traviesas, basándose entre sí. Llego el pendejo de José, completamente desaforado y con una risa burlona, seguro por alguna fechoría.
---Oe que paso?—
---Lo usual, jale una diosa de esas a la cocina, y mientras bailaba toda drogadas encima de una silla, me saque el animal, y le dije con los ojos “quieres!, y ella se lanzó como una fiera tras el caramelo. Me tuve que agarrar de una telaraña, la muy ladina me lo ha dejado magullado…Jajjajjaaj---- Eres un atrevido, ya sabrán que  naca la piriñaca con nosotros. ---Mira están tan casi muertos que nadie se da cuenta. Y era verdad, los gay desnudos, y tirando espuma y sus huaycos por la boca yacían esparcidos en el suelo---- Tuve que dormir a un gay queme había descubierto….Pero no queda la cosa. Ahora si empieza la real fiesta
.
Los dos nos acercamos a un alcoba donde yacían cuatro criaturas celestiales desnudas besándose entre ellas, e inundadas de pura hierba. Nos pusimos en la puerta, decididos a entrarles. Las miramos fijamente. Y José dijo algo que no olvidare jamás:  “En el sexo todo es posible”.. Y los dos empujados por ese delirio que es regresar a la patria originaria de la creación y de la locura de solo someter y hacer poemas con nuestras asestadas, nos desnudamos y ya estábamos haciéndolas de pulpo cada uno con dos de ellas.  Como la hierba las revela tal como son, y la luz del cuarto curiosamente estaba prendida, el cuadro que corrompe las fórmulas más absurdas de  Hawkings, era ensueño, y a la vez los a s pervertidos que puede hacerse. Los dos pasamos por las cuatro, y de una intensidad de caricias certeras, fuimos deseando el puro fuego de una tiranía de asestados y recorridos majestuosos que en esa noche el tiempo se detuvo y esas jovencitas se volvieron más bellas, y eternas. Detuvimos el tiempo entre esas murallas acarameladas de un néctar de feromonas, y aromas secretos. Los gritos y los sonidos que se percibían eran rumores terroristas que proclamaban a gritos lo poca que se sabe de esa ecuación secreta que es la mujer.

Cuando la cosa ya se ponía más arrebatada. El muy polémico de José la nalgueó a una. ¿Cuál es tu apellido? Dígamelo esclava…..---Aquí no hay nombres, no somos más que animales----Carajo cuál es tu apellido? Y la volvió a nalguear, y ella electrizada por la criminal acometida de José enhiesto como una roca, hozo que gritara:---- Miro… Y se la cabalgo a la siguiente que endemoniada esperaba jadeante su momento: ¿Cuál es tu apellido?--- Belaúnde, y odio a mi padre, duele mierda--- Y yo entusiasmado por él, resultado, hice lo mismo con mi fusión de turno. La nalguee y le jale el cabello ensortijado, y vocifero---- Brescia, estaba tan aburrida, perro.  Me pase  al siguiente que ya estaba en otra dimensión, y le pregunte, en el contacto más vil y melifluo que puede haber, y ella atravesada por un roció de descargas violentas…grito: Romero, y ahora sigue bebe….

En ese momento cuando ya todo era un verdadero metal de poses impronunciables. José se percató de una lucecilla tenue en Ropero empotrado en  la pared de la alcoba, se precipitó hacia esa luz, y saco una filmadora, y la rompió, con todo su poder, se llevó la memoria, también hecha añicos, y nos dijimos “esto si es un problemón”. Salimos huyendo, dejando a esas jóvenes más jóvenes que nunca, y sabiendo que la seducción y la real naturaleza del placer es que no tiene ninguna división de clases o rango, y ya vistiéndonos en el vestíbulo, nos cargábamos de risa, por la anécdota tan cruda e hilarante que habíamos pasado. Entramos al ascensor, y mientras recuperábamos la cordura, me pregunta--- Y Ana?. Lo mire y le dije: Mi más sentido pésame, Madame Bovary.. Se quedó silencioso un rato, y luego carcajeo---La vida continua ¿no?----Si socio así es, no te pongas a llorar huevon
.
Salimos hacia Pardo y caminamos contando cada detalle de esa fiesta  privada, de la cual no tenemos ningún registro real. Y cada uno chapo su taxi y os dimos un abrazo de hermano, y nos dijimos--- Ya mucha mariconada por esta noche. Hemos estado entre ángeles y demonios. Llegue a mi casa oliendo toda la mierda que se puede oler cuando pasan estas cosas, y me dormí profundamente… Al otro día lo hallo en la facultad  A José, como loco buscando en sábado a Ana por todos los rincones oscuros del edificio…Y el huevon que ya le había dateado del engaño y la partida de la única mujer con quien lo vi de la mano, me confeso que estaba con un gringo de la católica. Se puso a llorar silenciosamente, y le dije: Nada que una buenas Helenas no puedan arreglar. Y en el huarike, chupando como enciclopedia, cantaba los boleros cantineros con al sentimiento, que lo único que se me ocurrió fue tomar con él, y acompañarlo hasta que se la pasara la borrachera,  ----Sabes hermano a veces nos la merecemos, Hasta los titanos aman. No nos queda que ser más fuertes. Me escucho—si socio… Y se durmió en la plena mesa, mientas lo resguardaba por el pacto de sangre que alguna vez nos juramos. Solo sé que los patanes y galanes se hacen así, porque alguna vez perdieron la razón por una mujer, y lo demás era buscar el mismo perfume en otras pieles, con la esperanza que en ese grito desgarrador de la estética de lo furtivo alguna vez halláramos una Venus que nos serenara el corazón. Pero eso es otra historia.

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