Lo acontecido en medio oriente con Israel y las milicias de Hamas demuestra el estado de salud de la época actual. No es sólo una guerra religiosa o una confrontación de intereses económicos, es el antagonismo entre dos tipos diferentes proyectos de subjetividad.
Esa modo de ensañarce con civiles de una fiesta es el odio, la envidia, el resentimiento hacia una forma de vida liberal a la que consideran una aberración moral. Acabar con ancianos, jóvenes, niños y bebés es parte hoy en día de la barbarie del hombre irracional que recorre las tiranías de esta época.
Ahí donde hay una sistemática aniquilación de un pueblo, sumido en la pobreza y en un sitio permanente por parte de Israel, debela el afán de venganza o de justicia por parte de los débiles. En desventaja toda cultura que se haya en la miseria, desarrolla por naturaleza una concepción cerrada de la moral y del comportamiento social. La guerra de resistencia es parte de esa respuesta irracional y fundamentalista frente a las culturas que sostienen se hallan en pecado. Su totalitarismo es el afán de encerrar en las sombras y la esclavitud a toda una cultura que debe comportarse como un rebaño, como una sociedad de insectos, donde la libertad es sólo un eufemismo.
Hoy Europa debido a la migración musulmana de países pobres del Medio Oriente y del África está experimentando la declinación política de su régimen de vida democrática. Ello quiere decir que su modelo de construcción de conciencia individual esta resultando una carga que el europeo estresado y trágico esta empezando a abandonar por el dogma y la violencia. No sólo la izquierda gregaria con sus figuras de división, que es el multiculturalismo, sino las posiciones asceticas de la migración musulmana, están destruyendo la sagrada en vestidura de las libertades ciudadanas, con el riesgo de que el hombre posmoderno y esquizofrenico se vuelva una amenaza para el principio de realidad pacificador del sistema social moderno.
Incluso hoy en América Latina. Vivimos un sistemático ataque hacia la democracia y la economía privada. El peligro de que nuestras tímidas democracias caigan en la recesión y la pobreza, por culpa del populismo destructivo de las izquierdas es una sólida posibilidad. Y por otra parte, la delincuencia estructural que soporta América Latina hace imposible la necesaria paz y seguridad para el desarrollo social y económico. El ataque hacia las fuentes económicas de vida y de generación de la riqueza es la manifestación del odio del esclavo que desea todo lo fácil sin tener que pasar por el formato individual. La delincuencia y la izquierda son hermanas que odian a la propiedad privada, pues quieren llegar a la riqueza sin merecería o sin tener que pasar por los méritos de un trabajo intachable. Es el dominio y deseos del hombre mediocre y de las muchedumbres el que se convierte en un peligro para los fundamentos de la libertad y la responsabilidad con el mundo.
Ahí donde el individuo y la libertad resultan una pesada carga para un tipo de personalidad que quiere zurrarse las jerarquías y que dice merecer las alturas sin haber hecho los méritos suficientes, lo que se gesta es un criminal que echa por la borda los valores morales de su época, por el facilismo de violentar la vida individual a la que no respeta. El hombre sin valores está dispuesto a todo para gobernar las naciones donde el hombre noble y de sentimientos elevados no representa un muro de contención para su avance. Esta enfermedad de la mediocridad queriendo el reynado, es la infección que desmoraliza los pueblos y que mantiene en la ignorancia y violencia a los pueblos.
Hoy lo totalitario no representa un Estado demencial que busca frenar la libertad de la creación individual. Más bien estamos viviendo la amenaza de una sociedad degenerada donde la libertad se usa para ejercer el mal, al precio que hoy la tarea de hacerse un sujeto de bien resulta una afrenta para el hombre mediocre. Los desiertos de las muchedumbres hambrientas y vulgares destruyen los oasis de ka innovación y el crecimiento personal.
