Vulnerabilidad y mundo interior




La pacificación del mundo dió origen al mundo interior, al yo individual. Fue preciso erradicar la violencia y el barbarismo de la cultura popular por medio de una psicología personal que pone en el centro la realización humana por vía del uso libre de la razón. No bastaba aceptar el caos y agresividad del mundo, como algo chueco y oscuro, y a pesar de esto demostrar estoicismo y fortaleza, sino que había que modelar la realidad social por medio del ejercicio técnico de la razón. A este intento de expresión de las potencialidades infinitas de la razón se le llamó el periodo de la ilustración. Y fue Kant, junto con la dialéctica marxista quienes vieron en la razón pura la herramienta conceptual para hacer de la ciencia una utopía y paraíso en la tierra. El resultado fue con el tiempo, que dicha utopía libertaria se iría convirtiendo en un debilitamiento de la voluntad humana, y el despliegue de un organismo más vulnerable y enfermizo. Las energías del pensamiento técnico se rindieron ante la estandarización de la fabrica y el Estado burocrático, lo que fue construyendo un ecosistema social donde el hombre empezó a desconocer olímpicamente los tesoros de su propia sensibilidad. El espíritu se convirtió en el combustible de una razón depredadora, y cuya forma de un sistema de relojería se volverían en una trampa para la mente humana. La excesiva búsqueda del razonamiento personal, y ese metodico puritanismo de programar y planificar la vida social fueron vaciando de sentido la vida individual, lo que se tradujo en soledad y desorden cultural.


La sensibilidad siempre estuvo ahí. Agazapada en la literatura y las disciplinas artísticas. Pero desperdiciada solo como energía o motivación de desahogo o disfrute personal.  Se expulsó de la realidad sistemática a las fuerzas inconscientes del arte y la risa popular, con el objetivo de engrandecer la megalomania, pero el precio fue alto: todo lo que implicaba espiritualidad y creación fue echada en la superstición y los lotes baldíos de la razón. Todo lo que no podía ser calificado o entendido por los mecanismos racionales termino siendo devorado por la insignificancia y el absurdo más irracional. El daño a esa mente explotada y vejada fue grande: como nunca bajo el disfraz de la actividad productiva que le imprime una motivación a la vida humana, fue escondiéndose el cansancio y la vulneración de una conciencia que caia hoy más que nunca en las garras de la locura y la depresión. A pesar del desfogue que significa momentos de disipación y descanso las industrias culturales irían sentenciado a los seres humanos a ser adictos a sus pulsiones y necesidades más primarias. La razón fue perdiendo fuerza como instrumento de organización social, y fue simplificandose en la destreza técnica y repetitiva, no importando para nada la cultura y los imaginarios simbólicos que siempre se han tejido para revestir el esqueleto de un sistema cada vez más frío y vaciado de sentido.

El nihilismo de un hombre materialista que arrastra su alma, como dijera Nietzsche, es la marca de una época que revienta el interior y despoja a la razón de todo control y certidumbre psiquica. Lo que antaño fue una imaginación racional orgullosa de modelar el mundo oscuro e infinito hoy se troca en una economía que invade a la cultura popular de herramientas tecnológicas que facilitan la vida, pero cuyas prótesis que potencian y aceleran los procesos vitales, no son sino hábitats sin los cuales es imposible la existencia simbolica. Arrancar a las personas de esos ecosistemas técnicos es lo mismo que hallar a un animal perdido y extraviado que pierde el control y entra en desesperación. La rutinizacion de los procesos vitales, así como la programación explosiva de los instintos encuentran a un hombre que ya no confía en su conciencia, y que no sabe cómo ingresar en su propia autoconciencia. Ese desconocimiento del si mismo es el cimiento que hace posible su propia domesticación y el dominio del capitalismo. Una racionalidad que lleva a la persona al descalabro total no es abandonada como algo deletereo, porque de cierto modo esquizofrénico es el camino que le permite a las personas prevalecer y sobrevivir. Mientras no conozca su propio interior, el hombre está condenado a sufrir los accidentes trágicos de un exterior que se ha vuelto violento e insignificante. Es más, lo inexorable de esta época es haberle hecho creer a los pueblos y sus inteligencias que toda búsqueda de las riquezas del exterior no es sino absurda gimnasia mental o misticismos sinsentido. Toda la magia ya no reside en los mundos interiores y sus expansiones religiosas, sino en los cada vez más sacrilegios invenciones de la técnica, que en esta época rebasa toda moral y normatividad psicológica.

Es un secreto a voces, pero un mundo que reduce la magia a los productos ingeniosos de la voluntad de poder es el camino seguro al desorden psico afectivo y a una supervivencia prolongada que termina en ignominia y muerte cultural. No sé puede amar, porque los espacios de la sensibilidad están atestados de golpes y desenlaces dramáticos, que el individuo prefiere evitar y cosechar poder y más poder como seguro de realización y recompensa afectiva pagada con dinero. Hoy el afecto es una destreza que se aprende, y que se cosifica para hallar placer y compañía, pero que culmina en más soledad y cinismo crónico. Desestabilizado el hombre o la mujer, sin una cabeza fuerte y combativa se deja arrastrar por las crisis emocionales y las depresiones mentales, porque la realidad sole le reporta violencia y maltrato afectivo. Ahí donde solo hay irracionalidad y multiplicación de estímulos el amor es una fuerza espiritual que las personas prefieren evitar, porque su sola experimentacion los hace exponer todos sus defectos y vicios más barbaricos. Banalizado y destrozado por una sociedad donde solo hay supervivencia y embriaguez el hombre vive manipulado y enajenado por los que siempre han conducido el capitalismo. Incluso hallar un propósito en la rebelión en contra del capital es un disfuerzo o un negocio que corre más veloz al fracaso y la miseria total. Oponerse a la vida en el sistema es el camino más rápido a la irresponsabilidad y el abandono de si mismo. Es el materialismo de esta oposición la expresión más privada de una falta de religiosidad y desconocimiento del espíritu.

La razón sigue prometiendo que la educación es la fuerza cognoscitiva que nos protege de la pobreza y de la ausencia de actividad creadora. Y en parte es una razón muy veraz. Pero es solo la mitad de la verdad. Lo que está provocando la degeneración de los tejidos culturales y de las respuestas creativas del individuo es el rechazo de una realidad capitalista que succiona con total desparpajo nuestra energía y que nos aleja de los frutos del espíritu. En su convencimiento de que la pacificación del mundo es un acto de construcción técnica se moviliza a los pueblos de distintas naciones a entregar su libertad para edificar tal mundo lleno de realización y paz. Pero es un engaño. El descontento con el sistema no es solo un problema de reparto racional de la riqueza, sino sobre todo un rechazo a una existencia que no llega a experimentar de modo energético y natural las fuerzas sagradas de lainterioridad. Y ese descontento es tan fuerte y abismal como lo es la ignorancia de ese espíritu. No es un acto religioso o doctrinario la búsqueda del espíritu, sino el intento de cargar a la humanidad de una nueva mitología cultural que reencause la razón y de otro derrotero al sistema. No es a traves de la violencia y la protesta como los ingenieros del mundo van a reestructurar el capital, sino por la expulsión de una espiritualidad renovadora que reencante la realidad y nos de otra valoración de la vida. Y eso es un acto de búsqueda individual como de contagio colectivo.

Está búsqueda espiritual es un camino shamanico y religioso. Y no tiene nada que ver con el empobrecimiento de una fe que lo deja todo en manos de una existencia empobrecida, sino en un camino de acrecentamiento energético de nuestra propia divinidad perdida y escondida en el interior. No es una locura lo que sostengo, ahí en el interior que muchas veces deploramos por no hacernos fuertes reside el secreto de una vida que desea volar y ser libre. La técnica hoy propone lo mismo, ante el disfuerzo humano, pero es una selva llena de ecuaciones y peligros que culmina en la muerte y en la miseria mas extrema.

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